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España recupera el 60% de la competitividad perdida con Alemania por los despidos
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LOS COSTES LABORALES UNITARIOS SE HUNDEN

España recupera el 60% de la competitividad perdida con Alemania por los despidos

La noticia buena es que España ha recuperado el 60% de la competitividad perdida con Alemania desde el euro. La mala, que ha sido a costa de los salarios y los despidos

Foto: El pulpo Paul pronosticó el pase España a la final del Mundial de Sudáfrica 2010 con una clara victoria en la semifinal contra Alemania. (EFE)
El pulpo Paul pronosticó el pase España a la final del Mundial de Sudáfrica 2010 con una clara victoria en la semifinal contra Alemania. (EFE)

La factura ha sido muy elevada. Tanto en términos de recortes salariales como de despidos. Pero lo cierto es que España ha logrado recuperar al acabar el año 2016 buena parte de la competitividad perdida durante los años de expansión económica. Al menos, desde el punto de vista de los costes laborales unitarios (CLU), uno de los indicadores clave para evaluar la competitividad de una economía.

En concreto, y frente a Alemania, la distancia se ha reducido en 21,5 puntos porcentuales. O lo que es lo mismo, si en el primer trimestre de 2008, el punto álgido del anterior ciclo expansivo, los costes laborales unitarios españoles eran un 33,9% superiores a los de Alemania —el ancla sobre el que gira la zona euro—, en el tercer trimestre de 2016 esa distancia se había reducido hasta el 12,4%. El año base que se utiliza para hacer las comparaciones es 1999, cuando se lanzó la unión monetaria.

La cara amarga de este significativo avance en competitividad exterior son los despidos y los bajos salarios. Desde entonces, y según la Encuesta de Población Activa (EPA), España ha destruido casi 2,1 millones de puestos de trabajo y los salarios han perdido poder adquisitivo.

Los costes laborales unitarios, como se sabe, se calculan como la ratio entre la remuneración por asalariado y la productividad del trabajo. Es decir, se trata de un indicador de competitividad que sirve para evaluar la capacidad de las empresas españolas para competir en los mercados internacionales. La productividad del trabajo, por su parte, se mide como el producto interior bruto (PIB) a precios constantes dividido entre el número total de personas empleadas utilizando las cuentas nacionales trimestrales publicadas por Eurostat.

Los datos proceden del Banco Central Europeo (BCE), y reflejan con nitidez cómo los duros ajustes han permitido a España ganar competitividad exterior. Tanto frente a la zona euro como respecto del resto de países de la UE que mantienen su propia moneda. Hasta el punto de que, desde el lanzamiento del euro, la competitividad en relación a los costes laborales unitarios es hoy superior a la de países como Francia y Bélgica. Alemania, por el contrario, sigue siendo un país extraordinariamente competitivo.

Solo Irlanda es más competitiva que el país de Angela Merkel, cuyos costes laborales han seguido comportándose de una forma muy moderada incluso durante los años de fuerte crecimiento. Ni siquiera el hecho de que Alemania tenga, en la práctica, pleno empleo (su tasa de paro es del 4,1%) parece afectar a la competitividad de las empresas germanas. No solo por la moderación salarial, sino, sobre todo, por los avances en productividad. En España, por el contrario, el PIB avanza por el empleo, pero no por la productividad, lo que hace muy vulnerable a la economía en función de la evolución del mercado laboral.

Grecia y la moneda única

Estonia es, con diferencia, el país que más competitividad ha perdido desde el nacimiento de la moneda única, aunque hay que destacar el caso de Grecia, que de ser uno de los países menos competitivos durante la década pasada, hoy está en mejores condiciones que España. En ambos casos, debido a los ajustes que se han producido tanto en salarios como en plantillas, lo que favorece la competitividad exterior de las empresas.

El último informe oficial sobre la competitividad de la economía española muestra que la tendencia continuó en 2016. Frente a los países de la eurozona, el indicador retrocedió un 0,7% interanual en el tercer trimestre de 2016, lo que significa que ya se han registrado 13 trimestres consecutivos en los que se mejora la competitividad frente a la zona euro. En concreto, desde el tercer trimestre de 2013. Este comportamiento, como sostiene Economía, se debió al descenso experimentado por los precios españoles frente a un incremento en media de los precios de los países de la zona euro.

Las malas noticias, sin embargo, comienzan a observarse desde el lado de la inflación. Como refleja el Observatorio de BBVA Research, el indicador adelantado de IPC señala que la inflación general se ha acelerado en ocho décimas, hasta el 1,5% interanual. Básicamente, por el aumento de los precios de la energía, y solo moderadamente por el empuje de la inflación subyacente (sin energía ni alimentos no elaborados). En todo caso, el diferencial de inflación favorable respecto a la zona del euro se ha moderado hasta los -0,1 puntos porcentuales, lo que significa 0,4 puntos menos que hace dos años. Es decir, esas ganancias de competitividad se van suavizando.

La factura ha sido muy elevada. Tanto en términos de recortes salariales como de despidos. Pero lo cierto es que España ha logrado recuperar al acabar el año 2016 buena parte de la competitividad perdida durante los años de expansión económica. Al menos, desde el punto de vista de los costes laborales unitarios (CLU), uno de los indicadores clave para evaluar la competitividad de una economía.

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