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No es solo la ola de calor: las exportaciones de luz subvencionada a Francia lastran el tope al gas
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UNA MODESTA REBAJA DEL 6%

No es solo la ola de calor: las exportaciones de luz subvencionada a Francia lastran el tope al gas

Las interconexiones, que funcionan al máximo desde el miércoles, el descenso de las renovables y el récord de los ciclos aguan el estreno de la medida estrella contra la inflación

Foto: La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Javier Lizón)
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Javier Lizón)
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Todo lo que podía pasar ha pasado. Y todo ha ocurrido al mismo tiempo, en el momento más inoportuno para el Gobierno. Este martes, a solo cinco días de unas elecciones andaluzas que —según todas las encuestas— supondrán una extraordinaria bofetada para el sanchismo, el Ejecutivo recibió un jarro de agua fría mientras los españoles se refrescaban como podían ante la mayor ola de calor que se recuerda en un mes de junio.

—La luz sube 10 euros el primer día de aplicación del tope al gas de Ribera

El titular, que parece sacado de 'El Mundo Today', es tan real como el récord de producción de los ciclos combinados que se registró esta semana. Transición Ecológica pide tiempo, ante la situación excepcional que ha aguado el estreno de la medida estrella para contener la inflación. Sin embargo, el fiasco oculta otras claves que afectan al propio diseño del mecanismo: nadie pareció prever que la exportación de electricidad subvencionada a Francia iba a dispararse y nada hace prever que la tendencia vaya a revertirse durante los próximos meses. Estos son todos los matices que explican el prematuro fracaso —o no tanto— de una medida que está llamada a aliviar los precios de la luz hasta el 31 de mayo de 2023.

Foto: Pedro Sánchez, con el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y el CEO de Endesa, José Bogas. (EFE/Pool Moncloa/Fernando Calvo)

La ola de calor

Martes, 14 de junio. Toda España, salvo Asturias y Canarias, se encuentra en alerta por un fenómeno de altas temperaturas. La primera subasta desde que el tope al gas está en vigor se celebra en un escenario de fortísimo crecimiento de la demanda, como ocurre cada vez que el calor aprieta y los aires acondicionados tiran del consumo. El fenómeno, sorprendente por el momento del año —todavía en primavera—, más que por su intensidad o duración, se prolongará durante el resto de la semana. Día tras día, España irá encadenando datos inusuales, ya se midan en grados centígrados o en gigavatios hora.

La ola de calor, que había empezado cuatro jornadas antes, dispara la demanda de energía eléctrica más de un 10% respecto a las cifras anteriores al episodio, aunque no supera los récords históricos, según el balance de Red Eléctrica, el operador del sistema. Los analistas de grupo ASE elevan el incremento al 20%, pero el problema no viene tanto de ahí como de las fuentes de energía que se usarán para cubrir ese exceso de demanda, que el Ministerio de Transición Ecológica cifra en 80 GWh en una comunicación enviada a los periodistas a última hora de la tarde. Para entonces, el titular ya estaba encima de la mesa, y la narrativa oficial, empeñada en destacar una disminución ficticia del 23% que no tenía en cuenta todos los factores utilizados para calcular la factura regulada, había fracasado.

La caída de las renovables

En numerosas ocasiones, la excepcional capacidad de generación renovable de España permite hacer frente a los aumentos de la demanda sin necesidad de que las energías más caras —es decir, los ciclos combinados de gas— ocupen una parte importante del 'mix' eléctrico. Hasta ahora, de hecho, el problema no era que estas produjesen mucho, sino que, produciendo poco, marcaban el precio y, en consecuencia, la remuneración que recibían otras tecnologías más baratas, atiborradas de beneficios caídos del cielo.

Foto: La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Fernando Alvarado)

Sin embargo, durante los últimos días, la eólica y la solar han caído en picado. La explicación es muy sencilla: nada de viento y un sol demasiado abrasador. Cuando el aire no se mueve, los generadores tienen que parar, mientras que —paradójicamente— el rendimiento de la fotovoltaica se ve afectado por las temperaturas elevadas, sobre todo a partir de 25 grados. La calima que ha cubierto algunas zonas de la península tampoco ha ayudado.

El día 14, la eólica solo produjo el 10,7% de la energía total, frente al 21,8% de media que generó en mayo, último mes completo con datos disponibles. Por su parte, la fotovoltaica solo llegó al 9,9%, seis puntos menos que el promedio mensual, siempre según las cifras de Red Eléctrica. Estas magnitudes se mantendrían en valores muy similares durante los dos días siguientes.

Guste o no, la limitada capacidad nuclear de España solo deja una alternativa cuando las renovables fallan: tirar de los ciclos

El dato que aportaba ese mismo martes el departamento de Teresa Ribera resultaba demoledor: la producción eólica había caído 78 GWh, casi lo mismo que el aumento total de la demanda eléctrica. Ese hueco hay que cubrirlo de alguna manera y, guste o no, la limitada capacidad nuclear de España solo deja una alternativa cuando las renovables fallan: tirar de los ciclos combinados de gas. Los últimos días han puesto de manifiesto "el importante papel que juega el gas natural como 'back up' [apoyo] de las energías renovables en momentos de récord de demanda", concluyó Enagás, el operador del sistema gasístico, en un comunicado.

El récord de los ciclos

La energía más sucia —con perdón del carbón, ya residual— acudió al rescate, y las consecuencias han resultado funestas para las previsiones del Gobierno y el bolsillo de los españoles. Como se ha dicho, el verdadero récord de estos días no ha sido el del consumo eléctrico, sino el de la demanda de gas para la generación eléctrica, vigente desde 2008 y batido en dos ocasiones. En consecuencia, también el de la producción de los ciclos, que generaron 398 GWh de electricidad el miércoles, como no se veía en los últimos 14 años. El gas ha representado durante esta semana en torno al 40% del mix, frente al 14,8% de la media de mayo. Y aquí se halla el primer gran problema.

Con el techo al gas, importa el precio, pero también el volumen. El primero, porque cuanto más alto sea, mayor será la diferencia entre este y los 40 euros del tope, que es la que hay que compensar a las centrales de ciclos combinados para que no produzcan a pérdidas —aunque esto tiene trampa, como se explicará más adelante. El segundo, porque cuanto más porciones de la tarta sean subsidiadas —los ciclos— y menos contribuyan al subsidio —el resto—, el montante será más alto. He aquí uno de los dos elementos de la compensación que se debe sumar al 'pool' para obtener el precio de la electricidad con el que se calcula el recibo mensual de los más de 10 millones de hogares acogidos a la factura regulada. Pero no es el único.

Las exportaciones subvencionadas

Deliberadamente o no, en las explicaciones que ha dado el Gobierno durante los últimos días para justificar el chasco de las primeras subastas se obvia un dato crucial: el aumento de las exportaciones eléctricas. Francia es la clave, aunque solo se nombre para decir que su electricidad está mucho más cara que la de España. Y por eso mismo quiere la nuestra.

Las interconexiones con el país vecino funcionan desde el pasado 15 de junio al máximo de su capacidad de forma prácticamente ininterrumpida, según los datos del regulador ibérico OMIE. Desde que entró en vigor el tope al gas, el flujo, que normalmente va oscilando entre la exportación y la importación para equilibrar las necesidades de ambos países en cada momento, solo tiene un sentido: de sur a norte. La media fluctúa entre los 1.000 y los 2.000 MWh para cada tramo horario, pero siempre se mantiene una constante: la red no da más de sí debido a la voracidad del vecino galo hacia la energía subvencionada por la demanda española.

Esto afecta de forma negativa a los intereses de los consumidores nacionales de dos formas distintas. La primera, y más evidente, es que los franceses no pagan la compensación a los ciclos combinados, por lo que se están beneficiando del mecanismo a costa de sus vecinos del sur. Aunque durante los últimos días solo se ha exportado a Francia en torno al 5% de la producción total —la capacidad de interconexión es del 3%, pero se mide sobre la capacidad instalada, no sobre la generación real, que ha sido inferior—, la parte de la compensación que correspondería a esa demanda se asume desde el lado español, lo que contribuye a aumentar el precio final de la electricidad. Fuentes conocedoras del mecanismo estiman el coste mensual en unos 100 millones de euros.

El segundo agravio es que, para satisfacer el consumo de Francia, hay que aumentar aún más la producción de los ciclos. Esto alimenta el círculo vicioso por el cual la compensación y, por tanto, el precio final que usa para calcular la factura regulada, sigue ascendiendo. París, aquejada de un problema de generación nuclear ante la parálisis de varios reactores, seguirá aprovechándose tanto tiempo como pueda.

El Gobierno intentó evitar a toda costa que el escenario descrito se produjese, pero se topó con la comisaria de la Competencia, Margrethe Vestager. El mecanismo de doble casación propuesto inicialmente por España, que hubiera garantizado un precio subvencionado solo para los consumidores peninsulares, fracasó ante las dudas de Bruselas sobre su afectación al mercado único. El Ejecutivo prometió que los franceses no recibirían la energía subvencionada, pero solo ha conseguido que la parte gala de los derechos de congestión —una suerte de 'peaje' de frontera que hasta ahora se usaba para financiar las infraestructuras— se destine a compensar los ciclos.

Foto: Una bandera española, rodeada de enseñas francesas en el estadio de Saint Denis. (EFE/Horacio Villalobos)

"Estamos contaminando con los ciclos para exportarlo de manera subvencionada a Francia. Y esto lo está pagando el consumidor vulnerable", resumen las mismas fuentes, muy críticas con la batalla que han dado España y Portugal en Europa para reformar el mercado mayorista europeo, en lugar de centrarse en compensar con ayudas estatales a los clientes en el mercado minorista, como han hecho el Reino Unido o Italia. Efectivamente, el coste del mecanismo de compensación lo sufren los clientes de la factura regulada, a la que es obligatorio acogerse para recibir el bono social. Aquellos que tengan contratos a plazo solo se irán incorporando a medida que se renueven o firmen unos nuevos, lo que debería aliviar el montante de la compensación durante los próximos meses.

El papel de las empresas

La ola de calor, la caída de las renovables y el récord de los ciclos son las "circunstancias excepcionales" por las que el Gobierno ha justificado la subida de los precios de la electricidad tras la entrada en vigor del tope al gas; las exportaciones subvencionadas, la verdad incómoda que nadie quiere reconocer. Sin embargo, hay un tercer factor del que todos hablan sin hablar: el papel de las empresas eléctricas.

En sus comunicados, Transición Ecológica recuerda que el correcto funcionamiento del mecanismo está siendo supervisado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en una manera implícita de reconocer preocupación por el hecho de que las compañías estén aprovechando la nueva regulación en su propio beneficio. Esta misma semana, Aelec, de la que forman parte Endesa, Iberdrola y EDP, moderó su tono contra la medida, que en su momento le valió las reprimendas de Ribera. La ministra llegó a acusar a las eléctricas de intentar descarrilar la excepción ibérica.

No hay ningún indicio de que las generadoras estén tirando de ciclos todo lo que pueden para utilizar la norma en su provecho

Efectivamente, el diseño final no debería afectar a su cuenta de resultados. Al contrario de lo que viene pregonando el Gobierno desde que aprobó el fallido hachazo a las eléctricas el pasado septiembre, el abaratamiento de la factura regulada no se hará a costa de los beneficios extraordinarios de las empresas. En todo caso, aquellas que utilizan más la hidráulica y la nuclear se pueden ver perjudicadas, si el 'pool' baja por el tope al gas y la remuneración que reciben —al precio de la más cara, según las reglas del mercado marginalista— mengua. En cambio, aquellas que tienen mayor peso de los ciclos se pueden incluso ver beneficiadas, ya que la compensación se calcula en función del precio del gas al mercado mayorista, cuando muchas de ellas tienen coberturas a plazo por un montante claramente inferior.

De momento, no hay ningún indicio que permita corroborar la sospecha de que las generadoras están tirando de ciclos todo lo que pueden para utilizar el subterfugio legal en su provecho, mientras que la eólica y la solar son muy difíciles de manipular —el consenso acerca de que su bajada de la producción se debe a factores meteorológicos es total—. Sobre la hidráulica pesan más dudas, después de que El Confidencial publicase que las compañías habían disparado la generación antes del tope. Pero no basta para pensar que la culpa es del oligopolio. Paradójicamente, el factor explicativo que parece haber tenido menos incidencia en el fiasco de la primera semana de la excepción ibérica es el siempre controvertido comportamiento de las empresas.

¿Fiasco?

Sí, se puede hablar de fiasco, claro. El Gobierno pide tiempo para conocer el alcance real de la medida. De momento, está claro que no ha cumplido las expectativas. Para comprobarlo, no hace falta hacer cuentas de la lechera ni construir ucronías. Basta dar por buenos los datos del Ejecutivo.

Foto: La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Fernando Alvarado)

Según el Ministerio de Transición Ecológica, la luz —si se suma el precio del 'pool' y la indemnización a los ciclos— hubiera marcado este miércoles un precio de 240 euros, en lugar de los 224 finales. El abaratamiento, de solo 16 euros —frente a los 73 que esgrimió la ministra en Televisión Española, al no tener en cuenta la compensación— es muy similar al que se produjo los días posteriores. En todos los casos osciló entre el 6 y el 7%. En un primer momento, Moncloa llegó a hablar del 50%, para posteriormente ir rebajando la previsión al 30% y acabar en el 15-20% actual.

Es cierto que también hay buenas noticias: el precio se ha situado todos los días por debajo de los principales países europeos, aun sumando la compensación a los ciclos, y ha bajado por fin este sábado, impulsado por el aumento de la producción renovable. Los analistas del grupo ASE vaticinan que esas circunstancias más favorables permitirán reducir enormemente la producción con gas cuando acabe la ola de calor. Toca armarse de paciencia, como repiten constantemente desde Moncloa, mientras algunas instituciones, como la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), lanzan los primeros vaticinios: "Cabe esperar que, aunque no se alcance la reducción inicialmente prevista del 15% o el 20% de la factura, el mecanismo sí genere reducciones mayores a las observadas inicialmente".

Muchos se estarán preguntando si para este viaje hacían falta tantas alforjas

Para comprobar los efectos de una política pública, la mayoría de los expertos recomienda una proyección sobre lo que hubiera pasado en el caso de que esa medida no se hubiese tomado, en vez de comparar lo ocurrido con la situación anterior, dado que los factores concurrentes —en este caso el tiempo y todas sus derivadas— pueden cambiar. Si el periodismo se guiase por la lógica académica, el titular que se citaba al principio de este artículo no hubiera sido tan jugoso, pero ni siquiera así el Ejecutivo habría recibido buenas noticias:

—El tope al gas rebaja la luz menos de la mitad de la última promesa del Gobierno

Muchos se estarán preguntando si para este viaje hacían falta tantas alforjas. Esta semana, Gazprom decidió reducir el flujo a los países europeos y los futuros se dispararon un 50%. Quizá la verdadera clave esté ahí. Si no fuera por Vladímir Putin, ¿para qué estaríamos perdiendo el tiempo en hablar de un techo al gas?

(El Mibgas, de referencia en el mercado ibérico, estuvo por debajo de los 40 euros que marca el tope hasta el pasado verano, cuando el Kremlin empezó a reducir su suministro a Europa).

Todo lo que podía pasar ha pasado. Y todo ha ocurrido al mismo tiempo, en el momento más inoportuno para el Gobierno. Este martes, a solo cinco días de unas elecciones andaluzas que —según todas las encuestas— supondrán una extraordinaria bofetada para el sanchismo, el Ejecutivo recibió un jarro de agua fría mientras los españoles se refrescaban como podían ante la mayor ola de calor que se recuerda en un mes de junio.

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