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El PSOE se refuerza con históricos: exhibe a Zapatero y consulta a Rubalcaba y Bono
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NUEVA ETAPA EN LA CASA SOCIALISTA

El PSOE se refuerza con históricos: exhibe a Zapatero y consulta a Rubalcaba y Bono

Andalucía y Aragón homenajean al expresidente, y Ferraz plantea otro acto similar. Fernández mantiene una fluida relación con Rubalcaba, y Díaz con él, Zapatero, González y el exlíder manchego

Foto: José Luis Rodríguez Zapatero, Elena Valenciano, Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Susana Díaz y Javier Fernández, en la conferencia política del PSOE de noviembre de 2013. (EFE)
José Luis Rodríguez Zapatero, Elena Valenciano, Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Susana Díaz y Javier Fernández, en la conferencia política del PSOE de noviembre de 2013. (EFE)

Durante años, José Luis Rodríguez Zapatero había sufrido un doble castigo: el enorme desapego ciudadano a sus políticas de lucha contra la crisis en su segunda legislatura y un cierto 'abandono' por algunos de los suyos, necesitados de tomar distancia con su legado para intentar poder remontar. Alfredo Pérez Rubalcaba tuvo que marcar perfil y aliviar como podía el peso de la losa de su antecesor. Pero Pedro Sánchez lo orilló más aún. Primero reprobando las medidas más polémicas y luego desplazándolo totalmente del foco, buscando la protección de Felipe González, el expresidente que lo había defendido en medio de las turbulencias internas.

Pero el PSOE ha entrado en otra etapa y se ha diluido el miedo a la reivindicación de Zapatero. Ahora lo exhibe "con normalidad", y "con normalidad" ha vuelto el diálogo, de Ferraz o de las federaciones, con otros notables del partido, como Rubalcaba, José Bono, los propios expresidentes del Gobierno o exministros como José Blanco y Valeriano Gómez. Los dirigentes históricos retoman cierto protagonismo, para disgusto de los sanchistas: los veteranos son consultados, se cuenta con ellos, se les reivindica, aunque no participen directamente de la cocina. No obstante, nada ni nadie es ajeno a la batalla orgánica y a la pugna congresual entre el ex secretario general y Susana Díaz. Y ahí la presidenta andaluza parte con ventaja, ya que goza del respaldo mayoritario de los ex.

Díaz compartirá mitin con Zapatero en Jaén el 16 de diciembre. Al día siguiente lo hará Lambán en Ejea. El motivo, los 10 años de la Ley de Dependencia

La baronesa regresará a uno de los formatos que, según sus partidarios, mejor domina, el mitin, el contacto con la militancia. Será el 16 de diciembre y en Jaén, acompañada de Zapatero, quien le presta un apoyo sin fisuras y apuesta por ella como próxima secretaria general. El argumento es la celebración de los 10 años de la publicación en el BOE de la Ley de Dependencia, la que creó el cuarto pilar del Estado del bienestar y una de las normas más señeras de los gobiernos socialistas. Al día siguiente, sábado 17, el expresidente será homenajeado por el jefe del Ejecutivo aragonés, Javier Lambán, un barón muy próximo a Díaz, en Ejea de los Caballeros (Zaragoza), la localidad en la que mejores resultados obtiene en las urnas la federación. El motivo, de nuevo, es la reivindicación de la Ley de Dependencia.

Foto: El diputado socialista Eduardo Madina habla con el presidente-portavoz de su grupo, Antonio Hernando, el pasado 20 de octubre en el pleno del Congreso. (EFE) Opinión

"¿Quién lo va a hacer si no?"

La gestora que encabeza Javier Fernández también está buscando hueco para un acto de celebración de los 10 años de una norma icónica. Como indican desde el aparato, se está estudiando el montaje de un gran evento en el que no solo esté Zapatero, sino también todos los protagonistas de aquella ley, desde el equipo del ministerio que la impulsó, capitaneado entonces por Jesús Caldera, hasta colectivos sociales o los ponentes parlamentarios. Aún no hay fecha fijada ni lugar en Madrid contratado, ni tampoco mucho hueco, porque enseguida se echa encima la Navidad. "No se trata tanto de reivindicar la figura de nadie, sino una acción política, el legado de los gobiernos socialistas —indica un alto mando de la cúpula provisional—. Hoy mismo [por ayer domingo] estaba Alfonso Guerra con Javier en el acto conmemorativo de los 125 años de la agrupación de Gijón. Eso es una señal de la continuidad de un proyecto". Zapatero también protagonizó hace una semana otro acto: Juventudes Socialistas le entregó el Premio Violeta por su compromiso con la igualdad y la violencia de género, un evento que contó con la protección y total aval de Ferraz.

La gestora busca hueco para un acto de defensa de Zapatero. Sánchez había orillado al expresidente, uno de los principales partidarios de Díaz

"Si no defendemos nosotros los logros de los Ejecutivos del PSOE, ¿quién lo va a hacer? —explican a su vez en el círculo de confianza de Díaz—. Y aquí tiene más sentido que nunca: el 23% de los dependientes que reciben atención vive en Andalucía". Zapatero, mientras, se siente satisfecho del 'redescubrimiento' impulsado por su partido. "El PSOE reivindica su tarea de Gobierno, que en el fondo es como reivindicarse a sí mismo. Claro que hay una diferencia con la etapa anterior, la de Pedro. Es que entonces no había nada normal", apuntan fuentes próximas al expresidente. A este le dolió que Sánchez le recriminara en su cara la poca "ambición" de su reforma fiscal o que condenara duramente la modificación exprés de la Constitución de 2011. Sánchez, a su vez, no le perdonó que se reuniera a sus espaldas con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón y que se sumara enseguida a Díaz en el bando crítico, pese a que ambos lo ayudaron a hacerse con el control de Ferraz. El hoy ex secretario general apenas contó con el exlíder del Gobierno y recelaba de sus maniobras para desestabilizarlo. Prefería la compañía de González, quien le brindó su apoyo hasta que se sintió "engañado" por él tras las generales del 26-J.

Javier Fernández y Alfonso Guerra claman contra el populismo y apelan a un PSOE para la mayoría

La vuelta al primer plano de Zapatero no es, sin embargo, un hecho puntual. En Ferraz y en las federaciones que orbitan en torno a la gestora, destacan ese retorno a la "normalidad", que incluye la conversación cotidiana con dirigentes históricos, con muchos trienios a sus espaldas. El expresidente es uno de ellos, por descontado. Zapatero tiene mucho contacto con Díaz, y también con Fernández. "Javier y José Luis se conocen desde hace muchos años, y su relación siempre ha sido muy buena, aunque haya habido momentos en los que han discrepado. Además, Zapatero siempre está a disposición de su partido", recuerdan en el entorno del exjefe del Ejecutivo.

Los caminos que conducen a Rubalcaba

Pero, sin duda, quien mantiene una relación estrechísima con el presidente de la gestora es Rubalcaba. Fernández le apoyó frente a Carme Chacón en 2012 y fue uno de los barones que estuvieron de su lado incluso en los momentos más turbulentos de su corto mandato. El jefe del Gobierno asturiano, igual que el extremeño Guillermo Fernández Vara, se alineó con Eduardo Madina en 2014, frente al candidato promocionado por Díaz y la mayoría de secretarios territoriales, Pedro Sánchez. Rubalcaba y Fernández son más que dirigentes cercanos y de la misma generación: son amigos. Y por eso hablan con muchísima frecuencia. El jefe de la cúpula provisional le confía sus preocupaciones y Rubalcaba le aporta su visión política. Los detractores del ex secretario general le señalan como el hombre que sigue moviendo los hilos en Ferraz, el que nunca acabó de irse, pero en su entorno niegan esa imagen y recalcan que él no está en el puente de mando, aunque sí aconseja y ofrece su perspectiva. El exvicepresidente sí reconoce en privado que se le consulta "mucho" ahora, cosa que Sánchez no hacía. Él mismo reveló que no habló con él tras las últimas generales, aunque Ferraz sí conocía su opinión a través de sus colaboradores.

Rubalcaba y Fernández son amigos desde hace años. Elena Valenciano y Soraya Rodríguez también tienen hilo directo con el jefe de la gestora

Rubalcaba, no obstante, goza de mucha influencia gracias a otra conexión fundamental: es uno de los dirigentes que hablan muy frecuentemente con Díaz, como reconocen en el Gobierno andaluz, y la apoya también en su ascenso hacia Ferraz, pese a que fue ella quien le indicó la puerta de salida tras la debacle de las europeas de mayo de 2014. Además, la máxima colaboradora de Rubalcaba, la eurodiputada Elena Valenciano, miembro ahora de la comisión encargada de revisar las relaciones con el PSC, tiene una relación fluida con Fernández, Díaz y con el portavoz de la gestora, el andaluz Mario Jiménez. Y la que fue su portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, mantiene asimismo hilo directo con el jefe del Ejecutivo asturiano. Rubalcaba es asimismo amigo de González. El primer presidente socialista de la democracia "tiene una conversación normalizada" con la gestora, pero sí es verdad que su contacto con Fernández no es el mismo que los lazos que unen a este con Rubalcaba, y además no suele interferir tanto en los asuntos orgánicos, aunque su voz sea muy escuchada. Zapatero y el que fuera su vicepresidente y ministro del Interior se distanciaron en la etapa final de su mandato y en el proceso de sucesión de 2014. Conectado por cierto con Rubalcaba, Valenciano y González está el madrileño Borja Cabezón, última incorporación en el equipo de Organización que dirige Jiménez.


El líder del Principado charla con cierta frecuencia con los barones afines —los sanchistas sí le han afeado falta de interlocución con ellos, caso de la balear Francina Armengol—, y de entre ellos uno de los más cercanos es Guillermo Fernández Vara, de la total confianza de Rubalcaba y Valenciano. También lo es Díaz.

Foto: Susana Díaz y Ximo Puig conversan durante el acto de homenaje al poeta Miguel Hernández, este 2 de diciembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. (EFE)

El círculo de Díaz

Mientras, la presidenta andaluza, insisten en su entorno, ha tejido una poderosa red de contactos en los últimos años. Charla habitualmente "con los dos expresidentes", con Zapatero y González —aunque el apoyo de este es bastante más tibio—, y con Rubalcaba. "Alfredo no es que sea un asesor áulico de Susana, es que participa de la nueva mayoría que está nucleándose, y se tiene muy en cuenta su opinión", indican las mismas fuentes. En un siguiente nivel se sitúa el expresidente manchego José Bono, otro de sus más fieles aliados y de los que más la empujan para que compita por el liderazgo del PSOE. Díaz incluso le invitó a su acto en Jaén, pero él ha tenido que declinar, a su pesar, porque justo ese día regresa de un viaje en el extranjero. El exministro de Defensa, según especifican fuentes muy próximas, se lleva "bien" con Javier Fernández y Mario Jiménez, pero no es consultado por ambos. Su comunicación sí es directa y frecuente con Díaz. Además de con los ex secretarios generales y con Bono, la presidenta mantiene una buena relación con el líder de la gestora y Fernández Vara, y con los barones que le han sido más fieles desde el primer momento: el valenciano Ximo Puig, el aragonés Javier Lambán y el manchego Emiliano García-Page. A la nómina se añade otro ferviente partidario: el eurodiputado, exministro y ex número dos del PSOE José Blanco.

La baronesa tiene contacto frecuente con los dos expresidentes y con Rubalcaba. También con Bono y Blanco y barones como Vara, Puig, Lambán y Page

"Lo normal es hablar con referentes muy importantes del partido —defiende un alto cargo de la gestora—, con Felipe, José Luis, Alfredo, Alfonso Guerra... Es muy razonable que ellos aporten su bagaje y su conocimiento. Es lo que tiene que hacer la dirección del partido, estar con quienes tienen capacidad para aportar. El abanico va desde dirigentes jóvenes como Edu [Madina] e Ignacio Urquizu hasta Guerra. Es lo normal en una organización que funciona, mirando al futuro pero aprovechando la experiencia del pasado y recurriendo al poder territorial. Hay relación con todo el mundo". Una dirigente que ha ganado influencia en esta etapa coincide con este análisis: "El PSOE siempre ha honrado y defendido a sus secretarios generales, con más o menos intensidad. La anomalía era lo anterior, igual que la hostilidad con los presidentes autonómicos. Ahora eso ha desaparecido y se vuelve al funcionamiento normal del partido, al deshielo con los exlíderes y con los barones. Parte de tu fortaleza es tu historia". Esta responsable advierte de que han ganado peso igualmente cuadros más jóvenes, como Madina o el aragonés Ignacio Urquizu. Los dos forman parte del grupo encargado de armar el esqueleto de la ponencia que irá al congreso del partido.

La actividad parlamentaria fija posiciones políticas

En ese equipo también se sientan exministros de González como Rosa Conde y Matilde Fernández, o el titular de Presidencia con Zapatero, Ramón Jáuregui, ahora realzado como portavoz de la delegación española en la Eurocámara. A ellos se suma otro 'retornado': Valeriano Gómez, último ministro de Trabajo socialista. Él y el portavoz de Economía en el Congreso, Pedro Saura, condujeron las negociaciones con el PP que culminaron en el primer gran pacto de la legislatura, y que ha supuesto el aumento de un 8% del salario mínimo, la subida del Impuesto de Sociedades o la relajación del objetivo de déficit para las comunidades. Gómez, recuerdan varias fuentes conectadas con Ferraz, representa la "socialdemocracia clásica y ortodoxa", igual que la que encarna la que fue su secretaria de Estado de Empleo, Luz Rodríguez, miembro de la ejecutiva de Sánchez y que ahora integra ese grupo encargado de la ponencia política. Ambos, pues, lideran una visión "de izquierdas y más alejada" de los postulados social-liberales del exministro Jordi Sevilla, principal asesor económico del ex secretario general.

Los oficialistas dicen que se recupera la "normalidad". Los sanchistas critican que la vuelta de los ex implica que "para algunos el proyecto solo tiene pasado"

Los sanchistas discrepan de los movimientos de la gestora y del 'revival' de los históricos. "Es el síntoma de que para algunos este proyecto solo tiene pasado, y recurren a quienes son, para los que no son militantes, los causantes de la crisis. Cuando no hay futuro, se recurre a la nostalgia. No es cuestión de que los ex sepan más o menos, se trata de sintonizar con los tiempos actuales. Es obvio reivindicar el legado, pero un partido que habla más de pasado que de futuro no sirve. Zapatero ganó en 2000 reuniendo a toda la contra al aparato y lanzando un mensaje de cambio", sostiene uno de los dirigentes más cercanos a Sánchez, que insiste en que lo fundamental es "volver a la normalidad democrática y que acabe el secuestro de la militancia", convocando ya el congreso. El modelo del ex secretario general es opuesto al de quienes gobiernan Ferraz: su fuerza, dicen, radica en las bases, y no en los cuadros ni en los veteranos.

Alfonso Guerra advierte de que el odio a la derecha no puede ser el programa del PSOE

Javier Fernández y Alfonso Guerra compartieron este domingo en el acto conmemorativo de los 125 años de la agrupación socialista de Gijón. Y allí el exvicepresidente dejó un reguero de titulares. Afirmó que "el odio a la derecha no puede ser el programa del PSOE" y que debe evitar cualquier ambigüedad ante nacionalismos y populismo con un discurso "de mayorías" como única vía para reconquistar el apoyo de la sociedad. 

El ex número dos del Ejecutivo y del PSOE avaló el pacto de medidas económicas trenzado entre sus compañeros y el PP la semana pasada porque en la tradición del partido está alcanzar acuerdos con sus adversarios políticos sin tener "ningún miedo a hablar con todos". El PSOE puede conducir al PP a tener que aceptar la reforma de la Constitución o la derogación de algunas de sus leyes, "y eso es también hacer oposición porque a veces la emoción obnubila nuestra razón", dijo, informa Efe. 

El espaldarazo de Guerra a la labor de la gestora es significativo, porque él fue el referente del sector nucleado en torno al sindicato minero SOMA-UGT que aupó a Fernández al liderazgo de la FSA-PSOE en 2000. La central, sin embargo, se ha distanciado del presidente de la gestora y se muestra crítica con él, igual que las agrupaciones de las cuencas mineras. 

Fernández, por su parte, alertó del riesgo de "viejos fantasmas" vestidos ahora de "populismos nuevos" para hacer frente a una crisis "profunda" que ha roto el contrato social, y en la que los Estados se han visto desafiados por poderes económicos "sin ningún control".

Durante años, José Luis Rodríguez Zapatero había sufrido un doble castigo: el enorme desapego ciudadano a sus políticas de lucha contra la crisis en su segunda legislatura y un cierto 'abandono' por algunos de los suyos, necesitados de tomar distancia con su legado para intentar poder remontar. Alfredo Pérez Rubalcaba tuvo que marcar perfil y aliviar como podía el peso de la losa de su antecesor. Pero Pedro Sánchez lo orilló más aún. Primero reprobando las medidas más polémicas y luego desplazándolo totalmente del foco, buscando la protección de Felipe González, el expresidente que lo había defendido en medio de las turbulencias internas.

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