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No hace falta esperar a julio: la última bala contra Trump puede esfumarse este martes
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Primarias en Nuevo Hampshire

No hace falta esperar a julio: la última bala contra Trump puede esfumarse este martes

Tras la salida de Ron DeSantis, Nikki Haley es la única que puede evitar que Trump sea el candidato republicano. Pero si no logra ganar en New Hampshire, lo improbable se volverá imposible

Foto: La aspirante republicana Nikki Haley habla durante un mitin de campaña en Derry, New Hampshire. (EFE/Michael Reynolds)
La aspirante republicana Nikki Haley habla durante un mitin de campaña en Derry, New Hampshire. (EFE/Michael Reynolds)

Y de la noche a la mañana, solo quedaron dos. El caucus de Iowa celebrado la semana pasada, el primero de los 50 encuentros electorales que organiza el Partido Republicano para elegir a su candidato, bastó para cargarse de un plumazo a dos de los cuatro aspirantes a la candidatura presidencial republicana. El primero en caer, el empresario Vivek Ramaswamy, no supuso una gran sorpresa, dado que nunca había contado con más de un 5% de intención de voto a nivel nacional. Ha sido el abandono sorpresa del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien durante meses fue considerado el único rival viable de Donald Trump, el que ha llevado a una situación con pocos precedentes: las primarias del Partido Republicano acaban de empezar, pero a la vez se encuentran a punto de concluir.

Solo queda una persona que pueda interponerse entre Trump y la candidatura presidencial: Nikki Haley. La exembajadora de Estados Unidos ante la ONU es la única republicana que queda en pie ante el magnate, aunque la distancia que separa a ambos en los sondeos es masiva. Desde que comenzó el año, no se ha elaborado una sola encuesta en el país norteamericano que no otorgue al menos 50 puntos de ventaja al expresidente sobre Haley a nivel nacional. Una victoria suya en la convención republicana del próximo 15 de julio es, por lo tanto, altamente improbable, pero pronto puede convertirse en prácticamente imposible.

Este martes se celebran las primarias en Nuevo Hampshire, un estado con un peso relativamente pequeño para la contienda —apenas reparte 22 delegados de los 2.429 que elegirán al candidato ganador en julio—, pero en el que Haley ha echado toda la carne al asador. La aspirante ha pasado más tiempo en esta entidad que el resto de competidores juntos, apostando a que una victoria allí podría ser el tour de force necesario para demostrar que es capaz de vencer a Trump. El mayor problema de esta apuesta es su inseparable reverso: una derrota implicaría, de facto, el final de la campaña.

No es de extrañar que la también exgobernadora de Carolina del Sur eligiera Nuevo Hampshire como escenario para este all-in electoral. Situado en la región nororiental de Nueva Inglaterra, la más liberal de Estados Unidos, el estado cuenta con una base de votantes más moderados y, sobre el papel, mucho más favorables para una republicana clásica, como Haley, que para un populista ultraconservador —y varias veces imputado por la Justicia— como Trump. Además, cuenta con una de las tasas más altas de votos independientes, que muestran una clara preferencia por ella en los sondeos frente al exmandatario. “Ahora ya solo quedamos un tipo y una dama”, expresó la aspirante durante un mitin en Seabrook, en la costa de Nuevo Hampshire. “Que gane la mejor mujer”, exclamó entre aplausos.

Foto: Ron DeSantis, gobernador de Florida. (Reuters/Randall Hill)

Pero esta ventaja teórica de Haley en el estado no se está viendo reflejada en las encuestas. El último sondeo de seguimiento diario de los votantes de Nuevo Hampshire de la Universidad de Suffolk-Boston Globe-NBC situaba a Trump cómodamente por delante, con un 57% de intención de voto frente al 38% de su rival. Esta distancia, lejos de acortarse, se ha ensanchado progresivamente durante los últimos días. Por si fuera poco, tanto Ramaswamy como DeSantis han respaldado a Trump tras abandonar la carrera presidencial y los sondeos indican que los votantes de estos exaspirantes son mucho más proclives a votar por el expresidente que por Haley.

Consciente de lo que está en juego este martes, Haley se ha lanzado en los últimos días a hacer aquello que había esquivado durante meses: criticar a Donald Trump. Tanto Haley como el resto de aspirantes republicanos han pasado la mayor parte de los debates previos a las primarias de Iowa haciendo como si el expresidente no existiera —algo facilitado por el hecho de que el susodicho no ha participado en ninguno de ellos—. Una estrategia con la que buscaban alzarse como la mejor alternativa sin alinear a la amplia base de votantes trumpistas, pero que resulta inútil una vez el magnate es el único adversario.

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Tras la primaria de Iowa, donde Haley quedó en un decepcionante tercer puesto, justo por detrás de DeSantis y a años luz de Trump, la exgobernadora ha dejado de contener sus golpes contra el exmandatario. Durante la última semana, lo ha calificado de mentiroso en numerosas ocasiones e incluso ha cuestionado su capacidad mental. "He visto los anuncios [de propaganda] que ustedes han visto, y Dios bendiga a Donald Trump, ha mentido en cada uno de ellos (...) Si tienes que mentir para ganar, no mereces ganar", manifestó durante un mitin en Derry, una pequeña ciudad de Nuevo Hampshire. "Su estabilidad mental probablemente seguirá disminuyendo", agregó en una entrevista posterior con la cadena CBS.

Con este giro, Haley busca aglutinar a todo el electorado republicano e independiente anti-Trump. Pero esta estrategia corre el riesgo de estrellarse con la realidad de que, a estas alturas, es posible que no existan los suficientes votantes contrarios al magnate como para lograr la candidatura de su partido. "Haley ha consolidado el voto anti-Trump, pero superarlo supone un cubo de Rubik que nadie ha podido resolver todavía", señalaba a The New York Times Matt Mowers, un excandidato republicano a la Cámara de Representantes de Nuevo Hampshire.

Incluso si Haley, en un desafío histórico a las encuestas, obtuviera la victoria este martes, el reto que le queda por delante seguirá siendo descomunal. No existe otro estado más allá de Nuevo Hampshire en el que Trump no lidere las últimas encuestas por menos de 30 puntos. Ni siquiera la entidad natal de Haley, Carolina del Sur, donde fue gobernadora durante dos mandatos consecutivos, ofrece muchas esperanzas de victoria.

Trump tiene claro que su candidatura está prácticamente garantizada, pero quiere eliminar cualquier atisbo de derrota. Por ello, el expresidente ha declarado en sus últimos mítines que desea “un gran margen” de victoria este martes para aplastar a su rival y desterrar cualquier posibilidad de que le haga frente. Un memorando circulado por su equipo de campaña recuerda que Haley “necesita ganar” sí o sí en Nuevo Hampshire. Si no lo hace, indica, tiene dos opciones: suspender su campaña y respaldar a Trump o prepararse para ser “absolutamente DEMOLIDA y AVERGONZADA en su estado natal de Carolina del Sur”, que celebra sus primarias dentro de tres semanas.

La inevitabilidad del fracaso de Haley si fracasa en Nuevo Hampshire no solo es una cuestión narrativa o numérica, sino que cuenta con amplios precedentes históricos. Ningún aspirante ha perdido nunca la nominación de su partido después de ganar las primarias en los dos primeros estados. Tras su triunfo aplastante en Iowa, es casi una certeza que Trump declarará la victoria en la candidatura republicana si se impone este martes a su rival. Y, a pesar de que sobre el papel todavía faltarán 48 estados por votar, no le faltará razón.

Y de la noche a la mañana, solo quedaron dos. El caucus de Iowa celebrado la semana pasada, el primero de los 50 encuentros electorales que organiza el Partido Republicano para elegir a su candidato, bastó para cargarse de un plumazo a dos de los cuatro aspirantes a la candidatura presidencial republicana. El primero en caer, el empresario Vivek Ramaswamy, no supuso una gran sorpresa, dado que nunca había contado con más de un 5% de intención de voto a nivel nacional. Ha sido el abandono sorpresa del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien durante meses fue considerado el único rival viable de Donald Trump, el que ha llevado a una situación con pocos precedentes: las primarias del Partido Republicano acaban de empezar, pero a la vez se encuentran a punto de concluir.

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