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Salarios e impuestos hunden la renta de los hogares españoles
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Ha caído un 7% en términos reales

Salarios e impuestos hunden la renta de los hogares españoles

La pandemia y la crisis inflacionista han lastrado en dos fases la renta disponible de las familias, que acumula un descenso del 7% desde 2019, mientras que en la eurozona ha crecido un 2%

Foto: La inflación lastra la renta de los hogares. (EFE/Ismael Herrero)
La inflación lastra la renta de los hogares. (EFE/Ismael Herrero)
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España puede presumir de ser el país, de los grandes de Europa, que más creció en 2022. Un avance del PIB superior al 5% (el dato aún no está publicado) que, sin embargo, esconde que se trata del país que va más retrasado en la recuperación. La realidad es que es uno de los pocos países desarrollados que aún no ha recuperado los niveles de actividad previos a la pandemia. La gran reactivación del turismo internacional (que ya está por encima de los niveles prepandemia) impulsó el crecimiento durante el año 2022, y ya no es la excusa para explicar la excepción española. El verdadero motivo del retraso en la recuperación de España está en la lenta recuperación de la renta de los hogares y, por extensión, de su consumo.

En los tres primeros trimestres de 2022, la renta disponible bruta de los hogares fue un 4% superior a la del mismo periodo de 2019. Sin embargo, si se resta la inflación, la renta real fue un 7% inferior. Sirva como comparativa que en el año de la pandemia el PIB se desplomó un 12% también en términos reales. No hacen falta muchos más datos para comprender que la renta de las familias sigue hundida. En el conjunto de la eurozona, la renta real ha crecido ya casi un 2%.

El siguiente país que peor está, de entre los grandes del euro, es Italia, que registra una caída de la renta disponible real del 2,5%. Se trata de un descenso de la renta que es menos de la mitad del que han sufrido los hogares españoles. En el extremo opuesto se encuentra Países Bajos, con un crecimiento de su renta real de casi el 5%.

Foto: Un empleado de una fábrica de casas prefabricadas. (EFE/Ismael Herrero)

La caída de la renta disponible se produjo en dos fases: la recesión de la pandemia y la crisis inflacionista. España ya iba rezagada en la primera y la situación ha seguido empeorando en la segunda. La tormenta perfecta. Hay dos factores que explican la gran distancia que separa a España del resto de países europeos: el pobre desempeño del mercado laboral y la subida de la presión fiscal.

La remuneración de asalariados en España se ha incrementado un 7,3% desde el año 2019, sin embargo, si se resta la inflación, el resultado es una caída de la renta salarial del 3,7%. Se trata del peor dato de todos los grandes países europeos y que contrasta con la subida de casi el 6% de los salarios en Portugal en términos reales.

Y eso a pesar de que la recuperación del mercado laboral es el gran orgullo del Gobierno en materia económica. España ha superado por primera vez en la historia los 20 millones de cotizantes, superando el pico de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, España no es una excepción. Al menos, no la excepción buena. La principal característica del crecimiento económico de los últimos años es que ha sido muy intenso en creación de empleo.

El número de asalariados en los tres primeros trimestres fue un 0,9% superior al del mismo periodo de 2019 (medido en contabilidad nacional). Un dato que sería muy positivo si no es porque se trata del menor crecimiento de entre los grandes países de la eurozona. En Países Bajos el crecimiento supera el 4% y en Francia y Portugal supera el 3,5%. Es más: si se analizan las horas efectivamente trabajadas, España está todavía un 0,5% por debajo de los niveles de 2019. En definitiva, el buen comportamiento del empleo en cifras absolutas no lo es tanto si se compara con el resto de grandes economías europeas. El menor crecimiento del empleo y el pobre desempeño de los salarios explican la pérdida de renta salarial real.

Pero en paralelo se ha producido un importante aumento de los impuestos directos, los que gravan renta y patrimonio, afectando directamente a la renta disponible de los hogares. La suma de impuestos directos y cotizaciones sociales netas se incrementó en casi 34.000 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2022 respecto al mismo periodo de 2019, lo que supone un alza de nada menos que el 16,6%. Si se compara con la masa salarial, en este mismo periodo aumentó en 31.000 millones de euros. Solo en Portugal creció más rápido la recaudación y fue un 17,1% más, dato comprensible si se tiene en cuenta que las rentas salariales crecieron en Portugal casi el doble que en España.

En total, el incremento de la recaudación restó cinco puntos porcentuales al crecimiento de la renta disponible. Si se tiene en cuenta que la renta disponible creció en cuatro puntos (en términos nominales) significa que sin el aumento de la carga tributaria habría sido algo más del doble. Este incremento de impuestos y cotizaciones tiene muchas causas, la más importante es el crecimiento de las bases imponibles por el crecimiento de la renta y por el afloramiento de economía sumergida durante la pandemia. También están influyendo la inflación y la subida de impuestos y cotizaciones sociales, aunque en menor medida.

Foto: Una sede de la Agencia Tributaria en Madrid. (EFE/Miguel Osés)

La otra cara de la moneda de la intervención pública es que las prestaciones sociales actuaron como soporte de la renta de los hogares. En especial destacan las pensiones, que siguen siendo el gran motor de los ingresos de las familias. Las transferencias monetarias (que incluyen también ayudas públicas y prestaciones de desempleo) aumentaron nada menos que un 15%. Esto es, las transferencias públicas a los hogares crecieron más del doble que los salarios.

Además, también se puede sumar a la renta de las familias (renta disponible ampliada) las transferencias en especie, que incluyen los servicios públicos sociales como la sanidad, la educación o la dependencia. Estas prestaciones en especie aumentaron un 16,5% en gran medida como consecuencia del refuerzo de la atención sanitaria tras la pandemia. En total, la suma de las prestaciones sociales monetarias y en especie aportó seis puntos a la renta disponible ampliada de las familias. Esto es, todo el crecimiento de la renta vendría explicado por las prestaciones públicas.

El resultado de estas cuentas no financieras es que los hogares en España todavía están lejos de recuperar los niveles de ingresos reales previos a la pandemia. La recuperación del mercado laboral ha sido peor de lo que presume el Gobierno, si se tiene en cuenta que la creación de empleo y la subida salarial se sitúan por debajo de la media europea. Además, el aumento de la carga fiscal directa sobre las familias está restando recursos a las familias. En contrapartida, el sector público se está erigiendo en el gran soporte del crecimiento de la renta, aunque en gran medida se trata de transferencias a las personas mayores para el pago de las pensiones.

España puede presumir de ser el país, de los grandes de Europa, que más creció en 2022. Un avance del PIB superior al 5% (el dato aún no está publicado) que, sin embargo, esconde que se trata del país que va más retrasado en la recuperación. La realidad es que es uno de los pocos países desarrollados que aún no ha recuperado los niveles de actividad previos a la pandemia. La gran reactivación del turismo internacional (que ya está por encima de los niveles prepandemia) impulsó el crecimiento durante el año 2022, y ya no es la excusa para explicar la excepción española. El verdadero motivo del retraso en la recuperación de España está en la lenta recuperación de la renta de los hogares y, por extensión, de su consumo.

Salarios de los españoles Impuestos
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