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Paseo por el bochorno en el fútbol español: Negreira, Rubiales y la autocensura de Arrasate
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los escándalos provocan daños

Paseo por el bochorno en el fútbol español: Negreira, Rubiales y la autocensura de Arrasate

La imagen del fútbol español es la de la Guardia Civil haciendo registros en la Federación, la jefa de prensa declarando que sufrió presiones y el entrenador de Osasuna con mordaza

Foto: Patricia Pérez, jefa de prensa de la Selección femenina. (EFE/Javier Lizón)
Patricia Pérez, jefa de prensa de la Selección femenina. (EFE/Javier Lizón)

Había un tiempo en el que uno se sentaba enfrente del televisor y esperaba a que llegara el espacio de deportes. La prioridad, el interés, el foco estaba en los goles, las jugadas y las declaraciones de los protagonistas. En el entretenimiento deportivo, en definitiva. Esto ha cambiado y este tiempo de diversión está en un segundísimo plano y, en ocasiones, ha desaparecido. Hoy las cadenas, emisoras, los medios, dedican más minutos a los escándalos deportivos. El espectáculo deportivo ha sido sustituido por el de los escándalos de Negreira, Rubiales, la judicialización del fútbol y denuncias tan graves como la que hace Jagoba Arrasate. El entrenador de Osasuna, un tipo moderado, de perfil bajo, con cara de no haber roto un plato, dice que "nos han quitado la libertad de expresión". Vamos para bingo.

Todo este espectáculo judicial, extradeportivo y la autocensura del técnico de Osasuna corresponde a un solo día. Ya no hay que esperar a que llegue el espacio de deportes. Los medios generalistas llenan sus parrillas con los escándalos, con enorme repercusión internacional, que se suceden en nuestro país. El reportero deportivo y no deportivo está ahora en las puertas de la sede de la Federación Española de Fútbol cubriendo la entrada de la Guardia Civil que llega para hacer registros por el caso Negreira. En el mismo día, se monta un dispositivo para estar en las puertas de la Audiencia Nacional para ver entrar y salir a los testigos e imputados que declaran en el caso Rubiales. Por la noche, uno se acuesta con la denuncia de un entrenador de fútbol ejemplar en su conducta, que se tiene morder la lengua por miedo a recibir una sanción ejemplar del Comité de Competición.

placeholder Un fotógrafo toma imágenes del registro de la Guardia Civil. (EFE/Fernando Villar)
Un fotógrafo toma imágenes del registro de la Guardia Civil. (EFE/Fernando Villar)

El fútbol español huele a podrido y el daño reputacional es importante. El aficionado asiste con perplejidad al auto del magistrado Joaquín Aguirre, titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona, en el que imputa al Barcelona por cohecho en el marco de la investigación en el caso Negreira. Un auto contundente y que no pone de acuerdo ni a los especialistas jurídicos. No se explican cómo el juez considera a José María Enríquez Negreira, el que fuera vicepresidente de los árbitros, como un funcionario público si la Federación es un ente privado. El debate jurídico solapa a los análisis deportivos en los medios. Se habla poco de fútbol y mucho de leyes, jurisprudencia y corrupción.

Una competición adulterada

La imagen del fútbol español es la de la Guardia Civil haciendo registros durante más de 12 horas en las oficinas del Comité Técnico de Árbitros de la Federación con el fin de recopilar documentación en el caso Negreira. El juez tiene la difícil misión de probar que se adulteraba la competición y del presunto delito de corrupción deportiva pasa al de cohecho. La sorpresa es atribuir a Negreira una función pública con el argumento de que la Federación está regulada, en parte, por el Estado. Si los periodistas especializados en tribunales no se ponen de acuerdo, a los deportivos les pilla en fuera de juego… y ya no digamos los aficionados que naufragan entre escándalo y escándalo.

Foto: El exárbitro José María Enríquez Negreira en una imagen de 1990. (EFE)

Al mismo tiempo que la Guardia Civil toma la Federación con los registros, por la Audiencia Nacional pasa a declarar Patricia Pérez, la jefa de prensa de la Selección española de fútbol femenina, citada por el magistrado Francisco de Jorge. Así, los periodistas deportivos y los aficionados ya no conocen solo los nombres de los jugadores y analizan las tácticas de los entrenadores. Amplían su repertorio a los magistrados, la gravedad de los delitos y sus posibles consecuencias.

Resulta que la jefa de la Selección, en su declaración, confirma al magistrado que Luis Rubiales y algunos de sus superiores la presionaron para que defendiera la versión del ya expresidente de la Federación. La de que el beso a Jenni Hermoso fue un gesto totalmente espontáneo por la alegría inmensa de ganar un Mundial. Sufrió la presión para que ratificara que el beso fue consentido, como quiso defender el departamento de integridad de la Federación para limpiar la imagen de Rubiales. El teléfono móvil de Patricia se queda en sede judicial para su correspondiente vaciado de mensajes, para que aporten más pruebas con las que se pueda confirmar el presunto delito de coacciones de Rubiales a Jenni Hermoso y su entorno familiar.

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Jagoba Arraste, entrenador de Osasuna. (EFE /Villar López)

Todo esto es bochornoso. Pero cuando uno se quiere tomar un respiro, con algo más ligero como ver un partido de fútbol, acaba llevándose las manos a la cabeza con la expulsión de Jagoba Arrasate tras un gol anulado a David García en una jugada en la que el árbitro aprecia un manotazo del jugador de Osasuna, Aimar Oroz, al del Atleti, Witsel. Pero no ve el empujón previo del central del Atleti, Giménez, a Oroz que es el que provoca el manotazo. La protesta de Jagoba Arrasate, al que nunca le habían expulsado con 222 partidos en el banquillo de Osasuna, le cuesta salir del campo por dirigirse al árbitro.

En la sala de prensa se impone la autocensura. "Solo le dije al árbitro que no es falta y con las manos en los bolsillos porque no les gustan los aspavientos. Hay un trato diferente en esta Liga. A mí me encantaría hablar con vosotros, pero tengo que medir mucho las palabras. Nos han quitado la libertad de expresión", es la denuncia de entrenador que habla desde la indignación y la impotencia. El técnico de Osasuna no quiere decir que el Atleti se puede haber visto favorecido por las quejas que filtró Miguel Ángel Gil Marín, tras el derbi, para acusar al Real Madrid de adulterar la competición. Ya se sabe que el que no llora, no mama.

Foto: Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. (EFE/Sergio Pérez)

A falta de un año para que la FIFA decida qué candidatura organizará el Mundial de 2030, los escándalos del fútbol español perjudican la elección. Tras las más de 12 horas de registros, la Federación se encargó de lanzar un breve comunicado para decir que todo esto no tiene nada que ver con ellos y que colaboran con la justicia. Solo faltaría que no lo hicieran. La sensación es que la candidatura que forman España, Portugal y Marruecos lo tiene más difícil con la competencia de la de Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile. Y no hay que descartar la de Arabia Saudí, Egipto y Grecia. Esto solo lo puede salvar el fútbol femenino con su éxito tras ganar un Mundial y su lucha para limpiar la suciedad en la Federación. Las jugadoras, en menos tiempo, han hecho más que el Gobierno y la justicia por regenerar la Federación.

Había un tiempo en el que uno se sentaba enfrente del televisor y esperaba a que llegara el espacio de deportes. La prioridad, el interés, el foco estaba en los goles, las jugadas y las declaraciones de los protagonistas. En el entretenimiento deportivo, en definitiva. Esto ha cambiado y este tiempo de diversión está en un segundísimo plano y, en ocasiones, ha desaparecido. Hoy las cadenas, emisoras, los medios, dedican más minutos a los escándalos deportivos. El espectáculo deportivo ha sido sustituido por el de los escándalos de Negreira, Rubiales, la judicialización del fútbol y denuncias tan graves como la que hace Jagoba Arrasate. El entrenador de Osasuna, un tipo moderado, de perfil bajo, con cara de no haber roto un plato, dice que "nos han quitado la libertad de expresión". Vamos para bingo.

Caso Negreira Luis Rubiales
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