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Quintana y una salvaje remontada por delante bajo la presión del doblete
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nadie se rinde en la lucha contra dumoulin

Quintana y una salvaje remontada por delante bajo la presión del doblete

"Tenemos por delante cinco días en teoría favorables para nosotros. El líder está bien, pero no sabemos cómo puede reaccionar ante este recorrido", dice Nairo, que confía en sus posibilidades

Foto: Quintana debe recuperar 2:41 y ganar tiempo para la contrarreloj del domingo. (Giroditalia)
Quintana debe recuperar 2:41 y ganar tiempo para la contrarreloj del domingo. (Giroditalia)

A la tercera semana de una gran vuelta el pelotón que la disputa llega con el tanque de gasolina apurando la última raya antes de la reserva. A esta se llega ya en las últimas etapas, cuando se tira de hasta la última gota de combustible fósil para sobrevivir enganchado a los mejores o, simplemente, subiendo un puerto de categoría especial sin echar pie a tierra. Al contrario que la mayoría, pues no es en absoluto como los demás, Nairo Quintana tiene fama de ser justo lo opuesto. Es el ciclista que se siente mejor cuando ha superado los dos primeros tercios de la carrera que cuando echa a correr por primera vez. El esfuerzo le sienta bien, su cuerpo adquiere energía extra y aspira a todo cuando los demás están cansados. Le conviene, sin duda, que así sea una vez más, la que más, si quiere ganar el Giro de Italia.

"Hemos estado en estas situaciones ya varias veces; unas nos han salido bien y otras no, pero siempre damos lo máximo para conseguirlo. Tenemos por delante cinco días en teoría favorables para nosotros. El líder está bien, pero no sabemos cómo puede reaccionar ante este recorrido", dijo el de Boyacá durante la tercera y última jornada de reposo que ofrece esta edición del centenario. Ante su majestad el Mortirolo y la serie de Alpes que se avecinan amenazantes sobre Dumoulin y como grandes aliados de Quintana, la presión, pese a no ir vestido de rosa, es para el corredor de Movistar y para Nibali, no para el holandés.

La caída de Nairo Quintana.

Dice, con razón, que ya se ha encontrado en situaciones similares en el pasado. En lo que le falta un poco de veracidad es en que a veces les ha salido bien. Las experiencias de Nairo en situaciones desfavorables en la clasificación general prácticamente nunca se han resuelto de manera positiva para él. Desde que pelea por las grandes vueltas, algo iniciado realmente en el Giro de 2014, no ha conseguido en ningún caso una remontada imponente que le haya dado la victoria final. Una vez se le complican las cosas, le cuesta mucho lograr darle la vuelta a la situación.

Ha resuelto con elegancia y autoridad momentos en los que tenía que imponerse y marcar distancias, como en ese mismo Giro y en la Vuelta del curso pasado, pero su rivalidad con Froome en el Tour demuestra bien a las claras que en el momento en que se le tuercen las cosas, salir de ahí le cuesta horrores. Para que se hagan a una idea de lo favorable de la rivalidad Froome-Quintana para el británico, Nairo nunca ha vestido el jersey amarillo de líder. En las tres ocasiones en las que Froome ha salido vencedor, el colombiano en algún momento perdió comba y nunca fue capaz de recuperarla.

Hace meses decidió que este era el año para probar por primera vez en su carrera el doblete. Ganar el Giro y el Tour el mismo año es un reto a la altura de inmortales. Es de otra época, una muy pasada, muy ensuciada por el dopaje que se sabe y el que aún está oculto bajo una gruesa capa de ignorancia. El último que lo logró fue Pantani en 1998. Hace 19 años. Otro mundo, otro momento de la historia reciente que nadie jamás ha podido igualar, ni siquiera pelear por las dos grandes vueltas. Lo intentó Contador en 2015. Ganó el Giro con muchísimo sacrificio individual (por aquello de que en el Tinkoff no le hacía caso nadie y tenía que currarse las diferencias y gestionarlas él solo) y nunca estuvo realmente cerca de luchar por el triunfo en Francia ante Froome. Acabó quinto en París, confirmando que el reto es prácticamente imposible.

A Nairo se le está complicando la intentona a la primera. Nadie vio venir a Dumoulin. Sí, que iba a ganar la primera contrarreloj podía ser evidente y que iba a conseguir distancias significativas en la última crono de Milán también se puede intuir, pero que aguantase tan bien la primera fase de alta montaña ha dejado a todos un poco patidifusos. "Dumoulin es mucho mejor escalador de lo que podíamos imaginarnos. Estoy sorprendido", dijo Quintana, que se ve que no recuerda que el de Maastricht no ganó la Vuelta 2015 únicamente porque en la penúltima etapa en la sierra madrileña se quedó sin aliento. Es decir, viene de tapado, porque en una carrera con Nibali y Nairo un vencedor alternativo ya es de por sí inesperado, pero 'Dumo' era una opción a triunfo tan real como real es su 'maglia' rosa actual.

Precisamente esa referencia de la Vuelta de hace dos años es la principal esperanza de Quintana, Nibali y Pinot, los escaladores destinados a pelear por derrumbar al nuevo Indurain. Bueno, esa, y que el Movistar es, teóricamente, mejor equipo que el Sunweb de Dumoulin, claro. En aquella edición, Dumoulin también superó una prueba rompepiernas y atacó en Ávila. Claro que no es lo mismo eso que hacerlo en Oropa, territorio de escaladores, justo lo que no es él y sí todos sus adversarios. Ese triunfo y cómo aguantó en la llegada a Bérgamo (con el caballeroso detalle incluido de esperar a que Nairo recuperara posiciones después de su caída) han sido un aviso muy serio: no va a soltar la 'maglia' fácilmente.

2.41 con Quintana, 3.21 con Pinot y 3.40 con Nibali. Más la distancia que les sacará el último día. Quedan cuatro etapas de subir y bajar, durísimas, con el Mortirolo como primer protagonista... y la crono de Milán, el día en que Dumoulin puede permitirse subsanar la distancia contra los que le persiguen.

A la tercera semana de una gran vuelta el pelotón que la disputa llega con el tanque de gasolina apurando la última raya antes de la reserva. A esta se llega ya en las últimas etapas, cuando se tira de hasta la última gota de combustible fósil para sobrevivir enganchado a los mejores o, simplemente, subiendo un puerto de categoría especial sin echar pie a tierra. Al contrario que la mayoría, pues no es en absoluto como los demás, Nairo Quintana tiene fama de ser justo lo opuesto. Es el ciclista que se siente mejor cuando ha superado los dos primeros tercios de la carrera que cuando echa a correr por primera vez. El esfuerzo le sienta bien, su cuerpo adquiere energía extra y aspira a todo cuando los demás están cansados. Le conviene, sin duda, que así sea una vez más, la que más, si quiere ganar el Giro de Italia.

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