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Pucherazos, dedazos y purgas encubiertas: así pervierten los partidos las primarias
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los líderes laminan a los críticos en las listas

Pucherazos, dedazos y purgas encubiertas: así pervierten los partidos las primarias

PSOE, Podemos y Ciudadanos incorporan mecanismos de participación de la militancia para elaborar las listas pero en la práctica suelen servir para imponer el criterio de la dirección

Foto: Pablo Casado (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Cs). Montaje: (EC)
Pablo Casado (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y Albert Rivera (Cs). Montaje: (EC)

La cultura de las primarias y las votaciones entre las bases para elegir a sus representantes va calando en la política española. Pero solo sobre el papel. Pedro Sánchez hace gala de que el PSOE es ahora "el PSOE de la militancia", Albert Rivera presume de que Ciudadanos es el único partido con primarias generalizadas y auténticas y Pablo Iglesias somete a las bases hasta si aprueban la compra de su chalé en Galapagar. Pero en la práctica, como se ha visto en la elaboración de listas en este ciclo electoral, las primarias están sirviendo mayoritariamente para refrendar las decisiones de la dirección. Con ellas en estos partidos y la dedocracia de Pablo Casado en el PP, en el próximo Congreso dentro de los grupos habrá menos pluralidad interna porque, con la fragmentación, los líderes buscan blindarse con diputados afines. Así es como los partidos cambian para que nada cambie.

Cuando la madrugada del pasado sábado la candidata de la dirección de Ciudadanos para la Junta de Castilla y León, Silvia Clemente, iba perdiendo las primarias alguien del partido se encargó de doparla con 81 votos telemáticos para que ganara. Clemente, procedente del PP y con el apoyo de la dirección nacional, estaba estrellándose contra Francisco Igea, diputado de Ciudadanos y aspirante que dividió a la cúpula del partido.

Foto: El gráfico con el descuadre de votos a favor de Clemente. (EC)

El pucherazo, detectado por militantes afines a Igea, ha descabalgado el fichaje de Rivera y desencadenado tres dimisiones en Ciudadanos —de un asesor próximo a Rivera, de la candidata a la alcaldía de Valladolid y de la coordinadora en la ciudad—. Pero el partido ha dado el caso por cerrado sin explicar qué pasó ni quién fue el responsable. Rivera sí presumió de que eso ocurre porque su partido tiene primarias. "Ciudadanos es un partido democrático y hay primarias. En otros partidos están prohibidas. En el Partido Popular esto no puede suceder, que haya un candidato que gane unas primarias porque está prohibido votar a candidatos para ser presidente del Gobierno en primarias".

Ángel Valencia, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Málaga, explica cómo contrasta el pucherazo, de momento sin responsables, con el discurso regenerador de Ciudadanos. "Es un partido que habla mucho de regeneración, pero dentro del propio partido tiene un liderazgo fuerte, muy controlado con grandes personalismos en Rivera y Arrimadas, pero no se ve una democracia interna auténtica".

Con la fragmentación del voto, los líderes buscan grupos parlamentarios afines


El PSOE no hace primarias en las listas al Congreso —sí para los candidatos a presidente del Gobierno, alcalde y presidente autonómico— pero ha adoptado un sistema que se le parece. Las agrupaciones votan a sus favoritos y las decisiones se aceptan, pero solo si coinciden con lo que quiere la dirección. Si votan en otro sentido, la decisión se cambia desde Ferraz. "En el PSOE la militancia propone y la dirección dispone. Hay un centralismo democrático, que es obviamente un eufemismo. La ejecutiva federal puede cambiar las listas de arriba abajo", explica Joan Navarro, coautor del libro 'Desprivatizar los partidos', recién publicado, y vicepresidente de Asuntos Públicos de Llorente y Cuenca.

El sistema no ha generado demasiada polémica. Con el PSOE en el poder, el partido, históricamente volcánico, se tranquiliza. Sánchez ha hecho y deshecho las listas sin grandes críticas. La militancia ha votado bien —es decir, de acuerdo con los deseos de la dirección— en muchas provincias aceptando a ministros sin relación con la zona como cabezas de lista. Pero sí ha habido choques en Aragón y Andalucía.

Ignacio Urquizu, profesor de Universidad y hasta ahora diputado, fue el propuesto por la militancia en Teruel para ir de cabeza de lista al Congreso. "El partido socialista es el único partido político que realmente hace unas primarias que dan voz a la militancia", explicó al anunciar los resultados la secretaria provincial, Mayte Pérez, que se mostró "muy orgullosa" porque, dijo, habían participado casi el 90% de las agrupaciones de la provincial y había votado más del 60% de los militantes.

El PSOE de Teruel presumió de sus "primarias" pero el resultado lo cambia Ferraz para quitar a Urquizu

Pero, salvo sorpresa mayúscula de última hora, Urquizu no repetirá. A la dirección no le gustó el resultado de la votación en Teruel. El mayor pecado de Urquizu radica en que durante la gestora fue uno de los encargados de defender en público la abstención decidida por el partido que permitió hacer presidente a Mariano Rajoy. El sanchismo quiere un grupo parlamentario a su medida y Urquizu, que ya estaba desterrado en uno de los escaños más alejados del hemiciclo, no encaja. Cuando el partido se debatía entre Susana Díaz y Pedro Sánchez hubo quien miró a Urquizu como una tercera vía. Tres años después no tendrá ni escaño.

¿Para qué hacer una votación entre la militancia si luego no van a elegir al representante de la provincia al Congreso? El PSOE presume de que el reglamento que aprobó hace un año lo convierte en "el partido más democrático, abierto y paritario del país". "Un gran paso en favor de la regeneración democrática. Un nuevo modelo de partido que combina más democracia y más poder de decisión para los militantes. Ahora sí, el PSOE es el partido de la militancia".

placeholder Ignacio Urquizu y Pedro Sánchez en una foto de archivo. (EFE)
Ignacio Urquizu y Pedro Sánchez en una foto de archivo. (EFE)

Pero Sánchez quiere un grupo parlamentario a su medida y ha laminado a los críticos. Los veteranos critican que bajo el lema de "el PSOE de la militancia" se están eliminando los contrapesos, que el secretario general cada vez tiene más poder y lo ha usado para imponer a sus ministros como cabeza de lista en varias provincias. Elena Valenciano pasa de cartel electoral del PSOE en las europeas a no repetir en las listas. Cuando han votado los militantes han apoyado decisiones de Sánchez, como en las primarias de Madrid, donde Pepu Hernández derrotó claramente al veterano Manuel de la Rocha.

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que entrará en las listas por Madrid, explicó en la Cadena SER que no ve contradicción en que el PSOE incumpla sus normas para incluir más ministras en su candidatura al Congreso: "Es una decisión que compete a los órganos del partido. Me parece que es interesante cómo se está avanzando dentro del PSOE en la configuración de propuestas que integran en mucha mayor medida las peticiones, el sentir, la participación de los afiliados, sabiendo que por otra parte el secretario general del partido y la comisión federal de listas puede introducir variables de visión de conjunto de su expectativa o de su target demoscópico de cuál puede ser la propuesta de conjunto más solvente".

Con la crisis y el 15-M, las primarias fueron una exigencia de regeneración democrática


El sistema de votaciones que apoyen a la dirección está más perfeccionado incluso en Podemos. En diciembre, antes de tomar el permiso de paternidad, Pablo Iglesias convocó las primarias en Podemos. Argumentó que lo previsible era que Sánchez adelantase las elecciones y que el partido debía estar preparado. La normativa de Podemos convierte estas votaciones en "primarias de refrendo, no existe posibilidad de discrepancia interna", explica Navarro.

La circunscripción es única para toda España así que si alguien crítico tiene muchos apoyos en su provincia debe presentar una lista en toda España. El resultado es que la lista de Iglesias arrasó con un 90% de los votos aunque con una baja participación. Del nuevo grupo parlamentario desaparecen voces reconocidas y críticas. Podemos ha perdido alguno de los perfiles de la universidad que oxigenaron el Congreso. Ante las malas perspectivas electorales, tras el 28-A muchos de los críticos con Iglesias no tendrán escaño en el Congreso.

Foto: Albert Rivera. (EFE)

Podemos ha tenido problemas mayores en algunas comunidades autónomas. En La Rioja, un juzgado falló contra la expulsión de los aspirantes y en Cantabria hay procedimientos en los tribunales. Alberto Bolado, diputado autonómico de la formación en Cantabria y crítico con la dirección, opina que el partido tiene un discurso en abstracto sobre las primarias que suena bien, pero que no concuerda con la realidad. "Las primarias de Podemos a las generales se hicieron para refrendar a Iglesias, como la del chaletazo. En algunos territorios meten la mano hasta el codo cuando no les gusta lo que va a pasar y en Cantabria y La Rioja pondrán candidatos a dedo".

Ángel Valencia valora que la experiencia demuestra que las primarias no han enraizado. "Es un sistema que se trajeron de EEUU para intentar democratizar la vida política española pero no ha cuajado. Podemos apostó por algo más de democracia participativa, ampliada con las nuevas tecnologías, pero al final había una participación menor de la esperada. Las primarias tampoco garantizan la democracia interna". Además, plantean problemas sobre cómo incorporar a gente de fuera del partido que tendría dificultades para ganar una votación con militantes.

En el PP recuerdan que Rajoy nunca fue tan duro con los críticos como lo ha sido Casado


La ola de las primarias nunca llegó a la derecha. Vox cambió los estatutos en febrero y eliminó las primarias para elegir candidatos. Argumentó que quería evitar que se lo colasen arribistas. El PP, el partido con menos tradición de democracia interna, no ha disimulado. Después del congreso de julio, en el que en una doble votación incierta Casado se impuso a Soraya Sáenz de Santamaría, el partido ha endurecido el sistema tradicional de hacer las listas desde Madrid. Casado ha impuesto un grupo parlamentario refugio con afines en el que no queda rastro de sorayistas. Nadie le podrá mover la silla si el resultado el 28-A es terriblemente malo —que será malo, con una bajada importante, se da por descontado, aunque paradójicamente puede acabar gobernando—.

En el partido hay quien recuerda que Rajoy nunca fue tan duro con los críticos, que ya hizo diputada a Cayetana Álvarez de Toledo en 2011 en contra de la opinión de Cospedal y que se reveló muy crítica con la gestión del Gobierno del PP. También mantuvo a Esperanza Aguirre y a otros cargos que más o menos abiertamente criticaban a la dirección. "Rajoy sabía que los partidos no pueden ser un club de amigos, que necesitas voces críticas que enriquecen a la larga", opina un conocedor del PP. Pero eran otros tiempos. Tiempos de mayorías y de lujos que los partidos ahora no se quieren permitir. Ante la fragmentación y el resultado incierto toca cerrar filas. Las llamadas a la apertura y la regeneración de los partidos que se multiplicaron con la crisis y el 15-M tendrán que esperar.

La cultura de las primarias y las votaciones entre las bases para elegir a sus representantes va calando en la política española. Pero solo sobre el papel. Pedro Sánchez hace gala de que el PSOE es ahora "el PSOE de la militancia", Albert Rivera presume de que Ciudadanos es el único partido con primarias generalizadas y auténticas y Pablo Iglesias somete a las bases hasta si aprueban la compra de su chalé en Galapagar. Pero en la práctica, como se ha visto en la elaboración de listas en este ciclo electoral, las primarias están sirviendo mayoritariamente para refrendar las decisiones de la dirección. Con ellas en estos partidos y la dedocracia de Pablo Casado en el PP, en el próximo Congreso dentro de los grupos habrá menos pluralidad interna porque, con la fragmentación, los líderes buscan blindarse con diputados afines. Así es como los partidos cambian para que nada cambie.

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