Es noticia
'Sweat': ponte buena, haz deporte, sé popular y sonríe hasta reventar
  1. Cultura
  2. Cine
ESTRENOS DE CINE

'Sweat': ponte buena, haz deporte, sé popular y sonríe hasta reventar

Sylwia es una 'influencer' polaca especializada en 'fitness' que empieza a desarrollar una extraña relación con el acosador que la espía todas las noches para masturbarse

Foto: Magdalena Kolesnik es Sylwia, la protagonista de 'Sweat'. (Elamedia)
Magdalena Kolesnik es Sylwia, la protagonista de 'Sweat'. (Elamedia)

La semana pasada acudí a las Naves del Español como público de 'La mujer más fea del mundo', de Bárbara Mestanza y Ana Rujas, una obra en la que la actriz de 'Diana' expone su intimidad de manera descarnada; esa intimidad que no tiene que ver con la vida privada, sino con los pensamientos privados, con los destellos autodestructivos, con las pulsiones de muerte, con la frustración, con el autodesprecio, con la vanidad, con todos esas ideas recurrentes articuladas —por construidas— pero sin articular —por no dichas—, nacidas en soledad. Rujas, modelo y actriz, de desnuda física y emocionalmente para desvelarle al público —parece mentira que haya que seguir haciéndolo hoy en día— que no es una marioneta a la que todo el mundo pueda zarandear, que es guapa, muy guapa, y que sale en revistas y en 'posts' de Instagram, pero que eso no da derecho a que la desmiembren, que a veces ella se siente sucia y perdida y que, a veces, incluso se quiere morir. Que el hecho de enseñar los pechos en una revista no nos da derecho a los demás de agarrarle un seno.

Hablo de la obra de Rujas porque ese sentimiento de soledad rodeada de gente es uno de los males endémicos y generacionales a los que apunta 'Sweat', del sueco Magnus von Horn, ampliado en el caso de muchas estrellas de las redes sociales, condenadas a vender (o regalar) su intimidad física y emocional y a cumplir las expectativas de sus miles de seguidores, con los que tienen una relación tóxica de interdependencia. En su segundo largometraje, seleccionado en ese Cannes 2020 que nunca existió y en el Festival de Sevilla, Von Horn toma como punto de partida el negocio de las 'influencers' para señalar la contradicción que supone que, en un mundo cada vez más hiperconectado, el sentimiento de aislamiento se esté convirtiendo en una preocupación de primera línea política, en un problema pandémico.

placeholder Magdalena Kolesnic es una 'instagrammer' de 'fitness'.
Magdalena Kolesnic es una 'instagrammer' de 'fitness'.

En sus primeros compases, 'Sweat' pudiera parecer un documental. La cámara asiste a una de las clases colectivas de 'fitness' que ofrece Sylwia (Magdalena Kolesnik) en un centro comercial. Sylwia es una 'influencer' polaca con más de 600.000 seguidores cuyo perfil busca inspirar a sus 'followers' para que consigan su mejor versión de sí mismos. Entre el sudor y el endurecimiento de glúteos, muchos de quienes la admiran buscan en ella una especie de gurú, le cuentan sus problemas personales y depositan en sus hombros la responsabilidad de reconducir sus vidas. La protagonista se entrega, escucha y sonríe. Les motiva con frases empoderantes. Además, le han ofrecido participar en un magazine televisivo que puede lanzar más aún su carrera. Joven, guapa y exitosa, Sylwia es el paradigma a seguir. Sin embargo, en un momento de debilidad, confiesa a sus seguidores en un vídeo que no tiene pareja —y no porque no quiera— y que a veces se siente vacía y profundamente desgraciada. La imagen perfecta se resquebraja.

La energía que demuestra Sylwia en su faceta pública contrasta con el sentimiento de insatisfacción que oculta en su esfera privada. Con su familia se siente una extraña: por primera vez la vemos delegar el centro de atención, además, en una embarazada, y parece que su madre la juzga o, como mínimo, no la entiende. Pero el director no la plantea como una víctima, sino como el desajuste normal entre un ambiente más tradicional que choca con su forma de vida. Tampoco parece tener amigas y sus escasas interacciones superficiales ocurren en sus redes sociales o con personas con las que tiene un vínculo profesional o de admirado-admirador. Y por eso, cuando se cruza con un acosador (Tomasz Orpinski), que la observa todas las noches desde su coche mientras se masturba, desarrolla con él una relación de necesidad mutua que ni ella misma comprende. Porque, quizás, es la única persona para la que se siente realmente importante. "Ellos significan mucho más para mí que yo para ellos", acaba admitiendo.

placeholder Otro momento de 'Sweat', de Magnus von Horn. (Elamedia)
Otro momento de 'Sweat', de Magnus von Horn. (Elamedia)

Von Horn profundiza en las contradicciones de este modelo relacional, en el que unos y otros se utilizan para rellenar los propios vacíos y que se construyen como proyecciones de uno mismo. Por eso el director encuadra una y otra vez a su protagonista dentro de espejos y de cristales. "Me gustaría borrar mi cuenta de Instagram porque nadie me echaría de menos", admite. Por un lado Sylwia quiere dejar su trabajo, donde se siente como la víctima de un ritual vampírico, pero por otro ansía la atención y las prebendas que le genera su estatus. Con un planteamiento sencillo y una protagonista con una gran capacidad de profundizar en su personaje sin alharacas, 'Sweat' es un reflejo de la contemporaneidad, del tributo que exige la fama hoy en día y de la falsa sensación de acompañamiento en una sociedad cada vez más ensimismada.

Foto: Orion Lee y John Magaro, en 'First Cow', de Kelly Reichartd. (Avalon)
Foto: Anong Houngheuangsy es Kang en 'Rizi (Days)'.

La semana pasada acudí a las Naves del Español como público de 'La mujer más fea del mundo', de Bárbara Mestanza y Ana Rujas, una obra en la que la actriz de 'Diana' expone su intimidad de manera descarnada; esa intimidad que no tiene que ver con la vida privada, sino con los pensamientos privados, con los destellos autodestructivos, con las pulsiones de muerte, con la frustración, con el autodesprecio, con la vanidad, con todos esas ideas recurrentes articuladas —por construidas— pero sin articular —por no dichas—, nacidas en soledad. Rujas, modelo y actriz, de desnuda física y emocionalmente para desvelarle al público —parece mentira que haya que seguir haciéndolo hoy en día— que no es una marioneta a la que todo el mundo pueda zarandear, que es guapa, muy guapa, y que sale en revistas y en 'posts' de Instagram, pero que eso no da derecho a que la desmiembren, que a veces ella se siente sucia y perdida y que, a veces, incluso se quiere morir. Que el hecho de enseñar los pechos en una revista no nos da derecho a los demás de agarrarle un seno.

Cartelera y estrenos de cine Críticas de cine
El redactor recomienda