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"Hay que ser muy cuidadosos con los impuestos, los actos tienen consecuencias"
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ENTREVISTA A FRANCISCO DE LA TORRE

"Hay que ser muy cuidadosos con los impuestos, los actos tienen consecuencias"

El inspector de Hacienda advierte contra el populismo fiscal de izquierdas y derechas en su último libro: "A la clase media no le queda otra que asumir buena parte del coste de la crisis"

Foto: Francisco de la Torre, autor de 'Y esto, ¿quién lo paga?'. (EFE)
Francisco de la Torre, autor de 'Y esto, ¿quién lo paga?'. (EFE)

Seguramente, usted también se lo ha preguntado unas cuantas veces: "Y esto, ¿quién lo paga?". Si su interlocutor es de derechas, probablemente le diga que un tal Arthur Laffer dibujó un día en una servilleta una curva para demostrar que todos los economistas que le precedieron estaban equivocados: cuantos menos impuestos, más recaudación. Si su interlocutor es de izquierdas, probablemente le diga que esto se financia gravando a las eléctricas, los bancos y las grandes fortunas, que son los que se lo están llevando crudo a costa del sufrimiento de los demás.

Como en su pasado político, del que prefiere no hablar, Francisco de la Torre (Madrid, 50 años) tira por la vía del medio, que es la única que soporta el escrutinio de los datos. La pandemia, dice, nos demostró que resulta imposible sostener un estado del bienestar con impuestos bajos, pero tampoco se puede pretender que la imposición de pagos obligatorios a los agentes económicos, que de otra manera estos nunca afrontarían, no genere repercusiones. Como no podría ser de otra manera, Ferrovial se cuela en la primera pregunta:

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"Me parece preocupante el interés personal, pero es verdad que existe una libertad de establecimiento y de circulación de capitales y de personas, así que entiendo que forma parte del de las cosas que hay que asumir. Este libro se subtitula Economía para adultos. Yo no conozco los datos concretos y no podría hablar sobre la situación fiscal concreta de ese grupo. Pero es verdad que existe una competencia fiscal bastante despiadada entre Estados. Los actos tienen consecuencias y, por tanto, hay que ser muy cuidadosos con determinados impuestos".

Foto: Rafael del Pino, presidente de Ferrovial.

Primera lección: en política fiscal, todo movimiento provoca una secuela. Si hacer la declaración de la renta es el verdadero paso de la adolescencia a la mayoría de edad, el autor de ¿Hacienda somos todos? —un manual de referencia una década después de su publicación— sitúa ahora en el sistema tributario la prueba de madurez de una democracia. De la Torre, que fue presidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados (2016-2019) con Ciudadanos, ha vuelto a su trabajo anterior, el de inspector de Hacienda, y mantiene el didactismo de siempre en Y esto, ¿quién lo paga?, editado por Debate. También durante sus largas explicaciones, cargadas de datos específicos, pero bajo una visión general que le permite alejarse de los asuntos y entenderlos en el contexto en que se producen.

La conversación, celebrada en la sede de la editorial un día después de que la multinacional española de infraestructuras anunciase el traslado de su sede fiscal a los Países Bajos, se prolonga durante casi dos horas. En medio de una discusión pública que funciona a golpe de tuit, la palabra que más se repite es populismo.

PREGUNTA. Después de lo que hemos visto en el Reino Unido con el fracaso del plan fiscal de la ex primera ministra Liz Truss, parece que se ha neutralizado el populismo fiscal de derechas...

RESPUESTA. En el libro hago un alegato contra el populismo. Existen populismos de diversos tipos: hay populismo ecológico, hay populismo económico y hay populismo fiscal, de izquierdas y de derechas. El caso de Liz Truss es paradigmático. Se olvidaba de que los presupuestos son por partida doble: un aumento del gasto hay que financiarlo incrementando ingresos y no reduciéndolos. Era, en mi opinión, creerse sus propias mentiras, pero evidentemente nadie, ni los propios mercados financieros, lo hizo. Es un ejemplo de las cosas que uno no se debe creer, aunque vengan de las personas que están al mando. ¿Bajas los impuestos? Pues recaudas menos. Este caso es particularmente extremo porque el aumento de gasto público se iba en subvencionar unas energías básicamente importadas, como el gas, el petróleo y la electricidad. Sobre esas actividades no se puede recaudar. En fin, suena a chiste, pero ocurre en más sitios de los que creemos. Por ejemplo, hay beneficios extraordinarios de las empresas energéticas que nos gustaría gravar, pero los obtienen los productores de gas y petróleo en el extranjero, a los que no podemos llegar.

Segunda lección: en política fiscal, las buenas intenciones no siempre dan resultados. El propio De la Torre pone un ejemplo personal en un capítulo de su obra. Durante su época como diputado de Ciudadanos, propuso la ley que establecía un impuesto especial para las grandes tecnológicas, conocido como tasa Google. Hasta ahora, la recaudación ha sido un fiasco, y el nuevo tipo global del 15% para las multinacionales aprobado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hace que el tributo español tenga los días contados. "Parecía una buena idea, pero no lo era. La materia prima del sistema fiscal es la información. Normalmente, la Agencia Tributaria tiene más información que los contribuyentes, por eso funciona bastante bien en España. Pero cuando te enfrentas a una gran tecnológica sucede al revés: ella tiene más información que tú", reconoce.

Tercera lección: en política fiscal, las grandes empresas casi siempre van un paso por delante del Estado. No es el único caso que relata en el libro. Los ejemplos más recientes son los impuestos aprobados por el Gobierno para gravar los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas y la banca, además del de las grandes fortunas. De la Torre se opone a todos ellos. Y la conversación deriva inexorablemente hacia el populismo fiscal de izquierdas.

"Los grandes recursos del Estado provienen del trabajo. Decir lo contrario es demagogia"

P. El coronavirus y la guerra de Ucrania han favorecido el regreso del Estado, e ideas que hasta hace muy poco se consideraban descabelladas están a la orden del día. ¿Se está legitimando el populismo económico progresista?

R. En una situación de pandemia lo que se hizo, y creo que es lo correcto, fue trasladar los costes económicos al sector público y hacia el futuro. Esto se traduce en una emisión masiva de deuda pública en un escenario de tipos bajos. Yo creo que no quedaba más remedio, pero eso no es gratis. Y el coste llegó antes de lo previsto. Cuando se reactivó la economía, esta cantidad de dinero en circulación originó unos incrementos de precios que algunos creyeron que eran puramente coyunturales, pero que constituyen una cuestión estructural, y tenemos un problema de inflación. Un ejemplo para olvidar de populismo fiscal de izquierdas es [el economista Thomas] Piketty, que decía que esto se soluciona condonando toda la deuda. Pero no se le hizo caso. Ahora, el Banco Central Europeo, con retraso, se empieza a deshacer de la deuda pública que había comprado. Es un deber ético de Europa. Las soluciones que parecen mágicas al final acaban derivando en una pregunta: ¿y esto quién lo paga? Desgraciadamente, el mantener rentas cuando no hay actividad económica tiene un coste. Se puede diferir ese coste, pero lo que no se puede pretender es que eso acabe saliendo gratis. No todos los costes se pagan con impuestos, pero muchos sí. Y los impuestos los tiene que acabar pagando alguien.

P. ¿Quiénes? ¿Los bancos? ¿Las energéticas? ¿Las grandes fortunas?

R. Hay que ser realistas. Los grandes recursos del Estado provienen del trabajo. Las cotizaciones a la Seguridad Social y el IRPF, y, en segundo término, el IVA, suponen el 80% de la recaudación, que pagan los de siempre. Si sumas todo eso y los impuestos especiales, y lo comparas con lo que se puede obtener por sociedades, que es un impuesto en crisis permanente, y con los nuevos gravámenes extraordinarios y la imposición sobre la riqueza, pues evidentemente a la clase media no le queda más remedio que asumir buena parte de ese coste. Decir lo contrario creo que es demagogia. Tiene un punto de populismo pensar que la recaudación no recae en el esfuerzo de los ciudadanos y empresas de a pie y proviene de lo que están pagando los muy ricos.

Foto: El todavía diputado de Ciudadanos, Francisco de la Torre, en Madrid. (EC)

Cuarta lección: en política fiscal, los impuestos los acaban pagando los de siempre. Y, en este caso, están pagando más que nunca. "El covid no nos ha dejado una crisis fiscal de ingresos como la de 2008, y eso es una muy buena noticia", destaca De la Torre. El economista reconoce que la recaudación está yendo "mucho mejor de lo que esperábamos" y atribuye su espectacular incremento, con marcas históricas en 2022, a la espiral inflacionista. Pero también cree que las turbulencias de los últimos años han provocado algunos cambios profundos en la relación de los españoles con Hacienda, al reforzar la conciencia fiscal y reducir la economía sumergida: "Uno debe saber que hay determinadas actividades que no te queda más remedio que pagarlas con impuestos, como financiar una guerra. Otra cuestión es que, a la hora de buscar cuál es el planteamiento de sistema fiscal que tenemos, todas las ideas sean buenas y cualquier idea de generar un impuesto sea una buena idea".

P. ¿Qué opina de los nuevos tributos creados por el Gobierno?

R. Las prestaciones patrimoniales intentan gravar los beneficios que escapan, a juicio del Gobierno o del legislador, al impuesto de sociedades. Por mi experiencia, un viejo impuesto suele ser bastante más efectivo que crear otro ex novo. Pero es legítimo intentarlo. Uno puede pensar que con el tiempo irán mejorando las circunstancias, que irá mejorando la recaudación. Pero sería preferible que el impuesto sobre los beneficios fuese único, y que diese mejores resultados que los actuales. El impuesto actual de sociedades tiene muchos problemas, pero, con todo, al final creo que sería preferible cuando uno suma la recaudación. Y al otro lado de la balanza también hay que ver cuáles son los efectos negativos, que los tienen todos estos nuevos impuestos.

"Hubiese sido preferible abordar la reforma de los impuestos que tenemos antes que la creación de nuevas figuras puramente temporales"

Quinta lección: en política fiscal, crear un nuevo tributo no es mejor que reformar uno ya existente. Pero el Gobierno se ha lanzado a una proliferación de figuras impositivas con un argumento moral: aquellos que se están beneficiando de la crisis deben contribuir a paliar el sufrimiento de aquellos que se han visto perjudicados. La situación recuerda a la de la Gran Recesión de 2008, cuando muchos pidieron que el dinero de los contribuyentes no acudiese al rescate de los bancos que crearon el problema. Pese a erigirse en uno de los diputados más críticos con la forma en que se emprendió el rescate bancario durante la década pasada, De la Torre reconoce que no había otra opción: "En la vida hay que aceptar que algunos problemas tienen una solución menos buena de la que nos gustaría".

Sexta lección: en política fiscal, hay que ser pragmático. No conviene iniciar batallas que no llevan a ningún sitio, como la del Gobierno con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a cuenta del dumping fiscal de la región capitalina.

"El problema del Libro Blanco para la reforma fiscal fue el momento en que se presentó"

P. ¿El nuevo impuesto sobre las grandes fortunas es una forma de armonizar patrimonio por la puerta de atrás?

R. El actual impuesto de patrimonio tiene sus problemas, básicamente porque en el resto de Europa no existe algo similar. Pero es una cuestión legítima, porque el artículo 133 de la Constitución faculta al Estado a crear impuestos, y este ha cedido su recaudación a las comunidades autónomas. Lo que no parece razonable, y lo que no se entiende muy bien, es por qué se crea un nuevo tributo en lugar de armonizar el tributo existente y, si tiene problemas, modificarlo. Esto se me escapa. Creo que hubiese sido preferible armonizar el sistema en línea con lo que proponía el Libro Blanco de 2022 para la reforma fiscal.

P. El Gobierno ha dado carpetazo a las recomendaciones de los expertos con la excusa de la invasión de Ucrania. ¿Estamos poniendo parches en nuestro sistema fiscal en lugar de ponerlo al nivel de Europa?

R. La propuesta quedaba desfasada por la guerra y por otro factor importante, que es la inflación. También por un tercer factor, que es la crisis energética. Yo creo que hubiese sido preferible intentar abordar una reforma de los impuestos que tenemos antes que la creación de nuevas figuras puramente temporales. Pero es cierto que algunas medidas que proponían los expertos eran muy complicadas de llevar a cabo inmediatamente, por ejemplo, las de fiscalidad energética. El principal problema que tuvieron fue el momento en que se presentaron.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (EFE/Pepe Torres)

Séptima lección: en política fiscal, como en la vida, el timing importa. El del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se frustró cuando Truss se dio de bruces con la realidad y obligó al PP a dejar en un segundo plano su discurso económico basado en las rebajas de impuestos. El del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se está torciendo por la huida de Ferrovial a menos de tres meses para las elecciones autonómicas y municipales. Y el de Francisco de la Torre hace tiempo que no corre al ritmo de la política. Su vocación, dice, es que su obra tenga permanencia. Por eso, en las 350 páginas del libro hay que buscar con lupa las alusiones a otros protagonistas del momento más inestable de la reciente historia política española.

Seguramente, usted también se lo ha preguntado unas cuantas veces: "Y esto, ¿quién lo paga?". Si su interlocutor es de derechas, probablemente le diga que un tal Arthur Laffer dibujó un día en una servilleta una curva para demostrar que todos los economistas que le precedieron estaban equivocados: cuantos menos impuestos, más recaudación. Si su interlocutor es de izquierdas, probablemente le diga que esto se financia gravando a las eléctricas, los bancos y las grandes fortunas, que son los que se lo están llevando crudo a costa del sufrimiento de los demás.

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