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Hace años, dejaban los libros para ser albañil; ahora, el andamio va a buscarlos al instituto
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VIVEN UNA ESCASEZ ESTRUCTURAL

Hace años, dejaban los libros para ser albañil; ahora, el andamio va a buscarlos al instituto

Por primera vez, empleos relacionados con la construcción han entrado en el catálogo de ocupaciones de difícil cobertura. Las empresas tienen que pescar a sus futuros empleados en secundaria

Foto: Un albañil transporta una carretilla en Toledo. (EFE/Ángeles Visdómine)
Un albañil transporta una carretilla en Toledo. (EFE/Ángeles Visdómine)
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El sector de la construcción lleva años viendo cómo el suelo se resquebraja bajo sus pies. Aunque las empresas lograron recuperarse del batacazo del estallido de la burbuja del ladrillo, aquel millón de trabajadores empleados en el sector en los años del boom nunca jamás volvieron. Muchos de ellos eran apenas estudiantes de instituto o universidad que no dudaron en abandonar sus estudios para subirse al andamio, atraídos por unas condiciones económicas que pocas profesiones tenían en España en aquellos momentos.

Hoy, 15 años después de aquello, profesiones como instaladores electricistas, carpinteros de aluminio o montadores de PVC han entrado a formar parte de las ocupaciones de difícil cobertura que publica cada trimestre el Ministerio de Trabajo. Hasta ahora, ese tipo de trabajos solían tener un toque exótico que explicara su escasez, como mayordomo para buques, caldereteros o frigoristas navales. Pero la inclusión de oficios tan cotidianos —en 2008, cerca de tres millones de españoles, entre ocupados y parados, llegaron a encontrar acomodo laboral en la construcción— supone el grito de desesperación de un colectivo que lleva años advirtiendo de lo que podría suceder.

"Si no entran jóvenes, en 10 años no quedarán albañiles", publicaba El Confidencial en 2019. Sin embargo, no ha habido que esperar tanto para llegar a una situación angustiosa.

Algunas empresas han comenzado ya a desarrollar planes de contingencia para tratar de encontrar a esos trabajadores que les son esquivos. Alza, una histórica constructora madrileña con más de 40 años de experiencia y alrededor de 200 empleados, ha comenzado este año una iniciativa de colaboración con cuatro institutos (Islas Filipinas, La Paloma, Alarnes y Antonio Machado) que ofrecen ciclos formativos de Formación Profesional relacionados con la construcción. La idea es captar ese talento emergente ya desde la parte práctica de su formación, antes incluso de que entren oficialmente en el mercado laboral.

"Antes de la crisis, se consideraba que era un sector en que se ganaba mucho dinero, a pesar de su dureza, y en que siempre había trabajo", explica Lourdes Pérez Rodrigo, responsable de Recursos Humanos de la empresa. "Pero la crisis expulsó a mucha gente en el sector y los salarios bajaron mucho, por lo que dejó de ser atractivo".

"La crisis expulsó a mucha gente en el sector y los salarios bajaron, por lo que dejó de ser atractivo"

Aunque las vacantes en la construcción tienen un componente cíclico muy dependiente de la coyuntura económica, en estos momentos está en máximos y todo hace indicar que el tercer trimestre de 2023 batirá el récord con cifras que no se han visto en una década.

"En las facultades de Arquitectura las matriculaciones bajaron un 70% en esos años", explica Pérez Rodrigo, "y esas matriculaciones no se han recuperado, por lo que hay escasez de profesionales". Lo mismo ha sucedido también con otros puestos que eran casi hereditarios, el hijo que falto de otras oportunidades entraba en la obra como ayudante de albañil, iba aprendiendo con su padre y terminaba como encargado. Esos hilos se rompieron con el estallido de la burbuja y no han vuelto a enhebrarse.

La inclusión de algunas profesiones relacionadas con la construcción en el catálogo del SEPE persigue principalmente un objetivo: facilitar que las empresas que necesiten esos perfiles concretos puedan encontrarlos en el extranjero, facilitando el fichaje de esos trabajadores. Pero veteranos profesionales del derecho que conocen bien este tipo de instrumentos son muy escépticos con que el cambio introducido pueda resultar en una mayor contratación para el sector de la construcción.

¿Puede la inmigración solucionar el problema?

El abogado Javier Galparsoro lleva años peleando contra la desidia de la administración en lo que rodea al dichoso catálogo. Su origen está vinculado al Reglamento de Extranjería. Si un inmigrante quería acceder a nuestro país a través de una oferta de empleo, la parte contratante tenía que lanzar esa oferta a través del servicio público de empleo, para comprobar que no había españoles desempleados que pudiesen cubrir esa vacante. "De este modo, la vía de la contratación directa en origen por parte de un empleador español hacia un extranjero era prácticamente cero", explica Galparsoro. Esto propició la creación del catálogo, elaborado por una comisión tripartita (Gobierno, patronal y sindicatos) que, trimestralmente, actualizarían el listado en función de la realidad laboral del momento. "De esta forma se indicaba en qué sectores no era necesario consultar al servicio de empleo para contratar a alguien, porque se partía de la base que no existía población española en paro que pudiera cubrir los puestos de trabajo".

placeholder Trabajadores en una obra en Zaragoza este mes de junio. (EFE/Javier Belver)
Trabajadores en una obra en Zaragoza este mes de junio. (EFE/Javier Belver)

Sin embargo, entre el cuarto trimestre de 2012 y el primero de 2013, el catálogo se convirtió en una serie de trabajos pintorescos relacionados con la navegación. Incluso en provincias sin salida al mar como Madrid o Lleida se consideraba difícil cubrir los puestos de mozos de cubierta o cocineros de barco. Aun así, la lista ha permanecido invariable, publicándose trimestralmente en el BOE durante más de una década, cuando las autoridades han abierto la mano para incluir cuatro profesiones relacionadas con la construcción.

Solo había dos excepciones a los empleos marítimos: deportistas profesionales y entrenadores deportivos. ¿Por qué, acaso nuestro país carece de estos perfiles profesionales, que además no especifican nunca deporte alguno? Efectivamente, era una forma de eliminar cualquier traba burocrática a quienes pretendieran contratar a un delantero congoleño de fútbol o un entrenador guatemalteco de baloncesto. Todo esto decepcionó enormemente a las ONG y operadores jurídicos especializados en extranjería, que lo consideraron una tomadura de pelo.

Ahora, una nueva modificación del Reglamento de Extranjería ha llevado a una flexibilización de este peculiar catálogo para incluir otros trabajos, no residuales y para los que, de verdad, fuera necesario encontrar gente. Sin embargo, hasta ver los resultados en el BOE ha tenido que pasar más de un año de tensiones interministeriales.

La pugna entre Escrivá y Díaz ha demorado un año la publicación de este nuevo catálogo

Como contó El Confidencial a finales de 2022, hubo un pulso entre los ministerios de Migraciones y Trabajo por la actualización de este catálogo. Escrivá a favor, Yolanda Díaz en contra con el apoyo de los sindicatos. Tras unas tensiones que comenzaron en julio del año pasado, finalmente, se resolvió a mediados de agosto con la inclusión de cuatro perfiles: carpinteros, montadores de aluminio o PVC, instaladores electricistas y conductores de grúa. Para el abogado, se queda tan corto que no servirá para paliar el déficit estructural de empleo que tiene el sector.

"Actualmente, en el sector de la construcción, hay escasez en todos los perfiles", indica la directora de RRHH de Alza. "Desde los más técnicos o cualificados, como arquitectos técnicos, a las profesiones tradicionales como pintores, fontaneros, albañiles, electricistas…".

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal) Opinión

"Se dijo que ese catálogo de ocupaciones tenía que ser mucho más ágil y mucho más acorde con la realidad laboral de nuestro país", dice Galparsoro. "¿Esos cuatro perfiles responden a la realidad laboral de nuestro país? Yo creo que no, no responde a lo que demandan las patronales de la construcción y obvia las necesidades que hay en otros sectores como el transporte o la hostelería. ¿Por qué ha sido tan ramplón? A mí nadie me lo ha explicado", indica.

El sector de la construcción lleva años viendo cómo el suelo se resquebraja bajo sus pies. Aunque las empresas lograron recuperarse del batacazo del estallido de la burbuja del ladrillo, aquel millón de trabajadores empleados en el sector en los años del boom nunca jamás volvieron. Muchos de ellos eran apenas estudiantes de instituto o universidad que no dudaron en abandonar sus estudios para subirse al andamio, atraídos por unas condiciones económicas que pocas profesiones tenían en España en aquellos momentos.

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