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Seis meses de Junqueras en prisión: de las esposas por delante, al fútbol y el ajedrez
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la estancia del 'exvicepresident' en estremera

Seis meses de Junqueras en prisión: de las esposas por delante, al fútbol y el ajedrez

Juega también al tenis e imparte de manera informal clase de Historia a los reclusos que lo desean

Foto: Junqueras, poco antes de ser encarcelado y de declarar ante la Justicia. (EFE)
Junqueras, poco antes de ser encarcelado y de declarar ante la Justicia. (EFE)

Era 2 de noviembre. Hace ahora casi seis meses, Oriol Junqueras dio su último paseo en libertad por la calzada que conduce desde la calle Génova de Madrid hasta el cubo de cristal que da acceso a las salas de declaraciones de la Audiencia Nacional. La jueza Carmen Lamela había citado al Govern en pleno, un mes después del 1-O, para interrogarles por rebelión. Carles Puigdemont no apareció, ya a salvo de la cárcel en tierras belgas. El 'exvicepresident' sí lo hizo, y tras una brevísima comparecencia fue enviado a la prisión de Estremera junto a otros siete 'exconsellers'. No ha salido de allí desde entonces.

Cuentan algunos testigos a El Confidencial que, aquel día, el mayor impacto tras conocer la decisión de la magistrada no vino de la certeza intangible de que perdía la libertad sino de un objeto mucho más palpable. Fueron las esposas de metal, que debía ponerse para su traslado en furgón hasta las dependencias penitenciarias, las que le produjeron un profundo rechazo y desagrado, hasta el punto de que pidió no llevarlas a la espalda sino con las manos por delante. Su solicitud fue rechazada debido al protocolo policial.

Fueron las esposas de metal, que debía ponerse para su traslado a dependencias penitenciarias, las que le produjeron un profundo rechazo y desagrado

Su abogado rememora la descripción que le hizo posteriormente Junqueras de ese trayecto de más de 50 minutos hasta la prisión y recuerda especialmente la velocidad que tomó el furgón para apurarlo en el menor tiempo posible. El vehículo daba bandazos y frenazos y esas esposas a la espalda, que no quería ponerse, le impedían sujetarse. Ese fue el preámbulo de una estancia en la cárcel que entonces él mismo esperaba corta pero que, en vista de los acontecimientos, se prolongará al menos hasta su juicio.

Andreu Van der Eynde, el letrado que le representa desde aquel primer día, le planteó denunciar entonces las condiciones de ese traslado —protocolizado para todos los presos— y también ha intentado convencerle de que recurriera en otras ocasiones determinadas sanciones o prohibiciones. Su primera disciplinaria llegó unas semanas más tarde, por contactar con una radio catalana durante la campaña electoral del 21-D, en la que se presentaba como candidato a la presidencia. "Fue imposible. Oriol no quiere incomodar a nadie ni quiere tratos de favor. Renunció a recurrir la sanción diciendo que 'aprovecharía para contestar cartas desde su celda', y así lo hizo", recuerda.

Junqueras recibe más de 200 cartas al día en la cárcel y trata de contestar al mayor número posible

Precisamente sobre las cartas gira una de las partes más importantes de sus días en Estremera. Recibe más de 200 al día y trata de contestar al mayor número posible. Además de revisar ese correo y de contestar las misivas, escribe artículos para prensa. También disfruta especialmente del deporte. Juega a tenis, al fútbol y al ajedrez. "Se defiende bien en lo primero, es un defensa implacable en lo segundo y un maestro en lo tercero", explican fuentes de su entorno.

Ajedrez y partidos de fútbol

Según relatan, su fama en todo el centro penitenciario como gran jugador de ajedrez "pasa de módulo a módulo". Se cuentan en el patio y en las celdas anécdotas futbolísticas. Dicen, por ejemplo, que en uno de esos partidos le hizo "una fuerte entrada" a un recluso "un poco temible" y relatan otro encuentro en el que metió el gol del desempate, "desde medio campo con un potente remate", cuando los funcionarios ya ordenaban desalojar la pista.

Junqueras aprovecha para enseñar de forma informal a todos los compañeros de módulo que lo desean. Trata, además, de practicar idiomas

Estos son ratos de esparcimiento, pero hay otros más complicados. Fuentes cercanas al 'exvicepresident' destacan algunos de ellos, como los fallos en la calefacción de la prisión durante el invierno, que provocan que los presos tengan que dormir vestidos para combatir el frío, o las diferencias de criterio en las reglas en función del funcionario que las aplique. Algunas cartas de tamaño superior al exigido no pasan el filtro y no le son entregadas. Algunas visitas se autorizan y otras no.

El 'presidente', como le conocen algunos de los reclusos, quiso que se le autorizara a dar clases en la cárcel pero no lo consiguió. Es licenciado en Historia, con especialidad en Historia Moderna y Contemporánea, y doctor en Historia del Pensamiento Económico, y aprovecha para enseñar de forma informal a todos los compañeros de módulo que lo desean. Trata, además, de practicar idiomas con presos extranjeros.

Foto: Marta Rovira en su última comparecencia en el Supremo. (EFE)

Sus peores momentos, explican quienes le han visitado en estos meses, se producen tras las visitas de su familia. Su abogado precisa que disfruta de dos horas al trimestre con los niños en una sala familiar, otra trimestral con su esposa y las comunicaciones semanales "con cristal" a las que pueden acudir sus familiares si lo desean. Otros momentos especialmente duros han sido las separaciones y reencuentros con sus compañeros del Govern en prisión. "Fue muy difícil cuando Carles Mundó y Raül Romeva salieron en libertad y él se quedó, pero más difícil fue cuando Romeva regresó", indican. "Otro golpe duro fue cuando Marta Rovira se fue al exilio: la echa mucho en falta", agregan.

Su última iniciativa ha sido precisamente la de pedir el traslado a una prisión de Cataluña, una vez formulado el procesamiento, para poder estar más cerca de su familia. Ha solicitado "el traslado al Centro Penitenciario de Brians-II o, en su defecto, al centro más próximo al de su domicilio habitual y donde residen su esposa e hijos, sito en la localidad de Sant Vicenç dels Horts [Barcelona]".

Era 2 de noviembre. Hace ahora casi seis meses, Oriol Junqueras dio su último paseo en libertad por la calzada que conduce desde la calle Génova de Madrid hasta el cubo de cristal que da acceso a las salas de declaraciones de la Audiencia Nacional. La jueza Carmen Lamela había citado al Govern en pleno, un mes después del 1-O, para interrogarles por rebelión. Carles Puigdemont no apareció, ya a salvo de la cárcel en tierras belgas. El 'exvicepresident' sí lo hizo, y tras una brevísima comparecencia fue enviado a la prisión de Estremera junto a otros siete 'exconsellers'. No ha salido de allí desde entonces.

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