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¿Se ha equivocado Sergio Ramos con su regreso a Sevilla? No vive un cuento de hadas
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¿Se ha equivocado Sergio Ramos con su regreso a Sevilla? No vive un cuento de hadas

La segunda etapa de Sergio Ramos en el Sevilla es más un cuento de terror y pesadillas que una historia mágica. No es el culpable de la crisis deportiva, pero tampoco mejora el equipo

Foto: Sergio Ramos celebra el gol de penalti al Lens. (REUTERS Pascal Rossignol)
Sergio Ramos celebra el gol de penalti al Lens. (REUTERS Pascal Rossignol)

Sergio Ramos se caracteriza por echarle valor y coraje a la vida, pero es razonable plantear si se equivocó con vivir una segunda parte en el Sevilla y confundió el amor de la infancia de un canterano con el sentimiento del despecho de un expatriado. De niño tenía el sueño de jugar en el Sevilla, de adolescente se le presentó la oportunidad que no puede desaprovechar ningún futbolista de jugar en el Real Madrid y en el final de su carrera eligió pedir perdón para que le abrieran las puertas, ya con 37 años, de su Sevilla.

Había riesgos de que la segunda etapa del camero en Nervión saliera como un cuento da hadas. Él lo imaginaba todo mágico. Desde el principio, con una presentación multitudinaria y mediática en el Sánchez Pizjuán, rodeado de los suyos y con lágrimas de plena felicidad. Lo que lleva vivido no es precisamente maravilloso, sino más bien un cuento de terror. Los capítulos que quedan de aquí al final de temporada no son nada sencillos de imaginar.

Quien haya seguido de cerca la carrera de Sergio Ramos no se explica la decisión que tomó de regresar al Sevilla. Tenía más que perder que ganar, pero eligió guiarse por el corazón y descansar mentalmente de una traumática salida al Real Madrid. Del Nido padre se lo hizo pasar mal, sufrió la hostilidad de los radicales del Sevilla y su familia dejó de ir al estadio. Tenía que curar su dolor, quitarse esta espina y recuperar lo que considera que es suyo. Lo hizo porque toda la familia es sevillista. Lo consiguió con mucho empeño y en contra de la opinión del presidente José Castro. “¿Que Ramos quiere venir al Sevilla? Y yo quiero un avión”, dijo el dirigente en Atenas a mediados de agosto antes de jugar la Supercopa de Europa. Se tuvo que tragar sus palabras.

Sergio no era una prioridad, no encajaba en la planificación y Mendilibar tampoco tenía devoción por su fichaje. José Luis Mendilibar, por entonces el técnico, se puso de perfil. Le ficharon lo que quisieron y en el caso Ramos no se iba a desgastar. Lo vio más claro. Era una operación para cerrar heridas entre el jugador, el club y la afición, más que un fichaje de presente y futuro. Los malos resultados echaron a Mendilibar y se quedó Ramos, con más peso en el vestuario y un nuevo entrenador que no discute al veterano central. Diego Alonso cede galones a Ramos, como sus compañeros, que no dudan de que se encargue del lanzamiento de los penaltis.

placeholder Sergio Ramos en el partido entre el Cádiz y el Sevilla. (ONLY FOR USE IN SPAIN)
Sergio Ramos en el partido entre el Cádiz y el Sevilla. (ONLY FOR USE IN SPAIN)

El problema deportivo en el Sevilla no es el nivel y el rendimiento de Sergio Ramos. Es más profundo por las tensiones institucionales y la crispación en la masa social. Pero es cierto que con un Ramos indiscutible, el equipo cae en Europa y no gana. Sergio solo tiene dos victorias (Las Palmas y Astorga) en 12 partidos. Ha marcado 3 goles (dos de penalti).

Desgaste emocional

La sensación es que el efecto Sergio Ramos no funciona y que a José Castro le faltó claridad y decisión para ser coherente con sus palabras. No veía necesario su retorno. Han pasado cuatro meses después de negar su fichaje y toda la ilusión que generó, los esfuerzos del club por recuperar la imagen de Ramos -le han metido en el grupo de capitanes-, se están consumiendo por la mala trayectoria del equipo. Se esperaba que el carácter, la garra, la experiencia y el liderazgo de Sergio sirviera de estímulo al equipo y el sevillismo.

La imagen de Ramos es la de un jugador ansioso por querer demostrar en el campo que tiene mucho fútbol para darle al Sevilla. No se le puede negar que es competitivo, que demuestra su personalidad, que lo da todo. No es el culpable de los males del Sevilla. Su nivel es aceptable y en Sevilla lo que quieren es ganar partidos y que marque las diferencias.

Foto: Mbappé, con cara de decepción tras el empate. (Reuters/Wolfgang Rattay)

El desgaste del camero, emocional y físico, es importante en tan solo cuatro meses. Le está costando más disgustos que alegrías y más descrédito que prestigio. Da la cara tras las derrotas en los micrófonos, carga contra los árbitros, el VAR e insinuó que al Sevilla le pitan diferente que al Real Madrid. Sergio Ramos necesita cariño, tener a la afición de su lado, y a la vez, no tiene nada que demostrar a estas alturas de su carrera.

Lo peor que le puede pasar es recibir críticas por su juego y que su propia afición le pite. Ya ha pasado algo de esto con un aficionado que le insultó en el aeropuerto al regreso del equipo de Francia. Si al Sevilla le va mal, a Sergio Ramos le van a señalar. Apostó fuerte por darse una segunda oportunidad con el club que lleva en el corazón y cuatro meses después ese corazón, por muy fuerte que lo tenga, está sufriendo. Es duro. Veremos como acaba este cuento, pero lo que se ve es que ni Sergio Ramos ha mejorado al Sevilla ni el Sevilla es un sitio de paz para Sergio Ramos. El camero no encuentra la calma en su tierra.

Sergio Ramos se caracteriza por echarle valor y coraje a la vida, pero es razonable plantear si se equivocó con vivir una segunda parte en el Sevilla y confundió el amor de la infancia de un canterano con el sentimiento del despecho de un expatriado. De niño tenía el sueño de jugar en el Sevilla, de adolescente se le presentó la oportunidad que no puede desaprovechar ningún futbolista de jugar en el Real Madrid y en el final de su carrera eligió pedir perdón para que le abrieran las puertas, ya con 37 años, de su Sevilla.

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