El Gobierno propondrá a Nadia Calviño para presidir el Banco Europeo de Inversiones

El Gobierno propondrá a la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, para presidir el Banco Europeo de Inversiones. Este cargo europeo requiere dedicación exclusiva y es incompatible con la vicepresidencia primera del Gobierno que ha ostentado hasta ahora.

Tal y como ha adelantado este viernes El País y ha podido confirmar El Confidencial, la abanderada de la política económica de los Gobiernos de Pedro Sánchez será candidata para encabezar una de las principales instituciones europeas. Solo el año pasado facilitó cerca de 67.000 millones de euros en financiación pública. La carrera por el puesto estaba ya bastante disputada y con la candidatura de Calviño, se encarece todavía más.

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El sustituto del actual presidente, el alemán Werner Hoyer, deberá incorporarse al BEI el próximo 1 de enero. Si la candidatura de Calviño es exitosa, y por esas fechas está en el Ejecutivo, deberá abandonarlo antes de incorporarse a la sede de la institución, ubicada en Luxemburgo. La decisión sobre quién será la nueva cabeza visible del BEI se acordará el 15 y 16 de septiembre, durante la reunión informal que mantendrán en Santiago de Compostela los ministros de Economía y Finanzas de la UE. La decisión formal no se adoptará hasta octubre.

Una silla disputada

La candidatura de Calviño se suma a las de un buen número de pesos pesados. Por un lado, está Margrethe Vestager, actual vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea a cargo de Competencia, una auténtica protagonista de la política europea durante la última década, y considerada como la favorita indiscutible. También está Daniele Franco, que fue ministro de Finanzas del Gobierno de Mario Draghi y que ha sido presentado por el Gobierno de Giorgia Meloni a pesar de ser de un signo político distinto, sabiendo que Franco tiene credenciales y experiencia. Además, están las candidaturas de Teresa Czerwinska, vicepresidenta del BEI y antigua ministra de Finanzas de Polonia entre 2018 y 2019, y Thomas Ostros, otro vicepresidente del banco y que ha sido ministro de Asuntos Financieros, de Educación y de Comercio en el Gobierno sueco entre finales del siglo XX y principios del XXI, aunque tienen menos opciones de hacerse con el puesto.

Calviño ya había anunciado durante la reunión de junio celebrada en Luxemburgo que España presentaría un candidato, pero se negó a aclarar quién sería. Señaló que sería un candidato "óptimo", pero sin nombres. Ya entonces se extendía la sensación de que podía ser la propia Calviño la que estuviera interesada en el cargo. Una fuente diplomática incluso bromeaba sobre la posibilidad de que ese "óptimo" fuera un calificativo para ella misma.

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La inmensa mayoría de las delegaciones pensaban que la fecha límite para presentar candidatos a la carrera para el BEI era precisamente aquella reunión de junio. De hecho, Vestager envió una carta notificando a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, informándole de que intentaría competir por la presidencia del Banco dentro de esa fecha límite. Pero el Gobierno maniobró, habló con unos y con otros para asegurarse de poder presentar una candidatura más tarde, después de las elecciones generales.

Ante la sorpresa de diplomáticos de otros países, en Luxemburgo Calviño aseguró que la fecha límite era “informal”. Una fuente diplomática de Bélgica, el país que ahora mismo preside la junta de gobernadores del BEI, confirmaba que, efectivamente, se trataba de una fecha límite "blanda" y que no era "vinculante legalmente". Como tantas cosas en la Unión Europea, todo es más o menos líquido y gaseoso, todo se adapta a las condiciones políticas, a las necesidades de cada uno. Eso abrió la puerta a que España pudiera presentar un nombre más tarde, después del 23 de julio, e impedir así que si Calviño ponía su nombre encima de la mesa se pudiera atacar al Gobierno señalando que daba por perdidas las elecciones y ya buscaban salidas de emergencia.

El BEI, con sede en Luxemburgo, creado en 1958, es el banco encargado de financiar proyectos a largo plazo alineados con los objetivos políticos de la Unión Europea, cuyos Estados miembros son los accionistas de la entidad. En los últimos tiempos, el BEI ha centrado gran parte de su actividad en la cuestión climática.