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El noveno puesto en Hungría de Fernando Alonso: una derrota que tiene muchos padres
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UN DURO BAÑO DE REALIDAD

El noveno puesto en Hungría de Fernando Alonso: una derrota que tiene muchos padres

Si algo ha dejado claro el rendimiento de los Aston Martin en Hungaroring, es que han perdido el tren de la cabeza de carrera. Pero no hay una única razón que explique el declive

Foto: La curva descendente de Aston Martin es innegable. (Reuters/Bernadett Szabo)
La curva descendente de Aston Martin es innegable. (Reuters/Bernadett Szabo)

Desafortunadamente, ya no hay clavo ardiendo al que agarrarse. El monoplaza de Fernando Alonso ha visto cómo se ha disipado su competitividad en apenas tres carreras. Un minuto y quince segundos fue la distancia que separó al piloto asturiano del ganador Max Verstappen en Hungría, mientras que en Canadá la distancia entre el neerlandés y el asturiano fue de apenas nueve segundos. Y eso en un circuito, a priori, favorable. "Es el momento de apretar los dientes, de estar concentrados, de intentar entender todo lo que está pasando en el coche. Lo bueno que decíamos que había a principios de año, ya no está, así que lo que hayamos podido mejorar, hay que intentar retenerlo... Mejorar el coche, en definitiva", sentenció Fernando Alonso al finalizar la carrera. Más claro, el agua.

Para semejante debacle en tan poco tiempo no puede existir una causa única, sino la concatenación de diversos factores. Hay algo más que una simple razón para que equipos como McLaren, que estaban clarísimamente por detrás, ahora estén por delante y, al mismo tiempo, el programa de evoluciones de Aston Martin no haya funcionado. En un entorno más competitivo que nunca, quizás el más apretado de la historia de la Fórmula 1, la pérdida de una o dos décimas en la carrera evolutiva te puede mover fácilmente tres o cuatro filas delante o detrás en la parrilla de salida. Pero el dato a tener en cuenta no es tanto la brecha frente a los equipos que rodean a los coches de Alonso y Stroll, sino la mencionada anteriormente frente a Red Bull.

¿El quinto mejor coche?

"Sí, seguramente hemos caído de rendimiento con respecto al principio de temporada", reconocía Fernando. "No hay duda de que estamos sufriendo en estas últimas carreras, pero vamos a cumplir ahora el ecuador del campeonato. La primera parte creo que ha sido sobresaliente, pese a estas últimas dos carreras. Ahora queda la segunda parte, que intentaremos enderezarla en las próximas carreras". No es mucho consuelo que los Ferrari estén en una situación parecida, porque además los de Maranello, a diferencia de los británicos, tuvieron algún que otro error a nivel estratégico. No hay más cera que la que arde. El coche de Fernando Alonso ahora mismo es, en el mejor de los casos, el quinto coche de la parrilla.

"Tuve una carrera un poco solitaria. No teníamos mucho ritmo para atacar a los coches de delante, pero tampoco teníamos grandes ritmos por detrás", admitía el piloto ovetense. "Intenté tirar al máximo, pero nos faltaban esas tres o cuatro décimas por vuelta para poner en apuros a George Russell o Carlos Sainz. Novenos y décimos, los dos coches en los puntos, pero lógicamente menos puntos de los que queríamos inicialmente". ¿Qué ha podido pasar, para que un coche que aspiraba casi a victorias ahora sea uno del montón? El propio Fernando apuntaba al cambio súbito de las carcasas de neumáticos Pirelli introducidas en Siverstone como uno de los motivos, pero es evidente que no era el único factor.

No es casual que desde que se introdujo el último paquete de evoluciones de Aston Martin, los coches verdes no hayan mejorado de forma especial. Está claro que las evoluciones que han venido introduciendo el resto de equipos han funcionado mucho mejor. Véase el caso de Red Bull, que ha sido indudablemente también afectado por el cambio de las carcasas de Pirelli, pero su última evolución ha ido en la dirección correcta. Aunque es verdad que ha perdido cierta supremacía en velocidad a una vuelta, su ritmo de carrera sigue siendo inalcanzable para el resto.

No se trata tanto quizá que las mejoras introducidas en el Aston Martin sean peoras, como se dice peyorativamente, sino que quizá iban en la dirección equivocada antes de la introducción del nuevo tipo de neumáticos. Aston Martin no era de los equipos que más sufría con el desgaste acelerado de sus neumáticos, pero no podía replicar el dulce trato que el chasis de Red Bull ofrecía a sus gomas. A veces se pone demasiado foco a la hora de las evoluciones en lo que se ve externamente (básicamente aerodinámica) y, sin embargo, el tiempo y el dinero pueden haberse gastado en lo que no se puede apreciar desde el exterior, como es la adherencia de origen mecánico (suspensiones, reparto de pesos, etc.). Es una simple hipótesis, pero sea o no cierta, es evidente que el desmoronamiento súbito no puede deberse a un insulso paquete de mejoras aerodinámico.

Un baño de realidad

Mike Krack, el jefe de equipo Aston Martin, admitía sin rodeos que se han quedado rezagados a la hora de evolucionar su coche: "El resultado es un baño de realidad. Llevábamos un par de carreras en las que creíamos que nuestro retraso era algo específico de un circuito y pensábamos que podíamos ser rápidos aquí y, sin embargo, no lo hemos sido. Eso demuestra que no estamos donde estábamos. Otros equipos nos han pasado. Este es el terreno que tenemos que recuperar y no hay manera de esconderse, hay que mejorar el coche", afirmaba.

Krack admitía también que les faltaban todavía elementos para ser un equipo grande, pues no tienen la capacidad que sí tienen otros de desarrollar sus coches a lo largo de la temporada. Seguramente algo ha tenido que ver la reciente mudanza de toda la organización a su nueva sede, es posible también que la organización habiendo duplicado en apenas un año su número de empleados, pero si de verdad Aston Martin quiere aspirar a ser un grande, el revolcón tiene que servir como revulsivo para ser capaces de revertir la tendencia negativa y volver a entrar en la pomada.

Foto: Mike Krack es el responsable de llevar Aston Martin a la cumbre. (Getty/Chris Graythen)

El propio Fernando Alonso admite que encontrar una mejora de aquí al Gran Premio de Bélgica va a ser harto difícil, y que tendrá que aprovecharse alguna jornada suelta en la que se permita un entrenamiento libre y, sobre todo, un intenso trabajo en las tres primeras semanas de agosto. Vista la competitividad de Red Bull, que no solo tiene la mejor aerodinámica, sino también la mejor evolución pese a las teóricas restricciones, está claro que el respeto a las normas de algunos equipos es, cuando menos, dudoso. Y en ese terreno pantanoso, si se quiere ganar, también hay que saber jugar duro.

Lo que parece claro es que en Aston Martin tiene que moverse mejor al filo del reglamento, no despistarse con las mudanzas, no equivocarse con la dirección evolutiva y, de forma especial, asumir inmediatamente los problemas cuando estos surjan. Una derrota tan llamativa no puede deberse nunca a una causa única, sino a la suma de varios factores. Pero igualmente merecen un voto de confianza, porque si durante casi nueve carreras nos hicieron soñar, son perfectamente capaces de volverlo a hacerlo.

Desafortunadamente, ya no hay clavo ardiendo al que agarrarse. El monoplaza de Fernando Alonso ha visto cómo se ha disipado su competitividad en apenas tres carreras. Un minuto y quince segundos fue la distancia que separó al piloto asturiano del ganador Max Verstappen en Hungría, mientras que en Canadá la distancia entre el neerlandés y el asturiano fue de apenas nueve segundos. Y eso en un circuito, a priori, favorable. "Es el momento de apretar los dientes, de estar concentrados, de intentar entender todo lo que está pasando en el coche. Lo bueno que decíamos que había a principios de año, ya no está, así que lo que hayamos podido mejorar, hay que intentar retenerlo... Mejorar el coche, en definitiva", sentenció Fernando Alonso al finalizar la carrera. Más claro, el agua.

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