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¿Por qué es tan contemporánea la vanguardia… de hace un siglo?
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Centenario DE LA MUERTE DE KAFKA

¿Por qué es tan contemporánea la vanguardia… de hace un siglo?

El ciclo organizado por Arquia Banca, en colaboración con El Confidencial, profundiza en la fertilidad y promiscuidad creativa del periodo de entreguerras, y en la vigencia y premoniciones de aquella fabulosa época

Foto: Fotograma de 'Metrópolis' de Fritz Lang, una de las películas de ciencia ficción más icónicas.
Fotograma de 'Metrópolis' de Fritz Lang, una de las películas de ciencia ficción más icónicas.

Fue necesaria la muerte de Kafka hace un siglo para asistir a su resurrección. Había ordenado que ardieran sus escritos, pero no quiso hacerlo su albacea, Max Brod, a quien debemos la publicación de las novelas — El proceso, El castillo— que acaso más han influido en la cultura occidental, desde el expresionismo al realismo mágico.

Kafka demuestra mejor que ningún otro caso hasta qué extremo el pasado puede alojar la clave de lectura de la vanguardia. Es el punto de partida de un ciclo de encuentros y debates culturales que ha programado la Arquia Banca entre febrero y noviembre, haciendo hincapié en la audacia creativa y capacidad transgresora del periodo de entreguerras.

En efecto, la tregua que media entre I Guerra Mundial y la II Guerra Mundial predispuso un espacio de enorme convulsión, de extraordinaria fertilidad. Y no es sencillo unificar tantas manifestaciones y corrientes estéticas, pero el expresionismo funcionó como argumento catalizador. Y tanto lo hizo al abrigo de las nuevas disciplinas artísticas —el cine, la fotografía— como excitando la inquietud de las manifestaciones tradicionales.

placeholder Fotografía de Franz Kafka. (Wikimedia Commons/Biblioteca Nacional de Israel)
Fotografía de Franz Kafka. (Wikimedia Commons/Biblioteca Nacional de Israel)

Es el contexto en que los creadores exploraron todos los límites de la arquitectura, la literatura, el teatro, la pintura y, muy especialmente, la música. De hecho, el ciclo Arquia Banca —1924-2024: el pasado es la vanguardia— comienza el 28 de febrero con un coloquio sobre la revolución que supuso la composición del Wozzeck de Alban Berg.

Terminó la partitura en 1922 y la llevó a escena en 1924, aunque fue hace un siglo cuando trascendieron en Fráncfort los primeros fragmentos. Se recibieron con verdadero entusiasmo. Por eso llaman la atención las precauciones y los recelos con que el público más conservador de nuestro tiempo se relaciona con el atonalismo y vanguardismo de hace 100 años.

¿Por qué consideramos a Berg o a Schoenberg música contemporánea? ¿Qué sucedió en aquellos fabulosos y dolorosos años veinte para que todavía prevalezca su vigor y su influencia? ¿Cuántas de las preocupaciones de entonces —la alienación, el nacionalismo, el antisemitismo, el totalitarismo, la guerra— amenazan con repetirse un siglo después?

Son algunas de las preguntas que van a airearse en el ciclo de coloquios que organiza Arquia Banca. Empezando por el que inauguran el próximo 28 de febrero los musicólogos Xavier Güell (director de orquesta, ensayista), Pablo Rodríguez (crítico musical de El País) y Carmen Noheda, investigadora del Instituto Complutense de Ciencias Musicales.

placeholder 'El violín de Ingres', de Man Ray.
'El violín de Ingres', de Man Ray.

Los reúne en el Espacio Arquia Banca el análisis de Wozzeck, la implosión del expresionismo en la etapa de entreguerras y la apertura de una programación que indaga en las fertilísimas conexiones que proliferaron entre unas artes y otras bajo el paraguas del rupturismo.

Puede que Berlín fuera Babilonia, pero la repercusión más concreta de la promiscuidad artística se produjo en Viena. La ciudad de Freud, la capital del psicoanálisis. La decadencia de un imperio difunto que liberó a los artistas de la mordaza de la corrección. Y que los convirtió en visionarios del totalitarismo que se avecinaba. No canta Lulu en la ópera de Alban Berg, aúlla. La república de Weimar es el cine fatalista de Murnau, el advenimiento de la cultura de masas, pero también la democratización de la miseria y de la angustia social en los callejones de un Estado fallido.

El ciclo, al que es posible asistir inscribiéndose en este link, reunirá a personalidades de reputación e influencia en al ámbito de la cultura, el pensamiento y la estética. Un ciclo de ocho mesas redondas que reaniman el peso creativo del pasado a partir del centenario de Kafka.

I.- EL TRAUMA DE WOZZECK DE ALBAN BERG. La importancia revolucionaria de una ópera y de un compositor que llevaron al extremo la vanguardia musical y el expresionismo. Se trata plantear la ruptura de la tonalidad, la irrupción de dodecafonismo y las razones por las que todavía consideramos música contemporánea a las obras que tienen más de un siglo, incluidos Strauss y Schönberg.

II.- EX…PERIMENTACIÓN, EX…PRESIONISMO. Berlín, Viena y Praga delimitan el itinerario del expresionismo cinematográfico con una generación de cineastas que experimentó más que ninguna otra y que luego fue represaliada por el nazismo para terminar exiliada en Hollywood, Fritz Lang, Murnau, Lubitsch, Pabst, Wegener… La vanguardia del cine está… en sus orígenes.

placeholder Fachada del edificio Bauhaus en Dessau, diseñado por el arquitecto Walter Gropius en 1926. (Getty Images)
Fachada del edificio Bauhaus en Dessau, diseñado por el arquitecto Walter Gropius en 1926. (Getty Images)

III.- LA CASA COMÚN. El lenguaje arquitectónico representa uno de los rasgos más estimulantes y creativos en el periodo de entreguerras, tanto por la paternidad de Walter Gropius como por la fertilidad de las corrientes aledañas, entre las más fantasiosas hasta las más apegadas a la necesidad del ciudadano. Impresiona la influencia del diseño industrial. Y el punto de contacto con todas artes emergentes, incluida la fotografía.

IV.- UN INCISO: LA TAUROMAQUIA. Los años veinte se resienten de la muerte de Joselito y de la cornada prematura que acaba con la vida de Granero, pero uno y otro trauma no impiden el salto al torero moderno que conllevan el liderazgo de Belmonte y la irrupción de Chicuelo. Los toros son además el punto de consenso y fascinación de la generación del 27.

V.- EL MUNDO DE AYER. Sirva el título más lúcido de Stefan Zweig para definir el final de una época que ya se resentía de la irrupción de los totalitarismos y que define al mismo tiempo un periodo sin igual de la literatura centroeuropea, especialmente con los nombres de Roth, Schnitzler, Werfel o Thomas Mann, sin olvidar los supervivientes de la Gran Guerra (Tolkien, René Char…) y la resurrección de Kafka con la traducción póstuma de sus grandes novelas. Alegorías de la opresión, del absurdo, de la alienación.

placeholder El escritor austríaco Stefan Zweig. (EFE/Centro Stefan Zweig de Salzburgo)
El escritor austríaco Stefan Zweig. (EFE/Centro Stefan Zweig de Salzburgo)

VI.- EL NACIMIENTO DE LA FOTOGRAFÍA MODERNA. No es que la fotografía se inventara en los primeros años veinte, pero las corrientes de vanguardia que definen esa década identifican una etapa de fertilidad rara vez igualada. Por el sentido de la experimentación. Por las libertades. Por la capacidad de expansión de un medio artístico nuevo. La fotografía se independiza y adquiere el rango de arte mayor. El violín de Ingres de Man Ray se da a conocer precisamente en 1924.

VII.- LA MATERIA, LA EXPRESIÓN, LA VISIÓN. El expresionismo de entreguerras puede que se remonte a los tiempos de Goya. Y que siga extendiendo su influencia hasta la pintura de nuestra época. Son razones suficientes para detenerse en la estética pictórica y escultórica de los años veinte. En su dimensión matérica. Y en su naturaleza visionaria, como los cuadros de Grosz, de Kirchner, de Dix o de Egon Schiele, sin olvidar las referencias meridionales (Gutiérrez Solana) ni las claves de lectura nórdicas (Münch).

placeholder 'El grito', de Eduard Münch.
'El grito', de Eduard Münch.

VIII- EPÍLOGO: ¿EL FIN DE OCCIDENTE… OTRA VEZ? El auge del populismo y del nacionalismo, el progreso de las sociedades iliberales y la hegemonía de China en cabeza de los estados totalitarios, la guerra de Ucrania, el brote antisemita… permiten preguntarse —preguntarnos— si el modelo de la democracia occidental está en crisis y si estamos subestimando los mismos síntomas que se descuidaron en el periodo de entreguerras, cuando parecía imposible que después de la I Guerra Mundial sobreviniera un conflicto aún más grave y devastador.

El ciclo de Arquia Banca hace perspectiva y prospectiva. Memoria y presentismo. Se malogró el prodigio de aquella épica —de aquella época— entre el hambre, las revoluciones, las contrarrevoluciones y las botas del nazismo, pero la transición cultural que sacudió Centroeuropa entre la Primera y la II Guerra Mundial es tan extraordinaria como la Atenas de Pericles, la Florencia de los Medici o el París que iluminaron las luces de Voltaire y de Rousseau.

Todo es posible en Berlín”, decía un aforismo de la época. Como todo fue posible en Babilonia. Las libertades y el libertinaje relacionaron un extremo de la historia con el otro. Y alumbraron Metrópolis, cuya simbología de contorsión social y alienación proletaria tanto identifica la película visionaria de Fritz Lang como titula la última novela de Philip Kerr.

Fue necesaria la muerte de Kafka hace un siglo para asistir a su resurrección. Había ordenado que ardieran sus escritos, pero no quiso hacerlo su albacea, Max Brod, a quien debemos la publicación de las novelas — El proceso, El castillo— que acaso más han influido en la cultura occidental, desde el expresionismo al realismo mágico.

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