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Los capitanes del Barcelona, atacados por Laporta: lo que no te mata, te hace más fuerte
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las duras palabras del presidente

Los capitanes del Barcelona, atacados por Laporta: lo que no te mata, te hace más fuerte

Laporta aprovecha la Asamblea de socios para señalar a Busquets, Piqué y Jordi Alba, sin atreverse a decir los nombres, de insolidarios con el club por no rebajarse los sueldos

Foto: Jordi Alba y Piqué en el banquillo durante un partido del Barça. (Efe/Quique García)
Jordi Alba y Piqué en el banquillo durante un partido del Barça. (Efe/Quique García)

Los capitanes del Barcelona tienen el enemigo en casa. En el palco. Joan Laporta se salta el principal código de un presidente. Atacar a los futbolistas en presencia de los socios es una aberración y un acto de cobardía por hacerlo sin dar nombres, pero con la suficiente claridad para entender que se dirigía a tres de los capitanes. Esto de que los trapos sucios se lavan dentro del vestuario no va con un presidente que no cuida las formas con los símbolos. No lo hizo con Leo Messi, al que engañó y ahora le quiere poner una estatua a las afueras del Camp Nou, y también decide inmolarse con Busquets, Piqué y Jordi Alba.

Para que le aprueben las cuentas y presumir de la gestión económica en la que, por cierto, no ha reducido la masa salarial, sino que la ha aumentado con los fichajes (656 millones de euros para esta temporada), utilizó el comodín de los insolidarios. Laporta se dirigió a los socios para quedar como un salvador. Gracias a él, a un aval de 10 millones de euros, el Barcelona pudo inscribir a Koundé. Lo arregló la directiva porque no quisieron colaborar los tres capitanes, negándose a rebajar sus elevados sueldos. Lo realmente alucinante es como el presidente remata su discurso ante los socios con un tono de buenismo: "Pero lo aceptamos con deportividad".

No puede dar lecciones de deportividad un presidente que ataca a tres futbolistas de la casa, que años atrás sí han colaborado con el club en la rebaja salarial y que, en el caso de Piqué, ha tenido el compromiso de buscar uno de los patrocinadores que más dinero inyectaron en las arcas. No es justo que Laporta ensucie la imagen de la 'vieja guardia' con insinuaciones populistas y ventajistas. Se aprovecha de la situación de debilidad de los capitanes. En especial de la de Piqué y Jordi Alba, que no hacen declaraciones y tienen que trabajar duro para ganarse la confianza de Xavi. Busquets, un hombre de club, un ejemplo de discreción y prudencia, está en una posición de más fuerza para defenderse. Pero parece improbable que utilice los micrófonos para contestar el palazo que les ha dado el presidente.

Mancha la imagen

Piqué, Jordi Alba y Busquets no redujeron sus salarios, pero sí los difirieron en el tiempo para ayudar al club a contener el gasto en un escenario de graves pérdidas provocadas por la pandemia. El regreso de la normalidad implicaba cumplir con lo pactado. Por muy escandaloso que le parezca a Laporta o como dice Mateu Alemay, que esos salarios están fuera de mercado, en la gestión para equilibrar las cuentas había que contar con respetar todos los contratos. Manchar la imagen de los capitanes es generar mal ambiente en el vestuario y tirar piedras contra su propio tejado. Laporta está para dar soluciones y lo que consigue con esta actitud es crear un problema interno.

Foto: Carvajal controla un balón en un partido del Real Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

La estrategia de presionar a la 'vieja guardia' para que abandonaran el club en el mercado de verano no funcionó. Pero culpabilizarlos de poner en riesgo la no inscripción de Koundé es actuar con maldad. Laporta se las da de ir de frente y lo que ha hecho en la Asamblea es despreciable. Indigno de un presidente que dice que "las palancas son medidas excepcionales, en tiempos excepcionales" y hace creer a sus socios que tiene a tres futbolistas que anteponen su ego a los intereses del club. Una de las consecuencias son los pitos que recibió Jordi Alba de un sector de la grada en el partido contra el Celta en el Camp Nou. Jordi Alba es el único que no se ha callado y ha acusado al club de no ir de cara.

Laporta sobrepasa la línea del respeto. Busquets acaba contrato al final de esta temporada y Piqué y Jordi Alba finalizan en 2024. La intención no puede ser otra que dejarles claro que no entran en la planificación del club, que sobran. Pero echarles a los aficionados encima ha sentado muy mal a los implicados, según varias informaciones que resaltan en Barcelona. De la misma manera que el presidente les culpa de no haber ayudado con la rebaja salarial, los afectados por el ataque del presidente le pueden reprochar que el club viva por encima de sus posibilidades con el gasto en fichajes.

La imagen que ha transmitido el presidente y Mateu Alemany en la Asamblea de socios es la unos futbolistas que se han apalancado (Piqué y Jordi Alba en especial) y que no han entendido que el club (incluido Xavi) no contaba con ellos, como sí lo comprendió Coutinho. En una semana crucial, con el decisivo partido contra el Inter de Milán para seguir con opciones en la Champions y el Clásico del Bernabéu, resulta que Piqué es uno de los intocables por las lesiones de otros compañeros. El aguante que ha tenido el central, su silencio y sus ganas de demostrar que no está acabado, le convierten en un jugador clave. Piqué no ha bajado los brazos, pese a lo difícil que se lo han puesto Laporta y Xavi. Solo por esta actitud de compromiso, se debería haber callado Laporta.

Los capitanes del Barcelona tienen el enemigo en casa. En el palco. Joan Laporta se salta el principal código de un presidente. Atacar a los futbolistas en presencia de los socios es una aberración y un acto de cobardía por hacerlo sin dar nombres, pero con la suficiente claridad para entender que se dirigía a tres de los capitanes. Esto de que los trapos sucios se lavan dentro del vestuario no va con un presidente que no cuida las formas con los símbolos. No lo hizo con Leo Messi, al que engañó y ahora le quiere poner una estatua a las afueras del Camp Nou, y también decide inmolarse con Busquets, Piqué y Jordi Alba.

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