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El 40% del empleo se concentra en los sectores de menor valor añadido
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INFORME DE FEDEA

El 40% del empleo se concentra en los sectores de menor valor añadido

La economía crea empleo a un fuerte ritmo. La cara amarga es que una parte muy significativa del empleo se genera, precisamente, en los sectores económicos de menor valor añadido

Foto: Empleo en sectores de menor valor añadido. (EFE/Luis Tejido)
Empleo en sectores de menor valor añadido. (EFE/Luis Tejido)
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La economía española crea empleo. Y lo hace de una forma robusta: 783.000 puestos de trabajo a lo largo de 2023 en términos de la Encuesta de Población Activa (EPA). La cara amarga es que una parte muy significativa del empleo se genera, precisamente, en los sectores económicos de menor valor añadido. O lo que es lo mismo, en aquellas actividades de baja productividad, lo que ahonda en un viejo problema de la economía española. Baja productividad, como se sabe, es equivalente a menores salarios y, en última instancia, a una economía incapaz de acelerar la convergencia en renta per cápita con la Unión Europea.

La parte positiva es que las actividades profesionales, científicas y técnicas y las relacionadas con la información y las comunicaciones, que tradicionalmente han estado fuera de la creación de empleo a ritmos elevados, absorben ya casi el 20% del incremento de la afiliación desde 2019, antes de la pandemia. Aun así, su peso dentro de la afiliación total del sistema sigue siendo todavía reducido (5,5% y 3,9%, respectivamente).

Un dato extraído del último informe de Fedea a partir de los datos de afiliación a la Seguridad Social lo dice todo. Nada menos que el 40% del empleo en el régimen de asalariados corresponde a sectores de bajo valor añadido. En concreto, reparación de vehículos de motor y bicicletas (15,8%), hostelería (8,9%), actividades administrativas y servicios auxiliares (8,7%) y construcción (6%).

En paralelo, y este otro dato muy representativo de la composición del mercado laboral, las tres actividades con fuerte presencia del sector público concentran una cuarta parte de la afiliación al sistema, como dice el documento de Fedea, firmado por el economista Miguel Ángel García. Se trata de actividades sanitarias y servicios sociales (11,3%), Administración pública, defensa y Seguridad Social (7,5%) y educación (6,7%). Eso quiere decir que el 65% del empleo se concentra en sectores de bajo valor añadido o en el sector público, cuyas características son muy diversas. Conviven sectores de elevada productividad, y, por el contrario, otros de escasa creación de riqueza, aunque en general tienen un sesgo claramente asistencial que no puede medirse como economía de mercado.

El perfil del empleo, lógicamente, hay que vincularlo al modelo productivo, y eso se refleja con nitidez en la afiliación a la Seguridad Social. Y lo que dicen los datos del sistema público de protección social, a la luz de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE), es que el comercio al por menor, excepto vehículos de motor, es el que concentra mayor número de afiliados, algo más de 1,9 millones. Si se agregan el comercio al por mayor y la venta de vehículos, la suma asciende a 3,34 millones, lo que significa que 17 de cada 100 empleos tienen que ver, de una manera u otra, con el comercio.

Hostelería

La segunda rúbrica es la hostelería, que cuenta con 1,67 millones de ocupados, incluyendo tanto el régimen de asalariados como el de autónomos. De estos, el 82% son actividades relacionadas con comidas y bebidas y el resto servicios de alojamientos, es decir, hoteles o cualquier otro tipo de residencia. La educación, por su parte, suma 1,33 millones de afiliaciones a la Seguridad Social, mientras que la sanidad agrega 1,28 millones. Ahora bien, si se integran todo tipo de actividades sanitarias, como la asistencia en residencias o los servicios sociales sin alojamiento, se alcanzaría los dos millones de ocupados.

El trabajo en las administraciones públicas, sin incluir a sectores como los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, sanidad o educación, por último, llega a los 1,14 millones de afiliados. Con todo, el 86% de los afiliados se localiza en el sector privado, y dentro del sector público el mayor número de afiliados se sitúa en las administraciones regionales debido a que tienen la transferencia de los servicios públicos esenciales. La administración central apenas posee 405.463 afiliados a la Seguridad Social.

Los mayores avances en productividad, como se sabe, tienen que ver con la industria, lo que explica, entre otros motivos, que los salarios sean más elevados, sin contar la mayor estabilidad en el empleo o los mayores niveles de cualificación profesional. Y lo que sugieren los datos de cotizantes es que la aportación de la industria manufacturera a la creación de empleo ha sido muy modesta en 2023, apenas un 5,4%, lo que explicaría su pérdida de peso en el total de afiliaciones: -0,6 puntos. Tan solo le supera en la intensidad de la pérdida las actividades relacionadas con el comercio, tanto al por mayor como al por menor.

Tamaño y productividad

Hay que tener en cuenta que el comercio se caracteriza por la hegemonía de las empresas de muy reducido tamaño. En concreto, el 95% tenía el año 2021, último dato publicado por el INE, menos de 10 ocupados. Estas empresas dan empleo al 40% del personal del sector, mientras que las empresas con 250 o más ocupados, que apenas suponen el 0,1% del total, coparon el 30,6% de las plantillas. Es decir, existe una clara correspondencia entre tamaño de la empresa y productividad.

Las empresas con 250 o más ocupados, que apenas suponen el 0,1% del total, coparon el 30,6% de las plantillas

Un reciente estudio publicado por BBVA Research, y elaborado por los economistas Rafael Doménech y Ángel de la Fuente, estimó que la contribución de la productividad a la convergencia en renta per cápita con los países de la OCDE fue positiva desde el Plan de Estabilización hasta casi los años noventa. Pero entre 2008 y 2022, prácticamente ha desaparecido. En las últimas dos décadas, sostiene el estudio, la tasa de ocupación relativa ha vuelto a girar a la baja y la productividad ha tendido a estancarse en el mejor de los casos, "lo que explica una nueva pérdida de renta relativa que nos devuelve al nivel de 1970".

El último informe anual del Banco de España, en la misma línea, advirtió que en las últimas décadas el crecimiento de la economía, basado fundamentalmente en el empleo, no ha sido suficiente para lograr la convergencia con el nivel de renta per cápita del área del euro. Esta falta de convergencia, recordó, ha venido determinada, fundamentalmente, por la persistencia en el tiempo de dos deficiencias bien conocidas: una baja productividad y una tasa de empleo reducida, "que además han presentado tradicionalmente una correlación negativa".

La economía española crea empleo. Y lo hace de una forma robusta: 783.000 puestos de trabajo a lo largo de 2023 en términos de la Encuesta de Población Activa (EPA). La cara amarga es que una parte muy significativa del empleo se genera, precisamente, en los sectores económicos de menor valor añadido. O lo que es lo mismo, en aquellas actividades de baja productividad, lo que ahonda en un viejo problema de la economía española. Baja productividad, como se sabe, es equivalente a menores salarios y, en última instancia, a una economía incapaz de acelerar la convergencia en renta per cápita con la Unión Europea.

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