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Donald Trump gana en Iowa y confirma su dominio del campo republicano
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CON EL 51% DE LOS VOTOS

Donald Trump gana en Iowa y confirma su dominio del campo republicano

La única incógnita había sido quién se llevaría el segundo puesto: el gobernador de Florida, Ron DeSantis, o la exgobernadora y exembajadora ante la ONU, Nikki Haley

Foto: Donald Trump gana en Iowa. (Reuters/Evelyn Hockstein)
Donald Trump gana en Iowa. (Reuters/Evelyn Hockstein)

Tal y como adelantaron todas las encuestas, Donald Trump se embolsó Iowa como quien recoge una manzana del suelo paseando por una huerta. No necesitó ni labrar el terreno. En comparación con sus adversarios, Trump apenas ha pisado Iowa estos últimos meses. No le hizo falta. La agencia Associated Press lo nombró ganador a la media hora de empezar el recuento. Al final, sumó el 51% de las papeletas. La única incógnita había sido quién se llevaría el segundo puesto: el gobernador de Florida, Ron DeSantis, o la exgobernadora y exembajadora ante la ONU, Nikki Haley.

Los votos de ambos rivales de Trump parecieron avanzar a la par durante el recuento: cerca del 20% cada uno. La ligera ventaja final de dos puntos de Ron DeSantis sobre Nikki Haley le habría permitido comprar un poco de tiempo a su cuestionada campaña, que se ha ido desinflando estos últimos meses mientras crecía la de Haley. La potente ola de frío y nieve que envuelve Iowa azuzó el temor a una baja participación en unos caucus que, al final, han dejado pocas sorpresas.

Los caucus de Iowa, donde los vecinos se reúnen a debatir y votar en colegios, iglesias o en las propias casas, están diseñados para facilitar un “accidente de la historia”. Es decir, la posibilidad de que un candidato con poco renombre político pueda ganar y así coger impulso, como les sucedió a Jimmy Carter o a Barack Obama. Con una población inferior a la de Madrid ciudad, este estado campestre, relativamente pequeño para los estándares norteamericanos, permite a cualquier candidato pasar meses visitando restaurantes, granjas, bibliotecas y plazas públicas. Promover su agenda. Darse a conocer. Si lo consiguen, la victoria en Iowa puede catapultar su nombre y darles una ventaja decisiva en las primarias.

Pero para que se produzca la magia no puede haber ningún candidato que goce de un margen aplastante. Los de anoche fueron los segundos caucus a los que concurría Donald Trump, que también se dejó caer por el estado en 2020 y que llegó a los de 2024 con todo el peso de su marca, su recaudación y sus cuatro años de presidencia.

Foto: Carteles de campaña se muestran en una mesa durante un acto del candidato presidencial republicano y expresidente de Estados Unidos Donald Trump. (Reuters/Alyssa Pointer)

Consciente de esta ventaja, el magnate neoyorquino solo ha visitado en los últimos meses 15 de los 99 condados de Iowa. Ron DeSantis ha estado en los 99 y Vivek Ramaswamy también: dos veces. Este inversor indioamericano de 38 años que promueve medidas populistas semejantes a las de Donald Trump organizó más de 200 eventos en Iowa el año pasado. 12 veces más que Trump. Para nada. Ramaswamy cosechó menos de un 8% de los votos y suspendió su campaña.

Otro elemento a tener en cuenta es que la política, en EEUU, cada vez es más nacional. Este no solía ser el caso: cada uno de los 50 estados de un país que en realidad es un continente cuenta con sus matices y prioridades. Solía ser habitual, por ejemplo, tener estados mixtos: estados que votan a congresistas de un partido y presidente de otro, por ejemplo, una señal de que las agendas cuentan igual o más que los colores. Pero eso ya no es así. Estos estados han ido desapareciendo: la polarización y la política nacional dominan el paisaje, y eso beneficia a Trump.

Su victoria en Iowa, sin embargo, no implica que Trump tenga por delante un camino despejado. Su calendario político está plagado de incertidumbre. Primero por las posibilidades de sus rivales en otros estados. Las encuestas de las primarias de New Hampshire, que vota el 23 de enero, dan a Nikki Haley una oportunidad para ganar a Trump y conquistar la iniciativa. La candidata ha ido comiéndole terreno al antaño segundo favorito, Ron DeSantis, pese a quedar, por muy poco, tercera en Iowa.

Pero, sobre todo, lo que ensombrece el camino de Trump son los cuatro procesos judiciales en los que está imputado: uno a nivel federal y tres a nivel estatal. Estos dos calendarios, el político y el judicial, prometen mezclarse para enfangar unas elecciones presidenciales con dos candidatos mayores y lastrados. Uno por cuestiones legales; el otro, Joe Biden, por la negativa percepción de su edad y de su estado cognitivo entre tres cuartas partes de los votantes estadounidenses.

placeholder DeSantis, gobernador de Florida y candidato. (Reuters/Brendan McDermind)
DeSantis, gobernador de Florida y candidato. (Reuters/Brendan McDermind)

El 8 de febrero, el Tribunal Supremo escuchará los argumentos a favor de revisar la decisión del Tribunal Supremo de Colorado, que dictaminó en diciembre que Donald Trump no tenía derecho a concurrir a las primarias en ese estado por su implicación en el asalto al Capitolio de enero de 2021. El alto tribunal federal también tendrá que abordar en el futuro la decisión de la corte de Maine, similar a la de Colorado.

El primer juicio por lo penal, sobre la presunta interferencia de Trump en las elecciones de 2020, empezaría a principios de marzo. Probablemente el día 4. Un día antes que el llamado supermartes: cuando votan más de una docena de estados, incluidos California y Texas. A finales de ese mes, la nominación del partido ya estaría, seguramente, decidida. Y luego vendrían el resto de jucios.

El 25 de marzo comenzará el juicio en Nueva York por la presunta falsificación de documentos para tapar la compra del silencio de una actriz porno; el 20 de mayo se daría el juicio en Florida por retener y ocultar información clasificada tras dejar la presidencia; finalmente, el 5 de agosto empezaría el juicio en Georgia por la aparente presión a funcionarios para que manipularan el resultado electoral de 2020.

Trump tratará de explotar políticamente estos casos, considerados como una “caza de brujas”: un intento de eliminar al rival de Biden

Si Trump es fiel a su historial, tratará de explotar políticamente estos casos, retratados por su campaña como una “caza de brujas”: un intento demócrata de eliminar al rival directo de Joe Biden. El expresidente ha ido caldeando la retórica y se ha negado a descartar que haya violencia en el caso de que sea suspendido o pierda las elecciones. “Creo que sienten que esta es la manera en que intentarán ganar, pero no es así como funcionan las cosas”, dijo Trump a los reporteros hace una semana, después de una audiencia judicial. “Habrá caos en el país. Es algo muy malo. Un precedente muy malo. Como hemos dicho, sería abrir la caja de Pandora”.

Aunque el horizonte de la carrera presidencial siga siendo nebuloso, los resultados de Iowa nos acercan unos metros más a lo que sería el escenario, sino asegurado, al menos el más probable: una reedición del duelo de 2020 entre Biden y Trump. Como les gusta decir a ellos mismos: un duelo por el “alma” de la nación. Un duelo que solo acaba de empezar y que, técnicamente, aún puede cambiar de duelistas.

Tal y como adelantaron todas las encuestas, Donald Trump se embolsó Iowa como quien recoge una manzana del suelo paseando por una huerta. No necesitó ni labrar el terreno. En comparación con sus adversarios, Trump apenas ha pisado Iowa estos últimos meses. No le hizo falta. La agencia Associated Press lo nombró ganador a la media hora de empezar el recuento. Al final, sumó el 51% de las papeletas. La única incógnita había sido quién se llevaría el segundo puesto: el gobernador de Florida, Ron DeSantis, o la exgobernadora y exembajadora ante la ONU, Nikki Haley.

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