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La primera victoria de Trump supuso un cambio sistémico, pero el mayor riesgo viene ahora
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La primera victoria de Trump supuso un cambio sistémico, pero el mayor riesgo viene ahora

Las elecciones en EEUU marcarán la geopolítica mundial durante décadas, especialmente si se impone el republicano. Los efectos de su llegada a la Casa Blanca en 2016 aún persisten

Foto: El expresidente de Estados Unidos Donald Trump. (Reuters/Mike Segar)
El expresidente de Estados Unidos Donald Trump. (Reuters/Mike Segar)

Nada ha sido igual desde 2016. La primera victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses cambió el mundo para siempre, y sus efectos se siguen notando en la actualidad. El expresidente de Estados Unidos amenaza con volver en los comicios de noviembre, después de haberse librado de su principal rival para la nominación en el Partido Republicano, el ultraconservador Ron DeSantis. Por delante, solo le queda superar a la moderada Nikki Haley en las primarias para batirse en duelo en las presidenciales con el actual presidente, el demócrata Joe Biden, que lo venció en 2020. Sin embargo, la derrota electoral no se tradujo en el declive de muchas de las ideas del magnate, que han seguido planeando sobre la praxis —que no el discurso— del actual inquilino de la Casa Blanca.

En un año plagado de elecciones, en el que más de la mitad de la población mundial acudirá a las urnas, los comicios en la primera potencia del mundo constituyen el evento central que todos aguardan con atención. También los ocho miembros del Observatorio Económico de El Confidencial y Mapfre Economics, que dan casi por hecha la nominación del republicano y advierten de que el resultado de su disputa contra Biden marcará el devenir de la gobernanza global durante las próximas décadas. La primera victoria de Trump supuso un cambio sistémico, pero el mayor riesgo viene ahora.

Manuel Muñiz, provost del Instituto de Empresa (IE), hace hincapié en la notable transformación que ya ha experimentado el orden mundial desde que el empresario neoyorquino estableció una de sus sucursales en el despacho oval. Y no solo por la forma de hacer política, que confunde lo público con lo privado y ha servido de inspiración a los populistas de todas las latitudes, sino, sobre todo, por el fondo. "No somos conscientes de la dimensión sistémica del resultado", dice, en referencia a su victoria en las presidenciales de 2016. El nuevo orden mundial, marcado por la incertidumbre, hunde sus raíces en los cuatro años de mandato del magnate inmobiliario.

La llegada de Trump supuso la retirada de Estados Unidos como guardián del planeta, y el retorno del clásico aislacionismo que había caracterizado al país hasta la Segunda Guerra Mundial. Este nuevo state of mind ha complicado las cosas a Biden cuando ha tenido que tomar decisiones sobre la implicación del país en los conflictos de Ucrania y Gaza, tanto en el ámbito parlamentario como en el de la opinión pública. La guerra en Oriente Próximo será crucial en los comicios de otoño, según recuerda Arancha González Laya, decana de la Escuela de Asuntos Internacionales de París y exministra de Exteriores.

Foto: Vista de la protesta propalestina delante de la Corte Internacional. (EFE/I. Rachidi)

Las elecciones presidenciales pueden suponer el aldabonazo definitivo a la desestabilización del planeta, según coinciden los panelistas. "Trump es el mayor riesgo", describe enfáticamente Muñiz cuando salen a colación las amenazas que marcarán 2024. José Manuel González-Páramo, consejero de Abanca y miembro del comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) entre 2004 y 2012, abunda: "En el mundo estaba todo anclado y ahora todo se deshace lentamente". La zozobra, recuerda Gonzalo de Cadenas-Santiago, subdirector de Mapfre Economics, empieza por la primera potencia: “El papel de Estados Unidos en la gobernanza global se ve cuestionado”.

En ese contexto, Europa tiene que prepararse. Y, de hecho, ya lo lleva haciendo desde que el mandato de Trump, la crisis del covid y la invasión de Ucrania la obligasen a tomar decisiones trascendentales. La UE ha despertado de su letargo como actor geopolítico, no sin divisiones y contradicciones —su aproximación confusa al conflicto en Oriente Próximo es un caso paradigmático—, pero sí con la consciencia de que debe tener una posición propia ante el repliegue y las veleidades de su mayor aliado y protector durante las últimas ocho décadas.

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos pueden suponer el aldabonazo definitivo a la desestabilización de todo el planeta

Es lo que se conoce como autonomía estratégica, que afecta a todos los ámbitos, desde la defensa al comercial, y tiene como telón de fondo la difícil tesitura que han de navegar los Veintisiete ante la hostilidad abierta entre China y Estados Unidos. "No veo ningún factor de mejora", asevera Muñiz sobre las relaciones entre las dos grandes potencias, maltrechas desde el inicio de la guerra comercial a finales de la década pasada. Esta es una de las transformaciones sistémicas que conllevó la llegada de Trump al poder, y ha continuado con el actual inquilino de la Casa Blanca.

Tras décadas de globalización, el proteccionismo está de vuelta, impulsado por quien hasta ahora había sido el paladín del mayor proceso de integración de los mercados que ha vivido la humanidad. "Biden ha sorprendido con políticas proteccionistas que todos habríamos esperado en principio de Trump", apostilla Judith Arnal, investigadora sénior del Center for European Policy Studies (CEPS) y del Real Instituto Elcano. La Ley de Reducción de la Inflación, que otorga subsidios millonarios a las manufacturas nacionales, constituye el mejor ejemplo. Ni siquiera la Unión Europea, que ha basado buena parte de su construcción en el libre comercio, es ajena a este proceso, con una flexibilización del marco de ayudas de Estado que supone el retorno de las políticas industriales tras varias décadas olvidadas.

El papel de la OTAN

Ángel de la Fuente, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), defiende una mayor integración comunitaria para hacer frente a lo que pueda pasar a partir de noviembre: "Lo único que nos garantiza la seguridad es una Europa fuerte y unida". También en el ámbito de la defensa: si el primer mandato de Trump fue el del cuestionamiento de la OTAN, el segundo podría provocar, esta vez sí, la muerte cerebral de la que advirtió en su día el presidente de Francia, Emmanuel Macron, gran defensor de la autonomía estratégica del Viejo Continente. Paradójicamente, la invasión de Ucrania supuso la resurrección de la Alianza Atlántica, pero la posición de Trump, favorable a no seguir financiando la contienda, provocaría un giro radical de la situación.

El acercamiento del republicano al presidente ruso, Vladímir Putin, durante algunos momentos de su mandato es un buen ejemplo de la heterodoxia del trumpismo, que no tiene remilgos en dar bandazos en política exterior, pese a las graves consecuencias que inflige al orden mundial. Lo hizo en 2016, y el riesgo es que lo vuelva a hacer en 2024. "Trump ha sido el primer presidente en 70 años que ha cuestionado el sistema de alianzas en Estados Unidos", recuerda Muñiz. También el sistema electoral o el poder judicial, que son otros de los puntos críticos que afrontará en noviembre la primera democracia del planeta, especialmente si se impone el magnate. El faro de Occidente cada vez emite destellos más intermitentes, y se puede apagar si vencen los republicanos, dejando a oscuras a las naciones libres. "Se está dando un desanclaje norteamericano del mundo", concluye Laya. La Unión Europea, que también celebra comicios este año, toma nota.

Nada ha sido igual desde 2016. La primera victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses cambió el mundo para siempre, y sus efectos se siguen notando en la actualidad. El expresidente de Estados Unidos amenaza con volver en los comicios de noviembre, después de haberse librado de su principal rival para la nominación en el Partido Republicano, el ultraconservador Ron DeSantis. Por delante, solo le queda superar a la moderada Nikki Haley en las primarias para batirse en duelo en las presidenciales con el actual presidente, el demócrata Joe Biden, que lo venció en 2020. Sin embargo, la derrota electoral no se tradujo en el declive de muchas de las ideas del magnate, que han seguido planeando sobre la praxis —que no el discurso— del actual inquilino de la Casa Blanca.

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