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España sostiene la recuperación económica en el consumo público, pero pincha en inversión
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Sombras en el PIB

España sostiene la recuperación económica en el consumo público, pero pincha en inversión

La recuperación del consumo privado ha copado las preocupaciones de economistas y políticos, pero el verdadero reto que tiene el país es reanimar la inversión productiva

Foto: El consumo privado todavía no ha recuperado los niveles de 2019. (Europa Press/Eduardo Parra)
El consumo privado todavía no ha recuperado los niveles de 2019. (Europa Press/Eduardo Parra)
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España volvió a sorprender con su crecimiento en el final del año logrando un avance del PIB en el conjunto de 2023 del 2,5%. La economía del país ha sorprendido desde el comienzo del ejercicio resistiendo en una coyuntura muy complicada por la subida de los tipos de interés, la crisis de Europa y la incertidumbre geopolítica. Al cierre de 2023, el PIB de España era casi un 3% superior al de antes de la pandemia, descontando la inflación (en términos reales), pero la composición ha experimentado cambios relevantes en este periodo que tendrán implicaciones muy importantes a medio y largo plazo.

El consumo público emerge de la doble crisis —pandemia e inflación— como el gran protagonista de la recuperación. Desde los niveles previos a la pandemia hasta el cierre de 2023 acumula un crecimiento del 12,7%, según los datos adelantados de la contabilidad nacional de 2023. Es importante no confundir consumo público con gasto público: el consumo público es la compra de bienes y servicios que realizan las administraciones públicas en el mercado o la producción de bienes y servicios que generan y que se transfieren a la sociedad a precios bajos o de forma gratuita.

No incluye, por ejemplo, el pago de pensiones, desempleo o salarios. Pero sí incluye la producción de los trabajadores públicos, como son servicios de transporte, educación o sanidad. Todos ellos han crecido de forma intensa durante la pandemia porque las AAPP han elevado sus plantillas públicas para mejorar su oferta de servicios públicos.

De cada cuatro euros de crecimiento del PIB, uno es consecuencia del incremento del consumo público. Esto es, ha tenido una participación en el crecimiento de España muy superior a su peso en la economía, que era del 19% hace cuatro años y ha pasado al 20%. Estos datos reflejan el crecimiento del peso del sector público en la actividad económica, lo que viene siendo una tendencia en las últimas décadas. En los noventa, el peso del consumo público en el PIB se situaba cerca del 15%; tras la crisis financiera se estabilizó por encima del 17% y en 2023 se ha mantenido en ese 20%.

El crecimiento del consumo público contrasta con el estancamiento del gasto de las familias, que en el cuarto trimestre de 2023 fue un 0,1% inferior al del mismo trimestre de 2019. Los datos del INE desmontan el discurso de que el consumo privado está manteniendo un crecimiento del PIB superior a la media histórica. Los hogares todavía están haciendo importantes esfuerzos de contención del gasto ante las dificultades económicas y la incertidumbre. Un buen ejemplo es el de las importaciones de servicios turísticos, esto es, el gasto que hacen los españoles en viajar al extranjero. En términos reales, su consumo sigue siendo un 10% inferior al que hacían antes de la pandemia, un dato elocuente.

La aportación del consumo privado al PIB en el último año ha sido de 1,3 puntos porcentuales, una cifra idéntica a la del anterior ciclo expansivo (2014.2019). No está siendo, por tanto, una contribución excepcional, sino una evolución normal en una fase intensa del ciclo económico.

Sí contrasta con el pobre crecimiento del gasto privado en otros países de Europa, pero el problema de España es que la recuperación del consumo va con cierto retraso. En la eurozona solo hay otros tres países que no han recuperado los niveles de consumo privado previos a la pandemia: Alemania, Austria y Finlandia. En definitiva, el crecimiento del gasto privado está tirando de la actividad económica, pero no ha aportado nada al crecimiento acumulado de los últimos cuatro años.

El fracaso colectivo

El gran fracaso colectivo de España se encuentra en la inversión. El montante de inversión real a finales de 2023 era todavía un 5% inferior al de los niveles previos a la pandemia. Los peores datos se concentran en la inversión productiva, que al cierre de 2023 eran todavía un 10% inferiores a los de cuatro años antes.

Lo que se ha producido es una importante caída de la participación de la inversión en el PIB en un movimiento que es una espiral que se retroalimenta. A medida que el stock de capital se reduce, la inversión de mantenimiento necesaria también cae, por lo que hace falta una inversión bruta inferior. El resultado es que el peso de la inversión en el PIB a duras penas supera el 19% mientras que antes de la pandemia se situaba por encima del 20%.

La caída de la inversión es un fracaso colectivo por tener muchos responsables, desde la falta de iniciativa del sector privado hasta la subida de la presión fiscal o la inseguridad jurídica. Pero la realidad es que ni siquiera los fondos europeos han conseguido reanimarla y las empresas siguen optando por ahorrar y desapalancarse.

Los problemas de inversión son una amenaza para el crecimiento futuro de la economía española. Al contrario de lo que ocurre con el consumo, que reactiva la economía en el corto plazo, la inversión genera retornos positivos a medio y largo plazo, sobre todo en términos de empleo, lo que permite consolidar el crecimiento. Sin inversión, el futuro económico es toda una incógnita.

Empleo sin productividad

La recuperación de la economía española ha sido intensiva en mano de obra. El número de ocupados ya supera en algo más de un 4% los niveles previos a la pandemia, esto es, han crecido un 50% más que el PIB. Sin embargo, el número de horas trabajadas apenas ha aumentado un 2%, menos de la mitad que la ocupación. Hay varios factores que explican esta diferencia, desde el aumento de las bajas de incapacidad temporal y el absentismo, hasta la reducción de la jornada laboral pactada en convenio o el aumento de las vacaciones.

El crecimiento del empleo ha permitido mejorar el reparto de la renta, pero a costa de sacrificar productividad. La productividad por hora trabajada apenas ha aumentado un 0,8% y la productividad por ocupado (equivalente a tiempo completo) ha caído casi un 5% y lleva estancado desde los mínimos de la pandemia.

Estos pobres datos de la productividad reflejan que el crecimiento económico en estos cuatro años ha sido cuantitativo, pero no cualitativo. Esto es, no se debe a que cada trabajador produzca más, sino a que las empresas han contratado a muchos trabajadores.

En buena medida, esta evolución de la productividad es consecuencia de la composición del crecimiento económico, con un peso elevado del sector público. La suma del empleo de las administraciones públicas, la Sanidad y la Educación supone el 84% del crecimiento de las horas trabajadas desde 2019 y el 63% de los empleos creados, sin embargo, su participación en el PIB ha sido del 14%. En definitiva, mucho empleo público creado que tiene escasa repercusión sobre la producción total, lo que merma la productividad agregada del país. Lo contrario ocurre con la industria, que ha aportado el 20% del crecimiento del PIB con una contribución negativa al empleo del 16%.

Esta nueva composición del PIB español, con un peso mayor del sector público y debilidad de la inversión, ha permitido un rápido crecimiento de la economía, pero pone obstáculos al crecimiento futuro. La esperanza de cara a 2024 es que la bajada de los tipos de interés y la tracción de los fondos europeos empiece a reactivar la inversión. El objetivo ya no es estimular la demanda interna, sino conseguir que se traslade a un crecimiento en la oferta.

España volvió a sorprender con su crecimiento en el final del año logrando un avance del PIB en el conjunto de 2023 del 2,5%. La economía del país ha sorprendido desde el comienzo del ejercicio resistiendo en una coyuntura muy complicada por la subida de los tipos de interés, la crisis de Europa y la incertidumbre geopolítica. Al cierre de 2023, el PIB de España era casi un 3% superior al de antes de la pandemia, descontando la inflación (en términos reales), pero la composición ha experimentado cambios relevantes en este periodo que tendrán implicaciones muy importantes a medio y largo plazo.

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