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¿Antifútbol sin posesión? ¡Ya no! Así acabó el Barça de Xavi colgado del larguero del Bernabéu
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"No es de equipo grande"

¿Antifútbol sin posesión? ¡Ya no! Así acabó el Barça de Xavi colgado del larguero del Bernabéu

Con nueve jugadores metidos en el área, un 35% de posesión y al contragolpe, el Barça fue capaz de traicionar su estilo para ganar la ida de las semifinales de Copa del Rey en la capital... para disgusto de su entrenador

Foto: El técnico catalán discute con el cuarto árbitro. (Reuters/Juan Medina)
El técnico catalán discute con el cuarto árbitro. (Reuters/Juan Medina)

El Barça planteó una defensa de nueve jugadores en área propia y acabó conquistando el Santiago Bernabéu con un 35% de la posesión. Insólito. Un autobús que aparcó al Real Madrid en la frontal y asfixió la poca creatividad de los atacantes blancos, absolutamente bloqueados durante todo el encuentro. El gol de Éder Militao en propia puerta, gracias a una recuperación alta y una pizca de fortuna para sobrevivir en este tipo de escenarios, solo le sirvió al Barça para radicalizarse en su idea y... ganar el primer asalto de la eliminatoria ante los blancos (0-1). Con cuatro bajas clave como las de Andreas Christensen, Pedri González, Ousmane Dembélé y Robert Lewandowski, el Barça supo canalizar la frustración e impotencia del Real Madrid a través de una defensa sólida que dejó al equipo de Ancelotti con cero disparos a puerta en todo el partido. Aunque para ello hubiese que desprenderse de todos los dogmas de fe.

En otras épocas, hubiese sido un sacrilegio el regalar la pelota, esperar al rival al contragolpe y renunciar al ADN azulgrana cruyffista que peregrina el club catalán desde hace décadas, pero esta vez, con uno de sus principales precursores en el banquillo, Xavi Hernández, fue la receta perfecta para neutralizar al Real Madrid. Un mal necesario. Ya no es antifútbol. Ahora, esa forma de jugar, tan denostada por el propio Xavi Hernández gracias a una supuesta superioridad moral trufada de supremacía balompédica que diferencia el buen fútbol y el mal fútbol, también es válida si la ocasión lo merece. El estilo cruyffista es como la energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. A menos que lo realmente importante sea ganar y competir. Como siempre ha sido.

placeholder El técnico del FC Barcelona, Xavi Hernández, protesta al cuarto árbitro. (EFE/Juanjo Martín)
El técnico del FC Barcelona, Xavi Hernández, protesta al cuarto árbitro. (EFE/Juanjo Martín)

Lo dijo Xavi Hernández por activa y por pasiva en su presentación como técnico del Barça en noviembre de 2021: "Más que el sistema de juego, es la idea, el modelo, ir a apretar alto, a no especular, a crear más ocasiones que el rival. Tenemos que ayudar a los jugadores en todo, pero todo con el ADN Barça. Lo he ganado todo con el Barça y la Selección con el ADN, y lo podemos volver a hacer". Pocos meses más tarde, Xavi volvería a la carga en rueda de prensa: "El objetivo es ganar jugando bien, no firmo ganar como sea. Tener la pelota, ser protagonistas, ser agresivos en la presión, atacar muchas veces... A partir de aquí, la consecuencia es el resultado. La gente es muy resultadista, es normal".

"Mis equipos nunca tendrán ese tipo de actitud"

Unas declaraciones muy en la línea de aquellas palabras cuando era el cerebro del Barça en la medular: "Otros equipos ganan y están contentos, pero no es lo mismo en el Barça. Falta la identidad. En el fútbol, el resultado es un impostor. Uno puede hacer las cosas bien, muy bien, pero no ganar. Hay algo más grande que el resultado, algo más duradero: un legado. En el Barça, siempre se intenta ser protagonista, sin especular, yendo al ataque y haciendo un fútbol vistoso para que la gente se sienta identificada. La afición azulgrana no entendería otra manera de jugar".

Incluso Xavi se atrevió a desprestigiar el modelo de juego de los equipos de José Mourinho en 2018: "Es un entrenador muy defensivo. Ese es su estilo y lo puso en práctica en el Chelsea y el Real Madrid. Yo prefiero otro estilo de fútbol. No lo estoy criticando, pero no me gusta jugar así y mis equipos nunca tendrán ese tipo de actitud", sentenció el catalán. Tan extremos y rígidos eran sus planteamientos futbolísticos que llegó a enfrentarse con Simeone después de afirmar en Universo Valdano que el estilo del Atlético de Madrid "no es el estilo que debe tener un equipo grande, como el Real Madrid y el Barcelona". El fundamentalismo llevado al límite de la creencia.

placeholder Mucha tensión arbitral. (EFE/Juanjo Martín)
Mucha tensión arbitral. (EFE/Juanjo Martín)

Sin embargo, en la ida de las semifinales en el Santiago Bernabéu, el Barça planteó el partido que más daño hace al Real Madrid. Aquel que lo deja sin espacios al contragolpe, el que lo obliga a atacar un bloque bajo una y otra vez y cierra todas las vías a Vinícius Júnior con un sistema de ayudas defensivas. El Barça, cerca de las faldas de ter Stegen, resistió los primeros minutos de agobio del Real Madrid y encontró en las figuras de Jules Koundé, Ronald Araújo, Marcos Alonso y Alejandro Balde cuatro futbolistas de una entereza extraordinaria que sostuvieron su defensiva (y efectiva) propuesta.

Espoleado por las bajas, Xavi simplificó su plan de partido y el gol en propia de Militao reforzó lo que había diseñado previamente en la pizarra. El Barça hizo el partido que tenía que hacer y exprimió al máximo sus recursos. Compitió por encima de cualquier dogma y se blindó por dentro en defensa, basando la victoria en su fortaleza a la hora de no encajar goles. Fue un equipo duro, que no se cortó a la hora de parar el juego y cortar los ataques como debía hacerlo. Es muy probable que el aficionado del Real Madrid reviviese el mismo partido del derbi ante el Atlético de Madrid. Mérito de Xavi, que supo imitar el comportamiento defensivo del Atlético en el Bernabéu frente a un Real Madrid sin respuesta individual ni colectiva más allá de los centros (40, esta vez, 29 frente al Atlético), cuyo cuerpo técnico nunca supo dar respuesta a las preguntas defensivas planteadas por el Barça.

placeholder El Barça supo frenar a Vinícius. (Reuters/Isabel Infantes)
El Barça supo frenar a Vinícius. (Reuters/Isabel Infantes)

A estas alturas, ya nadie sabe lo que es el ADN Barça, aunque se repita como un mantra en las paredes del Camp Nou. Ya no es una ciencia oculta para eruditos que solo puede transmitir un druida mágico y está al alcance de unos pocos privilegiados. Al final del encuentro, Busquets incidió en la solidaridad defensiva, el haber competido bien y no pasar muchos apuros a pesar de estar defendiendo en el área. Xavi fue preguntado por el partido: "El plan era otro. Dominar en campo rival. Defender con la pelota, pero hoy no hemos podido. No hemos estado pulcros con la pelota. El Madrid no ha tenido ocasiones claras. Es una victoria muy importante para nosotros", explicó en un primer momento.

Luego, añadiría: "Hoy no podemos presumir del cómo. Este no es el juego que queremos. Queremos generar más ocasiones de gol. No es el partido que queremos. Hay momentos en los que el rival te puede dominar. ¿Cómo les quitas el balón a Kroos y Modric? Se tiene que valorar y es extraordinario". El autoengaño es aquella mentira o grupo de mentiras que nos contamos a nosotros mismos de manera inconsciente y nos son de extrema necesidad creérnoslas. El Barça hizo el partido que tenía que hacer con media columna vertebral seccionada. Aunque Xavi nunca podrá reconocerlo.

El Barça planteó una defensa de nueve jugadores en área propia y acabó conquistando el Santiago Bernabéu con un 35% de la posesión. Insólito. Un autobús que aparcó al Real Madrid en la frontal y asfixió la poca creatividad de los atacantes blancos, absolutamente bloqueados durante todo el encuentro. El gol de Éder Militao en propia puerta, gracias a una recuperación alta y una pizca de fortuna para sobrevivir en este tipo de escenarios, solo le sirvió al Barça para radicalizarse en su idea y... ganar el primer asalto de la eliminatoria ante los blancos (0-1). Con cuatro bajas clave como las de Andreas Christensen, Pedri González, Ousmane Dembélé y Robert Lewandowski, el Barça supo canalizar la frustración e impotencia del Real Madrid a través de una defensa sólida que dejó al equipo de Ancelotti con cero disparos a puerta en todo el partido. Aunque para ello hubiese que desprenderse de todos los dogmas de fe.

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