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Roberto Villa: "Ahora la bala del Sáhara se ha perdido: nada impide a Marruecos reclamar Ceuta y Melilla"
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Centenario del golpe de 1923

Roberto Villa: "Ahora la bala del Sáhara se ha perdido: nada impide a Marruecos reclamar Ceuta y Melilla"

El historiador publica '1923. El golpe de Estado que cambió la historia de España', en el que señala la connivencia de conservadores y la pasividad de republicanos y socialistas y minimiza la responsabilidad de Alfonso XIII

Foto: El historiador Roberto Villa
El historiador Roberto Villa

Cualquier lugar de España, 13 de septiembre de 1923, hace ahora 100 años: un grupo de generales de los que no se acuerda ya nadie y conocido entonces como el cuadrilátero: José Calvacanti, Federico Berenguer, Leopoldo Saro y Antonio Dabán, dan un golpe de Estado, sin oposición en los cuarteles o en las calles y ponen fin a la Monarquía Constitucional y al sistema de la Restauración vigente desde 1876. Están liderados por el capitán general de Barcelona, Miguel Primo de Rivera, que protagoniza "un alzamiento de guante blanco". En ese momento, España estaba en "la autopista del parlamentarismo británico", un camino inequívoco hacia la plena democracia que queda truncado con el golpe militar. Contó con la connivencia no sólo de conservadores, si no con la pasividad de republicanos y socialistas, que se frotaron las manos ante la pérdida de legitimidad de la corona, y que tuvieron además un papel destacado en la dictadura resultante con el sindicato UGT y su líder Largo Caballero. El que no estaba en esa ecuación del golpe era el rey Alfonso XIII.

No es precisamente lo que dice la historiografía mayoritaria sobre el periodo, es lo que relata a El Confidencial el historiador Roberto Villa, profesor de Historia Política en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que hace una enmienda a la totalidad de la visión clásica del golpe de 1923 con su nueva obra 1923. El golpe de Estado que cambió la historia de España (Espasa). Villa cuestiona esa quiebra de la monarquía liberal, tal y como reza el subtítulo, es decir, una quiebra impuesta: el momento que nos abocó a rupturas y enfrentamientos, a otro golpe de timón pacífico como fue la proclamación de la II República, tan solo ocho años más tarde, y después a la Guerra Civil y a la dictadura. La concatenación y el estrecho vínculo entre los tres acontecimientos claves de la historia de España es en cambio generalmente aceptada.

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923. El golpe de Estado que cambió la historia de España, de Roberto Villa

El rey y los militares siguen en el centro de todo, pero no exclusivamente y de forma muy diferente: Alfonso XIII no sólo no favoreció la solución del golpe de Estado impuesta por el general Primo de Rivera, sino que intentó evitarla apostando por la vía constitucional. No tuvo éxito. En la madrugada del 13 de septiembre, en apenas cuatro horas, las que van de la una de la mañana a las cinco, estaba ya todo decidido, sin un solo tiro y sin derramamiento de sangre. El error del rey, como lo sería también en otra madrugada con el número 13 impreso, en esa ocasión un mes de abril de 1931, fue el de transigir con los acontecimientos: la obsesión regia por no enfrentar, en su nombre, a los españoles. Al final, tampoco tendría éxito, ni siquiera en la ausencia de su auto exilio, cuando otro golpe, el del 18 de julio de 1936, acabó en guerra civil.

¿Cómo se había llegado a una pérdida de la democracia liberal del XIX? No por las instigaciones del rey, ni a consecuencia de sus injerencias en la Guerra del Rif en Marruecos, según explica el autor del clásico 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular —junto a Manuel Álvarez Tardío— y de 1917. El Estado catalán y el soviet español. Si nos atenemos, en cambio, al relato que ha prevalecido durante los cien años justos, los que van del golpe hasta estos días, los militares habrían acabado con el parlamentarismo para tapar la irresponsable actuación de la monarquía y del ejército en la guerra colonial de España contra Marruecos (sic) que acabó en el Desastre de Annual en la semana del 22 de julio al 9 de agosto de 1921 y en el que fueron aniquilados cerca de 4.000 soldados españoles.

Felipe VI y la infanta Leonor son los únicos garantes de la estabilidad del sistema

Una visión que se corresponde casi milimétricamente con las críticas entonces del socialista Indalecio Prieto, y del sindicato anarquista CNT. Más aún, con la reprobación que se hace a posteriori, en plena II República, de la monarquía de Alfonso XIII: las célebres responsabilidades del desastre de Annual exigidas a los generales Manuel Fernández Silvestre y Dámaso Berenguer, que eran de la camarilla del rey, y por supuesto al rey mismo, el aspecto más delicado del estudio de Roberto Villa, tal y como le inquiere El Confidencial en esta entrevista. ¿De verdad no tuvo responsabilidad Alfonso XIII en el desastre de Annual? La mayoría de historiadores señalaron de una forma u otra a la corona.

¿Por qué entonces han explicado durante el siglo XX y XXI la idea del rey felón que está en connivencia con los militares de esa solución autoritaria? Villa no lo dice pero se deduce de su libro que acusa a una casta de historiadores que no quieren alterar el relato de la II República, el que culpaba al rey de todo y especialmente del Desastre de Annual ¿Por qué es importante? Porque Felipe VI y su heredera, la infanta Leonor, ahora cadete, —los reyes-soldados según la visión de Cánovas del Castillo, al frente de las Fuerzas Armadas— son los únicos garantes de la estabilidad del sistema y tendrán que lidiar ahora con una ofensiva anti constitucional. A diferencia de lo que hizo Alfonso XIII, por error o por debilidad, no deberían plegarse, sino actuar en contra.

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Miguel Primo de Rivera en San Sebastián en 1927.

No es el único paralelismo: todo el problema que abocó a la crisis de 1923 fue la Guerra del Rif en Marruecos, pero el mismo el general Primo de Rivera era en realidad abandonista: ni quería defender Ceuta y Melilla, ni era de la camarilla del rey, como sí lo eran los responsables máximos de la zona, Dámaso Berenguer y Manuel Fernández Silvestre. Más detalles de importancia: Franco, Millán Astray y Varela, entre otros, los futuros golpistas, eran africanistas —protegidos del rey— pero no estaban con Primo de Rivera, que quería entregar Ceuta y Melilla a cambio de Gibraltar. Ahora la España de Pedro Sánchez habría intercambiado el Sáhara con Marruecos a cambio de una menor afluencia de inmigrantes a la valla, lo que pondría en riesgo, de nuevo como en 1923, la soberanía española de Ceuta y Melilla. En resumen: Roberto Villa, discípulo de Stanley G. Payne, no ha venido con su 1923 a hacer amigos precisamente.

PREGUNTA. En el golpe de Estado de 1923 hubo menos violencia aún que el 1 de octubre de 2017, casi parece más bien un pronunciamiento… De hecho, lo de 1923 destruye un poco la idea de que un golpe de estado tenga que ser violento ¿Por qué tiene tanto éxito y tan poca oposición?

RESPUESTA. Es un golpe en el que los militares no restringen la capacidad de las personas de reunirse en la plaza pública masivamente. Abren las capitanías generales para facilitar la adhesión a Primo de Rivera. Se pasan esas jornadas decisivas hablando con los periodistas... ¡Es increíble para ser un golpe! Tiene mucho que ver con este despliegue la idea de que no puede ser solamente un putsch militar, sino un arrastre de opinión. Pero ya el acabóse es que Primo, en lugar de estar pensando en movilizar unidades, en ver quién se apunta y quién no se apunta... se va directamente a inaugurar la exposición del mueble, que es su primer acto público como gobernante de facto. Si no lo llamamos pronunciamiento es solamente porque estos eran alzamientos militares, que no presuponen en este caso la decisión final de la Corona, buscan presionarla para echar al gobierno dejando un espacio de indeterminación para que la Corona tenga margen de decisión.

Pero no es el caso del 23, que es un golpe de Estado en toda regla aún sin oposición ni violencia, porque conquistan el poder: no hay ninguna duda de quienes mandan. Existe el mito de que si el rey se retrasa para pensárselo, pero no es verdad. Primo de Rivera comienza el golpe a la una de la madrugada del 13 de septiembre y entre las cuatro y las cinco han ganado completamente. El Gobierno queda desasistido en Madrid de cualquier tipo de apoyo militar o de la Guardia Civil o de la Policía. Así que el rey, que es un árbitro, en el momento que hay un choque entre el ejército en pleno y el Gobierno en los últimos días antes del golpe, se alinea con el Gobierno, con lo cual el ejército se subleva, de hecho, contra él.

P. Es inevitable, según lo que relatas, no acordarse de lo que ocurre, paradójicamente, en 1931 con la Proclamación de la Segunda República…¿Por qué en ambos caso se abandona al rey?

R. Sí, en ese aspecto el 23 y el 31 son muy similares… En el 31, en la madrugada del 13 de abril, José Sanjurjo, director general de la Guardia Civil [intenta un golpe de estado tan sólo un año después] se pone en las órdenes del Comité Revolucionario del Gobierno Provisional de la República, y hay una parte del ejército que no quiere intervenir. Hay que tener muy claro que el rey no quiere resistir por la fuerza ninguna de las dos veces. En cuanto a los apoyos, la respuesta es sencilla: no es que el rey se quede solo, pero es verdad que se aísla de la opinión y del ejército, porque tanto en el 23 como en el 31, Alfonso XIII se alinea con los políticos constitucionales.

De hecho, si hay golpe de Estado es porque el rey fuerza a la concentración liberal a seguir en el poder, pese a que está completamente rota y se ve clarísimamente ya a principios de septiembre, pese a que el presidente del Gobierno, Manuel García Prieto, no quiere continuar y pese a que el rey ya tiene encima de la mesa un ultimátum explícito de los militares en el que exigen que Santiago Alba —ministro de Estado—, debe salir del Gobierno. Una mala salida de Alba significaba el fin de los liberales, que habían ganado las elecciones por los pelos.

Por lo tanto, si la izquierda liberal salía de la coalición, se cerraba la posibilidad de un gobierno de la izquierda constitucional con ese Parlamento, que para más inri acababa de reunirse.... Esto implicaba que todo el sistema de la Restauración, el sistema de turno de partidos —en ese momento está el liberal en coalición— se vaya a tomar viento. Hay que entender bien esto: ese sistema de turnos, con elecciones libres, con sufragio universal —masculino—, es decir, lo más democrático que existía en ese momento, dependía de ese apoyo del rey. Y Alfonso XIII, después del ultimátum, lejos de hacer caso a los militares, intenta atornillar a los ministros en el Gobierno: "No, vosotros os quedáis. Esto tiene que continuar como sea. No me podéis dejar a mí con este mochuelo cuando vosotros mismos habéis presionado por el poder en diciembre del año 22 y habéis hecho caer al Partido Conservador con todo esto de las responsabilidades de Annual". El rey estaba garantizando la constitución, una proto democracia pensando en términos actuales.

placeholder El rey Alfonso XIII con el dictador Miguel Primo de Rivera.
El rey Alfonso XIII con el dictador Miguel Primo de Rivera.

P. Por otra parte en el centro de todo, tal y como se ha estudiado siempre, está la crisis de la Guerra del Rif, del Desastre de Annual en 1921. ¿De verdad Alfonso XIII no fue responsable de ese avance imprudente que llevó a la muerte a miles de españoles, a la crisis de Gobierno y en último término a esa quiebra del sistema?

R. Hay que relativizar dos cosas. La primera es que los que siguen sosteniendo aún ahora, en 2023, que el rey se inmiscuye y dirige constantemente las operaciones militares en Marruecos deberían demostrarlo. ¿Dónde están las pruebas de esa injerencia? ¿Dónde están los indicios sólidos de que el Rey mantiene una comunicación directa con Berenguer —Alto comisario de Marruecos— o con Silvestre —jefe de la Comandancia de Melilla—, al margen del ministro de la Guerra, —el vizconde Eza— y al margen del presidente del gobierno Manuel Allendesalazar? ¿Dónde están?

Si no las hay, no podemos seguir sosteniéndolo. Recuerda al Acta de Acusación de la Comisión de Responsabilidades de la Segunda República contra Alfonso XIII que coincide por cierto íntegramente con los argumentos que maneja el Manifiesto del PSOE de la UGT el 13 de septiembre del año 23. Pero un historiador no se puede limitar a hacer glosas de esos documentos. Tiene que ver si son ciertos o no.

¿Dónde se registra que la toma de Annual era la primera etapa de un avance sobre Alhucemas y que fue instigada por el rey?

P. Está el famoso telegrama que habría enviado el rey Alfonso XIII a su allegado, el general Manuel Fernández Silvestre, que estaba al mando de la Comandancia de Melilla, instándole a tomar Alhucemas para el día de Santiago, el 25 de julio, lo que suponía un avance irresponsable a todas luces…

R. Lo niego. Para empezar no hay noticia entre 1921 y 1923, que es cuando se gesta la crisis, del famoso telegrama. Ni siquiera en los debates parlamentarios o en la propaganda anti monárquica. No existe noticia que ese telegrama se hubiera jamás enviado. Aparece la referencia en un opúsculo de Vicente Blasco Ibáñez en 1925 contra el rey y luego, posteriormente, varios historiadores, entre ellos Fernández Almagro, que es el primero que lo menciona en Historia del reinado de Alfonso XIII. Pero Fernández Almagro, que es honesto, explica claramente que "se dice que hubo un telegrama", pero nada más.

No documenta su existencia. Sin embargo, a partir de ahí todos los que citan a Fernández Almagro dan por hecho que el telegrama existe, y no lo sabemos a ciencia cierta. Así que ¿De dónde sale la injerencia del rey? ¿En qué testimonio? ¿En la documentación privada entre Berenguer o Silvestre? ¿Dónde se registra que la toma de Annual era la primera etapa de un avance sobre Alhucemas y que fue instigada por el rey? Lo que si sabemos a ciencia cierta son dos cosas muy claras. En primer lugar, que cuando Silvestre vuelve de la península en el mes de mayo no estaba pensando en operar en la zona de Alhucemas, y en segundo, que en ese verano en la Comandancia de Melilla hay 9000 licencias por vacaciones. Si va a haber una ofensiva contra Alhucemas no se dan permisos veraniegos a toda esa tropa.

placeholder Desastre de Annual. Foto: Freefoto.ca
Desastre de Annual. Foto: Freefoto.ca

P. De hecho, en el libro desvinculas un tanto el Desastre de Annual en sí como motor del golpe y de la quiebra de la monarquía, sino más bien a la gestión de esa crisis.

R. La mayoría de los historiadores afirman que el Desastre de Annual explica el final del régimen, pero no es verdad. Es decir, los británicos coleccionan desastres militares en las guerras en África y Asia, es decir, Sudáfrica, Afganistán, los zulúes, Egipto... tuvieron varias. Los franceses también… Lo que hace precipitar el golpe no es Annual, es la política de la guerra después de Annual, es decir, el hecho de que los políticos constitucionales y singularmente la concentración liberal, habiliten una política de protectorado civil que, aparte de quitar a un Alto Comisario militar para poner a un político, consiste simplemente en el subarriendo del territorio a dos señores de la guerra marroquíes El Raisuni por occidente, y Abd el Krim por Oriente, pero España no se puede ir.

Ni siquiera existían inquietudes coloniales fuertes, pero si nos metemos en esa parte del territorio, es sobre todo por fortalecer la seguridad de Ceuta y Melilla, que es absolutamente básico y también para que ninguna gran potencia — singularmente Francia—, se adueñen del Estrecho y ponga en riesgo nuestra frontera sur. Eso es lo que nos asusta a nosotros, alejar a los franceses de la frontera sur como sea. Es una guerra más nacional que colonial. Eso explica que los políticos —pese a que no quieren—, se resistan a abandonar el protectorado. Es decir, ni liberales ni conservadores son abandonistas porque saben conscientemente que el abandono unilateral implica un riesgo. Bueno, hubiera sido imposible, porque habría desencadenado ataques contra Ceuta y Melilla, y por tanto desplegar de nuevo tropas en la zona. El abandono era imposible.

"Lo que hace precipitar el golpe no es Annual, es la política de la guerra después de Annual"

P. Pero en cambio Primo de Rivera sí lo era, estaba de hecho enfrentado a los africanistas, a Millán Astray, a Franco.. incluso Enrique Varela le montó un altercado por sus ideas sobre el protectorado…

R. Sí, Primo de Rivera era un abandonista radical en el sentido de que está dispuesto no solamente renunciar al protectorado, sino también a Ceuta y Melilla a cambio de ventajas en otras cuestiones.

P. ¿No recuerda a la política seguida por el gobierno de Sánchez con el Sáhara español —no descolonizado por España— y que se ha entregado a Marruecos por ventajas en la valla con la inmigración?

R. Aún con todas las diferencias, es un paralelismo que sí existe, porque la verdad es que ahora la bala del Sáhara se ha perdido: nada impide a Marruecos reclamar Ceuta y Melilla desde el punto de vista estratégico. En aquel momento, el protectorado ejercía una presión similar y Primo de Rivera pensaba, en 1923, en el intercambio famoso entre Ceuta y Melilla por Gibraltar con los británicos, pero sabía perfectamente que si España no ocupaba el Rif era un riesgo para la seguridad de Melilla. No nos quedaba otra. Una vez en el poder, actúa de forma contraria, claro. Lo ideal para España hubiera sido que Francia no se hubiera metido en la ecuación, que el sultanato hubiera seguido existiendo porque con ese país tan debilitado habríamos estado tranquilos, pero con Francia dentro nosotros tenemos que involucrarnos también.

"Ahora la bala del Sáhara se ha perdido: nada impide a Marruecos reclamar Ceuta y Melilla desde el punto de vista estratégico"

P. En cualquier caso aunque el rey no esté en connivencia con el golpe acaba aceptando. ¿No es un error que aprovechan además sus enemigos más directos, republicanos y socialistas, con el objetivo de la II República en mente?

R. Siempre suele hablarse de si acepta o no. En realidad la solución de Primo de Rivera se le impone. No solamente el triunfo del golpe, sino las propias circunstancias. Se queda sin alternativas. Entre la noche del 12 y el 13 de septiembre se queda sin ministro de Estado y muy pocas horas después sin Gobierno en pleno porque el capitán general de Madrid y los jefes de la Policía y la Guardia Civil acatan completamente el mando de los golpistas. Con lo cual es verdad que sigue habiendo un presidente del Gobierno, los ministros nominales, pero no tienen ningún tipo de fuerzas detrás.

Ante esa situación, el rey sondea primero al ejército, al resto de capitanes generales, para ver cuál es su actitud con respecto al golpe. Su actitud está muy clara. Todos los capitanes generales dicen que están a la orden del rey, pero están confundidos. Si el rey se aísla es porque se mantiene hasta el final absolutamente leal a su gobierno, a los políticos constitucionales y a las reglas del sistema. Es decir una interpretación completamente contraria a la que ha prevalecido. De hecho, se muestra tan fiel que acaba precipitando la sublevación, al no ceder al chantaje de echar a Santiago Alba tal y como confirman multitud de fuentes. Pero lo tremendo es que Primo de Rivera nos cuenta en el manifiesto cuando habla de los políticos profesionales que han secuestrado la voluntad de la Corona. ¿A qué se refiere? Es una manera galante de decir que el Rey no ha transigido con sus demandas y que por tanto hay que dar el golpe de Estado definitivamente.

P. Insisto ¿el golpe es aceptado también por socialistas y republicanos? ¿Es parte de su estrategia para acabar con la monarquía? Me refiero a la actitud de Largo Caballero, de Prieto , incluso de Companys…

R. Respecto a lo primero no del todo porque su golpe era otro, pero en lo segundo sin duda encaja con su estrategia. El PSOE recibe el golpe de lado. Porque su golpe era otro, el del general y senador Francisco Aguilera Egea, que planea el suyo propio a partir de la crisis de Marruecos y que carece de apoyos. Así que no están con Primo, ni con el gobierno, porque están desconcertados y no saben a qué carta quedarse pero cuando descubren que Primo de Rivera viene a cepillarse a la CNT, que es la competencia de su sindicato UGT dan palmas. El mismo Pablo Iglesias dos días antes del golpe, el 11 de septiembre del año 23 escribe en El Socialista —Roberto Villa saca el libro busca la página y lee en voz alta—

"Tremendos son los males que nuestra nación sufre, ¿pero cabe esperar otra cosa de los liliputienses que la vienen rigiendo con la monarquía? Para que aquellos se remedien o experimenten un gran alivio, es preciso que la tempestad que barra a esos pigmeo traiga al poder a hombres de muy distintas cualidades".

Cualquier lugar de España, 13 de septiembre de 1923, hace ahora 100 años: un grupo de generales de los que no se acuerda ya nadie y conocido entonces como el cuadrilátero: José Calvacanti, Federico Berenguer, Leopoldo Saro y Antonio Dabán, dan un golpe de Estado, sin oposición en los cuarteles o en las calles y ponen fin a la Monarquía Constitucional y al sistema de la Restauración vigente desde 1876. Están liderados por el capitán general de Barcelona, Miguel Primo de Rivera, que protagoniza "un alzamiento de guante blanco". En ese momento, España estaba en "la autopista del parlamentarismo británico", un camino inequívoco hacia la plena democracia que queda truncado con el golpe militar. Contó con la connivencia no sólo de conservadores, si no con la pasividad de republicanos y socialistas, que se frotaron las manos ante la pérdida de legitimidad de la corona, y que tuvieron además un papel destacado en la dictadura resultante con el sindicato UGT y su líder Largo Caballero. El que no estaba en esa ecuación del golpe era el rey Alfonso XIII.

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