Es noticia
Nacho Cardero: "Este libro es el grito de una generación que ve cómo se caen sus columnas"
  1. Cultura
Charla con Susanna Griso y Elsa Punset

Nacho Cardero: "Este libro es el grito de una generación que ve cómo se caen sus columnas"

El director de El Confidencial presenta 'Aquello que dábamos por bueno', una reflexión íntima, pero también periodística, sobre los acontecimientos que los ciudadanos hemos sufrido los últimos tres años

Foto: Presentación de 'Aquello que dábamos por bueno' de Nacho Cardero. (Daniel González)
Presentación de 'Aquello que dábamos por bueno' de Nacho Cardero. (Daniel González)

La tarde era lluviosa y desapacible, y aunque el sol se había escondido —no será la única pérdida de la que se hablaría poco después—, la sala Valle-Inclán del Círculo de Bellas Artes de Madrid reunió ayer a un buen capital de personalidades del mundo de la política, la empresa, los medios de comunicación y la cultura. Estaban allí para la presentación de Aquello que dábamos por bueno (Espasa), una reflexión íntima, pero también muy periodística, de Nacho Cardero (Guadalajara, 1974), director de El Confidencial, sobre los acontecimientos vividos en los últimos tres años. Presentaban la periodista Susanna Griso y la escritora Elsa Punset. Una buena pareja que iba a orbitar sobre los dos ejes del libro: las vivencias personales y lo colectivo, lo que, a fin de cuentas, desde la pandemia a la crisis económica o los efectos de la guerra en Ucrania, nos ha tocado a todos.

Tras los saludos y muchos besos entre los invitados, desde el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, la exministra Fátima Báñez o el exconsejero de Sanidad Enrique Ruiz Escudero, Griso fue la primera en disparar. Y lo hizo directamente al corazón de Cardero, rescatando esa suerte alcarreña de los introvertidos, pero que, sin embargo, esconden mucha sensibilidad, para hablar del fallecimiento de su padre por covid-19 en plena pandemia cuando debería haber entrado en la tanda de los primeros vacunados, ya que era un paciente de riesgo (estaba trasplantado de corazón), y, a la vez, del nacimiento de su primera hija, Catalina, con toda una Filomena encima y prácticamente solos en el hospital Gregorio Marañón. Un contexto que situó la conversación en un terreno cercano y que, como diría Elsa Punset poco después, nos demuestra que todos sufrimos por las mismas cosas.

"Es un libro que va sobre nosotros, porque todo esto le ha pasado a mucha gente que se ha quedado noqueada"

“Yo no quería hacer un ensayo, sino que la gente que ha vivido todo esto se vea reflejada. Es un libro que va sobre nosotros, porque todo esto le ha pasado a mucha gente que se ha quedado noqueada. Hay más temas más profundos, más periodísticos, de mi otra familia, que es El Confidencial, pero justo estos dos temas yo los viví muy intensamente: el fallecimiento de mi padre de covid con ese duelo individual, pero que también es colectivo. Y luego el nacimiento del hijo en una situación extraordinaria. Ahora la gente no tiene hijos, y es un problema demográfico, pero un hijo es algo más que tu descendencia, un hijo te sucederá y tú continuarás en tu hijo”, manifestó el periodista en esta primera acometida de sus presentadoras.

Precisamente, aquellos dos acontecimientos fueron los que le llevaron a reflexionar sobre el mundo actual y sobre cómo el suelo se estaba moviendo para muchas personas sin saber muy bien a dónde agarrarse. Un tiempo incierto, voluble, que le suscitaba muchas preguntas y para las que no tenía respuesta. De alguna manera, el libro fue una especie de tabla o, según sus palabras, “el grito de una generación que es la mía, que creía que su modo de vida estaba sustentado por columnas fuertes y estas se han derrumbado”.

Entre estas columnas desplomadas, la primera que citó fue la verdad. “La verdad ha muerto”, manifestó mediante un ejemplo sobre la veleidad de los argumentos y cómo estos pueden ser completamente intercambiables. “Pero hay cosas que son demostrables empíricamente y sí son verdad. El problema es que la verdad ha muerto y está triunfando la mentira”, ratificó.

Además de un grito, Aquello que dábamos por bueno también es una forma “de catarsis”, según su autor. Por eso, pese a todos los nubarrones, al final también se atisba un rayo de sol. “Se nos ha arrancado algo que dábamos por bueno, que era la verdad, pero de eso se sale. Lo que viene es otro mundo que yo creo que será mejor, pero exige un proceso de adaptación que será duro. Porque las crisis son más y serán más profundas. Es justo de esa incapacidad para asimilar el cambio de donde surge nuestra ansiedad”, señaló Cardero, quien elogió en este sentido la capacidad del periodista para ayudar en la que es su mejor tarea, la salvaguarda de la democracia liberal, que también está en peligro. “Yo creo que hay tres tipos, los escépticos-constructivos, que cuestionan hasta lo evidente y son los que permiten que los optimistas puedan serlo. Luego están los optimistas de corto plazo, que son los buenistas, y los optimistas de largo plazo, donde me incluyo, y que pensamos que todo lo que ha ocurrido en la historia de la humanidad siempre ha ido a mejor”.

placeholder

[Pinche para ver todos los asistentes a la presentación (Foto: Daniel González)]

Este momento de hablar de retos y del futuro dio lugar a un pequeño juego con manos y pulgares lanzado por Punset que demostraba lo difícil que es que los seres humanos cambiemos. Ese sí que es un verdadero desafío. Más aún en los tiempos de aceleración en que vivimos, añadió el periodista. No hay más que echar un vistazo a lo que sucedió prácticamente antes de ayer en la Historia: el 11-S, la crisis financiera de 2008, el covid, la pandemia, la guerra de Ucrania… Un mundo a toda velocidad que ha perdido también otra columna, según Cardero: la cultura del esfuerzo y la meritocracia.

"Era la meritocracia frente a la lucha de clases y ganaba la meritocracia. Pero esto se empieza a cuestionar. Ahora el crecimiento se ha estancado"

“Muchos nacimos ya sin Franco y crecimos creyendo en una clase media aspiracional que si trabajaba podía prosperar. Era la meritocracia frente a la lucha de clases y ganaba la meritocracia. Pero esto se empieza a cuestionar. Y ahora el crecimiento se ha estancado. Nuestros hijos no van a vivir mucho mejor que nuestros padres. Tienen empleos precarios, desempleo, tienen empleos poco productivos, lo que ganan no les da para independizarse… Este es el mejor de los tiempos, pero hay que asimilar cosas. Y los jóvenes no creen en esta sociedad y dicen: para qué voy a trabajar tan duro si no me voy a poder independizar”. Más o menos, una negra nube como la que se da en las ciudades pequeñas y medianas, que es otro de los retos del país. “Nos podemos quejar de la España vaciada y de que está cabreada porque se siente maltratada, pero como dijo el economista Jesús Fernández-Villaverde, es una tendencia inexorable. Y se podrían hacer cosas para atenuar esta comezón que existe y dar oportunidad a ciudades medianas, porque es injusto que tengas más posibilidades de vivir si ingresas en el hospital de una ciudad u otra”, comentó.

placeholder El presidente de Titania Compañía Editorial y editor de El Confidencial, José Antonio Sánchez (2i), el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (3i), el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (3d), el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras Margenat (2d), y la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. (Daniel González)
El presidente de Titania Compañía Editorial y editor de El Confidencial, José Antonio Sánchez (2i), el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (3i), el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (3d), el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras Margenat (2d), y la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. (Daniel González)

Más columnas caídas: los principios y valores y la muerte de la moral. “Ha triunfado Maquiavelo y lo bueno es lo que me beneficia a mí. También hay otra columna que se cae que es la capacidad del periodismo de ejercer de instrumento de regeneración democrática”, apuntó. En este sentido, recordó cuando fue nombrado director de El Confidencial con 36 años y le preocupaban la llamadas del poder que recibía al día siguiente. Ahora, sin embargo, lo que le preocupa es que no le llamen, ya que es entonces cuando cree que lo estará haciendo mal. “Las presiones estarán triunfando o el triunfo de lo políticamente correcto estará llevando a que mis periodistas se censuren. Nunca jamás ha sido tan difícil ejercer el periodismo y nunca jamás antes ha sido tan necesario”, insistió.

El acto se fue cerrando, no obstante, con esa mirada al rayo de sol que hay al final del libro. Y con una notable defensa de su oficio y de quienes lo ejercen. “Yo no quiero juzgar a nadie, solo quiero dar una palmada, porque esa es la que yo necesitaba. Los periodistas no estamos para dar doctrinas, sino para ser intermediarios de la realidad con el lector, y yo quería ejercer ese papel de intermediario para contribuir a una sociedad mejor. Quizás una persona se puede cabrear, pero en los últimos capítulos hay paz y sosiego. Y siempre defenderé la labor del periodista. Tenemos muy buenos profesionales de los que sentirnos orgullosos”, zanjó. Un aplauso final y empezó el cóctel. Si había nubes en la calle, daba igual. Dentro se habían disipado.

La tarde era lluviosa y desapacible, y aunque el sol se había escondido —no será la única pérdida de la que se hablaría poco después—, la sala Valle-Inclán del Círculo de Bellas Artes de Madrid reunió ayer a un buen capital de personalidades del mundo de la política, la empresa, los medios de comunicación y la cultura. Estaban allí para la presentación de Aquello que dábamos por bueno (Espasa), una reflexión íntima, pero también muy periodística, de Nacho Cardero (Guadalajara, 1974), director de El Confidencial, sobre los acontecimientos vividos en los últimos tres años. Presentaban la periodista Susanna Griso y la escritora Elsa Punset. Una buena pareja que iba a orbitar sobre los dos ejes del libro: las vivencias personales y lo colectivo, lo que, a fin de cuentas, desde la pandemia a la crisis económica o los efectos de la guerra en Ucrania, nos ha tocado a todos.

Libros Periodismo
El redactor recomienda