Las mujeres que vigilan para que el 'Último tango en París' sea de verdad el último
Lucía Delgado y Tábata Cerezo han fundado la primera empresa española encargada de supervisar la seguridad en escenas sexuales e íntimas de series y películas, un rol discutido aún, pero muy en auge
En 1971, la actriz María Schneider, que por entonces tenía 19 años, fue violada por Marlon Brando en pleno set de rodaje, durante la mítica escena de Último tango en París, la película dirigida por Bernardo Bertolucci. En aquel momento, ambos hombres le ocultaron a Schneider la elección consensuada únicamente entre ellos para utilizar mantequilla como lubricante y justificar tal decisión para que su reacción en pantalla fuera "más natural". Después de aquella película, ella jamás volvió a desnudarse en el cine, cayó en la adicción a las drogas e intentó quitarse la vida en varias ocasiones.
A Lucía Delgado (Madrid, 1992) y Tábata Cerezo (Madrid, 1993), dos jóvenes actrices, esta historia les marcó: "En aquella época era impensable pararse a pensar lo que ahora nos planteamos mucha gente: ¿de qué hablamos cuando hablamos de sexo en el cine? ¿Cómo cuidar la intimidad en el set?". Los rodajes han sido desde siempre lugares de creatividad, pero también de exposición física y emocional, donde los intérpretes han tenido que gestionar solos las escenas más íntimas de desnudez, agresiones o pura violencia.
No hace falta irse a una historia tan extrema como la de María Schneider, basta con revisitar películas modernas como La vida de Adèle, una de las más importantes del cine francés en las últimas décadas, donde las implicadas han reconocido que se sintieron manipuladas en escenas sexuales que duraban, en ocasiones, cinco horas seguidas. Encerradas en una habitación pequeña tanto tiempo, las dos compañeras llegaron al límite. "Me sentía como una prostituta", llegó a denunciar una de las protagonistas, Léa Seydoux, sobre aquel agotador rodaje.
Para evitar cualquier trauma, abuso, o sensación de inseguridad, se ha creado la figura de los coordinadores de intimidad. La labor principal de estos profesionales es que las escenas que incluyan desnudos, actos sexuales de cualquier tipo, o simplemente situaciones violentas y complicadas, estén bien coreografiadas y medidas. Delgado y Cerezo han sido las responsables de abrir camino en España en este ámbito. "Está siendo toda una aventura, porque a mucha gente le suena aún a chino. Nuestro trabajo se basa en hacer de puente para encontrar un lugar común entre las necesidades de los equipos de dirección, de producción y los límites de los actores y actrices", explican.
Todo comenzó en 2021 gracias al programa Grow Creative, impulsado por la plataforma Netflix para formar a distintos representantes de varios países en este ámbito. El productor Diego Betancor, que ha trabajado en cinco temporadas de la serie Élite, lo recuerda así: "Netflix quería instaurar en España la figura de la coordinación de intimidad. Yo conocía a Lucía y Tábata, sabía de su responsabilidad y su sensibilidad, así que las propuse a ellas".
"Está siendo toda una aventura, porque a mucha gente le suena aún a chino"
El resultado fue un éxito: las dos amigas se formaron durante todo el año, y posteriormente crearon Intimact en diciembre de 2021, la primera empresa española encargada de la coordinación de intimidad para producciones audiovisuales y escénicas que ofrece consultoría y formación para profesionales de la industria. "Fue una suerte porque nos ha permitido formar una comunidad grande de coordinadores de intimidad que va más allá de nuestro propio país", resume Tábata Cerezo.
Delgado detalla que mucho antes de embarcarse en este proyecto, pasó tiempo investigando: "La serie Normal People me hizo reflexionar, porque las escenas íntimas reflejaban una gran sensibilidad”. Tanto ella como Cerezo aseguran que, en sus trabajos como actrices, echaban en falta ese cuidado. "Cuando hablamos de intimidad, no solo nos referimos al sexo o los desnudos integrales, también a escenas de vulnerabilidad donde simplemente se roza una mano, se deja entrever parte del cuerpo o se plantean temas que pueden crear inseguridad en quien los interpreta”, resumen.
Una vez reciben el guion, las chicas hacen un desglose exhaustivo de las secuencias íntimas y las califican por nivel de intimidad. "Es importante saber qué quiere contar el director, cuál es su visión", resumen. "Cuando entendemos lo que busca quien dirige, pasamos a conversaciones individuales con los actores para definir con ellos el nivel de consentimiento. Si todo nos cuadra, encaramos la fase de ensayos para ayudar con la parte creativa de la escena. En este punto damos herramientas físicas y coreográficas para que el sexo en una escena de sexo simulado parezca lo más real posible", explican.
¿Cómo establecer y regular los límites con el equipo?
Los coordinadores de intimidad trabajan con el consentimiento todo el rato, como explica Lucía Delgado: "Nosotras manejamos la privacidad y el espacio personal de los actores, priorizamos sus límites y su comodidad, y para conseguir eso hace falta que haya una comunicación fluida y libre, es decir, que no estén coaccionados". Cerezo concuerda: "En un casting, no puedes expresarte libremente, porque el miedo a perder el curro por alzar la voz siempre está ahí".
"En un 'casting', no puedes expresarte libremente, por el miedo a perder el curro"
Ander Puig, el actor transexual que actúa en la última temporada de Élite, destaca la tranquilidad que le ha dado la presencia de las profesionales: "Este trabajo es inestable y en el inconsciente de cualquier actor está el deseo de complacer a los creadores, a veces cuesta poner en palabras lo que nos da inseguridad". Puig explica que las coordinadoras de intimidad le ayudaron con las escenas donde recurren a la prótesis de pene en pantalla: "Es un proceso de comunicación previa, y sobre todo, de acompañamiento".
El intérprete catalán, que acaba de cumplir 21 años, destaca una escena que le removió especialmente: "Mi personaje es rechazado en un encuentro sexual donde me coloco la prótesis esperando un resultado diferente, y ahí la coordinación de intimidad es clave", explica. Puig celebra que las escenas íntimas se cuiden cada vez más: "Mi generación entiende que en el sexo también repercute lo emocional, no solo hablamos de algo físico". De hecho, él confiesa que quitarse la ropa no le supone ningún problema, pero recuerda una escena donde bailaba semidesnudo junto a sus compañeros y la comparación de cuerpos le creó incomodidad: "Cuando actúas estás vulnerable porque trabajas con tu cuerpo y tus emociones a la vez, te comparas inevitablemente".
La inseguridad y la presión social son dos factores claves que impiden darle a la intimidad la importancia que tiene, según explica Ana Lombardía, psicóloga especializada en Sexualidad y Afectividad: "Muchas veces sentimos presión social con tal de conseguir méritos de cualquier tipo, un reconocimiento por parte de los demás a costa de sentirnos mal". Y añade: "No podemos pretender desnudarnos delante de alguien sin que eso tenga una implicación emocional, ni rodar una escena erótica sin que nos despierte cosas".
Las coordinadoras de intimidad lamentan que en España la industria sea, en su mayor parte, pequeña y precaria: "Cuando te estás jugando tu trabajo y sientes que tienes que agarrarte a esa opción, cuesta levantar la voz". En muchas ocasiones, el mayor desafío es precisamente lograr que los intérpretes no hagan nada que no quieran hacer, pero sobre todo que se atrevan a expresarlo: "España es un país que produce mucho contenido íntimo y es una pena que el trabajo actoral quede empañado por no poder expresar cuáles son tus líneas rojas, qué te hace sentir mal".
Lombardía cree que, por mucho que se diga que ahora somos más abiertos, la intimidad aún no se aborda de una forma natural y directa: "Nos cuesta entender que lo físico va directamente ligado a lo emocional, a veces actuamos un poco como robots, y esta figura nueva en el cine es maravillosa para dejar los tabús atrás".
Andrea Ros, la actriz que ha rodado la serie Zorras, de Atresplayer, con el equipo de Intimact, considera que son un pilar fundamental para las actrices. "Lo que falta es entender la función de este departamento, porque ellas no están para que estemos cómodos solamente, sino para coordinar secciones tan diferentes como el vestuario, la cámara y la dirección, entender nuestras necesidades primero". Lucía Delgado y Tábata Cerezo siempre piden a la producción que, antes de empezar a rodar, haya un espacio privado con los actores para volver a verificar el consentimiento ese mismo día.
Ambas profesionales revisan las prendas que ayudan a simular desnudez, ocultando y protegiendo los genitales
"El consentimiento debe ser continuado, y los límites que marcamos el día del ensayo pueden cambiar el día de rodaje por cualquier motivo". En el rodaje siempre comprueban que se cumpla un estricto protocolo de equipo reducido, y tienen en cuenta que el consentimiento siempre puede ser retirable. "Aunque algunas actrices firmen un contrato y acepten mostrarse, por ejemplo, íntegramente desnudas, deben poder cambiar de idea", defienden.
Un departamento clave es el de vestuario: "Hay conversaciones incómodas que debemos tener, porque a veces llegas al set y de repente al que dirige se le ocurre que vas a mostrar una parte de tu cuerpo que no se había detallado antes y que no aparece en el guion", detalla Delgado. Ambas profesionales revisan las prendas que ayudan a simular desnudez, ocultando y protegiendo los genitales cuando es necesario. En el rodaje siempre se mantienen al lado del director o directora, según el espacio que la persona les conceda.
"En mi caso, vi cómo se creó una zona segura desde las primeras conversaciones de ensayo"
Tábata Cerezo añade: "Antes era normal exigir a los aspirantes a que se quitaran prendas de ropa, cuando en las audiciones no pueden pedirte que muestres partes de tu cuerpo". En este sentido, ponen de ejemplo los castings de Torrente 2, la película de Santiago Segura, en la que pidieron a las actrices que se desnudaran, éstas consintieron y después subieron el contenido a los extras del DVD. "Una gran parte de nuestro trabajo es dejar claro todo aquello que antes ni se planteaba, pero ya no estamos hablando solo de casos horribles como el de Torrente, sino de cosas más sutiles, como el tiempo que dura un beso o la intensidad con la que vas a darlo".
El productor Diego Betancor, que ha trabajado con ellas en la serie Todas las veces que nos enamoramos, valora especialmente el acompañamiento previo al rodaje: "En mi caso, vi cómo se creó una zona segura desde las primeras conversaciones de ensayo, cuando se pacta todo". Betancor detalla que, al contrario de lo que se cree, la "magia en las series o el cine no está en el set de rodaje, sino en lo previo, en las reuniones y el diseño del proyecto".
Coordinación en escenas de violencia o con menores
Las escenas sexuales o de desnudos representan el 80% del trabajo de un coordinador de intimidad, pero las chicas de Intimact detallan que la intimidad abarca muchas otras cosas más sutiles: "No necesariamente tratamos escenas de carácter sexual, sino cualquiera donde haya una interacción física. Por ejemplo, si hay contacto físico con menores siempre se considera una escena íntima", subrayan.
Los adolescentes y niños menores en general no están tan acostumbrados al contacto físico con los adultos, lo cual es una oportunidad para gestionar perfiles especialmente vulnerables. Por protocolo, siempre hacemos un seguimiento 24 o 48 horas después con los actores, para evaluar cómo se sintieron en la escena y cómo se sienten posteriormente. "A veces el equipo técnico no se ha leído los guiones al firmar los contratos y no sabe a qué material se enfrenta, por eso siempre repetimos, y más cuando hay menores de por medio, que es responsabilidad del productor comunicar al equipo antes de su contratación el material con el que van a trabajar", detalla Lucía Delgado.
En el caso de las escenas violentas, las profesionales trabajan siempre en colaboración con un coordinador de acción: "Es una figura que nos ayuda a que nadie se haga daño y suma a nuestra labor". La actriz Andrea Ros lo resume así: "Igual que no concebimos escenas de lucha sin especialistas que nos guíen, tampoco deberíamos imaginar escenas íntimas sin profesionales que nos coordinen".
"Igual que no concebimos escenas de lucha sin especialistas que nos guíen, tampoco deberíamos imaginar escenas íntimas sin ellos"
En todos los momentos que pueden generar ansiedad y malestar, las chicas de Intimact están certificadas en primeros auxilios de salud mental: "Dejamos claro que no somos psicólogas, pero sí nos hemos formado para identificar señales que indican que algo no va bien e informar a la productora para que se hagan cargo de esa necesidad de apoyo psicológico".
Asentar un departamento nuevo en los rodajes
Aunque la coordinación de la intimidad lleva ya más de cinco años afianzada en Estados Unidos y Reino Unido, en España aún está asentándose. "Se nota porque a veces nos ven como las policías del sexo, de hecho, nos han llamado así en alguna ocasión", subraya Lucía Delgado. "El problema es que en España tenemos ese carácter mediterráneo donde la sexualidad está tan normalizada que parece que nuestro trabajo no hace falta, pero ser tan libres en este tema hace nuestro curro incluso más necesario", asegura su compañera.
El movimiento del MeToo, gracias al cual miles de mujeres se atrevieron a denunciar los abusos y agresiones sexuales, fue el germen para plantear la importancia de garantizar la seguridad de los intérpretes en el set durante el rodaje de las escenas íntimas, en producciones tan famosas como Euphoria, Sex Education o Secretos de un matrimonio. Sin embargo, aún hay cierta ignorancia, como explican desde Intimact: "Hay cierto miedo a que prioricemos algo puritano, cuando realmente no se trata de reducir las escenas íntimas, sino de hacerlas más realistas".
"A veces nos ven como las policías del sexo, de hecho, nos han llamado así en alguna ocasión"
La directora Alauda Ruiz de Azúa, que ha trabajado con ellas en el rodaje de la película Eres tú, asegura que respetaron su visión como directora y no enturbiaron la parte creativa, al revés: "Bien planteada, es una figura que suma al rodaje porque es un departamento que vela por el bienestar de los actores".
"Desde luego es algo novedoso y a veces las novedades generan desconfianza, pero creo que en una industria donde ha habido muchas actrices o menores que se han sentido incómodos en este tipo de escenas y solo han podido decirlo mucho tiempo después, lo más constructivo es darle una oportunidad real a este departamento", subraya Ruiz de Azúa. En este sentido, la aclamada directora de Cinco lobitos considera que, si los actores están cómodos y se sienten cuidados, se puede llegar más lejos. De hecho, a veces los intérpretes tienden a hacer cosas que no habrían hecho sin el apoyo de una coordinadora de intimidad, como asegura el productor Diego Betancor: "Nos permite llegar más lejos y lograr unas escenas más significativas".
"Es un departamento nuevo y lo nuevo siempre cuesta, sobre todo a la gente que lleva muchos años en esta industria y ha normalizado otra forma de hacer las cosas. He visto a gente dudar de la necesidad de este rol, pero una vez que trabajan con ellas entienden su valor”, explica Betancor. Daniel Sánchez Arévalo, director de la serie Las últimas de la fila, es uno de ellos: "Antes las escenas de sexo eran algo transgresor, pero ahora están a la orden del día, me he dado cuenta que es importante que estén realmente justificadas, que aporten a la narración".
"En cinco años estará completamente asentado"
Maitane San Nicolás, actriz española y coordinadora de intimidad en producciones como Cristo y Rey o La consagración de la primavera, recalca que en EEUU aún hay debate sobre esta figura, pese a llevar muchos más años que en España: "La brecha generacional importa cada vez más, porque los más jóvenes se detienen a preocuparse en cosas que los de la vieja escuela no". San Nicolás pone de ejemplo las películas de Julio Medem o Bigas Luna: "Hay escenas que simplemente se hicieron como se podía entonces, y los actores tiraron hacia delante sin rechistar".
Lucía Delgado y Tábata Cerezo defienden que su propósito no es en absoluto censurar lo que acontece en el guion, sino sacarlo de lo obvio y mostrar la realidad: "Un ejemplo es que se muestre el método anticonceptivo en pantalla, pero también que haya momentos en los que la mujer tiene la regla y se explicita sin que suponga un tabú especial". Tanto directores como productores insisten en que el objetivo final es "la naturalidad y la sensibilidad", dos características que hasta ahora se daban por hecho sin apenas reparar en ellas.
El productor Diego Betancor destaca películas como La mala educación, de Almodóvar, o Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón: "Hay escenas íntimas en las que a mí me cuesta imaginar el trabajo sin un profesional que salvaguarde los límites de los actores y esté en contacto permanente con ellos". En Intimact, consideran que falta aún un tiempo para que se asiente verdaderamente: "Calculamos que en unos cinco años ya estará completamente normalizado en la industria española, pero aún es un reto trabajar como un departamento más, a veces no se nos toma en serio".
Betancor es más optimista, y apunta a la mitad: "Estamos avanzando a pasos agigantados, porque Tábata y Lucía llevan poco pero no paran de trabajar. Quedan aún muchos productores por conocer la función del coordinador y convencerse de su utilidad, pero creo que de aquí a dos años estará del todo normalizado". "La coordinación de intimidad acaba de aterrizar, así que creo que aún nos queda darle esa oportunidad real. Me refiero a integrarla en la dinámica de rodaje y aprender a crecer juntos para poder seguir rodando escenas íntimas de la mejor manera posible, tanto a nivel humano como artístico", resume por su parte Ruiz de Azúa.
Como explican las coordinadoras de Intimact, la clave de todo está en la reeducación: "Lo artístico no debería estar reñido con tener un entorno laboral seguro, nosotras apostamos por un cambio de mentalidad que repercuta en una industria más humana y de mayor calidad".
En 1971, la actriz María Schneider, que por entonces tenía 19 años, fue violada por Marlon Brando en pleno set de rodaje, durante la mítica escena de Último tango en París, la película dirigida por Bernardo Bertolucci. En aquel momento, ambos hombres le ocultaron a Schneider la elección consensuada únicamente entre ellos para utilizar mantequilla como lubricante y justificar tal decisión para que su reacción en pantalla fuera "más natural". Después de aquella película, ella jamás volvió a desnudarse en el cine, cayó en la adicción a las drogas e intentó quitarse la vida en varias ocasiones.
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