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'First Cow': un wéstern magistral en torno a la delicadeza masculina
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'First Cow': un wéstern magistral en torno a la delicadeza masculina

Kelly Reichardt redimensiona los códigos del género fundacional estadounidense en esta obra maestra detallista construida sobre los vínculos de afecto entre hombres y naturaleza

Foto: Orion Lee y John Magaro, en 'First Cow', de Kelly Reichartd. (Avalon)
Orion Lee y John Magaro, en 'First Cow', de Kelly Reichartd. (Avalon)

En el momento cumbre de 'Te querré siempre' (1954), de Roberto Rossellini, los protagonistas, los Joyce (Ingrid Bergman y George Sanders), asisten en directo al descubrimiento de dos figuras sepultadas en Pompeya, que los arqueólogos recuperan a través de moldear en yeso el hueco que sus cuerpos fosilizados han dejado en la lava. Para el personaje que encarna Bergman, contemplar a esa pareja de amantes inmortalizada en un abrazo eterno supone la sacudida interior definitiva que le llevará a confrontar la evidente crisis que vive su matrimonio burgués. En el arranque de 'First Cow', una paseante con su perro también descubre, en este caso por casualidad, dos esqueletos enterrados a poca profundidad en una zona boscosa de Oregón junto al río. La película seguidamente pasa a relatarnos sus vidas, las de dos hombres justo dos siglos antes en el todavía no constituido como tal estado de Oregón. Un territorio, como comentará uno de ellos, King-Lu (Orion Lee), al que aún no ha llegado la Historia.

Lu acompaña su afirmación con ese entusiasmo propio de un pionero que confía en construir su sueño en ese lugar. Emigrante chino que huye de una banda de rusos tras matar a uno de ellos en una trifulca, Lu entabla amistad con Cookie (John Magaro), un tímido cocinero que le echa una mano en su escapada. Ambos conectan porque además tienen poco que ver con el resto de hombres de la zona, tramperos en busca de pieles y oportunistas de agresividad fácil. Los dos hombres no tardan en convivir en la cabaña de Lu, y desde allí idean un plan para ganarse la vida. Cookie preparará buñuelos para venderlos en el fuerte cercano, donde este tipo de golosina todavía es escasa. Pero para poner la guinda a su receta, el cocinero necesita leche. Y solo hay una vaca (Evie) en la zona. Así que Cookie y Lu se organizan para colarse de noche en la hacienda del propietario (Toby Jones) de la res para ordeñarla en secreto. Los buñuelos resultan un éxito. Y la alianza entre Cookie, un artista de los fogones, y Lu, que tiene el fuste de comerciante, parece destinada a la prosperidad. Hasta que el propietario de la vaca encarga a Cookie un postre para impresionar a sus visitas, y la cosa se complica...

placeholder A la derecha, Toby Jones en el papel del gobernador. (Avalon)
A la derecha, Toby Jones en el papel del gobernador. (Avalon)

Pocos contextos cinematográficos tan propicios a la convivencia exclusiva entre hombres como el wéstern. Tradicionalmente, las relaciones masculinas en este género se producen en el marco de una institución o grupo con sus propios códigos de funcionamiento interno (el ejército, los vaqueros, la banda de maleantes...) o en un espacio abierto que no da pie a confusiones en lo que a la naturaleza del vínculo entre los personajes se refiere. En 'First Cow', sin embargo, Cookie y Lu inician ya desde el principio una cohabitación que se retrata desde la intimidad de un precario hogar. Pero Kelly Reichardt no pretende explicitar las sublecturas homoeróticas latentes en el wéstern. Sino replantear el tipo de relación entre los protagonistas desde una perspectiva alejada de la masculinidad clásica en torno a la que se ha levantado el género estadounidense por excelencia.

Cookie y King se distancian de las dinámicas agresivas, depredadoras e individualistas del resto de tipos que se mueven por ahí, y en general de los (anti)héroes habituales del género. También en su relación con el entorno, que marca la escala con que la directora redimensiona su wéstern. Ya al inicio del 'flashback', se nos presenta a Cookie recolectando rebozuelos por el bosque. Reichardt lo filma en planos cerrados, de manera que los pequeños detalles de la naturaleza cobran un protagonismo inaudito en un género que se define justo por la proporción contraria, la de los grandes paisajes encuadrados en plano general. En un momento, vemos una salamandra panza arriba junto a una hoja caída del mismo color. El protagonista se detiene a darle la vuelta para que pueda continuar con vida. Cuando ordeñe de forma clandestina a la vaca, lo hará dedicando al mismo tiempo palabras amables al animal.

placeholder Otro momento de 'First Cow', de Kelly Reichartd. (Avalon)
Otro momento de 'First Cow', de Kelly Reichartd. (Avalon)

Kelly Reichard ya había revisado el wéstern desde una mirada de género que subvertía las rutinas tradicionales en lo que a liderazgos se refiere en 'Meek's Cutoff' (2010). Aquella película, en que los personajes parecían atrapados por momentos en el vacío en pleno trayecto por Oregón, resultaba plenamente deudora de un cine de la modernidad de raíz europea. Pero en 'Fist Cow', el replanteamiento de las bases del wéstern también supone un giro respecto a revisiones forjadas desde la dureza crítica o la deconstrucción analítica. Esta es una película rebosante de vida, que enfoca el vínculo del hombre con el territorio desde la perspectiva del cuidado, la responsabilidad, la delicadeza y la colaboración. En cierta manera, entronca con otros filmes recientes como 'Los hermanos Sisters' (2018), de Jacques Audiard, donde también se esboza la posibilidad de otro modelo de sociedad estadounidense a partir de un paréntesis de fraternidad utópica entre los cuatro personajes protagonistas. O como 'Nomadland' (2020) de Chloe Zhao, que en el fondo también reivindica otra manera de conectar con el paisaje que poco tiene que ver con la idea de conquista, asentamiento y privatización propia de los colonos "fundadores" del país.

'First Cow' se sitúa por tanto en las antípodas del wéstern entendido como relato épico, cargado de violencia, conducido por un prototipo concreto de héroe masculino y legitimador de la depredación y privatización de un territorio. Su argumento cuasi anecdótico, en torno a la importancia de disponer de un poco de leche, pero no tener acceso a su fuente de producción, encapsula un oportuno discurso sobre la construcción del capitalismo y los perjuicios de la propiedad privada. Kelly Reichard reconstruye con un naturalismo fiel al rigor histórico y siempre atento a los detalles esta pequeña gran historia alternativa del Oeste cuyas huellas humanas, como las de los amantes de Pompeya en el filme de Rossellini, acaban haciéndose visibles en nuestro presente.

Foto: Anong Houngheuangsy es Kang en 'Rizi (Days)'.
Foto: Magdalena Kolesnik es Sylwia, la protagonista de 'Sweat'. (Elamedia)

En el momento cumbre de 'Te querré siempre' (1954), de Roberto Rossellini, los protagonistas, los Joyce (Ingrid Bergman y George Sanders), asisten en directo al descubrimiento de dos figuras sepultadas en Pompeya, que los arqueólogos recuperan a través de moldear en yeso el hueco que sus cuerpos fosilizados han dejado en la lava. Para el personaje que encarna Bergman, contemplar a esa pareja de amantes inmortalizada en un abrazo eterno supone la sacudida interior definitiva que le llevará a confrontar la evidente crisis que vive su matrimonio burgués. En el arranque de 'First Cow', una paseante con su perro también descubre, en este caso por casualidad, dos esqueletos enterrados a poca profundidad en una zona boscosa de Oregón junto al río. La película seguidamente pasa a relatarnos sus vidas, las de dos hombres justo dos siglos antes en el todavía no constituido como tal estado de Oregón. Un territorio, como comentará uno de ellos, King-Lu (Orion Lee), al que aún no ha llegado la Historia.

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