Es noticia
Carlos Sainz y Fernando Alonso enseñan cómo se compite duro, pero con limpieza, en Fórmula 1
  1. Deportes
  2. Fórmula 1
GRAN CONDUCCION DEFENSIVA

Carlos Sainz y Fernando Alonso enseñan cómo se compite duro, pero con limpieza, en Fórmula 1

Los españoles mostraron en el pasado Gran Premio de Brasil que los duelos al límite no son incompatibles con la deportividad y rompen ese concepto de piloto ganador

Foto: Alonso y Sainz, dos pilotos muy limpios en pista. (Reuters/Albert Gea)
Alonso y Sainz, dos pilotos muy limpios en pista. (Reuters/Albert Gea)

Seguro que muchos de ustedes habrán leído esa frase de que el rugby es un deporte de villanos jugado por señores y el futbol un deporte de señores donde participan villanos. Que no se enfaden los seguidores futbolísticos porque, aunque hay algo de verdad en la frase, también hay nobleza en el balompié. La analogía viene al caso porque en las carreras de coches pasa lo mismo. En la Fórmula 1 vemos escenas cargadas de deportividad como el abrazo de Fernando Alonso con Checo Pérez después de un intenso duelo, pero también episodios poco edificantes.

Carlos Sainz, el sábado durante la carrera al esprint, y Fernando Alonso, en las veinte vueltas finales del Gran Premio de Brasil, dieron un recital de conducción defensiva. Con dureza, llevando las situaciones al límite, pero como reconoció el propio Checo Pérez, "con muy pocos pilotos de la categoría, puedes competir como lo hice con Fernando". El mexicano sabe que el español es de los que no va a conceder un milímetro, pero a la vez nunca va a hacer maniobras temerarias.

Carlos Sainz demostró el sábado que también es uno de los pilotos de los que te puedes fiar en un duelo. También hizo visible esa falacia de que cuando un piloto se deja pasar es un blandito. Todas las veces que el madrileño fue adelantado en los duelos, buscó con posterioridad la forma de devolver la maniobra. Y con éxito, que es lo que de verdad tiene mérito. Así es como casi siempre se compitió en la Fórmula 1.

Ser limpio pilotando en los años donde la seguridad en circuitos y monoplazas era nula, tenía un fondo más de supervivencia que de voluntad. Intentar sacar de pista a un rival de malas maneras, tenía altísimas posibilidades de llevarte a ti y a tu contrincante camino del hospital cuando no del cementerio. La polémica de sobrepasar los límites de pista no existía. Una rueda por fuera del asfalto suponía estar cerca del game over.

Excepción más que norma

Allá por los años setenta, a pesar de todo, había algún que otro piloto como Clay Regazzoni que sí era un poco sucio. Pero entre lo que se hacía querer el piloto suizo al bajarse del coche y cómo suavizó sus formas cuando salió de Ferrari, la historia fue indulgente con él. Luego había otros como James Hunt, que más que antideportivos eran alocados. No había mala fe en los movimientos de Shunt, sino a menudo exceso de confianza que le mandaba con compañía a las barreras de protección.

También había algunos, como Jean-Pierre Jarier, que eran una pesadilla para ser doblados, hasta el punto de que el mismo Hunt dijo de él que "tiene el cerebro de un niño de diez años". Pero excepción, todo más que norma. La situación empezó a cambiar con Ayrton Senna. Su determinación y su habilidad suprema al volante le llevaban a menudo a situaciones que sí empezaban a rozar lo temerario.

Un capítulo icónico

Se hizo muy famosa su frase pronunciada en una discusión con Jackie Stewart de "si no aprovechas un espacio, no eres un piloto de carreras". Aunque elocuente, el brasileño no tenía razón y sí la tenía Jackie Stewart cuando cuestionaba algunas de sus maniobras antideportivas. Por supuesto que hay que pelear buscando un hueco, pero un hueco por el que se pueda pasar, no un hueco forzado a base de sacar al rival de pista. Eso era lo que quería decirle el campeón escocés.

Foto: El mítico piloto brasileño, Ayrton Senna. (EFE)

Y quizá fascinado por esa actitud de querer ganar a toda costa de Senna, llegó Michael Schumacher, que es el que de verdad marcó un antes y un después en el paso entre dureza y antideportividad. Fue el propio Ayrton el que más se sorprendió de las formas e irreverencia del nuevo prodigio. Había encontrado la horma de su zapato, pero corregida y aumentada en lo tocante a la falta de respeto al espacio del rival.

Famosa se hizo una discusión donde Ayrton reprendía a Michael, pero que el joven fenómeno poco más o menos vino a decirle una respuesta parecida a aquella que Senna le dijo a Stewart: 'Das sind die Linsen' ('Estas son las lentejas') o algo parecido en alemán. A raíz de los fatales accidentes de Senna y Ratzenberger en el trágico fin de semana de Imola en 1994, la seguridad en circuitos y monoplazas creció de forma exponencial.

Y este aumento de la protección de la integridad física de los pilotos, provocó que Schumacher llevara su rudeza compitiendo, a menudo mucho más allá de lo permisible. Pero Schumi era tan rematadamente bueno y además motor mediático del campeonato, que los comisarios deportivos pasaron por alto demasiadas maniobras que nunca debieron ser permitidas.

La falacia de la dureza

Y de aquellos polvos, estos lodos. La forma de pelear en pista de Schumacher creó escuela. El heptacampeón alemán no vacilaba a la hora de llevar al muro a su hermano Ralf en Nürburgring o forzar una maniobra suicida con Rubens Barrichello en Hungaroring 2010. Y el problema es que en la nueva generación de pilotos se grabó a fuego en su cerebro una peligrosa falacia. "Si no eres duro como Schumacher, no eres un piloto ganador". Y no.

Hakkinen, Villeneuve, Alonso, Raikkonen o Hamilton, que compartieron pista con el mito alemán, fueron campeones del mundo pilotando duro, pero sin la marrullería ensombreciendo sus indiscutibles logros. Es inevitable que, centrándonos en el caso actual, alguna vez hayamos visto maniobras sancionables por parte de Fernando Alonso o Lewis Hamilton.

Foto: Red Bull y Verstappen cuentan con una ventaja que se antoja reducir en 2024. (DPPI/AFP7/Florent Gooden)

Cuando llevas dos décadas compitiendo, es lógico que midas mal tus fuerzas o ambiciones en algún momento. Pero una cosa son acciones puntuales y otra hacer de la temeridad o la antideportividad la norma. Hamilton fue superado por Verstappen en la última vuelta de Abu Dabi en 2021. Lo intentó luego en la recta, no le funcionó y perdió el campeonato del mundo. No todos habrían actuado en aquel codo a codo igual que el británico lo hizo con el neerlandés. No hace falta dar nombres.

La curva de final de recta de Interlagos es ese típico escenario donde muchos pilotos practican esa odiosa maniobra del estrangulamiento cuando se ven superados. También sucede con su larga recta, donde puede darse el peligroso zigzagueo que hacen los que quieren romper el rebufo e impedir a toda costa el paso de un coche más rápido. Observen si tienen ocasión la pelea Hamilton-Sainz y su carrera al esprint el sábado; o el duelo Alonso-Pérez el domingo. Luchas al límite, pero deportivas. Como debe de ser.

Seguro que muchos de ustedes habrán leído esa frase de que el rugby es un deporte de villanos jugado por señores y el futbol un deporte de señores donde participan villanos. Que no se enfaden los seguidores futbolísticos porque, aunque hay algo de verdad en la frase, también hay nobleza en el balompié. La analogía viene al caso porque en las carreras de coches pasa lo mismo. En la Fórmula 1 vemos escenas cargadas de deportividad como el abrazo de Fernando Alonso con Checo Pérez después de un intenso duelo, pero también episodios poco edificantes.

Fernando Alonso Carlos Sainz Fórmula 1
El redactor recomienda