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Bruselas avisa: la reforma de Escrivá sitúa a España con la segunda pensión más generosa de la UE
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Bruselas avisa: la reforma de Escrivá sitúa a España con la segunda pensión más generosa de la UE

La derogación del factor de sostenibilidad y los incentivos al retraso de la jubilación consolidarán a España con una tasa de reemplazo muy alta que disparará el déficit del sistema de pensiones público

Foto: Manifestación de pensionistas en Madrid. (EFE/Chema Moya)
Manifestación de pensionistas en Madrid. (EFE/Chema Moya)
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España es uno de los países europeos con una pirámide poblacional más desafiante. El aumento de la esperanza de vida sumado a la jubilación de la generación del baby boom es un quebradero de cabeza para los gobiernos en la búsqueda del equilibrio entre la solvencia y la suficiencia del sistema. Esto es, conseguir unas pensiones dignas para los pensionistas actuales, pero financiables para que los jóvenes no tengan que soportar la deuda resultante. Este rompecabezas lleva décadas sobre la mesa y aún está lejos de resolverse. El Gobierno de Mariano Rajoy lo abordó por la vía del gasto: recortando las pensiones presentes y futuras se podría llevar al sistema al equilibrio. Sin embargo, esta solución fue socialmente insostenible.

El Gobierno de Pedro Sánchez recuperó la garantía del poder adquisitivo para los pensionistas (revalorizaciones con la inflación), pero esto ha vuelto a poner un gran interrogante sobre la solvencia del sistema. Y, por extensión, de las propias cuentas públicas. El Ejecutivo ha asumido, en las previsiones que elaboró para el Ageing Report, que la reforma aprobada llevará a España a ser el país de la UE con más gasto público desde mediados de los cuarenta hasta bien entrados los sesenta.

El motivo es que la reforma va orientada a mantener todo lo posible la generosidad del sistema de pensiones español. Esto es, que la tasa de reemplazo o de sustitución (porcentaje que supone la primera pensión sobre el último salario) sea la más alta posible. Durante todo el horizonte de proyecciones del Ageing Report, que llega hasta 2070, España competirá con Grecia por tener el sistema de pensiones más generoso.

Es cierto que la tasa de sustitución se reducirá progresivamente durante las próximas décadas, pero lo hará a un ritmo muy inferior al que hubiese sucedido sin la reforma del exministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá. Actualmente las pensiones garantizan, de media, el 75% de la última nómina y con la reforma de Rajoy este porcentaje se reduciría hasta el 41% en 2070, esto es, un ajuste del 45% sobre las nuevas pensiones. Un porcentaje que, sin embargo, seguiría por encima de la media europea del 38%.

Con la nueva reforma España será el segundo país europeo con mayor tasa de reemplazo. De hecho, durante los próximos años incluso aumentará hasta el 76% en 2030. A partir de entonces se reducirá lentamente, hasta marcar el mínimo en 2057 con un porcentaje del 63,4%. A partir de entonces subirá levemente hasta estabilizarse en el 64% hasta 2070. Sólo Grecia tendrá una tasa de reemplazo más alta a largo plazo, del 65,2% en 2070.

Una tasa de reemplazo tan elevada implica que las subidas de los salarios no mejoran la posición estructural del sistema, sino que simplemente retrasa los problemas. Cuando los salarios (o las cotizaciones) suben, los ingresos aumentan en el corto plazo, pero a la larga también suben los gastos.

Esto es lo que ocurre tras la reforma de Escrivá. Los ingresos están mejorando gracias a las subidas de salarios, de las cuotas sociales y de las bases máximas, pero a largo plazo implicará mayor gasto. De hecho, las previsiones previas a la reforma apuntaban que España empezaría a reducir el gasto en pensiones de forma notable a partir de los cincuenta y ahora ya no se espera este cambio antes de los setenta. El motivo es que, aunque se reduzca el número de beneficiarios cuando empiece a fallecer la generación del baby boom, las elevadas tasas de reemplazo seguirán elevando la pensión de los nuevos pensionistas.

Si se compara España con Alemania, la tasa de reemplazo es actualmente el doble y en los setenta seguirá siendo casi el doble (un 1,82 veces superior). Si la comparación se hace con Portugal, actualmente la tasa es un 11% superior en España y en 2070 será ya un 64% superior. Estas grandes diferencias muestran hasta qué punto el sistema público de pensiones en España está sometido a una gran tensión de gasto.

La reforma de las pensiones establece que el cálculo de la pensión será favorable para los jubilados del baby boom por la derogación del factor de sostenibilidad y la eliminación de los dos peores años de cotización del periodo de cómputo. Pero también determina que la prestación subirá, al menos, como el IPC.

Esto significa que la pensión media seguirá siendo alta en comparación con el salario medio del país. Según los cálculos del grupo del Ageing Report, la tasa de beneficio de las pensiones públicas españolas será la tercera más alta de la UE en el largo plazo. Actualmente la pensión media equivale al 54% del salario medio y las previsiones anticipan que en 2050 habrá ascendido al 56,5%. O lo que es lo mismo: las pensiones van a subir más rápido que los salarios.

Esta tendencia se mantendrá hasta los años cincuenta, cuando empezará a reducirse la ratio de beneficio hasta el 51% hacia finales de los sesenta. Es cierto que son cálculos a muy largo plazo que están sujetos a una gran incertidumbre. Pero no lo es menos que el cálculo de la tasa de reemplazo o de beneficio vienen determinados por la ley, de modo que no dependen tanto de la evolución de los salarios o del número de contribuyentes o beneficiarios.

España será el tercer país con una relación más alta entre pensiones y salarios, sólo por detrás de Italia y Grecia. En el conjunto de la UE, la tasa de beneficio es del 43%, esto es, un tercio más baja que en España. Esta brecha se recortará levemente a partir de los años cuarenta, pero en 2070 todavía seguirá siendo un 30% inferior a la española.

Esta generosidad del sistema de pensiones sumada al envejecimiento de la población llevarán al país a tener un déficit contributivo muy elevado. Actualmente, la diferencia entre los ingresos por cotizaciones y los gastos es del 0,2% del PIB, pero entre 2051 y 2055 será del 3,1% del PIB. Si al déficit de las pensiones se le suma un gasto en intereses de casi 3 puntos del PIB, significa que sólo en pagar las pensiones y el coste de la deuda España tendrá un saldo negativo de casi 6 puntos del PIB. El doble del límite permitido por las reglas fiscales europeas. Esto es a futuro serán necesarios ajustes con recortes de gasto y subidas de impuestos significativas que compensen el coste de tener uno de los sistemas de pensiones más generosos del mundo.

España es uno de los países europeos con una pirámide poblacional más desafiante. El aumento de la esperanza de vida sumado a la jubilación de la generación del baby boom es un quebradero de cabeza para los gobiernos en la búsqueda del equilibrio entre la solvencia y la suficiencia del sistema. Esto es, conseguir unas pensiones dignas para los pensionistas actuales, pero financiables para que los jóvenes no tengan que soportar la deuda resultante. Este rompecabezas lleva décadas sobre la mesa y aún está lejos de resolverse. El Gobierno de Mariano Rajoy lo abordó por la vía del gasto: recortando las pensiones presentes y futuras se podría llevar al sistema al equilibrio. Sin embargo, esta solución fue socialmente insostenible.

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