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¿Por qué ha dimitido Nikki Haley? La extraña salida de la embajadora de Trump en la ONU
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se dedicará al sector privado

¿Por qué ha dimitido Nikki Haley? La extraña salida de la embajadora de Trump en la ONU

A diferencia de otras falsas "renuncias" que ocultan un abrupto despido, la dimisión de la ex gobernadora de Carolina del Sur parece ser genuina, y razones no le faltan. Apuntamos algunas claves

Foto: Nikki Haley junto a Donald Trump en la rueda de prensa tras el anuncio de su renuncia. (EFE)
Nikki Haley junto a Donald Trump en la rueda de prensa tras el anuncio de su renuncia. (EFE)

Dado el historial de salidas de la que probablemente es la Casa Blanca más disfuncional de todos los tiempos, el anuncio de la dimisión de Nikki Haley, embajadora de EEUU ante la ONU, no ha resultado demasiado sorprendente, pese a lo inesperado: aunque el presidente Donald Trump asegura que ella misma se lo había dicho hace varios meses, incluso el propio equipo de Haley fue informado de ello ayer por la mañana. Pero ahora la pregunta que todo el mundo se hace es: ¿cuál es el motivo de su dimisión?

A diferencia de otras supuestas “renuncias”, que han sido en realidad una forma de salvar la cara ante lo que no era otra cosa que un despido –parece ser el caso, por ejemplo, del ex Asesor de Seguridad Nacional, H.R. McMaster-, la de Haley parece ser genuina, como muestra el hecho de que seguirá en su cargo durante algún tiempo, probablemente hasta finales de año, el mismo patrón seguido por Don McGahn, el consejero legal de la Casa Blanca. Si hubiese perdido la confianza de Trump, probablemente habría sido despedida por Twitter, como le ocurrió al Secretario de Estado Rex Tillerson, a quien prácticamente nadie se molestó en avisar de antemano de que iba a perder su puesto, y cuyo reemplazo –el hasta entonces director de la CIA Mike Pompeo- fue nombrado en cuestión de horas.

Tampoco parece haber un motivo personal privado detrás de la dimisión de Haley. “Mi familia me apoya mucho, así que no, no hay razones personales”, respondió ayer a la pregunta de un reportero al respecto. “Creo que es muy importante que los funcionarios del Gobierno comprendan cuándo es el momento de hacerse a un lado. Y he dado todo lo que tengo en estos últimos ocho años [los casi dos en la Administración Trump, más otros seis como gobernadora de Carolina del Sur]. Y creo que a veces es bueno rotar con otra gente que pueda ponerle la misma energía y potencia”, indicó.

Esa creencia de Haley en una necesidad de renovación en el sistema público es una de las posibilidades apuntadas por algunos observadores, aunque ha sido puesta en duda por otros. “La teoría de la rotación de cultivos en el Gobierno es fascinante, pero normalmente es citada por la persona que impulsa el despido, no por la persona que se va”, dice sarcásticamente Richard Wolffe, comentarista de The Guardian.

De modo que, lógicamente, su precipitada salida de la Casa Blanca ha desatado todo tipo de especulaciones sobre el motivo. Aquí recogemos los más probables.

placeholder El Secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton. (Reuters)
El Secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton. (Reuters)

Enfrentamientos con Bolton y Pompeo

Desde hace tiempo resultaba evidente que la relación de Haley con las otras dos grandes cabezas visibles de la diplomacia estadounidense, el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton y el Secretario de Estado Mike Pompeo, no era buena. Pese a las concesiones de Haley a políticas de línea dura respecto a Irán o Palestina, obligada a defender en la ONU las decisiones de la Casa Blanca, Haley era considerada un elemento de moderación frente a los impulsos de los dos anteriores, considerados ‘halcones’, o del propio Trump.

Este tipo de enfrentamientos son normales en todas las administraciones, pero Haley, consciente de que sus dos contrincantes son ahora mismo las estrellas en auge en el entorno de Trump, podría haber preferido retirarse dignamente antes que ser apartada de un plumazo tras un choque que parecía cada vez más inevitable, y en el que llevaba las de perder.

Necesidades económicas

De entre todas las teorías sobre la mesa, esta es una de las más convincentes. Chris Cillizza, analista político de la CNN, señala que en los tres años anteriores a su entrada en la Casa Blanca, el matrimonio Haley hizo públicos unos ingresos totales de apenas 630.000 dólares. De acuerdo con sus propias cuentas públicas de 2018, la pareja tiene deudas de entre 25.000 y 65.000 dólares en tarjetas de crédito, una hipoteca superior a un millón de dólares y una línea de crédito de entre un cuarto y un millón de dólares. “Con un hijo en la universidad y otro camino de allí en los próximos años, Haley podría perfectamente haber sido tentada por los salarios de siete cifras disponibles en el sector privado para alguien con su currículum”, indica Cillizza.

La propia Haley, en su carta de dimisión, anuncia que va a volver al sector privado, aunque asegura que espera poder “hablar públicamente de vez en cuando sobre asuntos importantes de política pública”.

Quiere ser presidenta de EEUU

La propia Haley fue clara ayer: “No, no me voy a presentar en 2020. Puedo prometerles que estaré haciendo campaña por este de aquí”, dijo, señalando a Trump, quien le agradeció el gesto.

Pero eso no significa que no vaya a hacerlo en 2024. “Haley es demasiado inteligente para competir con Trump en 2020. Mientras la tasa de aprobación de Trump pinta mal en el electorado más amplio, está entre los presidentes republicanos más populares de todos los tiempos entre los votantes republicanos. Nadie puede derrotar a Trump en unas primarias en 2020, ni Haley, ni ningún otro”, opina Cillizza. Pero sus opciones tal vez no sean malas en los siguientes comicios, y marcar distancia ahora con una Casa Blanca cada vez más impopular entre los votantes moderados y los conservadores indecisos, sin romper abiertamente con la base trumpista, podría ayudarle a consolidar una buena plataforma electoral en el futuro.

placeholder Nikki Haley habla durante un encuentro del Consejo de Seguridad sobre sanciones a Corea del Norte, el 17 de septiembre de 2018. (Reuters)
Nikki Haley habla durante un encuentro del Consejo de Seguridad sobre sanciones a Corea del Norte, el 17 de septiembre de 2018. (Reuters)

Quiere evitar un escándalo

Greg Price, comentarista de Newsweek, aporta otra clave: el pasado domingo, la ONG Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washington (CREW) presentó una queja ante el inspector general del Departamento de Estado para que investigase siete vuelos privados que Haley realizó el año pasado con empresarios de Carolina del Sur, donde ejerció anteriormente como gobernadora. Aunque Haley afirma que había razones para hacer cada uno de esos viajes en avión privado, por ahora no ha aportado pruebas convincentes, y tal vez la hasta ahora embajadora ha preferido salir del foco lo antes posible para que, si la cosa va a más, el perfil del escándalo sea lo más bajo posible.

Discrepancias con el propio Trump

Haley se había destacado por ser una de las figuras republicanas más críticas con Trump durante la campaña presidencial de 2016, llamando la atención sobre su presunta misoginia y su trato vejatorio hacia las mujeres. Tras su nombramiento ante la ONU, estas críticas desaparecieron, pero eso no significa que no hayan tenido sus encontronazos.

El más sonado tuvo lugar el pasado abril, cuando, tras anunciar la inminente imposición de una nueva ronda de sanciones contra Rusia, la Casa Blanca le contradijo públicamente, asegurando que tal vez había sufrido “una confusión momentaria”. Ella no dudó en contraatacar: “Con el debido respeto, yo no me confundo”. Por supuesto, tenía razón, y las sanciones acabaron siendo aprobadas en el Capitolio pese a la resistencia de Trump, quien no tuvo más remedio que firmarlas.

¿Son este y otros roces motivo suficiente para justificar una ruptura con la Administración Trump? No hay más indicios en este sentido, y la propia Haley ha asegurado públicamente que es capaz de gestionar las discrepancias con Trump de una forma civilizada. “No estoy de acuerdo con el presidente en todo. Cuando hay un desacuerdo, hay una forma correcta y una forma incorrecta de afrontarlo. Tomo el teléfono y le llamo, y me encuentro con él en persona”, escribió en el Washington Post, en un artículo dirigido a contrarrestar la carta anónima publicada en el New York Times en la que un miembro de una supuesta ‘resistencia’ conservadora en la Casa Blanca asegura que él y otros trabajan para impedir que Trump haga algún disparate. Pero el presidente es conocido por ser vengativo, y es posible que existan otros episodios de confrontación que no hayan sido hechos públicos.

Sea como fuere, dentro de unos meses Haley estará fuera de la Casa Blanca. La duda, ahora, es a quién escogerá Trump para sustituirla. Pero, citando a Rudyard Kipling, esa es otra historia.

Dado el historial de salidas de la que probablemente es la Casa Blanca más disfuncional de todos los tiempos, el anuncio de la dimisión de Nikki Haley, embajadora de EEUU ante la ONU, no ha resultado demasiado sorprendente, pese a lo inesperado: aunque el presidente Donald Trump asegura que ella misma se lo había dicho hace varios meses, incluso el propio equipo de Haley fue informado de ello ayer por la mañana. Pero ahora la pregunta que todo el mundo se hace es: ¿cuál es el motivo de su dimisión?

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