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Casado asume el gobierno Frankenstein de Sánchez y le ofrecerá pactos de Estado
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El PP descarta abstenerse en cualquier caso

Casado asume el gobierno Frankenstein de Sánchez y le ofrecerá pactos de Estado

El presidente del PP planteará al candidato socialista una reforma de la ley electoral con refuerzos para la formación más votada por si hubiera terceras elecciones

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado. (EFE)

Pablo Casado acude a la cita que le ha dado Pedro Sánchez cinco semanas después de autoproclamarse candidato a la presidencia del Gobierno, y cinco días después de recibir el encargo oficial del Rey, y lo hace con el mismo ánimo que el convocante: por obligación. Convencido de que el dirigente socialista ya tiene los apoyos garantizados de "la mayoría Frankenstein" (Podemos y los independentistas), el presidente del PP solo aspira a dejar claros, ante la opinión pública, los motivos por los que no puede abstenerse en la investidura, reiterar su oferta de pactos de Estado al gabinete que se pueda formar y plantear una reforma de la ley electoral con refuerzos para la formación más votada por si hay terceras elecciones.

"Nosotros decimos lo mismo en público que en privado y lo mismo en la anterior legislatura frustrada que en esta, no colaboraremos para que Sánchez siga en La Moncloa, ahora con Pablo Iglesias y el aval externo de Oriol Junqueras, porque somos justo la alternativa a ese proyecto". Ese es el mensaje que repiten en la dirección del Partido Popular ante la próxima entrevista de su jefe con Sánchez y lo reiteran sus miembros muy molestos con las presiones externas para que sus diputados faciliten al socialista la continuidad en el poder.

En el PSOE, algunos barones como Lambán o García Page lo llevan peor, mientras que ERC sigue pendiente de Torra para que no les merme la jugada

En la sede de Génova niegan que haya debate interno alguno sobre la conveniencia de apoyar de forma indirecta la investidura del socialista con tal de que el Gobierno no dependa de los independentistas catalanes. Creen que el acuerdo de fondo con ERC está ya cerrado, igual que con el PNV, como fruto del entendimiento previo de la moción de censura contra Mariano Rajoy en el que también participaron Quim Torra y Carles Puigdemont. Facilitarlo sería una traición cuando estamos obligados a frenarlo, comentan.

Después de la ronda de contactos del Rey con los representantes de los partidos y ante las cesiones, hasta conceptuales y de expresión, de Sánchez a los independentistas, el equipo de Casado se reafirma en su convicción de que el acuerdo para la investidura está hecho y entra en plena fase de escenificación para las bases de las formaciones implicadas. En el PSOE, algunos barones como Javier Lambán o Emiliano García Page lo llevan peor, mientras que ERC sigue pendiente de Torra para que no les estropee la jugada.

El presidente del PP repite que ve a Sánchez comprometido con Iglesias y todos los nacionalistas en retomar el proyecto de mutación constitucional que José Luis Rodríguez Zapatero dejó a medias para formular un régimen que Gabriel Cisneros calificó en su día de "hemipléjico" (sin derecha) con el añadido de las teorías sobre la "plurinacionalidad" del Estado.

Sánchez abona la visión fatalista que Casado ofrece de sus negociaciones con ERC, ahora ampliadas a Torra, al recuperar los términos de las conversaciones de Pedralbes. No deja margen alguno ni para especular con la rectificación por mucho que Inés Arrimadas se ofrezca ahora facilitar un entendimiento entre constitucionalistas en esta legislatura que el candidato socialista ni comenta.

placeholder La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas. (EFE)
La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas. (EFE)

"Lo podía haber pensado antes y nos hubieran ahorrado el bloqueo y esta suerte de Frente Popular", se lamentan en la sede de Génova al recordar que PSOE y Cs tenían después de las elecciones del 28-A un total de 180 escaños en el Congreso: 123 socialistas más 57 riveristas. Incluso especulan todavía con la posibilidad de que los restos de Ciudadanos (10 diputados) ofrezcan su apoyo al candidato del PSOE junto con el de los regionalistas y provincialistas hasta intentar una mayoría alternativa que sigue sin sumar. Unión del Pueblo Navarro descarta de entrada el plan ante la alianza de la izquierda, los nacionalistas y Bildu que les arrebató el gobierno foral.

Navarra es el único punto de su habitual paquete de ofertas de pactos de Estado que Casado se ahorrará en su entrevista con Sánchez. El inquilino de La Moncloa ya le dejó claro en la anterior cita que no está dispuesto a romper los acuerdos de su partido en la Comunidad foral con los demás partidos de izquierdas y nacionalistas. En el PP concluyen que es precisamente ese el modelo que se dispone a aplicar en el Gobierno central en cuanto acabe la fase de escenificación pactada con Junqueras.

Para que quedar bien y como jefe de la oposición, el presidente del PP volverá a la carga con el resto de sus pactos de Estado, aunque sabe que algunos chocan con los proyectos de los aliados de Sánchez. Y la relación que ha ido aumentado en los últimos meses se eleva a la decena. Primero llevó al dirigente socialista las cinco más básicas: desarrollo e inversión en infraestructuras, pensiones, reforma de la Justicia, violencia de género y Defensa. Luego añadió el apoyo a la política en la Unión Europea y las medidas para restablecer el orden constitucional en Cataluña más allá del artículo 155 de la Constitución, por la vía de las leyes orgánicas y las competencias en inspección y control económico desde la Administración central.

El colofón a esas materias se basa en el peligro de unas terceras elecciones. Casado planteará a Sánchez la conveniencia de ponerse a trabajar inmediatamente en una reforma de la ley electoral que introduzca primas de representación al partido más votado en los comicios (al estilo de Grecia) y termine con los ciclos de bloqueo institucional que el propio Sánchez abrió después de las elecciones de 2015 y siguió con la moción de censura contra Rajoy en junio de 2018.

Pablo Casado acude a la cita que le ha dado Pedro Sánchez cinco semanas después de autoproclamarse candidato a la presidencia del Gobierno, y cinco días después de recibir el encargo oficial del Rey, y lo hace con el mismo ánimo que el convocante: por obligación. Convencido de que el dirigente socialista ya tiene los apoyos garantizados de "la mayoría Frankenstein" (Podemos y los independentistas), el presidente del PP solo aspira a dejar claros, ante la opinión pública, los motivos por los que no puede abstenerse en la investidura, reiterar su oferta de pactos de Estado al gabinete que se pueda formar y plantear una reforma de la ley electoral con refuerzos para la formación más votada por si hay terceras elecciones.

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