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En el empleo no es oro todo lo que reluce: ¿qué pasa con la tasa de actividad?
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PERMANECE ESTANCADA

En el empleo no es oro todo lo que reluce: ¿qué pasa con la tasa de actividad?

La letra pequeña del empleo aflora sorpresas. La primera, la baja tasa de actividad de la economía española. Pese a que el número de nuevos puestos de trabajo crece con fuerza, la fuerza laboral todavía es muy inferior a la de la UE

Foto: Una camarera en un bar en Madrid. (Europa Press/Eduardo Parra)
Una camarera en un bar en Madrid. (Europa Press/Eduardo Parra)
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El Instituto Nacional de Estadística (INE) define la tasa de actividad como el cociente entre el total de activos y la población de 16 y más años. La población activa, como se sabe, comprende a quienes tienen un empleo o lo buscan. No basta con estar parado, sino que hay que buscarlo de forma diligente. ¿Cuántos residentes en España están en cualquiera de las dos situaciones? En concreto, y a la luz de la Encuesta de Población Activa (EPA), 24.227.900 personas (primer trimestre de 2024).

¿Son muchas o pocas? Una simple comparación ofrece una respuesta inequívoca. En 2002, que es cuando comienza la última serie histórica del INE, la población activa la componían 18.635.100 personas. Es decir, se ha incrementado en 5.592.800, ya sean como ocupados o como parados. Más actividad, como es obvio, significa una mayor aportación del factor trabajo al crecimiento económico, y, por lo tanto, es una buena noticia.

La pregunta vuelve a ser la misma. ¿Son muchas o son pocas? Como en la canción de la banda de Pau Donés, depende, todo depende... ¿Y de qué depende? Pues, obviamente, de la población total con la que haya que comparar la población activa en términos relativos. ¿Qué ocurre entonces? Pues sucede, ni más ni menos, que la primera evidencia, el extraordinario aumento de la ocupación durante las dos últimas décadas, queda ensombrecida.

Al comenzar el siglo, la tasa de actividad representaba el 54% de la población total, pero la llegada de inmigrantes en aquellos años de fuerte crecimiento económico (la mayoría en edad de trabajar) hizo que llegara a situarse en el 59,2% en el segundo trimestre de 2007, que marca un hito en la reciente historia del empleo en España. Un hito porque en ese segundo trimestre la economía logró un mínimo de desempleo que todavía está lejos de ser alcanzado. Aquel periodo acabó con una tasa de paro del 7,93%, por lo tanto, lejos del 12,29% actual.

Una simple comparación

¿Y qué ha pasado con la tasa de actividad, que es la clave de bóveda de cualquier sistema económico y que es lo que garantiza el avance del PIB? Pues ni más ni menos que está estancada. Es decir, para ser más precisos, España no sólo no ha avanzado, sino que ha retrocedido. Una simple comparación lo pone de relieve. La tasa de actividad actual, el 58,63%, es idéntica a la que existía en el segundo trimestre de 2006. Es decir, hace 18 años.

Se podrá decir que hacer comparaciones con aquel año, en plena explosión económica por la burbuja inmobiliaria, es poco representativo, ya que aquel fue un periodo excepcional, pero si se pone la lupa en un periodo más cercano, no hay grandes cambios. Por el contrario, las cosas empeoran.

La tasa de actividad durante el cuarto trimestre de 2019, inmediatamente antes de la pandemia, se situó en el 58,74%, es decir, ligeramente por encima del 58,63% actual. Lo paradójico es que desde entonces España ha creado, en concreto, 1,28 millones de empleos en términos de la Encuesta de la Población Activa, aunque si se tienen en cuenta los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (que es como se refleja en la contabilidad nacional) se estaría hablando de 1,51 millones.

Aquí está, precisamente, lo singular: la economía crea empleo (en torno a 400.000 puestos de trabajo al año), pero la tasa de actividad no mejora. La causa, lógicamente, al tratarse de un cociente, tiene que ver en parte con la evolución del número de habitantes. ¿Y qué ha sucedido desde que en el primer trimestre de 2020 irrumpió la pandemia? Pues ni más ni menos que la población ha crecido en 1,27 millones de personas. Es decir, tanto el empleo como la población han aumentado en paralelo. Aquí está, lógicamente, la explicación de la aparente contradicción. España crea empleo con fuerza, pero no crece la tasa de actividad, algo que identifica con precisión el reciente informe anual del Banco de España.

Tampoco lo está haciendo apenas la tasa de empleo, el verdadero indicador sobre la aportación del factor trabajo al crecimiento del empleo al eliminarse los parados. El último dato muestra que la tasa de empleo, es decir, el cociente entre el número total de ocupados y la población en edad de trabajar (de 16 y más años), se sitúa en el 51,84%. Ahora bien, si se limita la tasa de empleo a quienes tienen entre 20 y 64 años, como hace Eurostat, esa relación crece hasta el 70,5% (año 2023). ¿Mucho o poco? Se sitúa casi cinco puntos por debajo de la media de la UE y todavía más lejos de la media docena de países que superan el 80% (a la cabeza Países Bajos, con el 83,5%). En el caso de España, la trayectoria es ligeramente ascendente desde hace una década, pero aún está lejos de recuperar los niveles de la primera década del siglo.

Más empleo, baja tasa de actividad

Es verdad, sin embargo, que España es el país que más empleo crea en la Unión Europea (también es el que tiene mayor tasa de paro), pero su tasa de actividad es todavía de las más bajas de Europa, en particular entre quienes cuentan con edades comprendidas entre los 55 y los 64 años (65,4%). Se sitúa, en concreto, muy por debajo de países como Suecia (81,7%), Alemania (75,3%) y Portugal (68,6%), si bien se sitúa por encima de Francia (60,3%), Italia (57,8%) y Grecia (57,1%).

No es un asunto menor. El propio Banco de España ha estimado que si la tasa de actividad se hubiera mantenido constante a lo largo del tiempo, la tasa de paro habría sido inferior en un punto porcentual a finales de 2023, es decir, del 10,8%.

¿Hay más razones que explican la caída de la tasa de actividad? Los economistas del banco central ofrecen una respuesta en un documento publicado hace unos meses. Su pobre comportamiento se explica al mayor peso de los grupos poblacionales de más edad. O expresado de forma más directa, a causa del envejecimiento. Según sus cálculos, la tasa de actividad de 2022 habría sido 3,4 puntos porcentuales mayor que la observada (pasando del 58,7% al 62,1%) si no se hubiera producido ese fenómeno. No se trata de un comportamiento homogéneo en el conjunto de España. El efecto es de mayor intensidad en las regiones del Cantábrico y menos acusado en Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadura.

Y lo que no es menos importante, nada indica que el futuro será mejor. El Banco de España estima que aun manteniendo las tasas de actividad por grupos de edad constantes en sus niveles actuales, podría retroceder casi tres puntos porcentuales en 2030. Es más, en escenarios alternativos con menores entradas netas de inmigrantes, al contrario de lo que sucede ahora, el descenso podría alcanzar los cuatro puntos. Obviamente, las comunidades autónomas más envejecidas serían las más negativamente afectadas por la menor oferta de trabajo. ¿Qué significa esto? Pues ni más ni menos que la cohesión territorial –unos de los objetivos constitucionales– se resentirá. Precisamente, por el efecto de la tasa de actividad, probablemente el indicador más relevante, pero al que se presta menos atención.

En términos macroeconómicos, tampoco es baladí su influencia. Hay evidencias de que la presión a la baja sobre la oferta de trabajo representa un obstáculo relevante para elevar el crecimiento potencial de la economía. Y si el potencial no crece, como es obvio, tampoco lo hará el PIB real. Algunos estudios, de hecho, han identificado a la baja tasa de actividad como unas de las causas de la reducida recaudación de España en relación con la UE. O expresado de otra forma, menos trabajadores respecto de la población total explicaría la diferencia de la presión fiscal.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) define la tasa de actividad como el cociente entre el total de activos y la población de 16 y más años. La población activa, como se sabe, comprende a quienes tienen un empleo o lo buscan. No basta con estar parado, sino que hay que buscarlo de forma diligente. ¿Cuántos residentes en España están en cualquiera de las dos situaciones? En concreto, y a la luz de la Encuesta de Población Activa (EPA), 24.227.900 personas (primer trimestre de 2024).

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