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El IPC se dispara nueve décimas (3,5%) por el efecto base, la energía y los combustibles
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DATO REVISADO DEL INE

El IPC se dispara nueve décimas (3,5%) por el efecto base, la energía y los combustibles

La inflación subyacente se moderó en septiembre hasta el 5,8%, mínimo desde junio de 2022. Los alimentos se mantienen en el 10,5%, pero la mitad se abarataron en el último mes

Foto: Una frutería, en Madrid. (EFE/Javier Lizón)
Una frutería, en Madrid. (EFE/Javier Lizón)

La variación interanual del índice de precios de consumo (IPC) se ha convertido en el yin y el yang. Está formada por dos fuerzas opuestas, pero complementarias, que son necesarias para mantener el equilibrio. La primera es la de lo que ocurrió hace un año: el frío, la moderación espectacular de los precios desde los récords que encendieron todas las alarmas en julio de 2022. La segunda es lo que está ocurriendo ahora: el calor, la aparente inestabilidad que ha regresado por el repunte de la inflación. Pero una no se entiende sin la otra, y para ponderar lo que está ocurriendo hay que atender a las dos.

El IPC se disparó en septiembre nueve décimas, hasta el 3,5%, según el dato revisado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística. Pero que nadie se llame a engaño: el desequilibrio no ha vuelto a la economía, sino la consecuencia lógica de comparar los datos con los del mismo mes del año anterior, cuando los precios se moderaron 1,6 puntos. Ese sesgo estadístico, conocido como efecto base, condicionará las cifras durante todo el otoño, pero no es más que el yang tras el yin del año pasado. Para conocer si realmente existe un desequilibrio, basta con ir al dato mensual, y este arroja una variación mucho más discreta: solo dos décimas más. En otras palabras: la vida es un 0,2% más cara que hace 30 días.

Buena parte de este encarecimiento se debe a la subida de los precios de los carburantes y de la energía, tras el acuerdo entre Arabia Saudí y Rusia para mantener la reducción de la producción de petróleo. Y también por el citado efecto base. No en vano, en septiembre del año pasado, los precios energéticos se desplomaron, tras los récords de agosto. Ahora, los grupos de vivienda (0,82 puntos), que incluye los suministros de gas y electricidad, y transporte (0,34), que incluye los carburantes, son prácticamente los únicos que aportan inflación, mientras que los de ocio y cultura (-0,18) y vestido y calzado (-0,09) la restan, tras el final de la temporada de verano.

Para evitar estos sesgos, otra buena manera de poner las cosas en su sitio es atender a la inflación subyacente, que elimina la incidencia de los elementos más volátiles, entre ellos la propia energía y los alimentos no elaborados. Y esta deja una buena noticia: se moderó tres décimas en septiembre, hasta el 5,8%, su segunda mejoría consecutiva y el dato más bajo desde junio de 2022. Aquí el efecto base apenas ha tenido incidencia, ya que estuvo relativamente estable en otoño del año pasado. En el dato mensual, de hecho, incluso cae una décima.

¿Qué ha pasado el último mes?

Para entender si la vida es más cara o no que hace 30 días, el dato mensual es el más fiable. Y este muestra una subida espectacular de los aceites y grasas (8,2%), los carburantes para vehículos personales (3,2%) o la enseñanza secundaria (3,9%), en el inicio del curso escolar. La incidencia del repunte del precio del petróleo —se ha llegado a acercar a los 100 dólares— a la hora de repostar es evidente, pero la crisis energética no está volviendo. Al menos no en los términos en los que se desarrolló tras el inicio de la guerra de Ucrania, pese a que los datos interanuales nos puedan llevar a engaño. De hecho, la electricidad solo ha subido un 1,6% en el último mes, y el gas incluso ha bajado (-2,7%). El mayor abaratamiento, como siempre sucede a la vuelta del verano, se lo llevan los paquetes turísticos (-15,7%).

Foto: Una terraza en Valencia. (EFE/Biel Aliño)

Los alimentos, que han constituido la principal preocupación de las familias en los últimos tiempos, se encarecieron medio punto en septiembre. Respecto a hace un año, todavía mantienen un ritmo de crecimiento de doble dígito (10,5%), el mismo que en el dato anterior. La espiral que dispara los precios de la compra se ha ralentizado, pero todavía está lejos el punto de inflexión que invierta la tendencia y empiece a abaratarlos. Al menos no en su conjunto, pero sí hay cada vez más productos que empiezan a dar un paso atrás: la mitad de las rúbricas que estudia el INE bajaron de precio en los últimos 30 días, entre ellas los cereales, la leche o la fruta.

La variación interanual del índice de precios de consumo (IPC) se ha convertido en el yin y el yang. Está formada por dos fuerzas opuestas, pero complementarias, que son necesarias para mantener el equilibrio. La primera es la de lo que ocurrió hace un año: el frío, la moderación espectacular de los precios desde los récords que encendieron todas las alarmas en julio de 2022. La segunda es lo que está ocurriendo ahora: el calor, la aparente inestabilidad que ha regresado por el repunte de la inflación. Pero una no se entiende sin la otra, y para ponderar lo que está ocurriendo hay que atender a las dos.

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