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El precio internacional de los alimentos se hunde y anticipa nuevos recortes en el IPC
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INFORME SOBRE PRECIOS AGRÍCOLAS

El precio internacional de los alimentos se hunde y anticipa nuevos recortes en el IPC

El índice de precios de los alimentos, que elabora la FAO, se situó en 117,3 puntos en febrero. Esto significa ya un nivel inferior al que existía antes de que comenzará el episodio de alta inflación

Foto: El precio de los alimentos se hunde. (Europa Press/Fernando Sánchez)
El precio de los alimentos se hunde. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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Si el fuerte incremento de los alimentos fue una de las razones que explican el espectacular aumento de la inflación durante los años 2021 y 2022, ahora los mercados se han dado completamente la vuelta. Los precios internacionales de los alimentos, salvo algunas producciones, siguen cayendo, lo que anticipa nuevos recortes en la tasa anual de inflación.

Los datos más recientes los ha dado la FAO (la organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, por sus siglas en inglés), que ha revelado que el índice de precios de los alimentos se situó en 117,3 puntos en febrero. Esto significa ya un nivel inferior al que existía antes de que comenzara el episodio de alta inflación a causa del atasco en la cadena de suministros y de los cuellos de botella tras el fin de la pandemia, primero, y, posteriormente, debido a la invasión de Ucrania. En definitiva, un desajuste entre oferta y demanda.

Los cereales, por ejemplo, se han desplomado en los mercados internacionales un 22,4% desde febrero de 2023 gracias sobre todo a las excelentes cosechas en Argentina y Brasil, aunque también han influido de forma relevante los precios muy competitivos ofrecidos por la propia Ucrania –uno de los graneros del planeta– tras desbloquearse la salida por el Mar Negro. También la fuerte producción de trigo por parte de Rusia ha influido de forma decisiva. Ucrania, como se sabe, puede exportar todo el cereal disponible a la UE sin restricciones arancelarias.

Algo parecido ha sucedido en mercados como los del arroz y de los aceites vegetales. En el caso del aceite de soja, el desplome se debe a las perspectivas de una producción abundante en Latinoamérica. En cuanto a los productos lácteos, y aunque se ha producido un ligero incremento en febrero, en los últimos doce meses la caída ha sido del 13,4%. En el caso de los precios de la carne, sin embargo, el descenso es mucho más moderado. En febrero, incluso, se produjo una ligera subida debido al incremento de la demanda por parte de los países importadores, principalmente de la carne de aves de corral.

El aumento de los precios de la carne de bovino se debió a que la oferta procedente de Australia fue inferior a la prevista

Igualmente, el aumento de los precios de la carne de bovino se debió a que la oferta procedente de Australia fue inferior a la prevista, ya que las fuertes lluvias perturbaron el transporte de ganado desde las principales regiones productoras. Mientras tanto, los precios de la carne de cerdo aumentaron ligeramente debido a una mayor demanda de China, junto con un mayor consumo en Europa Occidental en medio de una persistente situación de escasez de oferta. Algo parecido sucede con el azúcar, que sufre su segundo incremento mensual debido a las preocupaciones sobre las perspectivas para la próxima campaña en Brasil tras un período prolongado de precipitaciones inferiores a la media.

España y los precios de la alimentación

Así y todo, la tendencia de los precios en origen de los alimentos es claramente descendente, lo que influirá de forma decisiva en la política monetaria de los bancos centrales. En particular, el Banco Central Europeo (BCE), que muy probablemente en la reunión de junio comience a rebajar el precio del dinero, aunque a mucho menor ritmo que practicó las subidas desde julio de 2022. Entre otras razones, por el importante peso que tiene la alimentación en la inflación y porque quiere alejarse todo lo posible de la política de tipos de interés cero practicada durante una década.

Hay que tener en cuenta que, en el caso de España, por ejemplo, la suma de los alimentos y de los restaurantes (incluyendo hoteles) representa el 33% del IPC, lo que revela la importancia de los datos que proporciona la FAO.

Los alimentos, en concreto, y pese a los últimos descensos, todavía crecen a un ritmo anual del 7,4% (enero sobre enero), lejos ya del 16,6% que llegaron a subir hace ahora justamente un año. Se trata, en todo caso, de una tasa muy superior a la que se registra en la eurozona, donde la inflación de los precios de los alimentos ha caído hasta el 5,6 % en enero. En el caso de España, los principales responsables son los alimentos elaborados, que han subido en los dos últimos años por encima de lo que lo han hecho los frescos, aunque en los últimos dos meses su evolución es ya muy parecida. Mientras que el precio de los alimentos elaborados creció el año pasado un 13,3%, los alimentos frescos aumentaron un 9,3%.

Ahora bien, previsiones como las que han realizado los economistas de CaixaBank estiman que este año los precios de los alimentos crezcan un 3,8%, prácticamente la tercera parte de los que lo hicieron en 2023. En parte, por un efecto base, pero sobre todo por el mejor comportamiento de los insumos agrícolas: gasóleo o fertilizantes. En cualquier caso, los precios de los alimentos, en particular en las producciones de regadío, cada vez más importantes, dependen en gran medida de cómo avance el año en términos pluviométricos. La propia FAO señala a España en su informe como uno de los países, junto a Italia, más perjudicados por la escasez de precipitaciones.

Por el contrario, el resto de componentes del IPC está cayendo de forma relevante. El BCE, para el conjunto de la eurozona, estima que este año, en media anual, el IPC acabará en el 2,3%, mientras que bajaría hasta el 2% el año que viene, ya en línea con el objetivo de política monetaria del propio banco central. Incluso la inflación subyacente, la que excluye los productos más volátiles, energía y alimentos no elaborados, se ha visto doblegada por la realidad de los mercados. Recientemente, el BCE revisó sus estimaciones a la baja y situó la subyacente, en promedio, en el 2,6% en 2024 y el 2,1% el año siguiente. Menos inflación significa mayor renta disponible de las familias y de ahí la importancia de la evolución de los precios de los alimentos. El año pasado, sin ir más lejos, casi la mitad de la inflación tuvo su origen en los precios de la alimentación.

Si el fuerte incremento de los alimentos fue una de las razones que explican el espectacular aumento de la inflación durante los años 2021 y 2022, ahora los mercados se han dado completamente la vuelta. Los precios internacionales de los alimentos, salvo algunas producciones, siguen cayendo, lo que anticipa nuevos recortes en la tasa anual de inflación.

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