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José Manuel Naredo: "El PIB es un invento perverso"
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José Manuel Naredo: "El PIB es un invento perverso"

El economista Naredo fue pionero en los estudios sobre la relación entre la actividad humana y la economía. En esta entrevista muestra su angustia porque el desarrollismo se ha impuesto pese a las bellas palabras

Foto: José Manuel Naredo posa para EC. (EC/J. I. R.)
José Manuel Naredo posa para EC. (EC/J. I. R.)
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José Manuel Naredo (Madrid, 1942) ha sido cocinero antes que fraile. Tal vez por eso, el veterano economista habla con toda libertad sobre su primer oficio, que no era otro, en su calidad de estadístico facultativo, que desentrañar las cuentas nacionales. O el PIB, como se prefiera. Algunas décadas después, está totalmente desengañado y reconoce su escepticismo sobre lo que indica la Contabilidad Nacional. Cuestiona, sobre todo, que olvide el impacto medioambiental que tiene la actividad humana sobre el planeta.

Pionero de un análisis global que integre economía y ecología, vive en primera persona las consecuencias de la transformación agresiva del territorio. Su residencia es una amplia casa rodeada de un frondoso jardín construida en un generoso espacio que un día fue una vaquería, pero que hoy es lo más parecido a un oasis. Rodeado de torres urbanas, Naredo resiste como si se tratara del último mohicano contra el crecimiento a costa del planeta.

Foto: Imagen de archivo de la bolsa española. (EFE/Ana Bornay) Opinión
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José Manuel Naredo

PREGUNTA. No tiene la sensación de que el mundo camina a lomos de crisis sucesivas. Todas son diferentes, pero en el fondo todas tienen muchos elementos en común. Parece que las crisis se han convertido ya en una forma de vida.

RESPUESTA. Recuerdo la estanflación de los 70. Ahora hay un paralelismo fuerte. Entonces, parecía que se había acabado la era del crecimiento económico, como en la posguerra. Existe un claro fracaso porque el manejo de las políticas de demanda y de oferta en aras de facilitar crecimiento lo que hicieron fue facilitar las estanflación. Ahora se reproduce en un contexto diferente. Pero vamos, que vuelve otra vez a aflorar ese problema.

P. Lo que sí ha cambiado es la respuesta de la política económica. Cincuenta años después de aquellas crisis, que trajeron un nuevo orden conservador, vuelve a reinar el keynesianismo. Aumenta el gasto público y Europa tiene unos niveles de deuda impensables en los años 80 y 90.

R. Sí, sí. Es verdad. Frente a la crisis del 29, se ha optado por generar una liquidez impresionante. Entonces, se plantearon recortes, pero ahora han tirado la toalla respecto de esa disciplina. Claro está, para que haya paz social y la cosa esté mejor. Lo curioso es que en los 70 ya se tomó conciencia de que el crecimiento tenía límites y había colapsado. En Madrid se llegó a hacer un plan general no para el crecimiento, sino para la conservación. Ni siquiera se quería cerrar la M-30. Ahora, sin embargo, se sigue a piñón fijo, cuando yo creo que la situación es más grave que en los 70. Esa es la gran diferencia. No se quieren cambiar las cosas.

"Es una evidencia que ha aumentado la polarización y el deterioro ecológico"

P. Crecer, crecer y crecer está en el centro de las políticas, de derechas y de izquierdas. Usted lo ha criticado porque se hace a costa del planeta.

R. El debate entre desarrollistas y conservacionistas es antiguo. La contradicción se resolvió con eso que se llama desarrollo sostenible, que era lo mismo que decir que para cuidar el medioambiente había que crecer [se ríe de una forma no disimulada]. Mientras que en los 70 se consideraba una evidencia absoluta que era el crecimiento económico lo que arrastraba el deterioro ecológico, después se hizo la cocina ideológica necesaria para vender el producto contrario. Y en esa estamos todavía. Todo es verde, ecológico, sostenible, justo…

placeholder José Manuel Naredo, durante la entrevista. (EC/J. I. R.)
José Manuel Naredo, durante la entrevista. (EC/J. I. R.)

P. Y en el fondo es un engaño…

R. Qué quiere que le diga yo. Es una evidencia que ha aumentado la polarización y el deterioro ecológico a todos los niveles.

P. El decrecimiento es la solución...

R. Creo que esa es una palabra o un verbo sin sujeto ni predicado. Es curioso que para poner el crecimiento como un hecho positivo haya habido un trabajo ideológico de dos siglos. El problema es que el enfoque económico ordinario gira en torno a un indicador que es el PIB. Estamos atentos a si aumenta o disminuye. Yo lo que apunto es que haya decrecimiento, pero de la entropía planetaria. Habrá cosas que tendrán que crecer y otras decrecer. Habrá que precisar qué es crecimiento y qué es decrecimiento. Decrecimiento sí, pero de la entropía planetaria.

"Ha habido cocina ideológica durante dos siglos para poner el crecimiento como algo positivo. Hoy todo es verde, ecológico, sostenible, justo..."

P. ¿Cómo la definiría?

R. La entropía forma parte del segundo principio de la termodinámica y formula que todas las actividades presuponen una pérdida de calidad de energía. Quiero decir que si coges el agua cuando entra por precipitación, tiene buena calidad, agua potable, etcétera, etcétera, pero luego ya va perdiéndola aunque no se haga ninguna intervención humana. Una de las consecuencias de ese deterioro es lo que se llama el cambio climático. Y eso se aborda como si fuera o se pudiera arreglar por sí mismo, cuando claro, está todo vinculado, porque sí se derriten los polos y se licuan los hielos de la Antártida, los mares podrían subir unos 70 metros. El petróleo y los combustibles fósiles suponen mayor entropía planetaria unida al uso del agua. La agricultura también se esfuerza en ir al extractivismo, a sobreexplotar los acuíferos…. Y no digamos ya la deforestación. Hay que cambiar los criterios de valoración y en vez de hacerlo por el mero coste de extracción hay que hacerlo por el de reposición.

P. El PIB, sin embargo, se ha convertido en el icono de la economía pese a que no mide algunas variables fundamentales, como el deterioro medioambiental. Sarkozy, durante la crisis de 2008, creó una comisión, en la que participó Stiglitz, para enriquecerlo, pero no se ha hecho nada.

R. Creo que hay que trascender de la idea del PIB y del sistema económico y caminar hacia lo que yo llamo una economía de sistemas, yendo hacia una taxonomía del lucro, que es el título de mi último libro. Porque entonces tienes que considerar por lo menos a la unidad o al territorio, con sistemas de razonamiento que tienen cada uno su lógica propia como el ciclo hidrológico. ¿Dónde está el medio ambiente? El PIB es un invento perverso vinculado al enfoque económico ordinario. No tiene lógica alguna, porque tú no puedes hacer totalizar el medio ambiente.

"Hay que cambiar los criterios de valoración y en vez de hacerlo por el mero coste de extracción hay que hacerlo por el de reposición"

P. ¿Hay demasiada propaganda alrededor del medio ambiente y del cambio climático?

R. Sí, claro. De lo que se trata es de contentar a la gente y hacer pensar que se está trabajando en ello. Ahora lo llaman cuentas satélites de la Contabilidad Nacional, pero lo único que importa es el PIB.

P. Fíjese que incluso en algunos países, estoy pensando en Alemania, el más emblemático en términos de cambio climático, un partido verde está perfectamente integrado en el Gobierno. Es una ironía del destino que la activista Greta Thunberg fuera desalojada recientemente de una acción con los verdes en el poder.

R. Yo de lo que hablo es del sistema político como digestor de movimientos sociales. El tema es ese. Si hablamos de las preocupaciones ecológicas, tendría que ser una cosa horizontal que cualquier persona que no tuviera intereses mezquinos o inconfesables tendría que estar de acuerdo. Entonces, claro, si haces por un lado el Partido Verde ecológico, pero luego, que se yo, el animalista o el humanista, si estás por los animales, ¿no estás por las personas, no estás por lo verde o no estás por…? Por eso creo que es más propio de movimientos sociales para alcanzar una visión horizontal. Muchos de los problemas están por encima de los partidos políticos.

placeholder 'La crítica agotada' de José Manuel Naredo. (EC/J. I. R.)
'La crítica agotada' de José Manuel Naredo. (EC/J. I. R.)

P. Supongo que son las contradicciones que surgen cuando se llega al Gobierno. ¿Se ha creado una falsa dicotomía entre ecología y economía?

R. Ese es el fondo de la cuestión. Es el problema. Se ha priorizado lo económico. Pero es mezquino o absurdo conseguir mejorar la vida deteriorando el medio ambiente. No parece que se tenga en cuenta el horizonte de la especie humana en el planeta. La gente no es consciente de lo que pasa. Recuerdo a una alumna que se desmayó durante una visita a un vertedero porque era verano y nunca había visto una cosa así. Solemos ir al valle de Lozoya para ver el aire limpio y el agua clara, pero no a Valdemingómez. Los camiones vienen por la noche y la gente no ve los gasoductos, los oleoductos…

P. Tal vez sea porque nos preocupan más las consecuencias y menos las causas.

R. Claro. En este país se ha corrido un tupido velo sobre la singularidad que ha supuesto la cultura del pelotazo urbanístico y lo que ha supuesto en términos de corrupción. Las plusvalías no salen en el PIB, se ignoran totalmente. Otro urbanismo existe, aunque se silencie en el país del ladrillo. Habría que mirar a países como Suiza, donde la Ley Weber limitó la segunda residencia a escala federal. Otra ley, la Ley Koller, también limita la compra de suelo por extranjeros. Quiero decir que hay una discusión desde antiguo sobre todos estos temas, que, por cierto, se aprobaron en referéndum y hasta se cambió la Constitución. Aquí, por el contrario, todo ha quedado atado y bien atado. Se cuidó a la población, porque de lo contrario Suiza sería la segunda residencia de Alemania, como sucede en Mallorca, que hasta se anuncia en EEUU. El resultado es que los jóvenes no tienen vivienda.

"Otro urbanismo existe, aunque se silencie en el país del ladrillo. Habría que mirar a países como Suiza, donde la ley limitó la segunda residencia"

P. Y qué se puede hacer para cambiar la cultura del pelotazo urbanístico, la cultura del ladrillo.

R. Lo que yo trato de hacer es denunciar todos los absurdos a los que ha conducido todo esto con una sobredimensión de patrimonio inmobiliario mientras, al mismo tiempo, haya necesidades de vivienda.

P. Fíjese que la ley de Vivienda es ahora mismo la norma que más separa al Gobierno de coalición. Han llevado al Congreso de Diputados muchas leyes, pero al final donde hay más discrepancias es en la ley de vivienda.

R. Lo que hay que hacer es cambiar el modelo inmobiliario, no poner parches, que es de lo de lo que se trata en general, con lo que supone de corrupción asociada. Existe una gran liquidez en todo el mundo que alimenta la especulación urbanística. Hay un libro que se llama Ruinas Modernas, de una arquitecta alemana, que retrata todas las construcciones abandonadas en el país. Tuvo que ser una autora alemana.

P. Usted ha hablado en ocasiones de la dictadura de los mercados.

R. Yo hablaría mejor de dictadura corporativa. En el inmobiliario, para nada es el libre albedrío de los mercados. Hasta se llama a una intervención "operación urbanística", que es una palabra tomada del lenguaje militar, es la mano del poder la que la que mete ahí. No tiene que verse.

placeholder José Manuel Naredo conversa con Carlos Sánchez. (EC/J. I. R.)
José Manuel Naredo conversa con Carlos Sánchez. (EC/J. I. R.)

P. No le parece que la izquierda continúa utilizando herramientas ideológicas que ya no son capaces de transformar la realidad, sino simplemente gestionarla con ayudas.

R. Sí, sí, totalmente. Es un poco lo que trato en mi último libro. Hay una crítica agotada porque se sigue abrazando la idea de la producción del PIB, del crecimiento del no sé qué. Quiero decir que no se trasciende. Vamos todos a lo de la ideología dominante, que es lo que mantiene las instituciones y los comportamientos.

P. Yendo a terrenos más concretos. ¿Cómo puede afectar la inflación al cambio climático? Estamos viendo, por ejemplo, que los países están utilizando de nuevo energías fósiles.

R. Lo que realmente afecta son las reglas del juego económico ordinarias. La inflación es el resultado sin más de una realidad económica, en parte como consecuencia de la inyección de liquidez que ha habido en el mundo. Eso ha provocado una inflación de los precios de los bienes patrimoniales, ya sea en obras de arte o inmobiliario. Se ha tratado de que no se desplome la Bolsa dando cierta alegría a los mercados financieros, pero no se ha hablado de la inflación de los bienes patrimoniales. La Reserva Federal multiplicó por tres o cuatro, no me acuerdo, su tamaño.

P. No cree que las conferencias de la ONU sobre cambio climático, la última muy reciente en Egipto, se han convertido en una especie de parques temáticos donde van los gobiernos, van las oenegés, van todos los especialistas, para el final poco se avanza.

R. Sí, claro. Se han convertido en una cosa cada vez más ceremonial. En la primera cumbre de la tierra de Estocolmo había políticos de primera fila que parecía que se lo creían, así que estaban más motivados. Y eso ha ido derivando. Las discusiones se han ido parcelando y no se va a la raíz, y eso no conduce a nada.

"Las estadísticas medioambientales del INE son bastante penosas. Este país, como sucede con el PIB, tiene unas tragaderas para los datos…"

P. Fíjese que hasta la propia Comisión Europea hace pocos meses, en la nueva taxonomía que hizo sobre las diferentes energías, incluyó al gas y a las centrales nucleares como parte de la agenda renovable.

R. Me parece que han metido la pata. Una es que lo quieran hacer por la subvención o lo que sea, pero revientan desde dentro el discurso si lo pintan de verde y lo meten con las renovables. No, no tiene ningún sentido, claro, pero ahí están los intereses de Francia, que en lo nuclear tiene un peso superimportante y tiene que mantenerlo. Y Alemania, por lo del gas, claro, es esencial. Entonces, claro, pues han hecho valer los dos países con más poder, pero que quede claro que meterlo como verde no tiene sentido.

placeholder José Manuel Naredo. (EC/J. I. R.)
José Manuel Naredo. (EC/J. I. R.)

P. Por qué es tan difícil crear un nuevo paradigma económico basado en la unión entre ecología y economía.

R. En eso estoy ahora y es en lo que he estado durante los últimos años. Siguen funcionando lo que yo llamo los no conceptos y una serie de jaculatorias que han asumido, incluso, los movimientos críticos. Si no trasciendes a esa ideología dominante y pones en cuestión esos no conceptos o la propia metáfora de la producción no sirve de nada. Tenemos que hacer una taxonomía del lucro. Habrá que incluir cosas absurdas como un aeropuerto sin aviones. En el PIB se suma lo que aportan las industrias extractivas, pero a nadie le preocupa lo que están degradando al medio ambiente degradando yacimientos o una agricultura degradando el suelo.

P. ¿Existe una degradación de las estadísticas oficiales? Lo digo porque usted es del cuerpo. Hay una polémica reciente sobre la calidad del PIB. Usted ha escrito hace poco una tribuna de opinión sobre este asunto.

R. Ya le he comentado que es un absurdo que no haga un seguimiento pormenorizado del patrimonio del suelo y del patrimonio construido. En la anterior crisis, los precios de tasación comenzaron a caer un año más tarde de los precios de los anuncios. Y ahora pasa justo lo contrario. ¿Dónde están los precios de mercado? ¡No existen!, con la crisis se negocia por debajo de los anuncios que publican los portales. Existe mucho oscurantismo y hay muchos que están a ver qué pillan y sacan tajada.

P. Decía Churchill que solo creía en las estadísticas que él mismo manipulaba…

R. Las estadísticas medioambientales del INE son bastante penosas porque no han cumplido su obligación con Eurostat. Este país, como sucede con el PIB, tiene unas tragaderas para los datos… Cuando entramos en la OCDE, yo estaba allí porque había estudiado cuentas nacionales en Francia, España era el único país que llenaba todas las casillas, mientras que otros países no lo hacían porque no tenían suficiente información. Aquí lo sabíamos hasta por provincias [se ríe]. La OCDE no admitió las cuentas nacionales españolas hasta que se hizo cargo el INE ya a mediados de los años 60. Me preocupa que el Censo de Población y Vivienda se haya convertido en una encuesta cuando desde tiempos inmemoriales se había hecho directamente.

José Manuel Naredo (Madrid, 1942) ha sido cocinero antes que fraile. Tal vez por eso, el veterano economista habla con toda libertad sobre su primer oficio, que no era otro, en su calidad de estadístico facultativo, que desentrañar las cuentas nacionales. O el PIB, como se prefiera. Algunas décadas después, está totalmente desengañado y reconoce su escepticismo sobre lo que indica la Contabilidad Nacional. Cuestiona, sobre todo, que olvide el impacto medioambiental que tiene la actividad humana sobre el planeta.

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