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"¡Españoles, Abertis se queda!" (Historia de un 'convoluto')
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la operación enfila ahora su desenlace

"¡Españoles, Abertis se queda!" (Historia de un 'convoluto')

En Madrid se negocian los flecos del acuerdo marco: que la nueva Abertis seguirá cotizando en el Ibex, con Atlantia como propietario de más del 50% en la nueva sociedad de control que se constituirá

Foto: Abertis. (Reuters)
Abertis. (Reuters)

El pasado jueves los inversores de la City se despertaron a toque de corneta. A primera hora de esa mañana, después de la exclusiva adelantada por este diario, ACS y Atlantia reconocieron ante la CNMV la existencia de negociaciones avanzadas para resolver la puja por Abertis de manera amistosa, sin competir en una subasta a sobre cerrado. Los protagonistas de la guerra de opas habían cocinado durante las últimas semanas un 'biscotto', con las gestiones de Mediobanca como inestimable pinche de cocina y el visto bueno final de Criteria como jefe de sala, que evitaba un duelo millonario desmedido.

Después de casi diez meses, la operación enfila ahora su desenlace. Esta última semana, las reuniones de urgencia mantenidas por Florentino Pérez (ACS / Hochtief), Francisco Reynés (Gas Natural / ex Abertis) y Borja Prado (Mediobanca) hilvanaron la solución creativa para que Atlantia aceptara su parte en este 'convoluto' corporativo. El tiempo apremiaba. El jueves expiraba la fecha para que el Gobierno, a las puertas del consejo de ministros, abriera frente judicial sobre la OPA en general y contra la CNMV en particular. Tocaba ofrecer una solución ingeniosa para sortear el órdago del ministro Álvaro Nadal.

placeholder  El presidente de ACS, Florentino Pérez. (EFE)
El presidente de ACS, Florentino Pérez. (EFE)

Aunque todavía se desconoce la letra pequeña, ACS, Hochtief y Atlantia han llegado a un principio de acuerdo para hacerse con el control de Abertis sin tener que trocearla, según deslizaba el mismo jueves por la noche alguno de los interesados. Al menos, hasta que tenga que dejar de serlo. Y además, esa sociedad cabecera de la que serán accionistas las tres compañías tendrá su sede en Madrid, de modo que la españolidad de la empresa de autopistas, accionista de referencia también de Cellnex e Hispasat, queda a salvo, permitiendo así al Gobierno una solución política encajable.

La tensión institucional alcanzada hacía un par de meses hizo que la pelota de la OPA de Abertis cambiara de tejado. Durante meses fue un asunto en exclusiva del aguerrido Nadal, cuyo interés último era conseguir que la operación se resolviera como una cuestión entre estados (Italia y España), pero el calendario político del país vecino (las elecciones generales se han celebrado en marzo y no cuatro meses antes, como esperaban) dio al traste con esta alternativa. Mientras tanto, el resto de actores fueron moviendo ficha, como hizo Florentino Pérez a las puertas del verano al conseguir audiencia con Mariano Rajoy para explicar sus credenciales en la operación.

Foto: File photo: toll road operator abertis´headquarters is seen in barcelona

Más de seis meses después, ACS y Atlantia eran conscientes de la complejidad a la que había llegado la operación, tanto desde el punto de vista financiero (puja a sobre cerrado) como el político (recelo de una parte del Gobierno). Por este motivo, la solución pastelera necesitaba estar amasada antes de que la CNMV aprobase la OPA de Hochtief (cuatro meses después de haberse presentado), visto bueno que se espera para la próxima semana. A partir de ese momento ya no podría haber marcha atrás. El único riesgo ahora es que los inversores que invirtieron especulando con una guerra de ofertas inicien una batalla judicial.

Algunos de los principales 'hedge funds' que tomaron posiciones en Abertis, firmas como Davidson Kempner, Farallon, Lyxor o BlackRock, han consultado al despacho Cuatrecasas para valorar la posibilidad de presentar una demanda. El frente sería doble: contra las compañías involucradas —ACS y Atlantia— por ocultación de información relevante e incluso podría extenderse contra la propia CNMV, por entender que el organismo regulador retrasó de manera voluntaria la aprobación de la oferta de Hochtief —lleva más de cuatro meses— para dar tiempo a que los ofertantes se pusieran de acuerdo.

La última palabra es de Sebastián Albella. El árbitro del partido, que tan diligentemente había conducido a la CNMV, tiene ahora la presión del lado inversor

Así las cosas, mientras en Londres se buscan argumentos jurídicos para demostrar el 'convoluto', en Madrid se negocian los flecos del acuerdo marco. En esencia, que la nueva Abertis seguirá cotizando en la bolsa española, con Atlantia como propietario de más del 50% en la nueva sociedad de control que se constituirá. En ese cambio de cromos el presidente de esa 'newco' sería español, papel a medida para alguien como Salvador Alemany, actual presidente de Abertis, que se ha desprendido de acciones por valor de cinco millones durante la guerra de opas, y la gestión de los italianos.

La última palabra está ahora en boca de Sebastián Albella. El árbitro del partido, que tan diligentemente había conducido a la CNMV en esta espinosa operación, tiene ahora la presión del lado inversor. El mercado carga sobre sus espaldas la credibilidad de una institución que ha tenido que nadar y guardar la ropa para sobreponerse al componente político que ha desplegado la puja por Abertis. "Otra vez, Albella contra todos", resume un compañero del reputado jurista. "Veremos si se mantiene firme". Por suerte para el resto de implicados, incluido el siempre oculto Isidro Fainé, el nuevo ministro de Economía no es Álvaro Nadal.

El pasado jueves los inversores de la City se despertaron a toque de corneta. A primera hora de esa mañana, después de la exclusiva adelantada por este diario, ACS y Atlantia reconocieron ante la CNMV la existencia de negociaciones avanzadas para resolver la puja por Abertis de manera amistosa, sin competir en una subasta a sobre cerrado. Los protagonistas de la guerra de opas habían cocinado durante las últimas semanas un 'biscotto', con las gestiones de Mediobanca como inestimable pinche de cocina y el visto bueno final de Criteria como jefe de sala, que evitaba un duelo millonario desmedido.

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