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La devaluación de los salarios reales dispara la competitividad de la economía
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ÍNDICE DE TENDENCIA DE LA COMPETITIVIDAD

La devaluación de los salarios reales dispara la competitividad de la economía

La devaluación salarial, como sucedió en la anterior crisis, ha vuelto. Esto explica que España esté ganando competitividad en los mercados exteriores. La productividad, por el contrario, sigue estancada

Foto: Vista de una tienda en el centro de Madrid. (Europa Press/Carlos Luján)
Vista de una tienda en el centro de Madrid. (Europa Press/Carlos Luján)
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La noticia buena es que España gana competitividad frente a nuestros socios comerciales, la mala es que lo hace no porque se hayan producido apreciables ganancias de productividad, sino porque los salarios reales descienden.

Así lo pone de relieve el Informe trimestral de competitividad (ITC) de la economía española, que elabora el Ministerio de Industria y que refleja que el índice de tendencia de la competitividad calculado frente a la Unión Europea disminuyó un 3,6% en el tercer trimestre de 2022 en tasa interanual, lo que significa que mantiene la tendencia de los trimestres anteriores. Un descenso, al contrario de lo que puede interpretarse de forma intuitiva, supone ganancia de competitividad, y, al revés, un aumento significa justamente lo contrario.

La causa de esta ganancia de competitividad hay que vincularla, como sostienen los técnicos de Industria, a la evolución del índice de costes laborales unitarios, que descendió un 4,1%, ya que el índice de tipos de cambio subió un 0,5%. Si la comparación se hace con los países del euro, hacia donde se dirige más de la mitad de las exportaciones, el resultado es muy parecido. España ganó un 3,3% de competitividad.

Esto significa, ni más ni menos, que la competitividad de la economía española a la luz de los costes laborales ha recuperado niveles de 2012 y 2013, cuando desde el Gobierno se impulsó un proceso de devaluación salarial con el objetivo de que España recuperara la competitividad perdida desde que comenzó a funcionar la unión monetaria. CaixaBank ha estimado que entre 2008 y 2019 los costes laborales apenas crecieron un 0,6%, muy lejos del 3% que se incrementaron entre 2000 y 2007.

Foto: Un empleado de una fábrica de casas prefabricadas. (EFE/Ismael Herrero)

Entre 2002, que es cuando comenzó a circular la moneda única, y enero de 2008, en plena burbuja inmobiliaria, España perdió alrededor de un 14% de competitividad frente a la eurozona, pero posteriormente fue recuperando el terreno perdido gracias a una dura política de ajuste salarial. Ahora, con el repunte de la inflación, está sucediendo algo parecido. Con base 100 en 2010, el índice de tendencia de la competitividad se situó en septiembre (últimos datos publicados) en 89,9 puntos.

Productividad y costes laborales

Esto es así porque mientras que en España los CLU (costes laborales unitarios) han caído un 0,2% en 2022 respecto del año anterior, tanto en Alemania como en Francia, Italia o Países Bajos han subido entre un 2,6% y un 4,6%, lo que explica la mayor competitividad de la economía española, aunque a costa de los salarios. Como recuerda Industria, en todos los países de la Unión Europea no pertenecientes a la zona euro, igualmente, crecieron los costes laborales respecto del periodo enero-septiembre del año anterior.

Los costes laborales unitarios, como se sabe, relacionan lo que cuesta contratar a un trabajador en función de la productividad que se obtenga, y son un indicador fundamental en el contexto de unas economías muy competitivas en las que se compite principalmente por precios. En particular, en sectores de bajo valor añadido.

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Los datos más recientes de Estadística muestran que los costes laborales unitarios se aceleraron en el último trimestre de 2022, con un crecimiento del 3,2% respecto del cuarto trimestre de 2021. Esa tasa fue inferior en dos puntos porcentuales a la variación experimentada por el deflactor implícito de la economía (5,2%), lo que revela que no son los costes laborales lo que está haciendo crecer la inflación. En la misma línea, la remuneración por asalariado, y aquí entran los puestos de trabajo creados por la economía española, está creciendo un 3,8%. El deflactor mide el total de la inflación que incorpora una economía y sirve, por ejemplo, para diferenciar precios corrientes y constantes (sin inflación).

No está sucediendo lo mismo con la productividad, que ha sufrido fuertes oscilaciones desde la irrupción del covid. El último dato corresponde a la Contabilidad Nacional del conjunto de 2022 y muestra un estancamiento por hora efectivamente trabajada en términos anuales (0,0%). La productividad por hora trabajada, de hecho, todavía se sitúa por debajo de los niveles alcanzados inmediatamente antes de la pandemia.

La productividad por hora trabajada todavía se sitúa por debajo de los niveles alcanzados inmediatamente antes de la pandemia

No parece que en 2023 vayan a mejorar mucho las cosas. El Panel de Funcas, que reúne a los principales institutos de coyuntura del país, prevé que la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo crezca este año apenas un 0,3%, mientras que los costes laborales unitarios avancen un 3,1%. La propia Comisión Europea, en su informe sobre España de mayo del año pasado, recordó la existencia de factores estructurales que impedían un crecimiento robusto de la productividad y, en consonancia, un aumento del potencial de crecimiento de la economía. Bruselas, en concreto, citó la brecha de innovación digital, la escasez de habilidades y desajustes en el mercado de trabajo y las barreras regulatorias. No en vano, España, con el 1,4% del PIB, es uno de los países que menos invierten en I+D, muy por debajo del 2,2% de la Unión Europea.

En el conjunto de 2022, en todo caso, España no solo ha ganado competitividad vía costes laborales, también lo ha hecho por la menor alza de los precios. El índice de tendencia de la competitividad, en concreto, muestra una disminución del 1% a la luz de la evolución del IPC respecto de la Unión Europea, lo que representa una mejora en igual proporción. Desde abril de 2021 y hasta agosto de 2022, la eurozona tuvo tasas inferiores a las de España, pero, desde entonces, las tasas nacionales han sido inferiores a las de la eurozona.

La noticia buena es que España gana competitividad frente a nuestros socios comerciales, la mala es que lo hace no porque se hayan producido apreciables ganancias de productividad, sino porque los salarios reales descienden.

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