Trump deja atrás a Nikki Haley en New Hampshire: "¿Quién era la impostora?"

Otra cita, otra victoria. Nunca antes un candidato republicano había ganado los caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire sin acabar ganando, también, la nominación presidencial del partido. Así que mucho se le tienen que torcer las cosas a Donald Trump para no coronarse por tercera vez como candidato a la Casa Blanca.

“¿Quién demonios era la impostora que subió al escenario y cantó victoria?”, dijo Donald Trump en referencia a su rival, Nikki Haley, a pesar de que esta no hizo tal cosa y ya lo había felicitado oficialmente. “Que no se agencie la victoria cuando ha tenido una muy mala noche”, añadió Trump en compañía de dos rivales transformados en aliados: el senador Tim Scott y el inversor Vivek Ramaswamy.

Aun así, hay derrotas y derrotas, y la de Nikki Haley anoche en las primarias de New Hampshire, si entrecerramos los ojos, nos ponemos de perfil y nos tomamos al pie de la letra las palabras de la candidata, todavía ofrecería una ligera, finísima, casi invisible oportunidad para la sorpresa. Los últimos sondeos daban a Trump una ventaja de hasta 20 puntos sobre Haley. Al final, Trump le sacó 9,5 puntos. Lo cual puede animar a Haley, que todavía tiene dinero en los cofres, a seguir probando suerte las próximas citas electorales. La candidata declaró que continuaría luchando.

“New Hampshire es la primera de la nación”, dijo Nikki Haley en Concord, la capital del estado. “No la última de la nación. Esta carrera está lejos de haberse acabado. Aún quedan [por votar] docenas de estados. Y el próximo es mi dulce estado de Carolina del Sur”, añadió, el referencia a la cita de las primarias del 24 de febrero.

Sus palabras sonaron combativas, pero las encuestas de su dulce estado, del que fue gobernadora entre 2011 y 2017, cuando se fue a Nueva York como embajadora de EEUU ante la ONU por designación de Donald Trump, son todavía más desfavorables. El magnate neoyorquino le saca a Haley 33 puntos de media en varios sondeos. Una distancia aún más amplia que la que se veía en la moderada New Hampshire.

De las posibles interpretaciones que generan citas electorales como esta, Nikki Haley probablemente se haya quedado con dos. La primera, el hecho de que, si bien no ha sido suficiente para ganar, sus resultados en New Hampshire no fueron tan malos como se esperaba. Sobre todo teniendo en cuenta que Ron DeSantis había suspendido campaña, respaldado a Trump y, según varias estimaciones, traspasado buena parte de sus seguidores al expresidente. Las primarias de New Hampshire habían empezado con buenos augurios para Haley. La diminuta aldea montañosa de Dixville Notch, cerca de Canadá, cumplió con la tradición de ser la primera en votar nada más rallar la medianoche del martes. Y sus seis votos fueron para ella.

La esperanza de la candidata residía en atraer a los votantes independientes de New Hampshire, teóricamente numerosos en un estado con fama de tener una tradición moderada. La razón por la que los candidatos trumpistas nunca lograron dejar huella en sus instituciones. Los sondeos a pie de urna reflejaron, de hecho, algunas diferencias notables entre los seguidores de Trump y de Haley. Por ejemplo, según CNN, el 80% de los votantes de Trump piensa que Joe Biden no ganó las elecciones de 2020 de manera legítima. Entre los de Haley solo piensan así el 15%.

El gobernador de New Hampshire, el republicano Chris Sununu, ha estado hombro con hombro con Haley, a quien llama su “nueva mejor amiga”. “Donald Trump tiene suerte si encuentra la energía para dos eventos al día”, dijo Sununu a POLITICO, “pero ella está ahí fuera haciendo 10 eventos (...). Esa energía, evento, tras evento, tras evento, muestra su amor al país, su pasión por mejorar el país entero, galvanizando a todo el mundo. Eso es lo que entusiasma a la gente”.

Pero, si New Hampshire era la mejor oportunidad de Haley para dar un vuelco a la campaña, y ahí también ha ganado Trump, ¿cómo justifica su presencia en la carrera? La segunda interpretación que probablemente esté haciendo Nikki Haley es que, al haberse quedado sola frente a Trump, eso puede ayudarle a aglutinar las energías de los republicanos, que los hay, decepcionados con el líder populista: cansados del histrionismo, los insultos y la incertidumbre, y conscientes de que podría volver, si se dan las circunstancias, a tratar de abortar la transferencia pacífica de poder. Una tradición que habían respetado todos los presidentes estadounidenses hasta que Donald Trump inspiró un intento de golpe el 6 de enero de 2021.

Quizás estos republicanos sean una minoría, pero algunos de ellos tienen a su disposición un capital económico interesante. Si Nikki Haley llegó a las primarias con cierto músculo fue gracias, en parte, a Americans for Prosperity: el grupo de influencia política libertaria financiado por el industrialista Charles Koch y poseedor de una de las máquinas de cosechar de votos más eficientes de Estados Unidos. Por eso, la campaña de Haley fue la que más gastó en publicidad electoral en New Hampshire: 31 millones de dólares. El doble que la campaña de Donald Trump.

Pero su apuesta sigue siendo, como se dice en Estados Unidos, un long shot: un disparo largo, como si la diana estuviera situada a tres kilómetros en un día de viento. Una empresa con pocas posibilidades de éxito. Donald Trump deseaba cerrar el proceso de primarias en febrero o a principios de marzo para evitar que se mezcle con el primero de sus cuatro juicios pendientes. Una eventualidad que podría empañar algunas simpatías e impedirle viajar a dar sus mítines. Anoche, en New Hampshire, se colocó un paso más cerca de la nominación.

Además, si la misión quimérica de Ron DeSantis era adelantar a Trump por la derecha, robándole el apoyo de sus fieles bases, la paradoja que lastra a Nikki Haley es que se presenta como una líder de la “nueva generación” de republicanos. Biológicamente es cierto: Haley es 25 años más joven que Trump. Ideológicamente, sin embargo, Haley es una neoconservadora de manual. Un halcón en política exterior que defiende el conservadurismo fiscal en casa, y que bien podría haber ocupado un cargo ministerial en la Administración Bush si hubiera sido un poco más joven. En otras palabras, Nikki Haley es una vuelta al republicanismo de hace 25 años.

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Argemino Barro. Nueva York

Mientras tanto, Joe Biden también ganó las primarias demócratas de New Hampshire. La razón es que, pese a que su partido modificó el calendario y colocó a Carolina del Sur como primer estado en votar (una forma de pago político a quienes salvaron su candidatura en 2020), la legislación estatal de New Hampshire dicta que las primarias se tienen que votar allí. Y eso hicieron. Aunque Biden no figuraba en la papeleta, varios seguidores suyos organizaron una campañita paralela y lo votaron para guardar las formas. Aunque el resultado no tenga ninguna consecuencia.

Su campaña dio por ganador a Trump en la carrera republicana. “Los resultados de esta noche confirman que Donald Trump prácticamente ha asegurado la nominación republicana”, decía un mensaje oficial del ticket Biden-Harris. “Y el negacionismo electoral y el movimiento MAGA anti-libertad ha completado su toma del Partido Republicano”. Un mensaje cuyo contenido sugiere, una vez más, que el gran movilizador del voto demócrata no es Joe Biden, sino Donald Trump.