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¿Por qué todo es más fácil si te llamas Draghi? El secreto detrás de 'Super Mario'
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¿Por qué todo es más fácil si te llamas Draghi? El secreto detrás de 'Super Mario'

La efusividad con la que mercados, analistas, políticos y medios de todo el mundo tratan al banquero contrastan con las críticas que recibía Conte por decisiones similares

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (Reuters)
El primer ministro italiano, Mario Draghi. (Reuters)

Hay dirigentes con mayor bula por su trayectoria, por lo que simbolizan, por su currículum. El italiano Mario Draghi es uno de ellos. Hace poco se supo que el banquero romano convertido en primer ministro por aclamación había decidido renunciar a su sueldo. La medida ha sido aplaudida por muchos, mientras otros —menos en todo caso— han señalado que en el gesto hay un deje populista. ¿Los que la han aclamado hubieran dicho lo mismo si esa medida la hubiera tomado Salvini, Conte, Trump, Maduro o Putin?

Foto: Mario Draghi (Reuters)

Draghi tiene la vida resuelta con unos ingresos que superaron el año anterior los 600.000 euros. Posee además 10 inmuebles y varios terrenos de los que es propietario o copropietario. En un país donde la clase política goza de una mala reputación, la decisión de no cobrar un sueldo por ejercer un trabajo que debería ser altamente cualificado pone en la picota al resto de políticos que sí cobran por su trabajo. ¿Para ser hoy un político respetado es indispensable demostrar que no se es profesionalmente un político?

“Cómo Mario Draghi está haciendo a Italia un jugador fuerte en Europa”, titulaba el 'New York Times' un artículo el pasado 15 de abril. “El hombre adecuado para Italia… por ahora”, era el editorial de 'The Guardian' cuando el italiano fue nombrado primer ministro. “Italia se ha convertido con Draghi en un modelo europeo”, titulaba el 'Financial Times'. Incluso el periódico alemán 'The Bild', que en 2019 dedicó una portada entera a atacar al italiano cuando estaba al frente del Banco Central Europeo llamándole “Conde Draghila”, con un dibujo en el que tenía los colmillos de un vampiro, ha dicho recientemente que “un gobierno de expertos dirigido por él es una solución para los próximos meses”.

Sin embargo, abajo, en la calle, la alta “pasión” por Draghi comienza a desinflarse un poco ante una realidad más mundana que los titulares de los grandes medios internacionales y los análisis de expertos económicos. “La confianza de los italianos en Draghi ha disminuido levemente, del 60% al 54%, pero sigue siendo muy alta y supera a todos los demás políticos italianos. Una encuesta de Quorum dice que el 50% de los italianos aprueba el trabajo del Gobierno y solo el 25% está insatisfecho. La gestión económica y la pandemia siguen siendo los temas más importantes para los votantes, por lo que esto debería influir en lo que suceda en el futuro”, explica a El Confidencial Lorenzo Ruffino, analista de datos de Quorum/YouTrend.

Foto: La canciller Merkel, junto a Mario Draghi en su despedida como presidente del BCE. (Reuters)

El efecto de las vacunas

Días después, otra encuesta del 'Corriere della Sera', sin embargo, apuntaba a una subida de ocho puntos en el nivel de satisfacción de Draghi y su Gobierno, lo que el propio periódico explica alegando que “indudablemente el avance de la campaña de vacunación representa el motivo principal de esta subida”.

El actual primer ministro goza de alguna manera de dos factores claves en su popularidad: el fabuloso trato que le dan medios y sociedad civil por su currículum, que da seguridad para afrontar la recuperación económica, y el ser visto con buenos ojos por votantes de derecha e izquierda a la vez. El votante de derechas siente que gobierna un banquero liberal y católico con una ideología cercana a la suya y el votante de izquierda sabe que sin Draghi, y con unas elecciones hoy, ganaría por mayoría absoluta el bloque conservador que encabezan los dos partidos de extrema derecha: Lega y Fratelli d’Italia. De alguna manera, Draghi les mantiene en el Gobierno a todos sin suponer un riesgo para ninguno.

Pero la realidad es que el aclamado Draghi tiene un apoyo similar al que tenía el ex primer ministro Giuseppe Conte desde que empezara la pandemia, aunque los titulares y apoyos internacionales fueran entonces menos eufóricos. En diciembre de 2020, semanas antes de que cayera su Gobierno, un 57% de los italianos apoyaba al entonces primer ministro y un 49% apoyaba su Gobierno, según una encuesta del 'Corriere della Sera'. “A Conte se le criticó muchísimo por acaparar él muchas decisiones y con Draghi no se dice nada cuando parece que solo él existe en este Gobierno”, es otro mensaje que hemos escuchado en los últimos días a varios italianos de diversas ideologías.

Conte, que parece futuro candidato del Movimiento 5 Estrellas, ha conservado parte de esos apoyos tras dejar el cargo. De hecho, según también datos de YouTrend de finales de mayo, Conte ha superado de nuevo a Draghi en aceptación directa entre los italianos y es de nuevo el político más apreciado. El primero tiene un 34,7% de apoyos por el 32,8% del actual primer ministro.

Sería difícil encontrar un analista económico que no crea que el cualificado banquero romano es una garantía para manejar los importantes fondos de ayuda que se van a recibir de Europa, pero algunos ciudadanos, que saben poco de fondos europeos y mucho de tener abierto sus bares o gimnasios o mirar las altas cifras de fallecidos por el covid en Italia, empiezan a ver que el prometido cambio, la revolución tecnócrata, no ha sido para tanto.

“Yo esperaba un Gobierno menos político, más tecnócrata”. “Las restricciones se han alargado demasiado”. “Se ha masacrado la economía”. “Faltan mujeres en altos puestos”. “Se está siendo permisivo en la entrada de inmigrantes ilegales”. “Se le está dando alas a la extrema derecha”. Todas estas frases son de ciudadanos italianos que, superado el motivador efecto Draghi, comienzan a tropezar con un complicado Ejecutivo donde las fricciones entre los enemigos que se sientan en la misma mesa son constantes aunque, por ahora, no levantan demasiado la voz.

Foto: El primer ministro italiano, Mario Draghi. (EFE)


Draghi, entre dos Matteos

Los dos Matteo de la política italiana, Salvini y Renzi, que manejaron los hilos de la última crisis de Gobierno entre bambalinas, colocando a Draghi al frente del Ejecutivo, son especialmente efusivos con algunas medidas tomadas por el extraño gabinete del que ellos forman parte.

Salvini ensalza especialmente la figura del nuevo comisario para el covid nombrado por Draghi, el general Francesco Figliuolo. El patriotismo que promueve la Lega cuadra perfectamente con la figura de un militar muy respetado que, tras 40 años de impecable hoja de servicios, está trabajando por que la campaña de vacunas cumpla los objetivos. “Recuperado el tiempo perdido por Arcuri. Gracias, Figliuolo”, ha dicho Salvini. El líder de la Lega recuerda al polémico excomisario de los tiempos de Conte, Domenico Arcuri, que tomó varias medidas casi estrambóticas para luchar contra la pandemia, como la costosa compra de pupitres en las escuelas o la creación de centros de vacunación con forma de flores.

Más complicada y efusiva es aún la posición del ex primer ministro Renzi, quien formó con un grupo de tránsfugas el partido Italia Viva e hizo caer el Ejecutivo de Conte que formaban sus excompañeros de fila y los populistas del M5S. Desde entonces, ha tenido y tiene que justificar una decisión que su electorado de izquierda no terminó de entender, ya que trajo de nuevo al Gobierno a los conservadores de Lega y Forza Italia. Pero, para él, todo ha mejorado con 'Super Mario'. “Hemos dado un giro con las vacunas”, dijo un entusiasta Renzi tras un encuentro con Draghi.

Foto: Foto de archivo de Matteo Renzi. (Reuters)

Sin embargo, la realidad es que Draghi, más allá de empujar y poner al frente de la campaña a un militar comprometido de perfil bajo, no ha hecho grandes cambios en una estrategia frente a la pandemia que ha dado discretos resultados: Italia ha tenido más fallecidos que otros países europeos pese a imponer restricciones mayores. “El Gobierno central tiene un rol marginal en la campaña de vacunación que depende de las regiones. Cualquier aceleración o desaceleración se debe en gran parte a lo que están haciendo las regiones en ese momento y el Gobierno puede hacer poco al respecto. Las comparaciones entre el Gobierno de Conte y el Gobierno de Draghi son difíciles de hacer porque entre enero y febrero hubo pocas dosis y, por lo tanto, fue imposible ir más allá de un cierto ritmo. En enero no se podían superar las 70.000 dosis diarias y ahora estamos en un promedio de 480.000”, explica Ruffino.

¿Se hizo algo mal en el inicio de la campaña de vacunación? “Hay que decir que en enero ni el Gobierno central ni las regiones estaban preparadas para el plan de vacunación. El plan era muy genérico y cuando se dejó de vacunar a personal sanitario y se empezó con la población comenzaron los problemas”, apunta este el experto de YouTrend.

¿Italia ha hecho algo diferente o mejor al vacunar que otros países de la UE? “Italia fue el único de los principales países europeos que no vacunó a los ancianos de inmediato. Comenzó con el personal sanitario y luego, cuando se empezó a vacunar a los de más 80 años se estaba también vacunando a los definidos como trabajadores esenciales, maestros y fuerzas del orden, desperdiciando recursos. No vacunar a los ancianos primero ha provocado probablemente que tengamos muchas más muertes durante la tercera ola que en otros países”.

¿Quién tomó esa decisión? “El Ministerio de Salud cuando Conte todavía estaba en el Gobierno. Inicialmente, AstraZeneca fue aprobado para menores de 50 años y, sin saber cómo usarlo, se decidieron por los maestros y las fuerzas del orden. Luego cambiaron de opinión y Figliuolo emitió una directiva en la que se decía que se daba prioridad a los mayores de 60”, explica Ruffino.

placeholder Centro de vacunación en Italia. (EFE)
Centro de vacunación en Italia. (EFE)


¿A quién le interesa la marca Draghi?

El primer ministro lleva tres meses campeando con su liderazgo discreto un complicado temporal que tiene sobre la mesa: su propio Ejecutivo. La izquierda del PD y la derecha de la Lega han tenido enfrentamientos constantes desde el primer segundo para imponer sus políticas. Mientras, el M5S busca un suelo en el que asentarse en medio de un enorme terremoto interno y con la figura de un Conte casi como único baluarte. Fuera, la extrema derecha de Fratelli d’Italia, encabezada por Giorgia Meloni, sigue subiendo en intención de voto y ya ocupa un tercer lugar a entre dos y tres puntos de poder convertirse en la fuerza más votada. Hasta ahora, ser la única fuerza que se opone al Gobierno Draghi le está siendo rentable.

Todo ese escenario político de complicados equilibrios puede estallar con algunas reformas importantes que debe afrontar Italia y, sobre todo, con la necesidad de llegar a un acuerdo sobre quién será tras 2022 el próximo presidente italiano. La retirada de Sergio Mattarella deja ese trascendental cargo abierto. El propio Draghi sonaba antes de ser nombrado primer ministro como su posible sustituto y ahora, al frente de poner orden en las cuentas italianas y manejar los recursos europeos con una lógica alejada de las urnas, la plaza parece vacante. ¿La acabará ocupando él dando un salto entre ambos despachos?

Es pronto para decir cómo va a acabar el experimento Draghi. Cuando la crisis sanitaria amaine y ya no se hable tanto de vacunas y cierres, la hasta ahora dormida política despertará y ahí el banquero quedará solo ante un enjambre de partidos a los que ya no servirá su reputada marca. Medios como la prestigiosa revista 'The Economist' tienen dudas del éxito de este experimento. “Draghi no permanecerá en el poder para siempre: su puesto es temporal (…). Todo lo que puede hacer es dejar un rastro para los que vendrán después de él. En ese momento, circularán de nuevo dudas sobre Italia”.

Los que vienen después se sientan hoy junto a él y quieren su puesto. A Conte se le juzgó severamente por pactar con la Lega primero y el PD después. Draghi ha pactado, no tuvo más remedio, con todos ellos a la vez.

Hay dirigentes con mayor bula por su trayectoria, por lo que simbolizan, por su currículum. El italiano Mario Draghi es uno de ellos. Hace poco se supo que el banquero romano convertido en primer ministro por aclamación había decidido renunciar a su sueldo. La medida ha sido aplaudida por muchos, mientras otros —menos en todo caso— han señalado que en el gesto hay un deje populista. ¿Los que la han aclamado hubieran dicho lo mismo si esa medida la hubiera tomado Salvini, Conte, Trump, Maduro o Putin?

Mario Draghi Giuseppe Conte Vladimir Putin Movimiento 5 Estrellas Banco Central Europeo (BCE)