Lo podrido del fútbol español no tapa el orgullo por Xabi Alonso y la ilusión por la Champions
En el fútbol español convive la cara oscura de una Federación arcaica, sin voluntad de regeneración, con la feliz de Xabi Alonso haciendo historia y el protagonismo en Europa
El esperpento en la gestión de las elecciones en la Federación Española de Fútbol no tiene límites. Huele a podrido por no querer salirse del sistema cerrado y clientelar, pero lo milagroso es que no tapa el brillante momento por el que pasa el fútbol español. El nivel de clubes, de la Selección masculina y femenina, principalmente el de las chicas, y el que tienen los entrenadores, conviven con el tufo de los abusos de poder federativos.
El éxito de Xabi Alonso con la primera Bundesliga con el Bayer Leverkusen es motivo de orgullo y se produce en un momento de crisis reputacional de nuestro fútbol. Sirve de reconstituyente para olvidar, aunque sea de forma pasajera, la vergüenza que estamos pasando fuera de nuestras fronteras. Dentro, en territorio nacional, no ha cambiado nada desde que salió Luis Rubiales de la presidencia y se avala a Pedro Rocha como su sucesor.
El ridículo continúa con la entrada de Rocha en los juzgados de Majadahonda como testigo, a pecho descubierto, y la salida en condición de investigado. Escarmentado por su soberbia ante el fiscal. Rocha, en la calle, es incapaz de sonrojarse mientras finge que habla por teléfono para esquivar a los periodistas y le destapa el timbre de una llamada. Este lunes el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) ha abierto expediente a Rocha y la Comisión Gestora por atribuirse funciones que no les corresponden y califica de infracciones muy graves. Este es el lado oscuro.
En los despachos del máximo organismo del fútbol español no hay voluntad de una regeneración que ayude a recuperar la credibilidad de una institución caduca. Con el modelo federativo, caído en desgracia y descrédito, coexiste la modernidad y el éxito deportivo. Es la suerte y el contraste de España. Está sumido en las tinieblas de una Federación arcaica y judicializada y, al mismo tiempo, es capaz de resplandecer con el talento de profesionales que exportan limpieza, liderazgo, se comportan como referentes competitivos y generan ilusión. Esta es la cara buena.
El fútbol español está ante la posibilidad de conseguir meter a tres equipos en las semifinales de la Champions. Significaría una hazaña y haría posible que uno de ellos estuviera en la final de Wembley. Barcelona y Atlético, por el mismo cuadro, serían uno de los conjuntos privilegiados con billete para la gran final. El Real Madrid tiene un desafío contra el campeón de Europa que le ponen, de nuevo, ante el reto de una noche histórica.
La ilusión de tres equipos españoles
Barcelona y Atleti parten con la ventaja, por la mínima, de sus victorias en el Parque de los Príncipes contra el PSG y en el Metropolitano ante el Borussia Dortmund. Del Real Madrid no te puedes fiar nunca. Es el Rey de Europa, un equipo que se faja con épica y un espíritu competitivo superior al resto.
Meter a los tres equipos españoles en las semifinales supondría una gesta y un golpe en la mesa de la Liga. En este contexto favorable están Luis Enrique, Guardiola y Mikel Arteta. Forman parte del club selecto de los mejores entrenadores del mundo, al que se acaba de unir Xabi Alonso.
La Champions, la élite del fútbol a nivel de clubes, da un respiro a la mala reputación que tiene nuestro fútbol con el escándalo de la Federación Española de Fútbol. El daño que hace comprobar que Luis Rubiales puede llevar una vida a todo tren en la República Dominicana, pese a que diga que no tiene ni para una Coca Cola, o verle entrar en una furgoneta de la Policía a pie de pista en Barajas para ir a un juzgado, es tremendo.
Venimos de la intervención de la UCO y la Guardia Civil en la sede de Las Rozas, estamos con Pedro Rocha investigado y compartimos las sospechas de una trama federativa que daba mordidas y que, sorprendentemente, Rocha desconocía porque los contratos no pasaban por sus manos. Las del vicepresidente económico ocasionan recelo.
A todo esto se suma lo turbio y poco estético del reparto del dinero en la adjudicación de la Supercopa a Arabia Saudí. El proceso de autodestrucción comenzó con el lamentable episodio del beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso. Se cargó el impacto del éxito de ganar el primer Mundial femenino de las jugadoras y si no es por este suceso, el búnker federativo sería más inexpugnable.
Disfrutamos de una Selección femenina que es histórica y se consolida como el mejor equipo del mundo, nos ilusionamos con ver al Real Madrid, Barcelona y Atleti en las semifinales de la Champions, nos llena de orgullo la proeza de Xabi Alonso, nos esperanzamos con competir por la Eurocopa de fútbol y nos entristece la depravación en la Federación. Conservemos la pureza y sigamos soñando sin que nos afecte un sistema corrompido.
El esperpento en la gestión de las elecciones en la Federación Española de Fútbol no tiene límites. Huele a podrido por no querer salirse del sistema cerrado y clientelar, pero lo milagroso es que no tapa el brillante momento por el que pasa el fútbol español. El nivel de clubes, de la Selección masculina y femenina, principalmente el de las chicas, y el que tienen los entrenadores, conviven con el tufo de los abusos de poder federativos.
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