Estas son las dos consecuencias del desprecio a Vinícius: más goleador y soberbio

Vinícius puso ganas y rebeldía en Girona. Mostró eficacia en el juego y un carácter combativo que genera polémica. No falló, como tampoco lo ha hecho en ninguno de los partidos que ha jugado el equipo esta temporada. Al brasileño le da igual que sean de Liga, Champions, Copa del Rey, Supercopa de Europa, de España o el Mundial de Clubes. Vinícius siempre está motivado, no se guarda nada y no para de intentarlo. Es el futbolista que siempre deja mal a sus compañeros por su actitud, hambre y compromiso. Es, por lo tanto, un referente en el césped por su tenacidad para competir en todos los partidos y un ejemplo de entrega y sacrificio que valoran en el club.

Al nivel que está Vinícius no hay ningún futbolista de la plantilla del Real Madrid. Deberían fijarse todos en el espejo de un compañero que arriesga la pierna en partidos de trámite, que no se esconde y demuestra personalidad. Da la cara, no se rinde y sufre con el racismo, la hostilidad de marcajes violentos y aficionados que le insultan. De las provocaciones reacciona en caliente yéndose a por los rivales, entra al trapo y se toca la escarapela de campeón del mundo para responder a los seguidores rivales.

Todo esto tiene un resultado que pone más en valor la progresión de un futbolista que está en su quinta temporada en el Real Madrid. Vinícius marcó el primer gol del Real Madrid contra el Girona, en un remate de cabeza, y dio la asistencia del segundo a Lucas Vázquez. Igualó su registro de goles de la temporada pasada (22). El chico que tenía problemas en la definición, del que se reían y hacían memes porque fallaba más que una escopeta de feria y se le ridiculizaba con las comparaciones con Mbappé, se supera. 22 goles en 48 partidos de esta temporada por los 22 que marcó en los 52 encuentros de la pasada. Ha roto su techo goleador y con 14 pases de gol es el máximo asistente de su equipo.

Desequilibrante y desafiante

Lo que hace Vinícius es ser cada vez más desequilibrante y desafiante. Pasa facturas. Sufrió el desprecio y estas son las consecuencias. Cada partido lo juega como una final, con ánimo de demostrar que se equivocaron con su nivel y si es necesario responde a las provocaciones de los rivales y las aficiones. Deja imágenes de falta de humildad si responde llevándose la mano a la escarapela. Lo sabe. Pero en un clima hostil es incontrolable. Meterse con Vinícius es hacerle más fuerte. Lo reconoció el entrenador del Girona. Ni las patadas ni los insultos de la grada frenan al brasileño. La sinceridad de Míchel es el reconocimiento de todo lo antideportivo que hay que hacer para minimizar a Vinícius: "Les he dicho a los jugadores que no se va a desconectar. Sigue encarando. A Vinícius le dije que hay veces que tenemos que hacerle falta porque es muy bueno. Hace doscientos mil uno contra uno y esfuerzos. Para mí es el mejor del mundo en la repetición del uno contra uno. Cuando coge el balón va a por ti".

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Las palabras de Míchel son relevantes. Los hechos hablan por sí solos. Xavi recurre a Araújo en el lateral derecho como mejor antídoto para intentar desactivar a Vinícius. En la Liga los rivales van al límite del reglamento con el brasileño, con duelos, disputas y piques a los que entra el brasileño con Gavi, Maffeo, Raíllo, Balliu, Alejo, Arnau... La impotencia de Vinícius es acabar el partido contra el Girona con una tarjeta amarilla por protestar tras recibir un pelotazo en el suelo. Es el jugador que más faltas recibe de la Liga (113) y le han mostrado 9 tarjetas amarillas.

En sus primeros años le cantaban desde la grada "Vinícius balón de playa", después que se muera, también que baile, que es tonto, escucha los sonidos del mono, cuelgan un muñeco de un puente con su camiseta en el día de un derbi en el Metropolitano... y responde celebrando un gol con un baile, con sonrisas burlonas, gestos desafiantes y acariciando la escarapela de campeón del mundo, competición en la que fe elegido Balón de Oro.

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El resumen es que Vinícius ha mejorado en lo futbolístico con goles, asistencias y la toma de decisiones. Y ha endurecido una personalidad, que ya de por sí era fuerte y valiente, con la que no se permite ningún respiro, ni relajación. Se toma todos los partidos, de la competición que sea, como si fuera Rambo. Las consecuencias son un futbolista con más amenaza en su juego, pero también con reacciones de soberbio.