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Las sucesivas crisis expulsan a los jóvenes de las clases medias y ensanchan la desigualdad
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40 AÑOS DE CAMBIOS SOCIALES

Las sucesivas crisis expulsan a los jóvenes de las clases medias y ensanchan la desigualdad

El Banco de España estima que en 1980 el PIB per cápita de los españoles en paridad de poder de compra con 2015 se situaba en 14.400 unidades, mientras que en 2020 se había incrementado un 69%

Foto: Jóvenes en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
Jóvenes en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
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En 1981, en los albores de la democracia, el CIS, heredero del viejo Instituto de la Opinión Pública de la época franquista, publicó un estudio en el que preguntó sobre la posición en que se situaba cada encuestado en la pirámide social. La mayoría, un 41,8%, se consideró clase media, mientras que otro 17,6% se autodenominó clase obrera y trabajadora. Adicionalmente, otro 1,6% se definió como clase media-alta. En total, por lo tanto, un 61% llegó a incluirse dentro de lo que habitualmente se denominan clases medias. Fuera de estas posiciones se situaron quienes se consideraron clase alta, capitalistas o ricos (sic), pero también quienes consideraron que su estatus social era de clase baja o simplemente pobre.

En 2021, cuarenta años después, el CIS hizo un estudio similar y las respuestas fueron algo diferentes. Tampoco radicalmente distintas. El 48,1% se consideró clase media-media y el 18% media-baja. Otro 8,8% se incluyó así mismo como clase trabajadora y el 7,8% se vio como clase media alta. En total, un 82,7%. En este caso, quienes quedaron fuera de la clasificación fueron las clases bajas, los pobres y los que el CIS denomina proletarios, utilizando la vieja terminología del XIX, además de los ricos.

Foto: El presidente del CIS, José Félix Tezanos. (EFE/Chema Moya)

La razón de estas diferencias, lógicamente, tiene que ver con los cambios sociales que se han producido en España en las últimas cuatro décadas y en consecuencia con la mejora en la renta disponible de las familias a la luz de los aumentos del PIB per cápita. El Banco de España estima, en concreto, que en 1980 el PIB per cápita de los españoles en paridad de poder de compra de 2015 se situaba en 14.400 unidades, mientras que en 2020 había ascendido hasta las 24.300 unidades. Es decir, un incremento del 69%.

Percepción individual

Aunque es evidente que no se puede hacer una comparación automática entre ambas encuestas porque las circunstancias han cambiado de forma determinante, lo que reflejan los datos del CIS es que se mantiene ampliamente la percepción individual de que España, pese a todos los avatares y las sucesivas crisis económicas, sigue siendo un país dominado por clases medias.

Existen otras diferencias más claras en los extremos de la pirámide social. Mientras que en 1981 apenas el 1,6% se consideró clase media-alta, hoy ese porcentaje se ha incrementado hasta el 7,8%, casi cinco veces más. Igualmente, y atendiendo a la parte baja de la clasificación en el sentido físico del término, hoy apenas el 7,3% de los encuestados se considera clase baja, menos de la mitad (un 16,5%) que hace cuatro décadas.

La otra gran diferencia tiene que ver con el número de pobres. En 1981, nada menos que el 11,5% de los encuestados se situaba en esa categoría, mientras que en 2021 ese porcentaje había caído hasta el 1,6%. El número de ricos, por el contrario, no ha sufrido grandes transformaciones. Ayer y hoy, alrededor del 1% se incluye en esa categoría.

En 2021 la renta media por hogar se situó en 30.552 euros, o 35.497 si se imputa el alquiler de la vivienda, aunque se trate de una casa comprada

Esto quiere decir, ni más ni menos, que los cambios más notables se han producido en el extremo por abajo. Pero con todo, y con los matices que se quieran, España, como el resto de países avanzados, sigue siendo un país de clases medias entendidas con la definición que da la OCDE: grupo de población que vive en hogares con unos ingresos situados entre el 75% y 200% de la mediana nacional. En 2021, según Estadística, la renta media por hogar se situó en 30.552 euros, o 35.497 si se imputa el alquiler de la vivienda, aunque se trate de una casa comprada.

La propia OCDE, en su último informe sobre clases sociales, ha estimado que el peso de la clase media en España se sitúa hoy en el 55%, si bien por debajo de la media de los países que forman parte de la organización, un 61%. ¿A qué se debe esta diferencia? Básicamente, a la distancia que existe en el segmento de los más pobres. Mientras que en la media de la OCDE el 11% de la población se considera clase baja, en España ese porcentaje sube al 16%. España, por el contrario, tiene una distancia a favor de seis puntos respecto de lo que se considera clase media-media, mientras que en cuanto a los más ricos se sitúa ligeramente por encima (tres puntos).

¿Y por qué hay más pobres en España? La OCDE da la clave, también un reciente estudio que ha realizado la Fundación Disenso. Es la situación de los jóvenes lo que explica la diferencia. Lo singular es que históricamente quienes se situaban en los niveles más bajos de los ingresos habían sido las personas mayores, pero esto ha cambiado. La clase baja se autoalimenta hoy de los jóvenes y no de la tercera edad, lo que es un cambio significativo en el mapa social del país. Como sostiene gráficamente el estudio de Disenso, "se puede decir que, en España, la clase media está envejeciendo mientras los jóvenes se están empobreciendo".

Lo malo, sin embargo, no es solo la fotografía actual. Como sostiene la OCDE en último informe, también se ha producido una caída en la probabilidad de que los hogares de rentas más bajas logren ascender al tramo de ingresos medios. El deterioro para el conjunto de la OCDE ha sido de cuatro puntos porcentuales, pasando del 71% al 67%, mientras que en España la caída ha sido de seis puntos porcentuales. ¿La causa? De nuevo, la situación de los jóvenes, y en particular por su situación laboral. La tasa de paro juvenil se sitúa en España en el 32,3%, algo más del doble de la media de la eurozona.

El ascensor social

¿Qué significa esto? Pues ni más ni menos que el asesor social avanza según las edades. Funciona con paradas bruscas en las edades más tempranas a causa de las continuas crisis económicas, que incluso provocan en ocasiones que el pasajero descienda a la planta de más abajo mientras sube sin hacer extraños ni peligrosas interrupciones en las edades más avanzadas.

Hay un factor adicional, al margen del desempleo. La Fundación Disenso, en un trabajo que es fundamentalmente técnico y carece de interpretaciones ideológicas, lo achaca a razones demográficas. Sus técnicos han observado que el invierno demográfico empieza a hacer mella, lo que explica que el descenso de la participación de las clases medias sobre la renta bruta del país no haya experimentado una caída tan fuerte como la que se ha dado en el mundo desarrollado. Por decirlo de una manera directa: como en los hogares hay menos miembros, la renta real disponible decrece menos. Otra cosa es la sostenibilidad en el tiempo de esta situación, sobre todo por lo que condiciona el sistema público de pensiones, que se basa, precisamente, en que los activos pagan las pensiones de los jubilados.

La situación se complica si además se tiene en cuenta que durante las crisis, según los datos de la OCDE, el 40% de los hogares españoles de clase media experimenta caídas o subidas interanuales de más del 20% en sus niveles ordinarios de renta. Y quienes más sufren esta incertidumbre, de nuevo, son los jóvenes, contratos más precarios, aunque se llamen fijos discontinuos.

Hay una consecuencia adicional. Como recuerda la Fundación Disenso, España presenta uno de los Índices de Gini —la medida más utilizada para calcular la desigualdad— más bajos de las economías más desarrolladas. Algo similar sucede cuando se mide la concentración de riqueza por parte del 10% más rico. Esto quiere decir que la distribución de los activos controlados por la sociedad española es más igualitaria en nuestro país que en el resto de las economías comparables, por lo que este "no sería un factor determinante capaz de explicar el peor desempeño de las clases medias".

Un reciente estudio del Observatorio Social de la Fundación la Caixa matiza esta afirmación. Para sus autores, la participación en la renta nacional del 1% más rico de la población se sitúa en máximos históricos. En 2018, este colectivo concentraba un 18% de la renta nacional, aproximadamente tres puntos más que en la primera década del siglo. Su conclusión es que el grueso de este aumento se debe al crecimiento de las rentas del capital.

¿La consecuencia? La dispersión de ingresos entre grupos de edad se ha acentuado a causa de una mayor tasa de desempleo y de unos salarios más bajos entre las cohortes más jóvenes. Estas tendencias, de hecho, son algunas de las razones que explican por qué España presenta unos niveles de desigualdad de la renta antes de impuestos muy superiores a la media europea.

En 1981, en los albores de la democracia, el CIS, heredero del viejo Instituto de la Opinión Pública de la época franquista, publicó un estudio en el que preguntó sobre la posición en que se situaba cada encuestado en la pirámide social. La mayoría, un 41,8%, se consideró clase media, mientras que otro 17,6% se autodenominó clase obrera y trabajadora. Adicionalmente, otro 1,6% se definió como clase media-alta. En total, por lo tanto, un 61% llegó a incluirse dentro de lo que habitualmente se denominan clases medias. Fuera de estas posiciones se situaron quienes se consideraron clase alta, capitalistas o ricos (sic), pero también quienes consideraron que su estatus social era de clase baja o simplemente pobre.

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