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Economía desautoriza la previsión de gasto en pensiones que esgrimió Escrivá en su reforma
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'AGEING REPORT 2024'

Economía desautoriza la previsión de gasto en pensiones que esgrimió Escrivá en su reforma

El equipo de Calviño quiso enviar a Bruselas sus propios cálculos, consciente de que no coincidían con los de Seguridad Social: los desembolsos crecerán 3,4 puntos más en 2070

Foto: Los exministros de Economía y Seguridad Social, Nadia Calviño y José Luis Escrivá. (EP/Alberto Ortega)
Los exministros de Economía y Seguridad Social, Nadia Calviño y José Luis Escrivá. (EP/Alberto Ortega)
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Las cuentas de José Luis Escrivá no le cuadran al Ministerio de Economía. El antiguo titular de Seguridad Social basó su reforma del sistema de pensiones en unas previsiones de gasto que no coinciden con las de la Dirección General de Análisis Macroeconómico, recogidas en el Ageing Report 2024 que se conoció este viernes. Sobre la base de este Informe de Envejecimiento, que la Comisión Europea publica cada tres años con los datos que le envían los países miembros, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) deberá determinar si son necesarias medidas adicionales para asegurar la sostenibilidad del sistema.

La ficha específica de España, que cuenta con el membrete del departamento dirigido por Carlos Cuerpo —hasta diciembre, por Nadia Calviño—, eleva el gasto público en este ámbito hasta el 16,7% del PIB en 2070, la meta temporal más lejana que contempla el documento. Son cinco puntos más que el que se produciría si no se hubiese aprobado la nueva ley, de los que 4,9 se deben a la revalorización conforme al índice de precios de consumo (IPC) y la eliminación del factor de sostenibilidad introducido por el PP.

Ambas medidas, contenidas en la primera parte de la reforma, garantizan el poder adquisitivo de las pensiones, pero a costa de infligirle una pesada carga al erario público.

La estimación de Economía choca con la que el mismo Gobierno, pero en este caso a través del departamento de Seguridad Social, envió a Bruselas el pasado octubre. Escrivá preveía un gasto del 13,3% para 2070, solo dos décimas más del que existía antes de la entrada en vigor de la segunda parte de la reforma, en 2022. Entonces se aprobaron varias medidas adicionales, la mayoría sobre ingresos y algunas sobre gastos, con el objetivo de aumentar los primeros y reducir los segundos para que el sistema fuera sostenible. A juzgar por los datos conocidos este viernes, la segunda pata falla.

Como se puede apreciar en el gráfico, Seguridad Social prevé que los desembolsos crezcan principalmente durante la década de los 30, debido a la jubilación masiva de la generación del baby boom, pero se estabilicen a partir de ahí y empiece un descenso notable en la segunda mitad de siglo, hasta volver a los valores del principio. En otras palabras: el fenomenal gasto de la revalorización de las pensiones sería absorbido, de alguna manera, por el resto de medidas y la propia evolución demográfica y económica, y el sistema se normalizaría rápidamente tras el pico de la jubilación de los boomers.

Economía, en cambio, no solo prevé un crecimiento mucho más rápido e intenso del gasto, sino que considera que el cénit será un poco más tarde y la cuesta abajo, mucho más lenta. Como resultado, la brecha entre ambas previsiones se va agrandando con el paso del tiempo: siete décimas en 2030, 1,4 puntos en 2040, 2,6 en 2050, 2,9 en 2060 y 3,4 en 2070. Con el PIB actual, estaríamos hablando de un gap de 50.000 millones al final del período: la diferencia entre Seguridad Social (envió las cifras en octubre) y Economía (hizo lo propio en diciembre) equivale al desembolso anual de nuestro país en educación. Fuentes próximas al Gobierno han confirmado a El Confidencial que el equipo de Calviño quiso enviar sus propios cálculos, a pesar de ser consciente de que no coincidían con los de Seguridad Social. Así ocurrió, y en el Ageing Report aparecen unas previsiones que se alejan llamativamente de las que hizo el ministerio encargado de la reforma.

Economía es más optimista con las medidas...

¿Cómo puede ser que el mismo Gobierno haya hecho dos estimaciones tan distintas prácticamente al mismo tiempo? Una primera hipótesis podría apuntar al diferente impacto que ambos ministerios le otorgan a otros elementos que podrían compensar —aunque sea parcialmente— el aumento del gasto dedicado a la revalorización de las pensiones conforme al IPC. Nada más lejos de la realidad: como se puede ver en el gráfico, es Economía el que más confía en que esas medidas adicionales ayuden a reducir gasto.

Entre ellas, están el efecto de la jubilación demorada o la ampliación del período de cómputo para el cálculo de la pensión, que tras la segunda parte de la reforma pasará progresivamente de 25 años a 29, pudiendo descartar los dos peores. Paradójicamente, tanto Economía como Seguridad Social coinciden en que, finalmente, la excepción se ha comido a la regla, y la medida supondrá un incremento del gasto, al contrario de lo que se esperaba cuando se planteó.

Otro cambio que alterará los desembolsos es el destope de la pensión máxima. Se introdujo para poder eliminar el techo a las cotizaciones sociales sin romper el principio contributivo del sistema (el que más puso, más recibe), pero se trata de una medida muy cortoplacista: permite aumentar los ingresos durante las décadas más próximas (las de mayor tensión) a cambio de incrementar los pagos en las siguientes, cuando empiece la cuesta abajo. Sin embargo, ese tampoco es el efecto que convierte en más pesimistas las previsiones del departamento de Cuerpo, que estima un incremento del gasto de ocho décimas por esta causa en 2070, prácticamente la mitad que la antigua casa de Escrivá.

Al final, se trata de algo mucho más sencillo: según se deduce de la estimación de Economía, el gasto crecerá más de lo previsto simplemente porque no hay medida compensatoria posible que pueda ayudar a digerir el cóctel que se avecina durante las próximas décadas, en forma de envejecimiento de la población y pensiones más altas a causa de las mejores trayectorias laborales de quienes se vayan jubilando y la garantía de que conservarán el poder adquisitivo. Las cartas ya venían marcadas antes de Escrivá decidiese poner los parches.

Las proyecciones de Seguridad Social no disciernen año a año qué parte del incremento del gasto procede del escenario base (evolución demográfica y económica) y qué parte de la revalorización conforme al IPC, ya que incluyen esta —y la derogación del factor de sostenibilidad ​que limitaba la subida de las pensiones— en el dibujo previo a la reforma. Sin embargo, sí hacen una estimación para 2050 que da algunas pistas.

...pero la clave está en los supuestos

Mantener el poder adquisitivo de las pensiones costaría en ese año, según Seguridad Social, 3,4 puntos de PIB, en comparación con lo que ocurriría con la ley del PP, que no lo garantizaba. Si se tiene en cuenta que Economía prevé que sean 4,3, parece claro que una parte de la brecha se puede imputar al diferente peso que se le otorga a esa medida, condicionado por las expectativas de inflación. Sin embargo, la mayor parte de la misma sigue sin explicarse por el impacto de la propia reforma de las pensiones, lo que conduce inevitablemente a los supuestos en los que se han basado las proyecciones de unos y otros.

La demográfica resulta la más flagrante, por la falta de realismo de Escrivá, que ya fue señalada en su día por instituciones como la AIReF. El entonces ministro responsable de las pensiones confiaba buena parte de la suerte de su reforma a la llegada masiva de inmigrantes jóvenes, pero sus estimaciones no coinciden con las del Ageing Report. Un ejemplo: la tasa de dependencia de mayores, que mide la relación entre la población de más de 65 años y la de entre 20 y 64, se situaría en 2050 en el 58,8%, según Escrivá, cinco puntos por debajo de lo que recoge el informe europeo. Con los indicadores de empleo, que afectan principalmente a la parte de los ingresos —a largo plazo, también a los gastos—, sucede lo mismo.

Foto: Manifestación de pensionistas en Madrid. (EFE/Chema Moya)

En el caso del IPC, que resulta crucial para el incremento de los desembolsos, el Informe de Envejecimiento prevé una inflación media anual del 2,2% para el conjunto del período, mientras que Escrivá la dejaba en el 2% que persigue el Banco Central Europeo.

Pero quizá la clave de todo no esté en el numerador (gasto en pensiones), sino en el denominador (PIB). Dado un mismo gasto, cuanto más grande sea este, más pequeña será la ratio. Y ahí Seguridad Social ha sido especialmente optimista: prevé un crecimiento medio anual de la economía española del 2%, casi el doble que la AIReF y ocho décimas por encima del Ageing Report. Es lo que pasa cuando crees que la productividad total de los factores aumentará a un ritmo del 1,5% anual de aquí a 2070, casi el doble que el Informe de Envejecimiento. Con semejantes augurios, cualquier reforma cuadra. Hasta la de las pensiones.

Las cuentas de José Luis Escrivá no le cuadran al Ministerio de Economía. El antiguo titular de Seguridad Social basó su reforma del sistema de pensiones en unas previsiones de gasto que no coinciden con las de la Dirección General de Análisis Macroeconómico, recogidas en el Ageing Report 2024 que se conoció este viernes. Sobre la base de este Informe de Envejecimiento, que la Comisión Europea publica cada tres años con los datos que le envían los países miembros, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) deberá determinar si son necesarias medidas adicionales para asegurar la sostenibilidad del sistema.

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