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La candidatura de Calviño para el BEI abre la puerta a una renovación del equipo económico de Sánchez
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Pierde a uno de sus perfiles fuertes

La candidatura de Calviño para el BEI abre la puerta a una renovación del equipo económico de Sánchez

Calviño tiene dos competidores fuertes: la danesa Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea a cargo de Competencia, y Daniele Franco, que fue ministro de Finanzas del Gobierno de Draghi

Foto: Foto de archivo de la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. (EFE/Fernando Alvarado)
Foto de archivo de la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. (EFE/Fernando Alvarado)
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Nadia Calviño, vicepresidenta primera del último Gobierno de Pedro Sánchez, ahora en funciones, disputará la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, la institución que canaliza cada año decenas de miles de millones de euros en financiación pública para inversiones estratégicas de la Unión Europea.

Calviño deberá batirse por el puesto con otros pesos pesados, especialmente la comisaria de Competencia y vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager. El éxito de la candidatura española tendría consecuencias importantes para la estrategia de Sánchez, quien ha situado a Calviño como la cara visible de sus políticas económicas, otorgando a la gallega cada vez más peso en el Gobierno.

Foto: La portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra. (EFE/Mariscal)

Este movimiento, respaldado por Moncloa, llega con el Ejecutivo en funciones y apurado por los plazos establecidos por Bruselas para renovar la cúpula del BEI, pero ni España tenía obligación de presentar candidato, ni este tenía que ser necesariamente Calviño.

El Partido Popular, que ganó las elecciones del 23 de julio, pero no tiene mayoría de investidura, ya mostró en junio su malestar ante la posibilidad de una candidatura de la vicepresidenta. Fue entonces cuando España anunció que optaría al puesto, pero ocultando quién sería el candidato, lo que desató la especulación de que este podría ser la propia Calviño.

Entonces fue Esteban González Pons, vicesecretario de acción institucional del PP y eurodiputado, quien se quejó públicamente de que su formación política no había sido consultada.

Si Calviño gana la carrera, algo que se sabrá a mediados de septiembre, deberá incorporarse a su puesto en Luxemburgo antes del 1 de enero de 2024. El enmarañado escenario político que vive España tras las inconclusas elecciones generales del 23 de julio abren varias posibilidades.

Uno, que en ese momento el Gobierno actual siga en funciones, camino de unas nuevas elecciones generales. Otro, que por entonces ya haya un nuevo Ejecutivo de coalición PSOE-Sumar con el apoyo tácito o explícito del independentismo catalán y vasco.

En ambos escenarios centrales, Sánchez deberá tomar decisiones de calado en el área económica de su Gobierno. Si este sigue en funciones a la espera de una reedición electoral, deberá elegir a un ministro del gabinete que tome las riendas ya en los estertores del mandato en funciones. La duda es si esta figura liderará ese frente durante la campaña o elegirá otra cara visible para el Ministerio de Economía en un hipotético nuevo Gobierno de coalición.

El historial ortodoxo de Calviño ha servido a Sánchez para mandar un mensaje de tranquilidad a Bruselas

En caso de que Sánchez haya logrado formar otro gobierno de coalición con el Congreso saliente del 23-J, la decisión la habrá tenido que tomar antes: si nombrar directamente a su nuevo estandarte económico o ganar unas semanas de tiempo y esperar a que la salida de Calviño se certifique a finales de año.

El historial ortodoxo de Calviño, que llegó al Ministerio de Economía desde su puesto de alta funcionaria de la Comisión Europea, ha servido a Sánchez para mandar un mensaje de tranquilidad a Bruselas y a los mercados internacionales, de los que España depende para emitir cada año casi 200.000 millones de euros de deuda (entre emisiones netas y renovaciones).

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y la presidenta de Banco Santander, Ana Botín. (EFE/Manuel Bruque)

Ese perfil fue especialmente útil cuando Sánchez se vio obligado a incorporar a Pablo Iglesias, entonces líder de Podemos, como vicepresidente, formando el primer gobierno de coalición de la historia de España.

El empresariado español recibió al principio con alivio el nombramiento de Calviño y confió en ella para frenar las propuestas más heterodoxas y radicales de los socios de Gobierno. Sin embargo, a medida que avanzaba la legislatura, esa sensación de alivio fue mutando a medida que Calviño iba adoptando un perfil más político y Sánchez le confió cada vez más peso en la estrategia electoral. El papel del Ministerio de Economía en el traslado de sede de Ferrovial a los Países Bajos o las últimas propuestas para aliviar la carga de los hipotecados tras las subidas del euríbor, que tuvieron que ser pinchadas por el Banco de España, son dos de los puntos bajos recientes que han provocado malestar en el sector empresarial.

Una carrera difícil

La carrera hasta Luxemburgo no es sencilla. Calviño tiene dos competidores muy fuertes: la danesa Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea a cargo de Competencia, uno de los pesos pesados de la política europea desde el año 2014, y Daniele Franco, que fue ministro de Finanzas del Gobierno de Mario Draghi, presentado por el Gobierno de Giorgia Meloni. Hay dos candidatos más, la polaca Teresa Czerwinska, vicepresidenta del BEI y antigua ministra de Finanzas de Polonia entre 2018 y 2019, y el también vicepresidente del banco, Thomas Ostros, pero ambos son gregarios en esta carrera y todos esperan que se quemen en las primeras etapas de las discusiones. Este será un sprint a tres.

Vestager es, en principio, la más fuerte. Tiene una enorme influencia en Bruselas y también en Luxemburgo, donde cuenta con un importante apoyo interno. Por ejemplo, su anterior jefe de gabinete, Kim Jorgensen, es director general del Banco Europeo de Inversiones y el representante de la institución en la capital comunitaria. Pero Vestager se ha visto desgastada por una agria polémica política al intentar nombrar a Fiona Scott Morton, una académica de nacionalidad estadounidense, como economista jefa de la dirección general de Competencia. Los franceses, enfurecidos, han cargado contra Vestager con todo. Detrás de París había más capitales que querían tumbar ese nombramiento, cosa que al final consiguieron. Ese pulso ha dejado dañada a Vestager, pero sigue teniendo muchos apoyos.

A la española le beneficia que su Gobierno no ha sido claramente desahuciado en las elecciones

Franco tiene dos puntos fuertes. Se beneficia del efecto de haber trabajado en el Gobierno de Mario Draghi, un gigante de la política europea, y sobre todo, de su nacionalidad. Roma es, junto con Berlín y París, la máxima accionista del banco y lleva sin ostentar la presidencia desde el año 1970, aunque los dos primeros presidentes de la institución desde 1958 fueron ambos italianos. En contra tiene, en cambio, el lastre de Meloni, aunque la primera ministra italiana cuenta con aliados en otros Gobiernos europeos, como el de Polonia.

En Bruselas la mayoría creen que será una carrera entre Vestager y Calviño. A la española le beneficia que su Gobierno no ha sido claramente desahuciado en las elecciones, por lo que su nombramiento para el BEI no se vería como una simple escapada de emergencia entre el resto de ministros, y que ya le han rechazado en varios puestos internacionales, tanto en el Fondo Monetario Internacional (FMI) como para la presidencia del Eurogrupo, el foro que reúne a los ministros de Finanzas de la Eurozona.

Nadia Calviño, vicepresidenta primera del último Gobierno de Pedro Sánchez, ahora en funciones, disputará la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, la institución que canaliza cada año decenas de miles de millones de euros en financiación pública para inversiones estratégicas de la Unión Europea.

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