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Los héroes que intentaron detener el Paracuellos de Largo Caballero
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Los héroes que intentaron detener el Paracuellos de Largo Caballero

Papá Pistolas y el suizo Georges Henny, delegado de Cruz Roja Internacional, fueron algunos de los que intentaron parar ese horror. Su historia se cuenta en '¡Detengan Paracuellos!

Foto: Grabado sobre la matanza de Paracuellos. (Alamy/World History Archive)
Grabado sobre la matanza de Paracuellos. (Alamy/World History Archive)

En el terrible periodo que transcurre en Madrid entre el 18 de julio y el 4 de diciembre de 1936, hay tres cartas que ejemplifican bien lo que significó el breve pero intenso paso de un suizo llamado Georges Henny en la Guerra Civil Española, como delegado en Madrid de la Cruz Roja Internacional. La primera de ellas la escribe el ministro de Instrucción Pública del gobierno de Largo Caballero, el comunista Jesús Hernández, agradeciéndole al suizo la gestiones encaminadas para la repatriación de niños separados de sus padres que han quedado en la zona controlada por Franco.

La segunda, la escribe el propio Henny y está destinada precisamente a Francisco Largo Caballero, presidente entonces del gobierno de la zona republicana que ha surgido tras el golpe de Estado. En ella le pide que se garantice la seguridad de los presos no combatientes que abarrotan las cárceles de Madrid y la posibilidad de un canje. Henny dispone de datos suficientes, avalados por el cuerpo diplomático extranjero, de que la orden de trasladarlos no es más que un eufemismo… y la tercera es un telegrama de Marcel Junod, el superior de Henny en la Cruz Roja Internacional, en la que este reclama a Franco garantías de seguridad para Henny en previsión de la entrada de sus tropas en Madrid, —que al final no se produjo—, porque su labor humanitaria continuaría y previsiblemente, los asesinatos también.

Un mes antes, además, el suizo había intentado una operación a contrarreloj: la evacuación de los que se acabarían llamando "rehenes del Alcázar de Toledo", las mujeres y niños que se vieron obligados a vivir el terrible asedio. Son los terribles primeros meses del comienzo de la Guerra Civil Española, cuando se produjeron las mayores matanzas, la de los nacionales en Badajoz y Málaga, las de los republicanos en un Madrid abandonado por el gobierno ante el avance de las tropas franquistas que intentaron tomar la capital durante la Batalla de Madrid en noviembre.

¿Quedaba algo por contar sobre la matanza de Paracuellos? Después de las investigaciones del historiador Julius Ruiz sobre la planificación y ejecución de los asesinatos en Madrid — Paracuellos, una verdad incómoda, El Terror Rojo—, las biografías sobre diplomáticos como el noruego Félix Schlayer o el anarquista Melchor Rodríguez, el Ángel Rojo, que intentaron evitarlas, resulta que existía una documentación poco estudiada, la de la Cruz Roja Internacional, que ha consultado el escritor y periodista Pedro Corral en un nuevo libro ¡Detengan Paracuellos! Héroes humanitarios en el Madrid de 1936 (La Esfera de los libros) en la que sobresale un joven delegado de la Cruz Roja Internacional, el suizo Georges Henny, de 29 años, que hará todo lo posible por garantizar la vida de los presos derechistas de las supuestas evacuaciones.

placeholder Portada de '¡Detengan Paracuellos!', de Pedro Corral.
Portada de '¡Detengan Paracuellos!', de Pedro Corral.

Es el tramo maldito de la historia de España —el de la antigua carretera de Madrid a Belvis en el cruce con arroyo de San José y el cerro de San Miguel, cuya ladera remacha ahora una gran cruz blanca en la tierra— y evoca el horror que vivieron los que iban a ser "evacuados" a Valencia, como les dijeron sus asesinos cuando les sacaron de las cárceles de Madrid con el pretexto de un traslado. Por ese tramo transitaron, y se detuvieron, los camiones y autobuses repletos de los que fueron apresados en Madrid por las fuerzas de la República desde el golpe del 18 de julio de 1936. Los presos eran sospechosos de ser simpatizantes, "quintacolumnistas" de los militares rebeldes y su destino fueron los fusiles y las fosas.

Todo ocurrió entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre, con algunas interrupciones como la de Melchor Rodríguez, el anarquista que detiene temporalmente las sacas, y que no es el único héroe humanitario (como lo define Pedro Corral) que intenta detener la matanza. Además del joven Henny, que realiza todas las gestiones posibles apoyado por los diplomáticos, hay también funcionarios de prisiones como el director de la cárcel de Ventas, Garay de Lucas, que exaspera a los milicianos al no entregarles a los presos que tienen en sus listas —las sacas— y personajes como el abogado Luis Zubillaga o Manuel Sánchez-Roca, que apoyan al anarquista Melchor Rodríguez frente al gobierno para que le nombren Director General de Prisiones y pueda poner orden y evitar esa matanza. O el ugetista Francisco Vergara Maroto, Papá Pistolas, encargado de vigilancia de la cuarta galería de la cárcel Modelo, que se hace con muchas fichas de presos —los que están en esas malditas listas— para que no sean trasladados. Son algunos de los personajes reales cuya historia cuenta Pedro Corral mientras que narra también algunos de los otros asesinatos en ese Madrid de pesadilla que no son fruto de las evacuaciones de las cárceles. Es todo muy dramático porque los que estaban presos lo estaban en muchas ocasiones por voluntad propia: en un contexto de violencia en las calles y venganzas, la protección gubernamental era clave: se habían metido allí para salvar la vida.

¿Protegió ese gobierno legítimo republicano a los ciudadanos? "En el Paseo de la Castellana tenemos una escultura enorme de Francisco Largo Caballero y a menos de un kilómetro estaba ya desaparecida la sede de la delegación de Cruz Roja Internacional, donde estuvo jugándose la vida Georges Henny para proteger o para paliar el sufrimiento provocado por la guerra", explica a El Confidencial Pedro Corral, que se refiere a una vieja polémica: el ensalzamiento por parte del PSOE, del mismo presidente Pedro Sánchez, de una de las figuras históricas del partido, el que fuera presidente del gobierno y líder de la UGT, que sin embargo tuvo una responsabilidad crucial en la matanza: "Hay un personaje que para mí sale muy mal parado de la historia de Paracuellos que es Francisco Largo Caballero, al que la Cruz Roja Internacional le pide que por favor garantice cumpla los convenios internacionales de España", subraya el autor de ¡Detengan Paracuellos!.

placeholder Melchor Rodríguez (en el centro), junto a dos oficiales republicanos durante la Guerra Civil. (EFE)
Melchor Rodríguez (en el centro), junto a dos oficiales republicanos durante la Guerra Civil. (EFE)

Es la historia de Henny que Corral descubre entre los documentos de la Cruz Roja, un pediatra de 29 años suizo que llega al infierno de España con la idea de paliar el sufrimiento de la contienda y cuya actuación es absolutamente neutral. De hecho, nada más llegar a Madrid se ocupa de dos misiones: la primera, la de traer a los niños que están en colonias escolares o bien en territorio sublevado o en el norte de España, separados de sus padres ya que está aislado del resto de la zona republicana. "Es muy enternecedor", comenta Corral, "porque ahí hay una labor humanitaria, de intentar traerlos a Madrid. Cosas que se consigue en la mayoría de los casos. Y eso que se tiene que enfrentar a algunos franquistas que le vienen a decir que si sus padres son rojos pues no lo facilitan…".

La otra es la de intentar también paliar el sufrimiento de las mujeres y niños que se han visto en algunas ocasiones obligados ha quedarse encerrados en el Alcázar de Toledo, en dónde el entonces coronel Moscardó se defiende durante un asedio terrible de los ataques milicianos. "Son aspectos que demuestran la absoluta neutralidad de la Cruz Roja y del propio Henny antes de su actuación en el tema de las sacas de las cárceles de Madrid". Henny no conseguirá evacuar a las mujeres y niños porque es una misión a contrarreloj y no da tiempo: las tropas de Franco llegan antes, no sin que se produzca la explosión de una de las minas y lo que les pone en riesgo. Es entonces en ese avance hacia Madrid de Franco cuando se gesta toda la historia de la Quinta columna que derivará en la matanza de Paracuellos.

"La historia de la Quinta columna de militares, falangistas, etc. que está preparada en Madrid para actuar a favor del bando sublevado cuando llegue Franco es un invento, que además resultará trágico", comenta Corral, "pero es que además esos presos que están en realidad más bien casi refugiados en esas cárceles ante la violencia que se ha desatado en las calles están al albur de que el gobierno cumpla la legalidad".

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Francisco Largo Caballero (3i) durante una visita a las tropas en noviembre de 1936. (Getty/Hulton Archive/Fox Photos)

Es lo que intenta el suizo de la Cruz Roja en Madrid ante las informaciones que va obteniendo de la creación de listas de presos para ser evacuados. Henny escribe a Largo Caballero, que le despacha sin hacerle caso, muy poco antes de que comiencen esas sacas según Corral: "Henny le pide a Largo que proteja a esos presos que están en las cárceles, porque son prisioneros de guerra y están protegidos por las convenciones internacionales firmadas por España, y que aunque se les califique de presos políticos tiene el deber, porque así lo ha firmado España en sus convenios, de proteger su vida".

El presidente del gobierno hace caso omiso de las advertencias y es entonces cuando comienzan las sacas. Estaba documentado desde hacía muchos años las labores del cuerpo diplomático extranjero como el embajador noruego Félix Schlayer —de nacionalidad alemana—, el argentino Edgardo Pérez de Quesada o el chileno Núñez Morgado, pero no tanto las de la Cruz Roja con el apasionante personaje que es Georges Henny. La realidad es que no se puede conseguir esta protección porque Largo Caballero rechaza la idea de los presos al no querer reconocer el papel de beligerante al bando nacional, es decir, de no considerarlo más que unos rebeldes. Todo esto ocurre cuando lo cierto es que muchos militares y simpatizantes de derechas están en las cárceles por recomendación: porque es más peligroso estar al albur de la checas. Hasta que la propia checa de Fomento, con la complicidad del gobierno toma el control de esas evacuaciones que no son más que una excusa para la eliminación de esos presos.

​Héroes humanitarios

Es entonces cuando la única posibilidad de evitar las matanzas recae en los dirigentes y funcionarios republicanos: "Con el cuerpo diplomático completamente escandalizado y que ya sabe que a 24 kilómetros de Madrid, la distancia exacta de Madrid a Paracuellos, se ha producido el asesinato de centenares de presos se intenta poner freno. Entre el cuerpo diplomático, el Colegio de Abogados de Madrid (del que es secretario Luis Zubillaga), Mariano Sánchez Roca (subsecretario de Justicia) y Mariano Gómez (el presidente del Tribunal Supremo), logran nombran a Melchor Rodríguez como delegado especial de Prisiones para que detenga las matanzas", aclara Pedro Corral: "Nadie discute además ya el papel de responsabilidad del gobierno, ni Ian Gibson ni Paul Preston, porque el nombramiento de Melchor Rodríguez, el famoso Ángel Rojo, lo demuestra, máxime cuando se le aparta de nuevo y las sacas continúan. Yo lo que he podido indagar y sacar a la luz es la estrechísima relación de amistad y de camaradería ideológica que tienen los tres porque provienen del mundo libertario".

Son esos héroes humanitarios que junto a Henny y los diplomáticos se oponen al terror, pero Melchor solo puede detener la matanza unos días y cuando ya se han producido miles de asesinatos. "Uno no puede acercarse alegremente a Paracuellos" explica Pedro Corral: "Hay que acercarse con muchísimo respeto, con muchísima responsabilidad. Yo lo que he intentado es abrir esa panorámica y fijarme en otros aspectos como el de la Cruz Roja o la terrible situación en la que se ven los funcionarios de prisiones, donde les llegan las órdenes de las sacas con una formalidad reglamentada, de tal modo que no pueden negarse a ello porque las órdenes de puesta en libertad de los presos a los que se va a masacrar vienen por curso legal".

En el terrible periodo que transcurre en Madrid entre el 18 de julio y el 4 de diciembre de 1936, hay tres cartas que ejemplifican bien lo que significó el breve pero intenso paso de un suizo llamado Georges Henny en la Guerra Civil Española, como delegado en Madrid de la Cruz Roja Internacional. La primera de ellas la escribe el ministro de Instrucción Pública del gobierno de Largo Caballero, el comunista Jesús Hernández, agradeciéndole al suizo la gestiones encaminadas para la repatriación de niños separados de sus padres que han quedado en la zona controlada por Franco.

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