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¿A sueldo de Franco o excusa para la matanza roja? La verdad sobre la Quinta Columna
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¿A sueldo de Franco o excusa para la matanza roja? La verdad sobre la Quinta Columna

Hace 80 años comenzaba la ofensiva de Madrid además de la matanza de los simpatizantes de Franco en la capital: saboteadores y enemigos del pueblo, ¿era cierto?

Foto: Cartel republicano denunciando a la 5.ª Columna.
Cartel republicano denunciando a la 5.ª Columna.

En octubre de 1936, tres meses después de que el fallido golpe de Estado de los militares rebeldes abocara a España a la Guerra Civil, comenzó una historia fascinante y terrible. Ese mismo mes, cuando Franco ya se había convertido en el jefe del mando único y del nuevo estado de los sublevados tras la liberación del Alcázar de Toledo, el que fuera el 'director' de la conspiración, el verdadero artífice del golpe, el general Emilio Mola, trasladó públicamente una idea que cambiaría la guerra.

Con el Ejército de África que comandaba Franco a las puertas de Madrid, Mola aseguró que había cinco columnas que asediarían y rendirían la capital, las cuatro militares que avanzaban desde fuera más una quinta, que se encontraba dentro: los simpatizantes y afectos al golpe que se habían quedado atrapados en el bando enemigo y prepararían también la rendición actuando encubiertos. Fue un arma de doble filo porque confirmó las sospechas y alimentó la paranoia de los comunistas y anarquistas del bando republicano y su obsesión por los llamados enemigos del pueblo: efectivamente, si había infiltrados, era necesario eliminarlos.

Mola dijo en octubre que había cinco columnas, cuatro militares y una de infiltrados en Madrid

Mola acababa de activar lo que se convertiría en uno de los aspectos más terroríficos del conflicto: la eliminación de todos los sospechosos de ser simpatizantes de Franco. La razón que ayudó decisivamente para justificar e implementar el dispositivo más siniestro de toda la guerra: las sacas de Paracuellos entre noviembre y diciembre que se empezaron a decidir en octubre precisamente por las palabras de Mola.

Los asesores soviéticos a través del CPIP y la Junta de Defensa de Madrid, en manos de la JSUC de Carrillo, implementaron la matanza con el convencimiento de que existía realmente esa 5.ª columna que facilitaría a los sublevados tomar Madrid y que, en caso de que realmente cayera, se sumaría a los nacionales. Cuando se cumplen exactamente 80 años la ofensiva de Madrid y de la represión en la retaguardia republicana, cabe preguntarse qué de cierto había en todo aquello ¿Realmente existía esa 5.ª columna?

Fantasía trágica

La historia de la 5.ª columna es tan trágica como expresiva: tal y como señala Armando Paz en 'Los Servicios de espionaje en la Guerra Civil de España 36-39' (San Martin, 1976), está ligada a la de los servicios de inteligencia que se fueron improvisando en ambos bandos. La 5.ª columna no existía en Madrid, se creó precisamente a partir de ese llamamiento de Mola y de la propia evolución de la guerra. Para ser más exactos, en octubre de 1936 no existía nada medio parecido a una red de espionaje o sabotaje que funcionara, pero indudablemente comenzó a perfilarse a partir de ese momento.

placeholder Franco y el general Emilio Mola.
Franco y el general Emilio Mola.

Lo hizo además al tiempo que principalmente los elementos comunistas de la República, por experiencia y naturaleza importadas de la URSS, montaban los suyos. Curiosamente, la 5.ª columna tiene un nombre propio que es Falange Española. El partido de José Antonio Primo de Rivera, que ni siquiera obtuvo representación parlamentaria en las elecciones de febrero de 1936, sería el que realmente capitalizara esa función, una de las explicaciones para que ese partido absolutamente minoritario antes de la guerra creciera exponencialmente durante el conflicto.

Los falangistas fueron los que organizaron la 5.ª Columna dentro del territorio republicano

Los falangistas fueron los que realmente organizaron la 5.ª Columna dentro del territorio republicano a partir del fracaso de la ofensiva de Madrid, no antes. Por su parte, sería el partido comunista quien más efectivamente realizara las labores de contraespionaje antes y después de crear el servicio de inteligencia de la II República, el SIM.

El espía universitario

El bando nacional comenzó pronto a formar su red de espionaje con el primigenio SIFNE, el —Servicio de Información Financiera del Norte de España— que operó al comienzo de la guerra con centro en San Sebastián hasta que se integrara después en SIPM que fundó el coronel Jose Ungría para el Ejército de Franco y que coordinaría por ejemplo esa red de la 5.ª Columna ya en 1937. Un buen ejemplo de lo que había antes, cuando comenzó la ofensiva sobre Madrid, lo exponen en la reciente 'La Quinta Columna: la guerra clandestina tras las líneas republicanas, 1936-1939' (Esfera) Alberto Laguna Reyes y Antonio Vargas Márquez.

placeholder El entonces coronel Jose Ungría, jefe del SIPM nacional.
El entonces coronel Jose Ungría, jefe del SIPM nacional.

Es el caso de 'España una', una pequeña red de información y sabotaje creada por falangistas en el Madrid de la Junta de Defensa, durante la Batalla de Madrid, una historia fascinante. El verdadero líder del quintacolumnismo en Madrid fue Antonio del Rosal y López de Vinuesa, curiosamente hijo de un alto mando militar de la República. Un joven universitario que sin experiencia en espionaje ni actividades subversivas coordinó la primera red falangista que conspiró contra la República. Solo duraron tres meses y su actividad comenzó precisamente a partir de las sacas de Paracuellos, no antes.

El líder de la 5.ª Columna era un universitario hijo además de un alto mando de la República

El grupo de Del Rosal, 'España una', ejemplifica el tipo de actividad de los grupos quintacolumnistas que se formaron después de las palabras de Mola. Lo formaban además otros dos falangistas, todos encubiertos, que disponían de algunas opciones ya que entre ellos estaba un funcionario de prisiones y podía colar a Antonio para que se entrevistase con algunos de los detenidos en Madrid, tanto militares como de los políticos de derecha. Organizaron algunos actos de sabotaje infructuosos, planes tan ambiciosos como secuestrar nada menos que al general José Miaja, jefe de la Junta de Defensa de Madrid, y que también fracasó, obviamente. Sí consiguieron obtener algún tipo de información que pasaban al bando nacional a través de las embajadas neutrales.

Contraespionaje republicano

En definitiva, un grupo pequeño y aguerrido, pero cuya importancia era mucho menor y que sería fácilmente descubierto por las MVR —Milicias de Vigilancia Republicana— que controlaban Madrid. De hecho, el contraespionaje republicano que pronto organizarían los comunistas era muy potente y contaban con una maquinaria de propaganda y presión potente para desmontar estos grupúsculos.

Así, Tomás Durán González, espía de las MVR, se infiltró con relativa facilidad en el grupo de 'España una' para desmontarlo y detener a sus participantes. Durán más tarde se convertiría en un mito de la lucha contra la Quinta Columna. La realidad, sin embargo, es que, durante esos primeros meses de guerra, estos falangistas que se autodesignaron como la 5.ª Columna principalmente en Madrid tuvieron un escaso impacto, nada que pudiera justificar un estado de alarma como el que vendía la propaganda republicana. De hecho, no sería hasta la primavera de 1937 cuando se establecerían los verdaderos servicios de inteligencia en ambos bandos.

El verdadero servicio de información nacional lo organizó el coronel Ungría ya en 1937

El nacional lo organizó el coronel de Estado Mayor José Ungría después de una odisea desde su casa en Madrid a la Embajada francesa, que lo acogió y pudo resolver su salida en un crucero francés para realizar un transbordo en alta mar y llegar finalmente a Marsella en un mercante desde donde pudo integrarse en la España nacional. Ungría era precisamente amigo del general Mola hasta el punto de que iba a integrarse en su Estado Mayor justo antes de que sufriera el accidente de avión que le costó la vida. A partir de ese momento, Franco le encomendó la tarea de coordinar y unificar los servicios de información como el SIFNE para un mejor esfuerzo de guerra con la creación del SIM —Servicio de Información Militar—.

Entre sus activos importantes en Madrid estaba nada menos que Andrés Gutiérrez Mellado, espía en la retaguardia republicana que acabaría siendo uno de los pilares de la Transición como vicepresidente del Gobierno de Suárez. Algo parecido ocurrió en el bando republicano, en donde se creó el SIPM por parte de los sociales Indalecio Prieto en las mismas fechas, año 1937. Hasta que el SIM de Hungría no canalizó las actividades de sus informadores y espías, la 5.ª columna que anunció Mola a bombo y platillo no dejó de ser una serie de grupúsculos de falangistas con más voluntad que efectividad y que apenas tenían capacidad para subvertir la retaguardia republicana, siempre bien vigilados, además, por el contraespionaje republicano. En definitiva, una pequeña fantasía que no comenzó a ser realmente efectiva hasta bien entrada la guerra.

En octubre de 1936, tres meses después de que el fallido golpe de Estado de los militares rebeldes abocara a España a la Guerra Civil, comenzó una historia fascinante y terrible. Ese mismo mes, cuando Franco ya se había convertido en el jefe del mando único y del nuevo estado de los sublevados tras la liberación del Alcázar de Toledo, el que fuera el 'director' de la conspiración, el verdadero artífice del golpe, el general Emilio Mola, trasladó públicamente una idea que cambiaría la guerra.

José Antonio Primo de Rivera
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