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La insólita progresión de McLaren en 2023 sí tiene precedentes en la F1: el caso Lotus 77
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LOGROS DIFÍCILES DE REPETIR

La insólita progresión de McLaren en 2023 sí tiene precedentes en la F1: el caso Lotus 77

Lo ocurrido con los coches papaya, que han pasado de los últimos a los primeros lugares de la parrilla en una misma temporada, ha sido insólito. Pero lo vivido en 1976 fue más increíble

Foto: McLaren es el único rival del Red Bull de Verstappen. (Xavi Bonilla/DPPI/AFP7)
McLaren es el único rival del Red Bull de Verstappen. (Xavi Bonilla/DPPI/AFP7)

El año 2023 tuvo un comienzo deportivo terrorífico para el equipo McLaren. Sus coches eran el farolillo rojo en la clasificación y en carrera. Las fuertes críticas a la gestión de Zak Brown no tardaron en llegar. En un movimiento típico de los presidentes de clubes de fútbol, que se cargan al entrenador ante unos malos resultados, el jefe de McLaren despidió al director técnico James Key ante las carencias de su última creación, el MCL 60. De forma sorprendente, luego se vio que el coche no era tan malo. Simplemente, le faltaba desarrollo para convertirse en potencial ganador. Justo lo mismo que ocurrió con el Lotus 77.

En 1976, Lotus pasaba por el momento más bajo desde que fuera fundada en 1952 por Colin Chapman. Llevaban dos años sin ganar un Gran Premio y el sucesor del maravilloso Lotus 72 fue un total fracaso. Su piloto estrella, Ronnie Peterson, se desesperaba al ver que el equipo al que había llegado para lograr victorias y campeonatos decaía de forma imparable. El nuevo modelo 77 se suponía que era el coche que iba a sacarles de todos sus males. Pero incluso el día de la presentación, el piloto sueco y muchos otros levantaron la ceja en señal de duda ante un coche de lo más extraño.

Al más puro estilo Chapman, el coche estaba lleno de soluciones técnicas no antes vistas, pero lo mismo había sucedido con su antecesor. El modelo 76 acabó siendo retirado ante su recalcitrante ineficacia y fue sustituido por el repescado modelo 72, ya con cinco temporadas a sus espaldas. La extraña apariencia del nuevo coche no presagiaba nada bueno. Y así ocurrió. En la primera carrera de la temporada, en Brasil, Peterson y Andretti estaban al final de la parrilla, y para colmo ambos chocaron en carrera.

Aquello era ya la puntilla para la decaída moral de los pilotos, que decidieron abandonar el equipo al alimón. Chapman, unas carreras después, consiguió repescar a Mario Andretti y colocó al prometedor Gunnar Nilsson en sustitución de Peterson, pero su resultado en su primera aparición lo decía todo acerca del nivel del Lotus 77 en esos momentos: último en parrilla, ¡a más de seis segundos del tiempo de la pole position! Nadie hubiera apostado un penique entonces por aquel coche, pero la realidad nos dice que la temporada 1976 se cerró con la pole position y posterior victoria de Mario Andretti con ese mismo chasis.

"Aquel año fue increíble", recordaba en una entrevista en Daily Sportscar Ian Dawson, el jefe de mecánicos de Lotus en esa época. "Yo creo que el coche no fue dos carreras con la misma configuración". En aquellos años, un jefe de mecánicos era el que trasladaba a la realidad las ideas de los ingenieros. No era un simple instalador de piezas, sino que tenía que fabricarlas y, lo más difícil, modificarlas para que funcionaran en una máquina en constante evolución. "De Chapman guardo un recuerdo fantástico, pero trabajar junto a él era una tiranía. Trabajábamos entre 70 y 80 horas a la semana y siempre teníamos a Colin respirando en nuestro cogote: 'Cambia esto, rediseña aquello, prueba con esto...'".

Y es que el Lotus 77 nunca nació con la intención de ser algo provisional para devolver a la escudería a la gloria. En realidad, era el laboratorio de la aerodinámica de efecto suelo, el avance que cambiaría para siempre la competición automovilística. El revolucionario Lotus 78, con sus perfiles de ala invertidos y faldillas para canalizar el flujo inferior de aire, fue fruto de toda la experimentación realizada durante esa temporada de 1976. "Y no solo eso, el 77 también fue el primer coche con el que se experimentó con la informática, llevando en las pruebas a bordo un ordenador que era grande como un armario", puntualizaba Dawson.

El Lotus 77 era el laboratorio de la aerodinámica de efecto suelo, que cambió para siempre la competición automovilística

"Fue increíble participar en aquellos primeros pasos del efecto suelo, pero también con la llegada de los primeros ordenadores, que cambiaron todos los procesos de diseño y fabricación. Recuerdo que, estando en pruebas en el Paul Ricard, tuvimos que parar porque Gunnar Nilsson ya no podía pilotar, de la cantidad de papel que salía de la impresora hacia su habitáculo", explicaba.

Aquella experimentación sin descanso que iban haciendo con vistas al futuro sirvió también para ir mejorando de forma exponencial el rendimiento del coche carrera a carrera. Si es admirable que McLaren en 2023 haya recortado a sus competidores algo más de un segundo, imaginen los seis segundos que fue capaz de recuperar el Lotus 77 a lo largo de la temporada.

placeholder La configuración final del Lotus 77 distó mucho de la inicial. (Mario Andretti)
La configuración final del Lotus 77 distó mucho de la inicial. (Mario Andretti)

La constante presión de Chapman

Pero en un mundo donde nadie regala nada, aquella descomunal progresión debía mucho al talento de Chapman y su equipo técnico, pero sobre todo, como recuerda Dawson, a una carga de trabajo cercana al estajanovismo: "Los diseñadores llegaban al trabajo por la mañana y se encontraban con que Colin había venido por la noche y había dejado notas a todos para hacer cambios. Cosas pequeñas, pero importantes. Un día llegamos al trabajo una hora tarde y Colin nos estaba esperando. '¿Qué horas son estas?'. Bueno, Colin, es que salimos ayer de aquí a las tres de la mañana. '¡Pues haber parado a las dos y haber llegado en hora!'. El tipo era increíble, se sentaba en una caja detrás de ti y preguntaba por qué hacíamos esto o aquello. Lo absorbía absolutamente todo".

Aquel trabajo sin descanso —del primero al último de los empleados del equipo Lotus— dio sus frutos, y produjo el mayor salto cualitativo de la historia en la evolución técnica de la Fórmula 1. Comparar la primera versión del Lotus 77 con la última es estar ante dos coches completamente diferentes. Y cuando se compara a sus sucesores —el modelo 78 y, sobre todo, el 79— con sus contemporáneos en la parrilla, parecen realmente coches venidos de otro planeta.

Es difícil que McLaren repita a futuro la gesta protagonizada aquellos años por Lotus, pero hay que reconocer el mérito de Andrea Stella como líder del equipo. En la actualidad, el reglamento es mucho más restrictivo que hace cuatro décadas y pasar del final a la cabeza de la parrilla en el plazo de unos meses es una proeza más que reseñable. Stella ha sabido motivar a un equipo que fácilmente podía haber caído en el desánimo con su turbulento comienzo de temporada. La progresión que hace años era de segundos ahora es de décimas, pero no por ello menos meritoria. Talento y trabajo sin descanso, la misma receta de Lotus en 1976.

El año 2023 tuvo un comienzo deportivo terrorífico para el equipo McLaren. Sus coches eran el farolillo rojo en la clasificación y en carrera. Las fuertes críticas a la gestión de Zak Brown no tardaron en llegar. En un movimiento típico de los presidentes de clubes de fútbol, que se cargan al entrenador ante unos malos resultados, el jefe de McLaren despidió al director técnico James Key ante las carencias de su última creación, el MCL 60. De forma sorprendente, luego se vio que el coche no era tan malo. Simplemente, le faltaba desarrollo para convertirse en potencial ganador. Justo lo mismo que ocurrió con el Lotus 77.

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