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El IPC sube cuatro décimas en marzo (3,2%) por el alza del IVA de la luz
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MAYOR REPUNTE MENSUAL EN UN AÑO

El IPC sube cuatro décimas en marzo (3,2%) por el alza del IVA de la luz

El abaratamiento de la electricidad no se nota en los precios debido a la subida fiscal y el efecto base. La tendencia desinflacionista continúa, y la subyacente se modera una décima (3,3%)

Foto: Una bombilla.
Una bombilla.

La montaña rusa de la inflación ha pasado a la historia. La curva de precios ya no experimenta subidas escarpadas y descensos irrefrenables, como ocurrió durante el ciclo inflacionista (2021 y primera mitad de 2022) y desinflacionista (segunda mitad de 2022 y primera mitad de 2023), respectivamente. Lo que se lleva ahora es una tendencia mucho más aburrida, que no permite grandes titulares en los periódicos, pero refleja la normalización a la que han llegado los precios: los dientes de sierra de toda la vida.

Algunos meses, la curva va hacia arriba; otros, hacia abajo. Pero rara vez experimenta cambios súbitos que marquen una pendiente llamativa. Los vaivenes se producen, básicamente, en función de dos factores: el efecto base, que condiciona la evolución en función de lo que ocurrió el año anterior, y las políticas del Gobierno, que ha ido retirando durante los últimos meses algunas de las medidas excepcionales a medida que el coste de la vida se estabilizaba.

Esta vez, ambos elementos han perjudicado la evolución del índice de precios de consumo (IPC). En el caso del efecto base, porque en marzo pasado se produjo la mayor moderación de la inflación que se recuerda, al retroceder 2,7 puntos, favorecida, a su vez, por otro efecto base, el de la comparación con el primer mes de la guerra en Ucrania. Como el año pasado los precios se retrajeron, este año apuntan hacia arriba.

En el caso de las medidas, la subida del IVA de la luz, que se ha normalizado al 21% respecto al 10% de febrero, también influye negativamente en la evolución de los precios, y agua, que, en el mercado mayorista, está siendo uno de los meses más baratos de la historia, gracias a la elevadísima generación renovable.

Foto: Una frutería en Toledo. (EFE/Ismael Herrero)

El impuesto sube precisamente porque la luz vuelve a estar barata, pero el alza fiscal la ha encarecido respecto a marzo de 2023, cuando se había abaratado muchísimo en comparación con el mismo mes de 2022 (el más caro de la historia, al inicio de la invasión de Ucrania). Como resultado, aunque últimamente paguemos menos por la electricidad, la electricidad ha contribuido decisivamente al alza interanual de los precios en marzo, según el dato adelantado este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Otra vez el efecto base.

En consecuencia, el IPC interanual subió cuatro décimas, hasta el 3,2%, impulsado también por el encarecimiento de los carburantes a las puertas de la Semana Santa. Sin embargo, la inflación subyacente, que es la que mejor muestra la tendencia de fondo en la economía —no tiene en cuenta los elementos más volátiles, como la propia electricidad—, continuó su repliegue, y se moderó una décima, hasta el 3,3%. Buenas noticias para las bajadas de tipos de interés que ultima el Banco Central Europeo (BCE) y aliviarán la carga hipotecaria de cientos de miles de familias.

Como se aprecia en el gráfico, las curvas del índice general y el subyacente están a punto de cruzarse por primera vez desde finales de 2022. No es una mala noticia: indica que la inflación más pegajosa se está disipando —su tendencia sí es claramente descendente, en parte condicionada también por el efecto base— y que las subidas de precios que refleja el índice general son más coyunturales. De hecho, el subyacente está en niveles previos al estallido del conflicto en el este de Europa.

Malos datos mensuales

Si se acude a los datos mensuales, se puede comprobar cómo el IPC general ha subido mucho más (0,8%) que el subyacente (0,5%). Son registros malos, que suponen la mayor alza en 31 días de ambos desde hace aproximadamente un año (febrero de 2023 y abril de 2023, respectivamente, en este último caso empatada con la del mes pasado), pero una vez más ocultan un hecho positivo: la vida es más cara principalmente por esos fenómenos puntuales —el alza del IVA de la luz y la subida de la gasolina—, no tanto por los estructurales.

A falta de los datos desagregados, que se conocerán dentro de dos semanas, habrá que estar muy atentos a la incidencia que también podría haber tenido el incremento de los precios de la hostelería y los servicios turísticos, en el inicio de la temporada alta. Ya en febrero se apreciaba una tendencia alcista, que sí se podría enquistar en la economía, paradójicamente a costa de la buena marcha del PIB y el empleo.

Ya lo advertía un análisis de Oxford Economics esta semana: "La fuerte actividad turística hará que la inflación sea más dura en España que en el resto de la eurozona este año. Casi la mitad de la inflación de los servicios está impulsada por los altos precios en hoteles y restaurantes, coincidiendo con un aumento en el número de llegadas de extranjeros desde el fin de las restricciones pandémicas".

De momento, el INE no da más detalles en su nota de prensa, aunque sí adelanta una buena noticia: los precios de los alimentos suben menos que el año anterior, así que contribuyen negativamente a la inflación.

La montaña rusa de la inflación ha pasado a la historia. La curva de precios ya no experimenta subidas escarpadas y descensos irrefrenables, como ocurrió durante el ciclo inflacionista (2021 y primera mitad de 2022) y desinflacionista (segunda mitad de 2022 y primera mitad de 2023), respectivamente. Lo que se lleva ahora es una tendencia mucho más aburrida, que no permite grandes titulares en los periódicos, pero refleja la normalización a la que han llegado los precios: los dientes de sierra de toda la vida.

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