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El Real Madrid bautiza su Decimotercera Champions como la chilena de Bale
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"QUIZÁS SIGA EN EL MADRID, QUIZÁS NO"

El Real Madrid bautiza su Decimotercera Champions como la chilena de Bale

De suplente a héroe de la final de Champions. Bale hizo un espectacular gol de chilena cuando llevaba tres minutos en el campo y, tras la final, indicó que "quizás siga en el Madrid, quizás no"

Foto: Sergio Ramos levantó el trofeo de la Champions por tercer año consecutivo. (Reuters)
Sergio Ramos levantó el trofeo de la Champions por tercer año consecutivo. (Reuters)

La Decimotercera Copa de Europa del Real Madrid pasará a la historia por el espectacular gol de chilena de Bale (3-1), como la Novena se conoce por la volea de Zidane Glasgow, la Décima lleva el sello del cabezazo de Sergio Ramos y en la Séptima se recuerda, veinte años después, a Mijatovic como el héroe de la final. El nombre de Bale estará, de por vida, marcado por un golazo espléndido que logró en el Olímpico de Kiev, que le sirve para subir en el escalafón de los buenos futbolistas y pasar a ser un ídolo. Antes de ese remate a una pelota centrada por Marcelo y que volaba por el cielo ucraniano, el teléfono del representante del galés estaba recibiendo llamadas para convencerle de que ya no podía seguir en el Madrid. Zidane lo había dejado en el banquillo, en otra suplencia que llevaba la firma de sentencia para un futbolista que se había ganado ser titular después de un último mes en el que había demostrado que era el futbolista más en forma de la plantilla y se le caían los goles. Bale redondeó su particular rebelión con un segundo gol con un misil que dobló las manos del portero Karius para hacer más gloriosa su actuación. Cuando terminó el choque quiso mandar otro misil en forma de amenaza de irse si no tenía más continuidad: "Quizás me quede en el Madrid, quizás no".

El hombre triste, frío, apático, introvertido, tímido, apocado, solitario e infeliz tuvo la genialidad de sacarse de la chistera una chilena cuando llevaba solo tres minutos en el campo con todo el atrevimiento que demuestran los incomprendidos y se rebelan con la única fuerza de la verdad para cargarse de razones: el talento. Bale no estaba tan muerto y habrá que esperar un largo tiempo para desterrarle del Real Madrid. Ahora las ofertas, si Florentino Pérez se lo llega a plantear cuando no tiene nada seguro el fichaje de Neymar, tendrán que pasar de los 100 millones de euros. El Real Madrid no solo ha ganado otra Champions, sino que ha revalorizado uno de sus mejores activos.

Bale, "decepcionado" por ser suplente

El galés, al término del choque, señaló que estaba "decepcionado por no haber jugado de titular esta noche. Necesito continuidad y no la he tenido. Quizás me quede en el Madrid, quizás no. Hablaré con mi agente este verano". El potente mensaje se produjo poco después de estar levantando la orejona...

Foto: bale-real-madrid-zidane-benzema-final-kiev

Bale llegó al estadio Olímpico de Kiev cerrando el grupo de la plantilla, apartado, con la cara hasta los pies y el ceño fruncido. Su enfado era tan mayúsculo que ni salió a calentar. Zidane volvía a apostar por el once que ganó la Duodécima a la Juventus en Cardiff con Benzema en punta de ataque e Isco de enganche. El técnico francés puso un equipo a la medida de Cristiano Ronaldo, como mejor plan para combinar el equilibrio, ganar en superioridad en el centro del campo, tener mayor control de la pelota y su mejor socio. Eligió al francés por esa virtud que tiene de mezclar mejor su juego asociativo con el portugués. Brilló Benzema y estuvo más oscuro un Cristiano que insinuó al final del partido que puede ser su final en el Madrid.

La Decimotercera la empezó a ganar el Real Madrid con la lesión de Salah (minuto 25) en una acción fortuita entre el egipcio y Sergio Ramos que tuvo fatales consecuencias para el futbolista del Liverpool. Se hizo daño en el hombro y no pudo seguir. Se marchó entre lágrimas. Hasta ese momento, el Madrid estuvo incómodo e impreciso en el partido con un Liverpool que le puso en muchos problemas con una presión arriba. No podía ni sabía salir el equipo de Zidane con la pelota desde atrás. Cometía errores en los pases, no superaba el mediocampo y se tenían que emplear a fondo Ramos, Varane y Keylor Navas. El portero costarricense hizo un paradón a un disparo de Arnold (minuto 22). Sufría mucho el Madrid y cogió oxigeno cuando se marchó Salah.

placeholder Bale besa el trofeo de la Champions. (EFE)
Bale besa el trofeo de la Champions. (EFE)

Las lágrimas de Carvajal, lesionado

A la baja del egipcio se unió la de Carvajal (minuto 34) con un tirón en la pierna cuando, en una carrera, dio un taconazo hacia atrás. También se marchó entre lágrimas el lateral derecho por un infortunio que le puede costar su presencia en el Mundial de Rusia. Muy mala suerte para un chico que se perdió la última Eurocopa por una lesión y ahora la mala suerte se ceba, de nuevo, con él. Llegó con vida el Madrid al descanso y salió con otra actitud y más valentía en la segunda parte. Isco estrelló un balón en el larguero y fue creciendo en confianza y seguridad. De esta bravura se contagió hasta el que tiene fama de menos trabajador. Benzema marcó el primer gol (minuto 50) con una pillería. Metió la pierna en un saque con la mano del portero Karius. Impresionante la viveza del francés, que ya hizo algo parecido ante el Bayern de Múnich en el Bernabéu.

El Liverpool no se rindió y demostró que es la viva imagen de su entrenador. Un equipo con el nervio de Klopp que tiene como mejor representante al senegalés Sadio Mané. Empató el partido aprovechando la pasividad de Marcelo en un saque de esquina. Con el empate, Zidane miró atrás al banquillo. Podría haber tirado del plan B (Lucas Vázquez y Marco Asensio). Pero quién sabe qué inspiración tuvo para apostar por Bale, el chico de cara fría y hundido por la suplencia, que se tomó la oportunidad como algo personal. Llegó la chilena y otro gol para dar la tercera Champions seguida al Real Madrid. Histórico.

Foto: Cristiano Ronaldo, en el último partido liguero. (EFE)

La Decimotercera Copa de Europa del Real Madrid pasará a la historia por el espectacular gol de chilena de Bale (3-1), como la Novena se conoce por la volea de Zidane Glasgow, la Décima lleva el sello del cabezazo de Sergio Ramos y en la Séptima se recuerda, veinte años después, a Mijatovic como el héroe de la final. El nombre de Bale estará, de por vida, marcado por un golazo espléndido que logró en el Olímpico de Kiev, que le sirve para subir en el escalafón de los buenos futbolistas y pasar a ser un ídolo. Antes de ese remate a una pelota centrada por Marcelo y que volaba por el cielo ucraniano, el teléfono del representante del galés estaba recibiendo llamadas para convencerle de que ya no podía seguir en el Madrid. Zidane lo había dejado en el banquillo, en otra suplencia que llevaba la firma de sentencia para un futbolista que se había ganado ser titular después de un último mes en el que había demostrado que era el futbolista más en forma de la plantilla y se le caían los goles. Bale redondeó su particular rebelión con un segundo gol con un misil que dobló las manos del portero Karius para hacer más gloriosa su actuación. Cuando terminó el choque quiso mandar otro misil en forma de amenaza de irse si no tenía más continuidad: "Quizás me quede en el Madrid, quizás no".

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