falta de otro, la incertidumbre es ya el nuevo paradigma. La retirada de Estados Unidos como gendarme global, iniciada por Donald Trump y que su sucesor en la Casa Blanca, Joe Biden, continúa sin tantos aspavientos, ha dejado al mundo desguarnecido. Especialmente a la Unión Europea, que se enfrenta a una tormenta perfecta con múltiples escenarios, muchos de ellos a sus puertas. En los próximos meses, el Viejo Continente deberá tomar decisiones trascendentales, empezando por las elecciones de junio, pero también tendrá que gestionar situaciones que no dependen de él. Los riesgos se acumulan, y de la habilidad para encararlos dependerá el éxito de los gobiernos y las empresas en un escenario complejo y cada vez más difícil de interpretar.
Como los viejos profesores de historia que diferenciaban entre las causas lejanas y cercanas de las guerras —a las primeras nunca se les prestaba atención, pero eran las que realmente se hallaban en la génesis de los conflictos—, los expertos del Observatorio Económico de El Confidencial y Mapfre Economics han puesto sobre la mesa una distinción esencial para entender lo que está pasando: una cosa es lo inmediato y otra, lo importante. La ponderación de esos dos tipos de riesgo a los que se enfrenta Occidente ha marcado la segunda jornada del foro inaugurado en noviembre.