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Más empleo y menos paro, pero la tasa de actividad sigue estancada
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EPA DEL PRIMER TRIMESTRE

Más empleo y menos paro, pero la tasa de actividad sigue estancada

La paradoja es sencilla. Mientras que la economía crea empleo y se reduce el paro, la tasa de actividad, al mismo tiempo, se ha estancado. Los datos de la EPA muestran las dificultades de la economía para ensanchar la fuerza laboral

Foto: Foto: Pixabay.
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La economía española ha rebasado los niveles de empleo previos a la pandemia (medio millón más de ocupados); ha logrado, igualmente, una tasa de paro que se sitúa ligeramente por debajo del último trimestre de 2019 (un 13,78%), pero aún está lejos de recuperar la tasa de actividad laboral que tenía cuando irrumpió el covid. La diferencia es pequeña, un 58,7% frente al 58,5%, pero pone de relieve las dificultades de la economía española para ensanchar su fuerza laboral.

La tasa de actividad, que mide la relación entre la población activa (los parados más los ocupados) y la población de 16 o más años y, por lo tanto, en edad de trabajar, es hoy, incluso, menor de la que había en 2013 (60%). Esto da idea de los problemas de la economía para crear puestos de trabajo por encima del crecimiento de la población, que en última instancia es lo determinante a efectos de la variación del PIB.

Esto explica que el número de inactivos, que comprenden a las personas que se ocupan de su hogar, a los estudiantes, a los jubilados o a quienes realizan un empleo no remunerado en organizaciones sociales, se mantenga todavía en niveles históricamente elevados.

Durante el primer trimestre de este año, 16,7 millones de personas estaban en situación de inactividad, lo que significa 430.000 inactivos más de los que había antes de la pandemia. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que desde ese año (julio de 2019 sobre julio de 2022) la población española, según Estadística, ha crecido en 510.000 personas, lo que explica que el ritmo de creación de empleo no haya sido suficiente para elevar la tasa de actividad, que es la variable fundamental que determina el crecimiento de la actividad económica.

Foto: Fábrica de Seat en Martorell. (Barcelona)

La otra variable es la tasa de empleo, que se obtiene dividiendo el número de ocupados (sin contabilizar los parados) entre la población de 16 años o más. En este caso, la tasa de empleo se sitúa en el 50,8%, un valor prácticamente igual al que había justo antes de la irrupción del covid. Es decir, España tiene más ocupados, menos parados, pero la tasa de empleo sigue estancada.

La tasa de empleo se sitúa en el 50,8%, un valor prácticamente igual al que había antes del covid

No solo eso. Si se compara la tasa de empleo actual con los niveles existentes en 2007, antes de la explosión de la burbuja inmobiliaria, el resultado es que hoy se sitúa cuatro puntos por debajo. Tanto la tasa de actividad como la menor tasa de empleo, como se prefiera, tiene múltiples efectos sobre la economía, en particular sobre la recaudación fiscal (menos trabajadores pagando impuestos) o sobre el sistema público de protección social (menos cotizantes a la Seguridad Social), además dee, como es lógico, sobre los ingresos de los hogares o la productividad.

Un caso singular

El caso español es singular, debido a que la tasa de empleo en la Unión Europea, según Eurostat, continúa creciendo de forma significativa. El año pasado, en concreto, la tasa de empleo entre los mayores de 20 años y menores de 64 se situó en el 75%, lo que significa el mayor porcentaje desde que en 2009 comenzaron las series temporales. La tasa de empleo llegó a caer hasta el 72% durante la pandemia, pero se ha recuperado rápidamente, con un aumento de dos puntos solo en 2022. No es el caso de España que, como sucede con la tasa de paro, se encuentra en los peores lugares. Solo Grecia, Rumanía e Italia tienen una tasa de empleo inferior a la de España.

Detrás de esta realidad se encuentra, fundamentalmente, la insuficiencia de ocupación entre las mujeres. La tasa de empleo en ese colectivo, en concreto, se sitúa todavía, pese a los avances de las últimas décadas, en el 46%, casi 10 puntos menos que en el caso de los hombres. La diferencia apenas se ha reducido en la última década. En 2012, era, igualmente, de 10 puntos.

¿Y quiénes son los inactivos? Lo que dice la EPA, aparte de los jubilados, es que nada menos que 1,8 millones de personas lo son por enfermedad o por incapacidad propia. Mientras tanto, algo más de tres millones no trabajan porque están estudiando, si bien hay que recordar que España es uno de los países europeos en los que menos se compatibiliza el estudio con un puesto de trabajo.

Más relevante es, sin embargo, la edad como factor fundamental que explica la tasa de actividad o de inactividad. Mientras que la tasa de actividad se sitúa por encima del 80% en las edades comprendidas entre 25 y 54 años, esa misma medición cae hasta el 54% cuando se trata de personas con más 60 años y menos de 64, y se sitúa en apenas un 10% con más de 65 y menos de 70 años. En el caso de los jóvenes, se sitúa en el 52% en edades comprendidas entre 20 y 24 años.

Foto: Logo de Linklaters.

Esto quiere decir que el envejecimiento de la población, un proceso imparable, corre a favor de la inactividad, ya que la edad tiende a expulsar del mercado de trabajo a los ocupados, afectando incluso al llamado efecto desánimo, que se produce cuando se hunden las expectativas de encontrar un puesto de trabajo.

Un reciente estudio de Fedea mostró que la tasa de actividad laboral de las personas con estudios superiores se sitúa unos 20 puntos por encima de quienes tienen menor nivel educativo cuando tienen 61 años o 14 puntos cuando la edad alcanza los 65 años. La formación y, sobre todo, la edad son lo que determina los niveles de actividad e inactividad.

La economía española ha rebasado los niveles de empleo previos a la pandemia (medio millón más de ocupados); ha logrado, igualmente, una tasa de paro que se sitúa ligeramente por debajo del último trimestre de 2019 (un 13,78%), pero aún está lejos de recuperar la tasa de actividad laboral que tenía cuando irrumpió el covid. La diferencia es pequeña, un 58,7% frente al 58,5%, pero pone de relieve las dificultades de la economía española para ensanchar su fuerza laboral.

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